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¿Cómo vivir la maternidad en una pérdida gestacional o perinatal?

Durante el mes de mayo, en México tenemos varios días conmemorativos, el más relevante y vistoso es el “día de las madres”.

Cada 10 de mayo, viene a mi mente la pregunta: ¿Cuántas mujeres son mamás pero “no tienen derecho” a ser felicitadas o reconocidas en este día porque sus hijxs murieron demasiado pronto?; y al decir demasiado pronto me refiero a las primeras semanas de gestación.

Histórica y culturalmente estas maternidades han sido invisibilizadas, porque los hijxs no tenían el tamaño o peso suficiente para ser considerados bebés, entonces son considerados embriones o “productos”; porque eran muy chiquitos, porque no generamos memorias y recuerdos, porque no tenemos una imagen “real” y un largo etcétera que simplemente deja a estas mamás sintiéndose solas e incomprendidas al ser madres, pero de brazos vacíos.

Cuando una mujer desea ser madre y ve la primera prueba de embarazo con un resultado positivo, empieza a ser madre, a crear una idea de qué hará, cómo será ahora la vida en ese nuevo rol y con el bebé que está creciendo dentro de ella.

Con esto quiero decir que no tienen que pasar meses para que una mujer materne. Esto ocurre desde que sabe que está embarazada, cambia hábitos, se sabe responsable de otro ser y su vida empieza a tomar un rumbo en torno a su bebé.

Es por esto que, transcurridas algunas semanas (o días) de gestación, de maternar aunque “no tengamos evidencia” de nuestrx hijx, la noticia de -no hay latido- o el sangrado que procede de un aborto espontáneo, cimbran el mundo, el papel y el amor que se había sentido desde la prueba positiva.

Este desafortunado hecho es poco hablado y la mayoría de las veces se invalida el duelo que se vive tras la pérdida, porque “no era nada”.

Se dice que 1 de cada 4 embarazos no logra llegar a término, por tanto, en una reunión en la que haya 10 mujeres, al menos 2 de ellas (honestamente creo que son más) viven una maternidad invisible, viven esos 10 de mayo pensando cómo hubiera sido su hijx, a quién tendría parecido, cómo sería su voz; y al mismo tiempo, se auto-invalidan porque han heredado la idea social de que solo se es mamá si los hijos nacen vivos y permanecen vivos.  

Si tú eres mamá de un bebé estrella (término que se ha adoptado para referirse a los bebés que mueren durante la gestación, parto o postparto), me gustaría decirte algunas cosas con profundo amor y respeto:

  • Valídate, eres mamá: Toda tu estructura comenzó a cambiar cuando te enteraste de tu embarazo, tu vida cambió cuando supiste que una nueva vida crecía en ti, empezaste a priorizar a ese bebé. Eso es lo que te convirtió en mamá.
  • No estás sola: Muchas mujeres hemos vivido esto y no lo decimos porque nos apena, tememos que nos culpen por no haber logrado mantener el embarazo o que nos hagan comentarios invalidantes como los que señalé en los párrafos iniciales.
  • No eres envidiosa: Tras la pérdida de tu bebé puedes experimentar emociones y sentimientos desagradables cuando ves a otras mujeres embarazadas o con sus bebés y más, cuando son cercanas a tu contexto. No eres mala, no eres envidiosa, lo que vives es una reacción normal que tiene que ver con el dolor y la frustración de no ser tú la de esa imagen que observas.
  • Busca ayuda: Si el duelo por la pérdida (en cualquier etapa de tu embarazo) ha afectado y deteriorado significativamente tu vida y tus relaciones, te aliento a buscar ayuda, afortunadamente cada vez hay más profesionistas preparados en el tema, con la sensibilidad para acompañarte, orientarte y sobre todo, visibilizar tu maternidad; porque el amor no comienza al nacer, ni acaba con la muerte.

“Incluso el más pequeño de los pies, tiene el poder de dejar huellas en el corazón”

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Mtra. Mónica García

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¿Qué hace un Psicólogo?

El trabajo de un Psicólogo es algo de lo que con frecuencia escuchamos hablar, especialmente en el mes de mayo porque en México celebramos el día del Psicólogo  y me parece importante hablar un poco acerca de lo valiosa y gratificante que puede ser esta profesión.


Como Psicóloga, me dedico a atender adolescentes y adultos, durante este tiempo he tenido la grata experiencia de escuchar cada vez más a consultantes que acuden a terapia que pese a que aún luchan con estigmas por parte de personas que les rodean, le dan mucho valor a SU espacio de terapia. En una ocasión una consultante mencionó “realmente en este momento no sabría decirte de algún problema que tenga en específico, pero creí que sería importante empezar mi proceso, cuido mi salud física y por ende también deseo cuidar mi salud mental, estar bien conmigo misma”. Es ahí donde comprendí que se visibiliza cada vez más la importancia de los Psicólogos en la sociedad.

¿Por qué es tan importante? ¿Qué es lo que hace el psicólogo?

Para mí un psicólogo es un profesional que se ha preparado en la ciencia de la Psicología, y que usa esos conocimientos para acompañar y guiar a las personas en un proceso de cambio, ofreciendo un espacio donde el consultante se sienta seguro, escuchado y validado. Por medio de estrategias con evidencia científica, brinda herramientas para la resolución de problemas, para el desarrollo de habilidades que de manera significativa, brindarán una mayor calidad de vida.

Considero este trabajo un privilegio porque cada consultante nos deposita una parte de su historia, de su confianza, incluso en ocasiones llegamos a ser con quién por primera vez han podido hablar sobre lo que les ha aquejado por meses, incluso años. Es un honor para nosotros ser parte de esto, que sabemos que no ha sido nada fácil.

Entonces, si me preguntan a mí, ¿por qué es tan importante? Respondería que tenemos un gran compromiso, con cada consultante tenemos la oportunidad de acompañar, de brindar nuestros conocimientos para propiciar cambios, de poder ser parte de su desarrollo, siendo esto recíproco también, porque es muy satisfactorio poder ser parte de sus pasos y sus tropiezos.

Con nuestra labor y actitud podemos seguir “rompiendo estigmas”, es deseable que seamos los primeros en apoyar a nuestros familiares y  amigos cuando nos digan que han pensado en ir a terapia, porque tomar la decisión y emprender el camino hacia al cambio no es fácil, es laborioso, pero estar dispuesto y acompañado por un profesional hará que cada paso valga la pena.

Psic. Lorena Ramírez

Psicoterapeuta

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos

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¿Es difícil meditar?

¿Alguna vez has hecho algún ejercicio de meditación para sentirte más “tranquilx”? ¿Cómo te fue?, ¿ayudó a disminuir la inquietud o estrés que experimentabas?

Por lo general, cuando nos acercamos a la meditación, solemos tener la intención que de  sentirnos mejor del “ruido” y malestar que experimentamos día a día en diferentes contextos: en el trabajo,  en casa,  con tus hijos, con tu pareja, en un día caluroso o estar atorados en el tráfico.

La intención es buena y la herramienta también, pero ¿qué tal si la meditación no tenga resultados inmediatos? ¿y si no logras relajarte las primeras veces?, ¡espera!  No lo abandones, la meditación puede darte muchísimos beneficios más, pero es poco realista esperar  resultados inmediatos en todos los casos, entonces ¿para qué hacerlo?

Para llegar a ese punto, necesitamos hablar  un poco de la base que sostiene a gran parte de las meditaciones, la cual llamaremos “Mindfulness”.

Mindfulness o “Atención Plena en el Presente” es una habilidad que nosotros como seres humanos podemos desarrollar a través de la meditación.

Y el estar “presente” o en una postura “mindful” tiene que ver con el cómo estamos manejando y dirigiendo nuestra atención, podemos dirigirla hacia lo que nos motiva, nos impulsa o lo que realmente queremos en nuestra vida. O podemos centrarla en nuestras emociones, pensamientos, recuerdos o sensaciones “desagradables” y cómo librarnos de ello, lo que casi siempre genera un aumento en la intensidad de las emociones, que hace que demos vueltas a cómo eliminarlas, causando un efecto “bola de nieve”.

Puedes elegir hacia donde diriges tu atención, al principio requiere esfuerzo, pero te compartiré algunas ideas que pueden ayudarte a ir entrenando el dirigir tu atención lo que es valioso para ti.

1.- La naturaleza de la mente:

Que vive continuamente en una “danza pasado-futuro”, es decir, nuestra mente puede irse a cosas que te pasaron ayer, hace unos días o incluso hace ya algunos años o también se adelantará a lo que “podría” pasar mañana, en unos días o unos años, y este “baile de la mente”, aunque es muy común, cuando es constante nos «enreda» y genera desgaste, porque dejamos de prestar atención a que está pasando y nos gustaría vivir.

2.- Mindfulness puede aprenderse de dos maneras:

– De manera “formal”, integrando una serie de pasos para su ejecución, los cuales pueden incluir:

Postura

  • Lugar cerrado o con poco ruido
  • Clima preferentemente frío o no tan cálido
  • Algún difusor con aceites esenciales

– De manera informal, de la cual hablaremos acá. Se le llama «informal» porque a diferencia de la manera “formal” de entrenarnos en mindfulness, aquí no es necesario seguir los pasos que te compartía renglones atrás, en este tipo de práctica sólo vamos a involucrarnos en lo que está pasando en el momento presente contactando con nuestros sentidos (gusto, tacto, olfato),  por ejemplo:

  • Notar el sabor de la pasta de dientes al cepillarte.
  • Percibir la temperatura del agua cuando te bañas.
  • Poner atención al sabor de tu comida: salado, picoso, dulce, identificar un sabor en particular.
  • Percibir la temperatura del aire que está entrando o saliendo por tu nariz.
  • Notar el “petricor”, o sea, olor de la tierra mojada después de la lluvia.

Estos ejercicios sencillos pueden ayudarte a llevar atención a lo que está pasando en un momento en particular, poner la mente en el presente, estar ahí y notar lo que pasa a tu alrededor y lo que pasa contigo (pensamientos, emociones, sensaciones, etc.), dejando que estén ahí, sin emitir juicios al respeto, centrando tu atención momento a momento y tomando la decisión de qué y hacia donde quieres dirigir tu conducta.

Algunas otras prácticas que te recomiendo comenzar a integrar a tu día a día son:

  • Describir el sabor de la comida que estés consumiendo.
  • Notar la temperatura del clima.
  • Sentir cómo es la ropa que traes puesta (suave, áspera).
  • Observar los detalles en los árboles, edificios, el cielo o el lugar donde te encuentres, como tamaño, forma, color, textura (si se puede tocar, claro)

Con la práctica constante, te darás cuenta que desarrollas la habilidad de estar más “fuera” que “dentro” de tu mente y mucho más involucradx con tus conductas y tu vida, en definitiva, más presente.

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Psic. Jesús Briseño