Seguramente has escuchado que asistir a terapia tiene múltiples beneficios, que te pueden ayudar a “sentirte mejor” o “solucionar cosas” y en parte todo esto es cierto, pero además pueden surgir otras preguntas.
¿Cuándo necesito ir a terapia? ¿Existe alguna señal de alarma? ¿sólo se acude cuando me encuentro mal o puede ser para algo más?
Me gustaría compartirte algunas ideas de los motivos que nos pueden llevar a tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia.
Aclarando que son muchas las razones por las que nos podemos sentir motivados a hacerlo y que hay ocasiones en las que puede ser difícil identificar que necesitamos alguna ayuda.
Sin duda, para todos nosotros habrá momentos en que podremos solucionar nuestros problemas solos y llamar al especialista no será necesario; sin embargo, en ocasiones el sufrimiento, la ansiedad o el agobio llegan a ser tan intensos que nos provocan un gran malestar y mantener un buen estado mental y emocional no es posible y por consecuencia nuestro funcionamiento se ve afectado.
Esta puede ser la primera señal de que es necesario acudir con un profesional de la salud mental – un psicólogo clínico-, cuando nos percatamos que aquello que estamos viviendo ya no nos es posible resolverlo por nosotros mismos, nos comienza a “sobrepasar” y comienza a afectar nuestro ritmo de vida y a generar malestar o sufrimiento.
Cuando inicias un proceso de terapia con un profesional calificado y capacitado para ello, es posible que recibas la ayuda o apoyo específico y enfocado a tus necesidades, también te permite identificar el origen del problema y aprender herramientas que durante el proceso vas a aprendiendo y que hacen posible afrontar de mejor manera el problema y disminuir el malestar que te está impidiendo seguir en este momento.