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Volver a la infancia: ¿Cómo aprendí a ser yo?

“Todas las personas mayores fueron al principio niños (aunque pocas de ellas lo recuerdan)”. Antoine de Saint-Exupéry 

¿Alguna vez te ha pasado o has escuchado de alguien que cuando está solo se siente «raro», le cuesta mucho o simplemente no puede?  o ¿Te ha resultado difícil saber de dónde viene esa necesidad de distraerte cuando te quedas solo en casa?

 

Cuando hablamos de salud mental hablamos de muchos aspectos relacionados al mundo interno de los seres humanos: el amor propio, el sentirnos capaces, nuestras creencias y pensamientos, la capacidad de relacionarnos con otros, nuestros valores y miedos, el emprender metas, regular nuestras emociones, entre muchas otras.

 

Sin embargo, ¿Es posible sentirse solo, aún estando rodeado de seres queridos? ¿qué influye en que una persona pueda tener dificultades para sentir que vive de forma plena? ¿Qué influye para que sufra fracasos amorosos o profesionales?

 

La respuesta está en algo que llamamos «necesidades emocionales». Son 5, son el resultado de numerosos estudios y numerosas conclusiones similares entre distintas teorías y corrientes psicológicas, y para entenderlas mejor debemos entender primero cómo aprendemos estos patrones que guían nuestras vidas.

 

Primero que nada, así como necesitamos dormir nuestras horas correspondientes, comer adecuadamente y hacer ejercicio para mantener el cuerpo sano, nuestra salud mental, a diferencia de lo que escuchamos o leemos, nuestro cuidado emocional no solamente consiste en buscar estar en un estado de “paz” permanente.

 

Depende en buena medida de las necesidades emocionales y cuando éstas no se cubren apropiadamente, comienzan los problemas emocionales. No estamos locos, sólo desarrollamos algo llamado esquema, una especie de lentes que hacen sentir, pensar, recordar, percibir el mundo y al futuro de forma sesgada, desadaptativa y que a la larga me genera constantemente sufrimiento.

 

Y, por si fuera poco, los seres humanos aprendemos a grandes rasgos mediante las consecuencias: lo que pasa inmediatamente después de que yo experimente o realice alguna acción determina qué tan probable es que pase nuevamente, o deje de suceder.

 

Por ejemplo, en muchas partes de México es bien sabido que llorar no es algo bien visto en los adultos (salvo en funerales o borracheras), y por lo tanto es poco probable ver a un adulto llorar en público, mientras que a ver a niños «haciendo berrinches» es relativamente normal para nosotros.

 

Por lo tanto, aprendemos a cubrir estas necesidades de acuerdo a cómo nos fueron enseñando (o no) desde niños, además de las experiencias que acumulamos conforme vamos creciendo, hasta tener una idea más o menos general sobre uno mismo, el mundo y el futuro. 

 

  • Conexión y Aceptación (Apego seguro), ésta al ser cubierta adecuadamente permite sentirnos, respaldados, unidos, aceptados y conectados con nosotros y quienes nos rodean. Que soy amado y perfecto al cual soy.
  • Autonomía y Competencia (sentido de identidad): La capacidad de reconocer mis capacidades, aptitudes, gustos, habilidades, deficiencias y particularidades, para por lo tanto diferenciarme del resto del mundo.
  • Capacidad de expresar emociones libremente: identificarlas y etiquetarlas, regularlas o manejarlas y manifestarlas de maneras funcionales. Por lo tanto, permite conectarme fácilmente con mis necesidades.
  • Espontaneidad y Juego: el saber descansar y separar el trabajo de la diversión, tiene que ver con nuestra capacidad de divertirnos, jugar, soñar, crear, pero también a consentirnos y a «dejarnos llevar por la corriente».
  • Límites realistas y Autocontrol: conocer cuáles son las cosas que podemos y no hacer a lo largo de la vida, así como el poder frenarnos y tolerar la frustración.

Ahora bien, si por ejemplo crecí con la expectativa (aprendida entre otras cosas por frases como «deber ser el mejor», «fallar es para débiles») de sobresalir en la escuela, sacar sólo 10’s, sin importar lo cansado que puede ser a veces, que es un espacio para socializar y explorar mis destrezas, y que probablemente alguna materia no sea de mi genuino interés, con el paso del tiempo puedo convertirme en una persona perfeccionista que difícilmente se permite descansar, provocando cuadros de depresión, ansiedad, o síndromes por estrés.

 

Para poder entender por qué nos puede estar costando tanto la cuarentena y algunos aspectos de mi vida en general, es importante voltear a revisar cómo me fueron enseñando a cubrir éstas necesidades, puesto que todos las tenemos y todos las cubrimos de alguna manera.

 

Y ese aprendizaje lo podemos elaborar mediante algo que llamamos «modos infantiles». Un Modo es una respuesta o reacción momentánea, que tenemos cuando no se cubre alguna de éstas necesidades. Por ejemplo, el modo «niño vulnerable”, aparece cuando nos sentimos tristes, expuestos, vacíos, abandonados, vulnerables, humillados, no queridos. Y de acuerdo a cómo nos trataron de pequeños es como aprendemos a tratar a nuestro niño vulnerable: atenderlo, cuidarlo, empoderarlo, pero también llegamos a evitarlo, minimizarlo, excusarlo, retarlo, presionarlo, castigarlo, ignorarlo, etc.

 

Para recapitular:

  • Todos tenemos 5 necesidades emocionales que es importante cubrir para lograr una vida plena: conexión y aceptación, autonomía y competencia, libre expresión de emociones, espontaneidad y juego, y limites realistas y autocontrol.
  • Si alguna de éstas necesidades no fueron atendiéndolas desde nuestras infancias y conforme fuimos creciendo, pueden convierten en patrones de vida desadaptativos llamados esquemas y modos (y son aprendidos, no inconscientes).
  • Los Modos son partes de nuestra personalidad que reflejan cómo aprendimos a cubrir éstas necesidades: un niño (vulnerable) al que no le dejaban jugar y divertirse en casa, puede ser un adulto que no sepa cómo manejar su estrés laboral.
  • Algunas recomendaciones para conocer y atender mis necesidades emocionales son:
  • Imaginarme de niño es una excelente forma de conectar con mis necesidades emocionales. Visualizar a un «yo» de niño permite notar eficientemente qué necesidades tengo y como atenderlas.
  • Preguntarme constantemente ¿qué Necesito/qué necesita mi pequeño «yo»? Un abrazo, tiempo de escucha, un consejo, compañía, tiempo de calidad, un proceso terapéutico, etc.
  • Actividades como ver películas de Disney, escuchar música de mis series favoritas, comer mi botana favorita, pedir un abrazo, soplar burbujas o jugar con mi mascota son actividades simples que ayudan mucho a conectarnos con nuestros modos infantiles. Dale permiso de salir a jugar de ves en cuando.
  • Tener claro cómo nos enseñaron a vivir las emociones. A veces al conocer la historia de vida de nuestros padres entendemos que no pudieron darnos todo. Sin embargo, es importante tener claro eso para poder convertirnos en el adulto que necesitábamos cuando éramos niños.
  • El proceso psicoterapéutico basado en evidencias (como la terapia de esquemas) siempre es la opción ideal para explorar y resolver problemas relacionados con nuestras necesidades emocionales, y problemas derivados, como Depresión y Ansiedad.
  • Como recomendación final, la película «mi encuentro conmigo» es una excelente forma de entender todo lo dicho anteriormente: un hombre se encuentra con un niño de 8 años que resulta ser él mismo, y conforme contacta con él, comienza a romper con patrones de vida y a reconectarse con aquello que siempre anhelaba hacer con su vida.

“Sin importar lo que hayas vivido hasta el momento, siempre busca convertirte en el adulto que necesitabas cuando eras niño”

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