Es muy común desear ser un superhéroe, es uno de los trabajos más seleccionados en la infancia, todos (o casi todos) jugamos alguna vez a tener superpoderes y salvar el mundo.
En nuestra cultura, la figura de los superhéroes es un ideal en algún sentido, por lo que es comprensible que pensar en serlo nos resulte muy agradable, ¿quién no quiere tener habilidades superiores para ayudar a los demás y salvar el mundo?
La idea de tener un superhéroe cerca, o serlo, puede ser reconfortante, por lo general son los buenos de la película y todo les sale bien, al final del día logran cumplir su misión y salvar a todos. Sin embargo, en la realidad no es así. Los seres humanos no tenemos superpoderes e intentar tenerlos a veces nos resulta muy desgastante fisica, emociona, social y psicológicamente.
En este blog nos centraremos no sólo en lo idealizado que puede estar el ser un superhéroe, sino también en la otra cada de la moneda: ¿qué pasa cuando la constante necesidad de salvar al otro nos rebasa y nos genera ansiedad?, ¿cómo saber si tengo este síndrome?
¿Qué es el síndrome del superhéroe?
El síndrome del superhéroe, también conocido como síndrome de Superman o del salvador, se refiere al patrón de conductas donde una persona busca solucionar los problemas de otros poniendo en riesgo su propio bienestar. Y puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida, con la pareja, familia, colaboradores o amigos. Si bien este síndrome no es un trastorno mental como tal, sí que puede generar otros como la ansiedad.
Este rol de responsabilidad excesiva hacia el otro puede pasar desapercibido tanto por el salvador como por el salvado por la necesidad de ambos en participar de esa relación codependiente, es decir, el héroe cree que la otra persona no podrá resolver por sí misma sus problemas y entra en acción para ayudarle incondicionalmente dejando de lado sus propias necesidades, mientras que el salvado se ve limitado por las acciones de su salvador haciéndole sentir en exceso cómodo y evitando explorar sus propios límites.
Características del síndrome del superhéroe
La persona con síndrome de Superman o Mujer Maravilla, tiene las siguientes características:
Una fuerte necesidad de aprobación por parte de quienes le rodean, busca que se le reconozca por su esfuerzo de ayudar al otro, cosa que se facilita al ponerse a sí misma en un rol con connotaciones socialmente positivas.
Tiene conductas de superioridad al verse como héroe o heroína y sentirse capaz de tener la solución a todos los problemas.
Intensa necesidad de control, lo que suele hacer al tomar decisiones por otros y ser inflexible consigo misma.
Es reacia a las opiniones de los demás por lo que el trabajo en equipo no suele ser su fuerte.
Consecuencias del síndrome del superhéroe
El impacto de este patrón de conductas es variado y depende de la historia de vida y contexto de cada persona, sin embargo, podemos resaltar depresión, burnout, baja autoestima y por supuesto ansiedad.
La ansiedad por el síndrome del superhéroe puede generarse o agravarse al sumergirse en los pensamientos anticipatorios de lo que puede pasarle a la otra persona y por lo tanto en lo que tendría que hacer para que todo marche bien en su vida.
Así mismo, la culpa de que algo malo pueda ocurrirle por dejar de ayudar. En ese torbellino de pensamientos, las acciones del héroe pueden tornarse erráticas, impulsivas o riesgosas.
La persona podría, por ejemplo, pedir un préstamo que difícilmente podrá devolver, descuidar sus responsabilidades laborales por atender al llamado, o descuidar su salud por anteponer la del otro. Es así que el héroe o heroína se ve atrapado en un círculo vicioso del que no ve salida.
Test del síndrome del superhéroe
Toma unos minutos para responder a estas preguntas con Sí o No:
¿Constantemente tengo la necesidad de resolver los problemas de los demás?
¿Me gusta que las cosas se hagan sólo como yo digo?
¿Cuando creo que la otra persona está por tomar una decisión equivocada no me quedo callado(a)?
¿Frecuentemente busco oportunidades para ayudar a otros?
¿Considero que las soluciones que yo doy son mejores a las que tiene la otra persona?
¿Constantemente me noto enfrascado en mis pensamientos sobre lo que tengo que hacer?
¿Descuido mi salud física y mental por ayudar a otros?
¿Suelo encontrarme en situaciones difíciles ocasionadas por ayudar a otros?
¿Me siento irritado(a) cuando la otra persona no hace lo que yo le digo?
¿Considero que los demás no valoran lo suficiente aquello que hago?
¿Me importa mucho lo que otros opinen de mí?
¿Me gusta sentir que los demás necesitan de mí?
Si respondiste que sí a todas, entonces toma nota de las siguientes recomendaciones.
¿Cómo afrontar el síndrome del superhéroe?
Si te ves identificado con este síndrome tómate unos minutos de autorreflexión para responder lo siguiente:
¿La otra persona en realidad necesita mi ayuda o soy yo quien se la está imponiendo?
¿Lo que hago le impide desarrollar sus propias habilidades y autosuficiencia?
¿Qué me hace pensar que solo yo puedo ayudarla? y sobre todo ¿Cómo me está afectando a mí esta situación?
Es importante reconocer nuestras propias vulnerabilidades pues somos imperfectos por el simple hecho de ser humanos y darnos cuenta de ello nos ayuda a poner en perspectiva nuestras acciones para poner límites y priorizar nuestra salud física y mental.
Y recuerda…
El síndrome del superhéroe no es sólo ayudar en exceso sino cuando dejamos que ello afecte nuestro bienestar.
El rol de salvador y salvado tienen una relación de codependencia en donde el primero lleva la batuta y puede ponerle fin.
La necesidad de aprobación y control son el trasfondo de las conductas de superioridad.
Si las acciones que tomas por este síndrome constantemente te generan ansiedad puedes buscar apoyo, nuestro equipo de terapeutas puede brindártelo.
Psic. Priscila Hernández
Psicoterapeuta
Referencias
R. Ceberio, M., (2008). RESILIENCIA: TAMBIÉN LOS SUPERHÉROES BUSCAN RECONOCIMIENTO. Ciencias Psicológicas, II(1),65-75. ISSN: 1688-4094.
Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=459545421007
La autocrítica es la tendencia a hablarse a sí mismo con frases como “nunca hago las cosas bien”, “siempre me equivoco”, “no sirvo para esto”, ¿te son familiares? Son algunas de las frases más comunes cuando cometemos un error.
A pesar de la alta frecuencia con la que las personas se autocritican utilizando frases como las que acabo de describir, si les preguntáramos ¿disminuyen o aumentan lo mal que te sientes?, ¿qué crees que responderían?.
Seguramente me responderías que lo aumentan, y no sólo eso, es muy probable que incluso agraven y prolonguen el malestar. Es interesante analizarlo, porque, a pesar de que a veces no es tan lógico, si una conducta se presenta, más aún si lo hace con frecuencia, seguramente es por algo.
¡Guarda el látigo!, no «estás mal», es algo que le pasa a muchas personas, además ten en cuenta que mucho de lo que nos decimos tiene que ver con nuestra propia historia de aprendizaje, así es que vamos a analizarlo por partes.
El origen de la autocrítica
¿Recuerdas qué ocurría en tu infancia y adolescencia cuando cometías un error?, si en el presente te notas siendo autocrítico, es altamente probable que en aquel momento la respuesta a tus errores hayan sido respuestas verbales o no similares a las que tienes en este momento, “no puedes”, “ya sabía que no ibas a lograr”, “no eres suficiente”, dichas frases de parte de las personas más cercanas.
A la gran mayoría de las personas nos llegó a suceder esto en algún momento de nuestra infancia y adolescencia, pues bien, resulta mucho más sencillo señalar una conducta errónea (generalmente con palabras incómodas o dolorosas) en lugar de ayudar a corregirla y mejorarla con palabras asertivas y respetuosas.
Así pues, a lo largo de nuestra vida, comenzamos a aprender que cada que nos equivocamos, debemos recibir una consecuencia negativa por ello, un regaño o un castigo, que en muchas ocasiones viene de nosotros mismos.
A lo largo de nuestra vida, como ya lo hemos estado mencionando, el contexto influye en gran medida en la adquisición de comportamientos, entre ellas, la manera de percibirnos y las verbalizaciones que comúnmente nos decimos.
Cuando un comportamiento se comienza a repetir una y otra vez, es porque esa conducta está siendo reforzada, o sea que hay algo, aunque a veces no es tan “visible” que la mantiene, a veces puede parecer ilógico, pero desde el punto de vista conductual, todo lo que hacemos lo hacemos para algo.
La conducta de autocrítica va evolucionando gradualmente con el tiempo – manteniendose, incrementando su intensidad, frecuencia y duración- conforme continuamos haciendolo, en un espiral vicioso, en el que cada vez el problema se hace más grande.
¿Por qué la autocritica persiste?
¿Por qué mantener algo que resulta tan incómodo?, pues bien, como se mencionaba anteriormente, la respuesta rápida es porque ese comportamiento está siendo reforzado, mientras sigamos obteniendo lo que sea que lo mantiene, ese comportamiento tiene altas probabilidades de persistir.
A menos que, identifiquemos qué ganancia secundaria podríamos estar obteniendo y toleremos el no tenerla, esto puede ser sensación de control o de certeza, el encontrar la explicación a algo o simplemente el no confrontar aprendizajes que hemos tenido de toda la vida.
¿Qué hacer para reducir o eliminar la autocrítica?
Puede parecer dificil cambiar algo que llevamos haciendo toda la vida, lo primero que puedes hacer es reconocer que será un proceso, no ocurrirá de la noche a la mañana y probablemente sea incómodo y te requiera mucho esfuerzo.
Es válido querer intentarlo por tu cuenta, pero la realidad es que iniciar un proceso terapéutico es la opción más eficaz, un terapeuta bien entrenado revisará tu historia de aprendizaje y las variables en la actualidad que mantienen la conducta problema y junto a ti elaborará un plan para lograrlo, claro tú eres quien hará los cambios, pero la guía de un profesional potencializará todos tus esfuerzos y te dotará de herramientas que podrás implementar toda tu vida.
Si quieres iniciar un proceso terapéutico, puedes solicitar una cita con nuestros terapeutas en
Decidas iniciar un proceso terapéutico o no, puedes considerar las siguientes ideas y empezar a llevarlas a la práctica:
El error forma parte de nuestra experiencia. No somos perfectos, siempre habrá algo en lo que no seamos buenos y durante el desarrollo de aprendizajes, puede que cometamos errores, lo cual es completamente NORMAL.
Puede que lleve tiempo comprender o generar nuevas habilidades y conocimientos en distintas áreas de nuestra vida, ESCUCHATE, sé paciente y cuida las palabras que te dices, la autoexigencia puede ser el detonante de muchas verbalizaciones de autocrítica por no lograr lo que se ha planteado.
Considera que en algún momento recibirás críticas de terceros, lo importante es no “quedarte atorado” en esas críticas, intenta rescatar lo positivo (si lo hay) y trata de no darle tantas vueltas.
Reaprende la perceptión de ERROR, como una experiencia de aprendizaje, esto puede ser de gran ayuda para prevenir y corregir comportamientos, que de otra manera no tendríamos en cuenta.
¿Y qué puedo decirme (en lugar de autocriticarme)?
Lo ideal es que tu generes frases y palabras que sean afines a ti, que formen parte de tu estilo, pero para empezar te comparto algunos ejemplos que pueden serte de ayuda para tolerar el malestar emocional ante las equivocaciones que puedas cometer:
– “El error es parte de la experiencia”.
– “¿Qué aprendizajes y compromisos obtengo de esta experiencia?”
– “Lo estoy intentando y aprendiendo de la experiencia”.
– “Esta equivocación me ha traído un nuevo aprendizaje”.
Un terapeuta contextual utiliza enfoques terapéuticos que se centran en el contexto y la relación entre los pensamientos, emociones y comportamientos de una persona. Primero debe ser psicólogo, y después especializarse en estos modelos basados en evidencia; entre los que encontramos el modelo que ha probado su efectividad en el tratamiento de una de las problemáticas que vive aproximadamente el 5% de la población mundial: La depresión.
Para el tratamiento de la depresión, los terapeutas contextuales utilizamos el enfoque terapéutico que se basa en la idea de que la conducta y la actividad pueden tener un impacto significativo en el estado de ánimo de una persona, este enfoque es la activación conductual, que se centra en ayudar a las personas a cambiar patrones de comportamiento y a participar en actividades que sean consistentes con sus valores y metas, incluso cuando la depresión puede hacer que tengan poco interés o energía.
Aspectos clave de la activación conductual para la depresión:
Monitoreo de actividades:
Los terapeutas comenzamos ayudando a las personas a llevar un registro detallado de sus actividades diarias. Esto incluye no solo las actividades laborales, sino también las actividades de ocio, sociales y personales.
Identificación de patrones (por medio del análisis funcional de la conducta):
A través del monitoreo, se busca identificar patrones específicos de comportamiento que puedan estar relacionados con la depresión. Esto podría incluir la evitación de ciertas actividades o la falta de participación en actividades que solían ser placenteras.
Clarificación de valores y metas:
Se alienta a las personas a identificar sus valores y metas personales. Estos pueden ser aspectos importantes de la vida que les brindan significado y satisfacción. Establecer metas realistas y alinear las actividades con estos valores es un paso clave.
Planificación de actividades graduadas:
Se ayuda a las personas a planificar y llevar a cabo actividades graduadas, lo que significa comenzar con actividades más pequeñas y alcanzables y luego ir aumentando gradualmente la dificultad. Esto ayuda a superar la evitación y a romper el ciclo de inactividad asociado con la depresión.
Reconocimiento de logros:
Se enfatiza el reconocimiento y la celebración de los logros, cualquier avance debe ser reconocido. Esto ayuda a reforzar la conexión entre la actividad y el estado de ánimo positivo.
¿Qué logra la Activación Conductual para la depresión?
La activación conductual para la depresión puede ofrecer varios cambios en la vida de las personas, ya que cuando planifican y participan en actividades alineadas con sus valores y metas, no solamente están aumentando su actividad y rompiendo con el ciclo de la depresión, sino que disponen las condiciones que les permitan experimentar un aumento en su sentido de logro y satisfacción vital; promoviendo un sentido de propósito y significado en la vida. Con lo que se vuelven más hábiles en detectar aquello que los fortalece y que evita una recaída en la depresión
Es importante destacar que la efectividad de la activación conductual puede variar según la persona, y no todos los enfoques son adecuados para todos. Consultar con un profesional de la salud mental para evaluar la situación individual y recibir orientación específica es crucial para un tratamiento efectivo de la depresión.
Trazar propósitos de año nuevo es una costumbre común para muchas personas, al darte un momento para plasmar las expectativas y deseos que deseas alcanzar el próximo año y acercarte a los estándares que consideras ideales y que te harán sentir más pleno y exitoso.
Me gustaría que reflexiones un poco de dónde vienen esos propósitos, ¿son impuestos por una sociedad materialista y superficial? ¿o verdaderamente están reflejando tus valores personales?
¿Qué son los propósitos de año nuevo?
Los propósitos de año nuevo son metas personales que deben estar acordes a tus valores, por lo que el primer paso que te recomiendo hacer es hacer un listado de aquello que realmente es valioso para ti y que te harán sentir en congruencia y, por lo tanto, será difícil que te alejes de ellos.
Hacer tu lista de propósitos
Algunas personas consideran como valor principal la salud, otras el dinero, otras la estética y apariencia física, y algunos otras el desarrollo profesional. ¿A ti que es lo que te mueve? ¿Qué te llena de ilusión y motivación?
Una vez que tengas claros tus valores comienza a redactar el propósito del año que te acercara a cada valor, te aconsejo ir en orden de importancia y que tu listado no sea tan largo, al final queremos que te sientas contento y orgulloso por haber logrado la mayoría de tus metas del año.
Cómo cumplir mis propósitos de año nuevo.
Ahora bien, aquí te voy a dejar unos consejos para que los propósitos sean más realistas y alcanzables:
Escribe en términos positivos, por ejemplo, hacer más ejercicio, en vez de decir: no ser tan flojo.
Sé específico en tu propósito para que puedas saber si lo estás alcanzando o no, por ejemplo, hacer un día a la semana ejercicio y no sólo decir hacer más ejercicio.
Trazar propósitos realistas, por ejemplo, hacer ejercicio una vez a la semana es más alcanzable que decir hacer ejercicio diario.
Establecer la fecha en que comprobarás que tu propósito fue alcanzado, ejemplo, para el mes de mayo ya haber terminado el marco teórico de la tesis, en vez de decir avanzarle al marco teórico el año que viene.
Un buen propósito tiene que ser al mismo tiempo realista e implicar esfuerzo, te recomiendo ir en búsqueda de crecimiento notorio, ejemplo, si ya tienes el hábito de ahorrar 50 pesos por semana un buen propósito sería proponerse una cantidad mayor que te implique más disciplina de ahorro como ejemplo 60 pesos por semana y no proponerse 51 pesos por semana, aunque sabemos que esto es relativo al poder adquisitivo de cada persona la idea es buscar avances significativos.
Deseo que el próximo año sea exitoso en el sentido que tu le desees dar y que vivas en plenitud y tranquilidad.
Mtro. Carlos Martín
Psicoterapeuta
Si quieres leer más acerca de como lidiar con esta temporada, checa nuestra entrada de:
La temporada decembrina es probablemente una de las más difíciles cuando hemos tenido una pérdida reciente, estar en duelo en navidad puede ser todo un reto pero podemos aprender a sobrellevarlo, ¿quieres saber cómo?
¿Qué es el duelo?
El duelo es una respuesta emocional y psicológica natural ante la pérdida de algo significativo en la vida. Generalmente, cuando hablamos de duelo, nos referimos a la respuesta a la pérdida de un ser querido, pero también puede aplicarse a otras situaciones de pérdida, como la pérdida de un trabajo, una relación, una mascota, o incluso la pérdida de salud o de algunos sueños y metas importantes.
Duelo por la muerte de un ser querido.
El proceso de duelo por la muerte de un ser querido implica una amplia gama de emociones, todas ellas válidas. Cada persona puede experimentarlas de manera única: tristeza, enojo, culpa, miedo, desesperanza, soledad, confusión. En algunas temporadas o tradiciones significativas, estas emociones pueden ser más difíciles de sobrellevar, una de ellas suele ser la Navidad; especialmente si tu pérdida ha sido recientemente.
Afrontar el duelo durante la temporada navideña puede ser especialmente desafiante, ya que estas festividades suelen estar asociadas con la alegría y la reunión familiar.
Afrontar el duelo en navidad
Es por eso que con profundo respeto te dejo algunas recomendaciones que podrían ayudarte a sobrellevar el duelo durante la Navidad:
Permítete sentir
Es importante reconocer y permitirte sentir todas las emociones que surgen durante esta época. No te sientas con la obligación de estar siempre alegre; está bien sentir tristeza, nostalgia o cualquier otra emoción que surja.
Comunicación abierta
Habla con amigos cercanos o familiares de confianza sobre tus sentimientos. A veces, expresar lo que estás experimentando puede aliviar la carga emocional.
Adapta las tradiciones
Considera ajustar las tradiciones navideñas para que se adapten a tu situación. Puede que no te sientas cómodx participando en ciertas actividades o celebraciones, y está bien hacer cambios para preservar tu bienestar emocional.
Crea nuevas tradiciones
Aunque puede ser difícil dejar atrás las tradiciones acostumbradas, también puedes considerar la posibilidad de crear nuevas. Esto no significa olvidar a la persona que perdiste, sino encontrar maneras de honrar su memoria de una manera que te traiga consuelo.
Acepta las invitaciones con precaución
Si recibes invitaciones para eventos navideños, evalúa si estás emocionalmente preparadx para participar. No cedas ante la presión de asistir a eventos que puedan resultar abrumadores.
Encuentra momentos de tranquilidad
Dedica tiempo para ti. Puede ser útil encontrar momentos de tranquilidad, ya sea a través de la meditación (aquí tienes una liga con algunas meditaciones que te pueden ser de ayuda), la lectura, caminar o cualquier otra actividad que te brinde momentos de paz.
Planifica con anticipación
Si sientes que la Navidad será particularmente difícil, planifica con anticipación cómo manejarás la situación. Puedes decidir pasar el día de una manera diferente o rodearte de personas de apoyo.
Busca apoyo profesional
Un terapeuta puede brindarte el apoyo necesario para afrontar el duelo durante la temporada navideña. La terapia será un espacio seguro para expresar tus emociones y recibir orientación.
Cuida de ti
No olvides cuidar de tu salud física y mental. Realizar actividad física y cuidar tu descanso es fundamental, especialmente durante tiempos emocionalmente difíciles.
Honra y recuerda
Encuentra maneras de honrar y recordar a la persona que perdiste. Puede ser encendiendo una vela, colocando una foto especial o participando en actividades que evocan recuerdos positivos.
No olvides que el duelo es un proceso único para cada persona, y está bien buscar el apoyo que necesitas para atravesar este difícil momento.
Mtra. Mónica García
Psicoterapeuta
Si quieres leer más acerca de cómo afrontar situaciones difíciles en las fiestas navideñas, puedes checar este enlace:
Diciembre es tiempo de paz, un mes de altas expectativas, en la víspera de las fiestas navideñas se espera que tengamos una actitud de alegría, celebración, compartir, pero ¿qué pasa con la paz mental?
Las celebraciones propias de estas fechas: posadas, cena de navidad y fiestas de año nuevo, suelen asociarse con “alegría y paz”, la publicidad, slogans, tiendas y conversaciones se centran en un espíritu lleno de alegría, paz y armonía. Lo cual puede resultar abrumador porque la realidad es que no todos la pasan tan bien durante esta época.
¿Qué pasa cuando no tengo paz mental en navidad?
Las fiestas decembrinas también pueden también venir acompañadas de estrés, ansiedad o depresión; existe una gran cantidad de motivos por los cuales los días de navidad y año nuevo, no son alegres y nuestra salud mental no es la óptima. Podemos estar hablando de no encontrarse en casa, cierre de actividades, la pérdida de un ser querido, sentimientos de soledad o tristeza, presión social y un sinfín de situaciones que hacen comprensible que no sea un tiempo de paz mental.
Si te identificas con ello, es importante que recuerdes que hay formas en las que podemos apoyarnos y cuidar la salud mental en estas fechas decembrinas, alcanzar la paz mental en la medida en que sea posible, te comparto algunas sugerencias para sobrellevar estas festividades cuando no te sientes del todo bien.
Me siento triste en navidad, ¿qué hacer?
Aunque no se hable mucho de ello, sentirse triste en navidad es algo que ocurre muy a menudo, desafortunadamente eso no siempre es validado y expresado, por temor a la crítica o el rechazo, a ser diferente o no alcanzar esa expectativa de estar feliz y en paz.
Es importante que, si te sientes de esta manera, te des la oportunidad de identificar, reconocer y dar espacio a esas emociones, no va a funcionar obligarte a no sentirlas, probablemente sólo te lleve a tener conductas que eventualmente las empeoren.
Puede ser difícil, pero puedes intentar no poner sobre ti altas expectativas acerca de cómo sentirte, tu actitud ante las celebraciones y evitar exigirte estar en un estado de ánimo que no compartes, recuerda que tienes tus propias razones, no es obligatorio sentirte alegre en estas fechas.
Duelo en navidad.
Si recientemente experimentaste una pérdida, y estás atravesando momentos de dolor o soledad, puedes compartir con aquellos cercanos a ti, y/o que están atravesando lo mismo que tú para entender tus sentimientos y generar expectativas realistas sobre esta temporada.
Si en este momento, te parecen abrumadoras las fiestas o poco real el festejar, recuerda que no es necesario que te obligues a hacerlo.
Muchos de nosotros en estas épocas, podemos sentir que no tenemos realmente con quien reunirnos o festejar por diversas cuestiones de nuestro contexto, y es algo que pasa constantemente, ya sea porque la familia no es muy unida o porque te encuentras fuera de casa en estos momentos; sin embargo, hay maneras en las que puedes conectar con aquellas personas valiosas que te hagan sentir la calidez de las fiestas.
Puedes comenzar por recordar aquellas personas, lugares o momentos que te hacen sentir en compañía, y alegre; para programar alguna visita, llamada, enviar algún detalle o reunión pequeña con amistades cercanas que te haga sentir unido y conectado con aquello que a esas emociones te están comunicando.
Si también disfrutas de tu propia compañía, puedes agendarte alguna actividad relajante, alguna cita contigo, leer un libro, si en las reuniones sociales no logras sentirte cómodo/a.
Estrés o presión por dar regalos.
El marketing sobre las festividades puede generar mucha presión social sobre lo que la navidad o año nuevo deben significar incluyendo los regalos y gastos excesivos. Por esta razón pude ser que te sientas estresado o ansiosos por encontrar el regalo perfecto.
Recuerda que dar a los demás no es sinónimo de gastar dinero en detalles costosos, pueden existir muchas maneras de demostrar aquello que vale esa persona para ti sin tener gastos excesivos o sobrepasar tu presupuesto, marcándote una expectativa realista de lo que puedes dar, o brindando ayuda en forma de regalo para los otros.
No quiero o no me gusta participar en la celebración de navidad.
Existen muchos estándares del cómo deberíamos festejar en estas fechas, y por lo general se espera que sea lleno de actividades, convivencia y reuniones con los seres queridos, sin embargo, es importante recordar y reconocer que todos tenemos formas diferentes de festejar a partir de nuestras experiencias y es válido no ser parte de las actividades si no es algo que realmente deseamos.
Recuerda que siempre es importante respetar tus límites personales y al mismo tiempo ser paciente con lo que los demás desean para celebrar. Prioriza tus actividades importantes, proponer tu propio plan para festejar, aquel con el que te sientas cómodo y sobre todo procura el cuidado personal, organizando tu agenda, procurando actividades placenteras para ti durante las vacaciones.
Y por supuesto, recuerda siempre decir y sentirte cómodo con el “no” de ser necesario y comunicar tus necesidades.
Es importante que recuerdes que no todos estamos disponibles para atravesar estas fechas de la misma manera, y es importante darse cuenta del cómo nos sentimos, y poder cuidar de nosotros en estas épocas que vienen acompañadas de muchas sube y bajas emocionales. Ten en cuenta que si a pesar de esto, sigue siendo abrumador para ti sobrellevar estas fechas, puedes buscar ayuda profesional que te acompañe en el proceso.
La desregulación emocional implica la manifestación de emociones y conductas desbordadas, que pueden abarcar autolesiones, automutilaciones, consumo de drogas, estallidos de violencia, agresiones, o hasta amenazas o intentos de suicido.
Cuando esta situación involucre a personas que nos importan y amamos, resulta confuso, doloroso y angustiante ser testigos y no saber qué hacer, sentirse desesperado e impotente es un motivo de consulta entre los familiares y allegados a personas con desregulación emocional severa, porque es necesario saber qué hacer y cómo manejarnos con nuestros seres queridos.
Si te identificas algunas de estas conductas y sentimientos es probable que tengas a un familiar, amigo(a), pareja que esté atravesando por una alta desregulación emocional. Entonces te invito a leer el resto del blog y descubrir qué significa este concepto, cuáles son las causas, consecuencias; y, sobre todo, cómo puedes acompañar y asistir a tu ser querido durante todo este proceso.
¿Qué es Desorden de regulación emocional?
Es un término acuñado por diferentes profesionales de la salud mental; para referirse a la falta de habilidades de una persona para gestionar la respuesta emocional de forma efectiva. Dicha respuesta suele ser sumamente impulsiva, intensa y desorganizada, a tal grado que suele sobrepasar los hechos propios de la situación que lo originó.
Es decir, pareciera que estas situaciones desbordan el comportamiento y las reacciones de las personas son desproporcionadas, esto de manera muyrecurrente(puede ser cada día o cada semana). Además de que la intensidad y consecuencias de estas respuestas causan sufrimiento y problemas a la persona y en su entorno; llegando a suponer un riesgo para su vida o integridad, o la de los demás, teniendo repercusiones sociales, familiares y hasta legales.
En un ambiente psiquiátrico suele darse el etiquetado y nombramiento de diagnósticos clínicos. Trastornos del estado de ánimo como depresión, distimia, trastornos bipolares, de personalidad como antisocial, narcisista, límite de la personalidad, disociativos, de la conducta alimentaria etc. Todos estos forman parte del mismo espectro el cual es el DRE, ya que comparten; (con ciertas variaciones) las mismas características mencionadas anteriormente.
Los diagnósticos son útiles para clasificar, identificar y traducir ciertas claves y generalidades, psicológicas, físicas y cognitivas por las que está pasando una persona. Pero no nos alcanza para entender qué hacer exactamente con eso, o cómo abordarlo.
Interesante, ¿no?. ¿Quieres saber más? revisemos un poco de teoría…
Origen del Desorden de Regulación Emocional
Las investigaciones de la Dra. Marsha Linehan y sus colaboradores nos explican que la desregulación emocional severa tiene un componente temperamental o de vulnerabilidad biológica propio de la persona. Que junto con experiencias o vivencias invalidantes (dónde se niega, rechaza, infravalora o no se atiende la validez de las emociones) durante la infancia o en el pasado, han dado como resultado que la persona tenga dificultad en regular las emociones de forma efectiva en los contextos en los que desarrolla.
Lo cual se vuelve una bomba de tiempo que estallará cada que se presenten momentos de vulnerabilidad y situaciones detonantes que se asocien a estos factores. Siendo muy difícil para la persona, volver a la calma y salir de un círculo de alta reactividad emocional y conductas problemas recurrentes.
(Para profundizar más en este componente teórico te dejo el este enlace donde se explica con mayor detalle los elementos de la teoría biosocial).
Ahora que comprendemos un poco más las causas y consecuencias del Desorden de Regulación Emocional podemos plantearnos qué hacer y cómo brindar ayuda a nuestro ser querido que lo padece. Para ello te dejo las siguientes:
Recomendaciones para familiares de personas con desregulación emocional:
Busca atención de un profesional de la salud mental:
Un psicólogo clínico (especializado en un modelo psicoterapéutico con evidencia que trate alta desregulación emocional) es quien te explicará a ti y tu ser querido detalle a detalle, cómo hacer el manejo de las conductas y cómo proporcionar las habilidades necesarias para entrenar la regulación emocional y la resolución de problemas.
Un psiquiatra además de dar con el diagnóstico pertinente y brindar un tratamiento farmacológico adecuado y personalizado (el cual es primordial que se de en estos casos), te dirá cuáles son los nombres de los medicamentos, los efectos esperados y adversos de los mismos y el plan y tiempo de tratamiento esperados.
Aceptación y disposición:
Puede ser difícil para ti y tu ser querido saber que se experimenta Desorden de Regulación Emocional, y que tendrá que aprender a vivirlo como una condición de vida más que como una enfermedad, o algo patológico.
Esto puede generar estigma y un montón de prejuicios. Aprendan poco a poco, que es parte de una serie de variables que ninguno eligió y que, sin embargo, se conjugaron para que se presente tal condición.
Nadie es culpable de esto y al mismo tiempo; son responsables de aprender a afrontarlo de la manera más efectiva posible. Hay que tener las manos dispuestas, para que a pesar de no ser algo deseado, es una realidad que a ambos les tocará transitar y que buscarán hacer algo al respecto.
Investiga y comparte:
Trata de saber lo más que puedas respecto a este tema. Busca información basada en evidencia científica y compartida por profesionales de la salud mental, o por personas que han pasado por esta situación y tienen un sustento e información fidedigna y verídica.
Comparte esto con las redes de apoyo de tu ser querido, (con aquellas personas que de verdad van a apoyar incondicionalmente en el proceso.)
No trates de que todo mundo lo entienda, ni des explicaciones a cada instante, mientras ustedes estén informados y usen esa información en pro de su bienestar será más que adecuado.
Validación y autovalidación:
La validación emocional, es dar espacio a las emociones, sentimientos, pensamientos o a tu propia experiencia interna. Es decir, que lo que pasa dentro de ti se vale, y tiene sentido, ya que las manifestaciones emocionales, siempre son generadas por causas o situaciones del contexto, muchas de ellas; ajenas a nuestro control y/o elección.
Comprende y normaliza que lo que sientes o sienta la otra persona es válido y no es ni bueno ni es malo, simplemente está basado una serie de causas y efectos que inevitablemente tocará experimentar.
Valida a tu ser querido, esto es un paso importante para que pueda normalizar las emociones y lo guíes a una resolución más adecuada, también hazlo contigo.
Verbaliza lo que sientes, ves y observas en ti y tu ser querido, entendiendo que lo que ocurre es entendible y que estás ahí para acompañarlo y viceversa.
Realiza un plan de crisis y determinen redes de apoyo:
Un plan de crisis puede contener alguno de los siguientes puntos:
Escribe los posibles estímulos que actualmente pueden detonar una crisis, contrarréstalo con estímulos o habilidades que conozcan que pueden funcionar (apóyate también de un profesional de la salud mental que pueda dar sugerencias).
Escriban diez pasos a seguir para retirar de objetos, personas, situaciones o lugares que puedan representar un riesgo, y estrategias para volver lo más que se pueda a la calma.
Escriban las metas de vida y las acciones que le acercan a ellas o le alejan. Recordando que a pesar de que el malestar sea muy intenso, al mismo tiempo es algo pasajero y las metas de vida son más valiosas y duraderas en el tiempo.
Trata de anclarlo (a) al presente, cosas sencillas como que te mencione que día es, que lleva puesto, que hay alrededor y que describa lo que percibe a su alrededor con los 5 sentidos (esto en la medida de lo posible y según el nivel de atención que tenga en ese momento).
Elijan por lo menos tres redes apoyo, (en los que incluyan a su psicólogo o psiquiatra con el que estén recibiendo tratamiento) para comunicarse en esos momentos en los que percibas que no se pueda estabilizar tu ser querido. Sus números y direcciones en caso de necesitar resguardo; y tomando en cuenta que esto sea viable.
Considera llevar y tener a la mano números de atención en crisis o de servicios de emergencias en caso de que tu ser querido ponga en riesgo su vida o integridad física.
Muestra una postura lo más neutra posible, sin juzgar, evaluando y buscando soluciones. Si está a tu alcance haz uso de otras redes de apoyo. (No tienes por qué hacerlo completamente solo(a) si tienes opciones a tu alcance).
Una vez que pase, busca un espacio para tu propia contención emocional.
Autorregúlate y busca tu propio autocuidado:
Es necesario que puedas darte un momento para ti mismo (a) después de haber atendido una crisis o de simplemente haber cuidado de tu ser querido.
Busca actividades recreativas, hacer ejercicio o alguna actividad física que reduzca el estrés. Mejora el momento viendo alguna película, dándote un masaje, comiendo algo agradable, saludable o simplemente descansando. Si puedes hablar con alguien que pueda validarte sobre esta experiencia (as) difíciles eso también sería de gran ayuda.
Cuida tu sueño, tu alimentación, hidrátate y si es tu caso toma tu medicación. Si conoces algunas estrategias que usa tu ser querido, pídele que te las explique y trata de aplicarlas para ti mismo (a).
Solución de problemas en desregulación emocional:
Piensen en que se presentarán varias dificultades o situaciones problemáticas a lo largo del proceso. Identifiquen el problema.
Nombren y etiqueten las emociones o reacciones que pueden tener al respecto. Hagan una lluvia de ideas pensando en posibles soluciones, valoren las que mejor pueden ayudar al problema.
Lleven a cabo un plan de acción paso por paso, para saber cómo ejecutarlo. Evalúen, corrijan y vuelvan a hacer los puntos anteriores en caso de que sea necesario.
Permitirse equivocarse para aprender:
Llevar a cabo un proceso y un acompañamiento de este tipo será difícil para ambos.
Tener apertura a equivocarnos nos ayudará a propiciar aprendizaje por ensayo y error.
Es indispensable saber que somos seres falibles. Es decir, podemos fallar y no estamos exentos de ello. Incluso después de dominar ciertos aprendizajes o acumular años de experiencia, podemos equivocarnos nuevamente; incluso en contra de nuestra voluntad o deseos.
Ponernos rígidos o criticar los errores, sólo se vuelve más doloroso y aversivo, esto puede ocasionar que tu ser querido nuevamente busque resolver problemas de manera evitativa o poco efectiva, lo que puede ser perjudicial a mediano y largo plazo y hacer que se repita el mismo círculo de conductas problemas.
Generar un ambiente donde se puedan exponer a la equivocación puede ser de gran ayuda para generar un cambio conductual o emocional más favorable.
Buscar el mejor tratamiento posible para desregulación emocional e involucrarse de forma activa:
Para el tratamiento del DRE existen algunos tratamientos basados en evidencia que son efectivos:
Primeramente, el tratamiento farmacológico, cómo se mencionó al inicio del post, es indispensable en estos casos. Sin embargo, únicamente la administración de fármacos no propicia una mejora en sí misma. Es necesario combinarlo con tratamiento psicoterapéutico, nuevamente basado en evidencia.
La terapia Dialéctico-Conductual desarrollada por la Dr. Marsha Linehan y sus colaboradores es la que goza con mayor evidencia avalada por las principales instituciones y organizaciones que promueven la salud mental en el mundo.
Está centrada en la adquisición de habilidades, la validación, la aceptación y el cambio como pilares fundamentales. Consiste en sesiones individuales, asistencia telefónica, combinada con grupos de habilidades para el usuario y sus familiares o allegados. Además de incluir el seguimiento farmacológico.
Si quieres saber más acerca de este tipo de este modelo psicoterapéutico, te dejo la esta liga, donde se describe la estructura completa del tratamiento.
Roles en el tratamiento de la desregulación emocional:
Entrar en este tipo de tratamientos implica que tú funjas como agente de cambio para tu ser querido, que participes y preguntes de forma asertiva por el cumplimiento del tratamiento.
Aquello que vaya aprendiendo tu persona querida puedes aprenderlo y aplicarlo para ti mismo (a).
También puedes apoyarlo (a) y motivarlo (a) para que practique y complete el tratamiento. Es necesario tener paciencia y acompañarlo en sus altas y bajas durante el proceso.
Finalmente, me gustaría reafirmarte que sé que tú ser querido y tú han tratado de hacer lo mejor por resolver esta situación con los recursos que tienen, pero quizá después de leer todo esto, tengan otra perspectiva y herramientas las cuales pueden emplear. Sí es así, me gustaría que puedan compartir esta publicación para que llegue a más personas que puedan necesitarlo, te agradezco tu atención y esfuerzo por haberme leído y te comparto una guía complementaria cortesía de “Psiconecta».
Psic. Jorge Urias
Bibliografía y referencias:
Boggiano, J. & Gagliesi, P. (2018) “Terapia dialéctico conductual, introducción al tratamiento de consultantes con desregulación emocional”. Editorial tres olas: La Plata, Argentina.
Elices, M. & Cordero, L. (2011) “Terapia dialéctico conductual para el tratamiento del trastorno límite de la personalidad Psicología, Conocimiento y Sociedad.” Revista Psicología, conocimiento y sociedad: Montevideo Uruguay.
Vázquez-Dextre, E. (2016) “Terapia Dialéctico Conductual en el trastorno límite de personalidad: el equilibrio entre la aceptación y el cambio” Revista Neuropsiquiatr Num. 79: Lima, Perú
Soto, P. et all. (2015) “Manual para familiares (o cuidadores) de personas con trastorno de personalidad”. Pontificia Universidad Católica de Chile. Psiconecta, MIDAP: Santiago, Chile.
La psicofarmacología es una rama de la psiquiatría que se enfoca en el uso de medicamentos para tratar trastornos mentales. Estos medicamentos pueden ayudar a aliviar los síntomas de condiciones como la depresión, la ansiedad, el trastorno bipolar y la esquizofrenia. Aprende más sobre la psicofarmacología y cómo puede ser beneficiosa en el tratamiento de los trastornos mentales.
¿Qué es la psicofarmacología?
La psicofarmacología es una disciplina que se encarga del estudio de los efectos de los medicamentos en el cerebro y en el sistema nervioso central. Su objetivo principal es utilizar fármacos para tratar trastornos mentales y mejorar la salud mental de las personas.
Estos medicamentos pueden actuar sobre diferentes neurotransmisores y sistemas de señalización en el cerebro, ayudando a regular el estado de ánimo, reducir la ansiedad, estabilizar el humor y mejorar otros síntomas asociados a los trastornos mentales. La psicofarmacología es una herramienta importante en el tratamiento integral de los trastornos mentales y en combinación con un modelo de terapia basado en evidencia, es el tratamiento ideal para la mayoría de los trastornos mentales.
Tipos de medicamentos utilizados en el tratamiento de trastornos mentales.
Existen diferentes tipos de medicamentos utilizados en el tratamiento de trastornos mentales. Algunos de los más comunes incluyen los antidepresivos, que se utilizan para tratar la depresión y otros trastornos del estado de ánimo; los ansiolíticos, que se utilizan para reducir la ansiedad y los síntomas de pánico; los estabilizadores del estado de ánimo, que se utilizan para tratar trastornos como el trastorno bipolar; y los antipsicóticos, que se utilizan para tratar la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Estos medicamentos deben ser recetados por un médico especialista en Psiquiatría y es importante seguir las indicaciones y dosis recomendadas para obtener los mejores resultados en el tratamiento de los trastornos mentales.
Importancia de la colaboración entre médicos y psicólogos en el tratamiento integral de los trastornos mentales.
La colaboración entre médicos y psicólogos es fundamental en el tratamiento integral de los trastornos mentales. Mientras que los médicos especialistas en psiquiatría son responsables de recetar y ajustar los medicamentos necesarios, los psicólogos diseñan programas de tratamiento para modificar los comportamientos que forman parte de la problemática, brindan estrategias de regulación emocional ante las reacciones emocionales y ayudan a las personas a tener una una visión más funcional y realista de sí mismos, su contexto y su futuro.
Esta colaboración permite abordar los aspectos biológicos y psicológicos de los trastornos mentales de manera conjunta, lo que puede conducir a mejores resultados para los pacientes. Además, trabajar en equipo también permite una comunicación más fluida y una comprensión más completa de las necesidades individuales de cada consultante.
El 10 de mayo puede ser una fecha de muchos matices para las mamás que pasamos este día sin nuestra madre; quizá especialmente para quienes celebran por primera vez este día como mamás.
Este es el sexto 10 de mayo sin la presencia física de mi mamá, ella fue un apoyo fundamental cuando me convertí en madre, tuve la fortuna de que estuviera presente en el momento en que nació mi hijo y de que me ayudara en mi “debut” para hacer algo totalmente nuevo y retador para mí.
Ser mamá es una labor sumamente ardua, donde no hay descansos y no se pagan horas extras, y es en esta etapa en la que es muy frecuente reconectar con el papel que nuestra propia madre tuvo en nuestras vidas. Cuando nuestra madre ha muerto, podemos experimentar una serie de sentimientos, casi todos enmarcados en la tristeza.
Si al igual que yo vives esta fecha sin tu mamá, me gustaría compartirte algunos puntos que pueden ser un apoyo en este día:
No importa cuanto tiempo haya pasado desde que tu mamá murió, las emociones que aparecen alrededor de estos días (tristeza, coraje, nostalgia, etc) son normales. Esto no quiere decir que vives un duelo complicado. Sin embargo, si notas que es algo muy difícil de afrontar pide ayuda profesional, no tienes que vivirlo sola.
Tal vez ahora tienes mucho más claros los esfuerzos que implica el ser mamá y eso puede ser una especie de botón que activa emociones como la culpa y el reproche o pensamientos que inician con “si hubiera…”; dales su espacio porque también son parte de la experiencia de vivir un duelo por la muerte de mamá.
Este también es un buen día para hacer algo que te haga sentir cerca de ella, haz lo que esté bien para ti; comer lo que a ella le gustaba, visitar los lugares que compartían o llevarle flores a donde descansa su cuerpo. Cualquier cosa estará bien si eso te puede hacer sentir reconfortada.
Tal vez también sea valioso festejar, recordar que ella sigue presente en ti, en todas esas cosas que te enseñó y que, con todo y sus errores, seguramente hizo lo mejor que pudo.
Si algo he aprendido en este tiempo, es que los duelos y la forma de vivirlos depende de cada uno y que la única constante es que, si le abrimos espacio al dolor, podremos ver con más claridad que nos puede ayudar a aligerarlo y seguir viviendo, quizá como a ella le hubiera gustado que viviéramos; sobre todo en nuestra faceta de mamás.
Recuerda que el amor no acaba con la muerte y el dolor de su partida es una huella de que ese amor existió y sigue viviendo dentro de ti.
“El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay una sola. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces” Isabel Allende
Escrito por «Fix U», una consultante que considero muy valiente, que entre las herramientas que ha descubierto que le funcionan está el teatro, particularmente el monólogo y el escrito que presenta a continuación le ha funcionado para comprender y aceptar la condición con la que vive, a la par de practicar la compasión y la responsabilidad de la misma.
Con el objetivo de visibilizar las experiencias que pueden vivir las personas con trastorno bipolar, ha decidido compartir la suya.
Gracias Fix, por permitirme acompañarte.
Vivir con trastorno bipolar
«He escuchado o leído varias veces “andas bien bipolar”. Utilizando la palabra no tan literal, suena vago, esporádico o incluso gracioso, pa’ acabar pronto, indiscrimidamente, pero bien discriminados algunos cuando de confesar a una sociedad que esto no es una “simple broma”.
Hace algunos ayeres, era un fin de semana estaba en casa de mis papás. Porqué razón estábamos reunidos, realmente no lo recuerdo, pero recuerdo bien ese momento. Estábamos en la cocina preparando algo, que no recuerdo, y de alguna manera salió la plática sobre “ruidos”, y recuerdo que expresé – “sí, como cuando escuchas voces por la noche y no te dejan dormir” – mi hermana se acercó y dijo – “¿desde cuándo escuchas voces?” –.
Ese momento fue el inicio de mi vida por las entrevistas extensas en los hospitales con paredes blancas, las personas que todo lo pondrán en duda, te solicitarán que acudas con alguien acompañado porque querrán saber tu avance en el último mes porque tu realidad puede que no sea la que crees, las citas con humanoides que algunos te escucharán y juzgarán moralmente, otros no tendrán ni idea de lo que hacen ahí y algunos otros, con más preparación te confrontarán y la incomodidad será tu nuevo amigo mental al que odiarás y amarás dependiendo de que tanto desees avanzar en cuanto de honestidad se trate.
Había vivido la vida pensando que lo que hacía pues así se daba, nomás, sin ninguna explicación, de momentos me sentía con toda la energía por solucionar todo lo que los días de entumecimiento me quitaba. Ahora, y no desde hace mucho tiempo, me di cuenta de que, tengo problemas para identificar quién soy sin estar en alguno de los estados, ¿qué difícil no saber quién soy?.
Se que no existe la normalidad, lucho cada día desde mi profesión con enseñar mentes que somos una comunidad neurodivergente pero tan pronto lo expreso, que veo como lo creen y es a través de ellos que voy creyendo que eso es posible.
Son ellos quiénes me permiten saber que “no se quién soy sin esto” y lo más complicado, me he acostumbrado a vivir más con alguna de mis versiones que, hasta le he ido a pedir ayuda para que me acompañe aún cuando sé que mala copea bien “perro gacho”, así es, la he nombrado “Fixyulienta” (Hipomanía).
Sin embargo, cuando ésta se va,aparece la otra versión de Fix, a ella la he llamado como “F”, tan corto porque es lo que deseo que dure. En cuestión figurativa se parece a “Tristeza” de la película “Intensamente”.
He normalizado actuar intensamente comparado con el promedio de la población y para mí, esto está es parte de vivir y lidiar conmigo misma. Pero para los demás eso es como exposición constante de radiaciones de energía que resulta agotador ver tanto de alguien y no comprender cómo alguien camina y no se cansa de hablar y hablar y hablar, sobrepensar la película que ha visto 30 veces en la última semana, escuchar la canción que, aunque ya la escuchado 20 veces en el día y te ha dicho que la escuches, no basta con eso, te dirá la historia de esa canción y hasta la vida personal del artista y el lugar de nacimiento de cada compositor.
Pero también puede llegar a normalizar dormir con un excremento de un perro – literalmente hablando – por días al lado de la cama y no molestarse por limpiar, porque cerrar la puerta es la mejor solución y no verlo es la solución más práctica en ese momento, sigue en ese cerebro siendo la acción más factible así lleve más de cuatro días y el olor resulte molesto, “ojos que no ven, nariz que no percibe… o se esfuerza con un gran poder de indiferencia”. Esa ha sido un poco de cómo he vivido en este mundo, “hacer un chingo y hacer ni nada”.
Mis días con episodio depresivo
Aproximadamente en enero 2022 desperté un día, me senté sobre la orilla de la cama y pensé, «¿por qué te sigues esforzando por despertar si nada realmente importa si tú te vas?». Me di cuenta de que me había quedado sin motivos para seguir viviendo. Simplemente, ya no había más de lo que mi cuerpo fuera capaz de dar.
Me sentía cansada de esto que se le llama vida. Conservo la fotografía en mi mente de como me percibía, y peor aún, de cómo me sentía. Mis pies colgaban de la cama y demoré aproximadamente 15 minutos buscando entre toda la miseria, al menos un motivo para pisar el suelo y comenzar de nuevo.
Pensar simplemente que, al pisar el suelo un día más, tenía que prepararme a la decepción de mi vida personal y profesional, ya no quería más de eso. Podía sentirme en esa cama, como un saco de desilusiones. Como cuando ni siquiera te sientes tu.
Mi cuerpo estaba tan rígido que me dolía sostener cada parte de mí. El dolor era tan insoportable que podría pensar que era proveniente más allá de la materia física, esa sensación de dolor era sobre cada pensamiento que rumiaban en mi cabeza que eran capaz de electrocutar lo poco que quedaba de “F” y las lágrimas que generaban cada pensamiento en forma silenciosa era vehículo perfecto de transporte para conducirse de manera interna tal cual utiliza el mecanismo explicado en física de bioimpedancia eléctrica, donde el agua es el medio de conducción perfecto para que la corriente de energía puede conducirse a través del cuerpo y generar la lectura y así, conocer la composición del cuerpo.
Asimismo, se podrá generar, una evaluación nutricional, sin embargo, aquí la única interpretación posible será sobrepensamientos de miseria e inmundicia cohabitando el cerebro de “F” y que son suficientes para hacerla creer que la interpretación de su bioimpendancia es, “no existen más motivos para continuar en este mundo”.
Finalmente, 15 minutos después, tiempo doloroso, sin más que dar, me levanté, lo hice, pise el suelo.
La realidad es que no lo hice porque quisiera hacerlo. Lo hice porque sentía presión de que, mi hermana y mi cuñado, ya se encontraban preparando el desayuno y buscaba evitar que dijeran: “Fix, ya párate, ven a ayudarnos”. En ese momento, sabía que eso no podía aguantar, no porque me molestara, sino porque para mí, confirmaba que tal ves no era capaz de poder servir en algo, era esa doble confirmación de ser inútil aún cuando se está siendo inútil.
Recuerdo que por mi mente se atravesó el pensamiento: “yo no necesito ayudarlos, lo que necesito es saber por qué realmente quiero vivir”.
Lo único que podía saber en ese momento, es que ya estaba cansada de seguir despertando de esa manera, tampoco es algo que se quite con una tableta milagrosa. Me había dado cuenta de que para ese momento, cinco tabletas al día manejaban mi vida, mi estabilidad, la total estabilidad no dependía de mí, dependía de un fármaco. ¿Cuánta hipocresía hay de mi cuando predico que lo más valioso del humano es que somos de los pocos seres vivos de poder decidir en este mundo sobre lo que queramos hacer, cuándo queramos hacerlo, cómo queramos hacerlo? Si vives con Bipolaridad sabes que no es del todo cierto.
Cuando los pensamientos suicidas volvieron a ser una opción de tratamiento inmediato no revocable sabía que no era la mejor solución para el mundo estacional que vivía. Pero, si decidía terminar con mi dolor, sabía que el lugar donde coloqué a mi hermano y papá perdería todo chance de volver a verlos, de encontrarme con ellos, porque en ese lugar, yo había puesto la premisa que, para entrar a ese lugar, no era haciendo trampa, o sea, no era suicidándote, inconscientemente, he colocado mi propio candado para no hacerme daño o bien, cobardemente si así se quiere ver, es mi pretexto para no suicidarme/matarme.
Y aun cuando sabía que era un motivo suficiente para no hacerlo, sabía que había fracasado en otra cosa en mi vida, no suicidarme. ¿cómo es posible que aun cuando te aferras a vivir terminas siendo un cobarde?. Alguien me dijo: “paradójicamente aferrarse a vivir, cuando quieres morir es un acto de mucha resistencia y valentía”.
Leí esto y recordé mi vida en ese momento y pensé, realmente no me sentía una valiente oponiéndome ante la resistencia. Sentía que seguía viva porque compartía un espacio físico con unas personas que de alguna manera simulaban ser mi centro de rehabilitación doméstico para evitar mi suicidio.
Y, ¿cuánto tiempo estuve viviendo este episodio? Ese ha sido el más largo que he vivido, fueron:
Seis meses pensando en todo lo que he perdido, es demasiado para soportar.
Seis meses de comer sin tener hambre. Jamás había masticado tan fuerte deseando poder destrozar cada pensamiento y que todos desaparecieran de una vez.
Seis meses de dormir demasiado para olvidar y a la vez, no dormir lo suficiente porque me aterraba sentir que podía perder los motivos que me mantenían viva si me dormía.
Seis meses de rehusarme a bañarme, porque me dolía sentir que el agua no era suficiente para quitarme el dolor que no podía lidiar.
Seis meses de permanecer el mayor tiempo posible en la taza del baño, porque al menos lo que depositara ahí tenía la fortuna de ir a otro lado del que yo no podía alcanzar.
Seis meses de manejar sin recordar cómo había llegado a otro lugar.
Seis meses de mantener una irritabilidad constante perdiendo el control en donde, una vez intenté atropellar a un motociclista porque se pasó el alto y quería verlo muerto. Mi intento de “buscar justicia” era volverme una homicida, ¡Vaya manera de buscar justicia!
Seis meses de pasar por momentos en donde la música que me trae a la tierra sentía en ese momento que me llevaban al infierno, no toleraba las voces en las canciones.
Seis meses de evadir a mis sobrinos en medida de lo posible porque su alegría por verme me hacía sentir que no merecía una sola muestra de amor. Me comportaba fría pero llena de miedo por la decepción que sentía por no darles el mínimo que necesitaban.
Seis meses de sentirme culpable porque aún seguía con vida y ellos ya no. No sabía como existir en este mundo sin ellos y pensar en que solo existían en mi memoria y que ésta cada vez iba recordando menos, me generaba tanta asfixia que sentía como sus voces iban desapareciendo y al eco es lo que me seguía aferrando en ese silencio expresado en un llanto gritado sin voz pero con el objetivo que mis quejidos me permitieran seguirlos escuchando aunque sea un poco más.
Seis meses trayendo reproches antiguos de porqué no pude localizar su ubicación o porqué no lo encerré hasta que hubiera una vacuna que le permitiera lo que ahora, ya muchos tienen, una oportunidad más.
Seis meses de pensar que mi sobrenombre “Fix”, representa un absurdo porque ni siquiera expresaba conductualmente lo que significa la palabra.
Mis días con episodio hipomaníaco
¡Ulala! La Perra Empoderada que muchos desean y es a la que nosotros, la recibimos con manteles y banquetes sin problema alguno. Se siente como, si no tuviera miedo, y no sentir eso, para mí, es increíble.
No se exactamente describir cómo es que llega esta energía. Es tan parecido como cuando te subes a un auto y este lo aceleras a más de 160 km/hr y el primer impulso que percibes, esa sensación es constante, tan adictiva que, es tu momento y no puedes desperdiciar ni un solo momento porque tiene fecha de vencimiento para su consumo. Esta hiperdosis de energía que se inyecta en mi organismo es una cantidad de confianza bruta que actúa tan bien en mí que no hay Outfit que le tenga miedo a probármelo.
Recuerdo muy bien estos momentos en mi periodo universitario. Pasaba horas encerrada en la biblioteca, aspirando todas las letras posibles de algún tema que olvidaba el tiempo. Los policías muy continuamente me pedían que ya era hora de irme porque la universidad había cerrado. Pero pasaba de estar sentada de la silla color verde de la biblioteca a estar sentada en la silla color negra de la sala del departamento.
Repetidas veces olvidaba que debía comer. Me levantaba de la silla para ponerme otra ropa y alistarme para ir a las clases. Ya había amanecido y seguía sin tener necesidad de dormir. Tenía energía y debía aprovecharlo. No me bañaba todos los días, lo hacía cuando mi amiga me recordaba que era hora con una celebre frase: “Fixulienta, es hora del baño porque ya andas bien mal oliente”. No recuerdo cepillarme los dientes por la noche repetidamente. No aseaba la habitación, no dormía en esa cama por varios días, por supuesto que esa cama era más ropa amontada de prendas sucias que de recuerdos de haber descansado. Pasaba más de 72 horas sin dormir y con dos a tres horas que durmiera en donde me cayera el día era suficiente para continuar mi “rutina”, la energía era inmensa y casi inagotable.
A la mitad de la carrera, empecé nuevamente a beber. Cada jueves y viernes salía a donde el ruido no me permitiera sobrepensar. El resultado de una de las tantas noches, congestión alcohólica y lo más extraño, es que sucedió en el semestre que recibí premio por excelencia académica. ¿Quién se va a atrever a cuestionar a la alumna sobre un problema de alcoholismo si va “bien” en sus notas académicas? Lo importante es que salga bien y lo demás no importa. Recuerdo que salí de fiesta un jueves, el viernes desperté en el hospital y por la tarde viaje a la Ciudad de México porque el día sábado tenía un concierto, Franz Ferdinand, entre los mejores conciertos que puedo recordar que he pasado, nada parecía en mi mundo estar mal.
Para cuando decidí ingresar a la maestría, sabía bien que aún no estaba titulada de licenciatura y solicité que se me permitiera iniciar el programa y a la par, me comprometí a terminar la tesis de licenciatura y cubrir la maestría. Terminé mi primer semestre con notas “altas” y tesis terminada. Pausé por unos meses la redacción de mi tesis de maestría, que, por cierto, la hice en colaboración con la maestría en biotecnología, situación que me llevó, de alguna manera, a cursar de manera simultánea dos maestrías, pero un día desperté y empecé a trabajar y en tres semanas había finalizado todo lo que había abandonado por nueve meses.
No dormía lo suficiente nuevamente, comía porque me recordaban que era de comer, me bañaba porque me pedían que debía hacerlo, y eran nuevamente los mismos comportamientos, descuido en muchas cosas, hiperconcentrada en otras.
Darme cuenta
¿Esto realmente me conflictuaba? La verdad, no. Para mí, ser funcional en al menos una cosa no representaba que había un problema importante. Era buena en algo y eso importaba. Es como el dicho, tu sigue, aunque el mundo se caiga a pedazos. La realidad, mi realidad, vivir así ha implicado que he dañado a personas que amo.
Hace poco, la psicóloga me cuestionó que con cuántos hombres estaba involucrando virtualmente y le dije: “pocos, tal vez con tres”. Al revisar mi teléfono y darme cuenta de que estaba teniendo implicaciones en mis tareas laborales, eran diez personas con quienes enviaba mensajes y eso ocupaba gran parte de mi día, mi energía y mi atención.
¿Quién en sus cinco sentidos acudiría o pensaría que algo no está bien, que necesitas ir al psiquiatra, porque eres muy funcional? Esas fueron las palabras del Dr. H y tiene razón, mi cerebro realmente no lo cuestiona, aunque para otros es ilógico que no lo considere, para mí, en ese momento, la lógica no esta al alcance de mi cerebro. Tan es así que escuchar voces o sentirme más grande que un camión parece ser algo normal.
Así es como hemos encontrado “L” y yo que es el inicio de episodios hipomaníacos. Las alucinaciones en mi cerebro se ven expresadas en la sensación tan increíble de que mis manos se sienten como si fueran deltamaño de HULK y tomar los objetos es casi imposible. Algunas otras veces los objetos a mi alrededor lucen tan pequeños y yo soy una humanoide tan enorme.
O bien, puedo escuchar muchas voces de personas hablando al mismo tiempo de diferentes edades y, aunque no entiendo nada de lo que dicen, es tan interesante como mi mente y la “Fixulienta” se coloca frente a ellos y trata de ponerles atención en el intento de saber qué demonios están hablando.
Esos son algunos de los comportamientos que vivo cuando tengo episodios hipomaniacos o depresivos, vivo en la incertidumbre de no saber el momento en el que tocarán mi cerebro y se aparecerán, ya sea para hacerme muy funcional o convertirme en una basura. Tengo la necesidad de confirmar con los demás si algo está bien, y eso termina siendo de mi parte muy demandante para los demás.
Me he preguntado, ¿extrañas alguno de ellos? La respuesta es sí. En definitiva, no a los episodios depresivos, pero sí extraño vivir con estados hipomaníacos tanto que los he propiciado indirectamente para cuando se que necesitaré de “Fixulienta” para sacar algún proyecto y se perfectamente que de ese cerebro sobre estimulado emanaran todas las ideas que requiero en este momento.
Soy funcional para lo que la sociedad demanda, e incluso más. Las ideas explotan de mi cabeza, pienso que puedo hacerlo sin miedo por enfrentarme al probable fracaso, no necesito dormir demasiadas horas porque la noche también puedo trabajar. Camino por las calles sintiendo que soy increíble en todo lo que hago. Paso de ser la persona que camina con miedo a ser la persona que si le preguntan – “Oye, ¿por qué hacer eso?”- ella responderá – “¿por qué no?”.
¿Quién soy?
Pero también, con todo esto que he vivido, me he preguntado entonces, ¿quién eres cuando no atraviesas bipolaridad? Es triste darte cuenta de que no sabes quién eres. Empezar a creer que un trastorno te identifique porque la lista de síntomas te representa y olvidas quién eres.
Cuando me preguntan, ¿qué quieres hacer?, ¿qué quieres comer?, ¿qué planeas a futuro con tu vida? Puedo sentir un dolor en el pecho, porque lo único que puedo decir es: “No lo sé”. Me provoca ansiedad no cubrir con eso que necesitan escuchar. No puedo decidir qué comida pedir cuando voy a algún lugar. Muchas veces pido lo que los demás piden. No puedo responder mensajes que parecen fáciles. No puedo confrontar argumentos porque me he cansado de discutir. No puedo decidir qué ropa ponerme todos los días. Uso casi siempre lo mismo porque resulta cansado seleccionar. Una alumna un día me cuestionó que cómo era posible que siendo tan brillante enseñando clases tan complejas consumiera los mismos alimentos todos los días. Le explique con un fundamento sin darle mi diagnóstico, porque aún sigo asistiendo a mi lugar de trabajo siendo una anónima de mi diagnóstico y gritando conductualmente BIPOLARIDAD.
Puedo reconocer que tengo momentos estables, en términos médicos, en eutimia. Pero ¿cómo aprendo a convivir conmigo misma no teniendo el caos de la hipomanía o de la depresión? De alguna manera, estar en esos estados me permitía la justificación. No me lavo las manos de lo que hago y puedo no ser responsable para mi o para los demás, pero lo que he sentido, es como si conociera a alguien y tengo que lidiar con la incertidumbre de no saber cómo va a reaccionar.
Me siento en la incertidumbre, y si bien, cuando no estoy atravesando el caos y me siento “afortunada” pero aún así duele y cuando me doy cuenta sucede que solo estoy atravesando la vida cruel, y por algunos instantes, preferiría estar en hipomanía, al menos ahí, puedo divagar en un mundo que me da la valentía para continuar entre tanta podredumbre del que mi alrededor llama “rutina”, “normalidad”, “portarse bien”, “encajar en sociedad”, “neurotípicos”, etc.
Son pocas las personas de mi círculo social que saben que vivo con bipolaridad. Oculto mi trastorno porque mencionar de manera indiscriminada que vivo con ello, proyectan escenarios que no son reales, no es lo que dicen los memes. No pasamos de estar ‘re bien’ y en un segundo estar ‘re mal’, no es así.
Por ahora, no soy un peligro para mi misma o para los demás. Cuento con la información necesaria sobre qué hacer si vuelvo a presentar una depresión mayor y dónde puedo hospitalizarme. Se que puede volver a pasar, las disociaciones también son parte de vivir con bipolaridad, volver a tener un episodio depresivo o hipomaníaco.
Llevo un tratamiento médico que innumerables veces he querido abandonar por vivir un momento de hipomanía y que, en algunos momentos, justifico la prolongación de su compra e induzco a “Fixulienta” pese a que se que “F” también viene consigo. Sin embargo, dejar el tratamiento no me asegura que quien toque mi membrana cerebral sea siempre “Fixulienta”.
Así que, ante diferentes cambios que han sucedido con el paso de los meses, actualmente 200 mg de topiramato y 36 mg de metilfenidato (algunas veces tomo dos tabletas porque qué puede pasar), para mi trastorno por déficit de atención e hiperactividad, dos litros o más de agua al día, terapia psicológica cada quince días, baños diarios, comer al menos tres veces al día, suelo hacer ejercicio intenso para mi condición por días y después lo abandono por muchos más días, aún continuo luchando contra la resistencia. Me mude de la Ciudad de México y me vine a vivir a un lugar donde la “comodidad” radica en qué tanto puedes con tus pensamientos y esa batalla es entre las más fuertes para alguien como nosotros.
Es gracioso cuando los alumnos o entrevistas de trabajo me cuestionan cómo me visualizo en los próximos meses o años. Mi cerebro piensa, no se cómo me veo en los próximos cinco minutos. Pero he intentado visualizar ese escenario y creo que de todas las maneras posibles que lo he imaginado todas conservan un patrón común, paz.
¿Qué busco?
Teatro me regaló eso, aparte de mi profesión, realizó teatro y proyecto eso en mis clases siendo docente-investigadora desde mi área profesional. El arte me salvó y la improvisación en escenario fue el único lugar donde la Bipolaridad era un privilegio. Bipolaridad necesitaba ser expresada y Bipolaridad era arte y no era juzgada, Bipolaridad era solo otra manera de neurodivergentemente abrazarla, abrazarme y gritarlo hasta llorar y treinta minutos resumían paz entre un caos vociferante de manías y silencios acuchillantes.
Ese es mi más grande reto, vivo constantemente en el caos, me gusta el caos, aunque algunas veces lo quiera negar, el caos me mantiene alerta, no me aburre, me abruma y de alguna manera me gusta. He vivido durante diferentes etapas de mi vida momentos de dolor, algunos que quiero olvidar y cuando siento que ya no duelen, los traigo de nuevo porque me da miedo soltarlos y solo saber que me siguen doliendo hacer que mi cerebro aún siente que siguen presentes, esa es mi mente alimentándose del caos.
La paz es lo que anhelo y alejo, anhelo tener lo que sea suficiente para no sentir la necesidad de traer los momentos de adrenalina para sentirme yo, probablemente aún no llego a esa etapa de saber quién soy sin eso que he vivido por mucho tiempo, probablemente aspiro algo que no conozco y probablemente no me agrade si lo llego a alcanzar, pero hasta este momento, puedo saber que en mis próximos cinco minutos podría decir que en mis próximos cinco años podría querer paz.
Últimamente he pensado continuamente un recuerdo de Fix con nueve años jugando con sus hermanos a las escondidas y la escena se ha recreado así:
“Sigue jugando a esconderte de lo que no quieras, pero por favor, no te escondas de ti misma. Sigue corriendo, sigue jugando, sigue sonriendo. No te olvides, búscate entre los medicamentos y entre los episodios. Estarás todavía ahí. Vas a pensar que te han absorbido hasta tu esencia, y lo han hecho de alguna manera. Pero, recuerda, siempre respira. Sal de ese escondite detrás del árbol y párate en el patio con tierra y grita:
¡Te encontré FIX!
El mérito del escrito y los logros es de Fix, yo sólo tengo la fortuna de acompañarla.