La ansiedad es normal, todos la sentimos. Sin embargo, en algunos momentos de la vida puede llegar a ser muy problemática debido a cómo la sentimos, cómo la abordamos y cómo impacta en nuestro bienestar y nuestras conductas.
Es importante que sepas que la ansiedad no siempre está en ti, en tu cabeza, sino que es algo que depende de una interacción, de una relación: tú y tus circunstancias. Si te has estado peleando con tu pareja, o has estado teniendo problemas con tu jefe en el trabajo, es muy probable que eso aumente tu ansiedad, igualmente si perdiste el trabajo y las deudas comienzan a apilarse.
Hay muchas cosas que nos pueden ayudar a lidiar mejor con la ansiedad, a veces se trata de hacer ciertas cosas, pero en esta ocasión queremos darte algunos tips sobre lo que puedes dejar de hacer, o por lo menos disminuir para poder crear un contexto con menos ansiedad:
1. Redes sociales.
Las redes sociales nos muestran una inmensa cantidad de información e imágenes que pueden ser difíciles de procesar. Algunas noticias que nos hacer indignarnos y enojarnos, otras que nos dan profundo pesar y tristeza. Esto puede llegar a ser demasiado sufrimiento al que estamos expuestos y ante el que poco o nada podemos hacer, lo que puede aumentar nuestra ansiedad.
Otra forma de aumentar la ansiedad es por medio de la comparación con los otros, con sus vidas “perfectas” -(editadas), sus viajes, compras y experiencias, sus alegrías y triunfos, mientras que uno se encuentra solo, temeroso y pensando que solo uno es el que se siente mal mientras que los demás están allá afuera siendo felices. Si necesitas usarlas limita su uso a 15-20 minutos al día.
2. Consumir demasiadas noticias.
Las noticias son malas noticias, accidentes, desastres, robos, homicidios. Nos exponemos a ellas a diario, lo cual aumenta nuestra ansiedad. Un estudio del 2007 del International Journal of Televised Medicine encontró que la ansiedad se mantiene alta aún después de haber pasado tiempo de ver las noticias y que se mantiene alta, aunque la persona ya esté involucrada en otra conducta agradable. Busca alguna lectura que sea edificante y relajante para ti.
3. Cafeína.
Es una bebida indispensable para muchas personas, para funcionar o simplemente por gusto. La cafeína aumenta la ansiedad, poco después de consumirla, pero también puede mantenerla alta al afectar el sueño. Así que, no duermes bien y necesitas café para despertar y rendir en tu día; ese es el circulo vicioso. La dependencia a esta bebida puede ser fisiológica, psicológica o ambas. Busca reducir de forma gradual y sustituir por alguna infusión.
4. Alcohol.
El alcohol relaja. Mucha gente recurre a la bebida para lidiar con el estrés y para disminuir la ansiedad en algunas situaciones sociales. Esta estrategia funciona, pero solo en el corto plazo, ya que a largo plazo solamente complica y aumenta la ansiedad.
Es por esto que muchas personas con ansiedad tienen un riesgo más alto de consumir y abusar de sustancias y se ha encontrado que la dependencia a la sustancia es cuatro veces más alta en las personas que usan el alcohol para tratar su ansiedad. Disminuye tu consumo o mejor aún elimina. A la larga esto te ayudará más para tu ansiedad.
5. Pantallas antes de dormir.
Ver algo agradable puede ayudar a relajarnos, pero si esto ocurre muy cercano a la hora de dormir puede afectar nuestro sueño. Las pantallas emiten una luz que afecta los ritmos circadianos.
Cuando oscurece el cuerpo empieza a producir melatonina, lo cual nos va preparando para dormir. Al exponernos a esta luz se reduce la producción de melatonina, lo cual afecta la capacidad de conciliar el sueño y retrasa el sueño REM, lo cual puede aumentar la ansiedad.
Puede ser la TV, pero los celulares están ocasionando incluso más problemas, ya que estamos muy dependientes de ellos para casi todo. De esta forma se convierten en lo último y lo primero que vemos en el día. Esta cercanía con el aparato puede estar aumentando tu ansiedad. Un estudio del 2018 encontró que las personas que dejaron su celular fuera del cuarto a la hora de dormir disminuyeron su ansiedad después de solo una semana, además de reportar dormir mejor, sentirse más felices y notar mejoría en sus relaciones.
6. Quejarse.
La vida tiene dificultades, eso no se puede negar. A veces nos tocarán situaciones muy estresantes o desagradables. Ese es un peso que no podemos evitar, es una dosis de cortisol, la hormona del estrés, con la que tendremos que lidiar. Si te empeñas en resolver eso quejándote, lo más probable es que solamente aumentes tu cortisol y estrés, además de convertirte en alguien a quien los demás empiecen a rehuir.
Algunos estudios muestran evidencias que ventilar tus frustraciones y problemas es muy probable que solo haga empeorar tu estado de ánimo en lugar de mejorarlo. Así que, no amplifiques tu estrés y ansiedad. Busca maneras efectivas de solucionar tu problema, si es que tiene solución y aprende a apoyarte en los demás describiendo la situación más que juzgando y quejándote.
7. Decir sí a todo.
Decir que no puede ser algo incómodo, puede ser que nos miren extrañados o incluso molestos. Entonces decimos que sí, y nos involucramos en situaciones, que van a añadirse al estrés y la larga lista de demandas y exigencias que ya estamos cargando, aumentando así, la ansiedad. La próxima vez que no quieras involúcrate en alguna situación di que NO y ve que pasa.
8. Vivir por encima de tus posibilidades.
Comprar cosas que nos darán un empujón emocional pasajero, que nos quitarán la tristeza o aburrimiento, o que nos ayudarán a demostrarnos o a los demás que no nos va mal, es una forma garantizada de incurrir en gastos no necesarios, en deudas que pueden ser una fuerte carga mental al ser fuente de preocupaciones, arrepentimientos y discusiones familiares. Busca maneras alternativas de lidiar con los estados emocionales sin tener que gastar dinero o endeudarte, por ejemplo, con ejercicio físico.
La ansiedad es el problema psicológico más común de todos. Además, es una de las condiciones más fáciles de tratar, pero mucha gente tarda en pedir ayuda. No lo dudes, busca ayuda y acude con un psicoterapeuta cognitivo conductual.
