”Estar deprimido” se ha convertido en algo demasiado común, la mayoría de nosotros lo ha dicho en algún momento, sin entender verdaderamente qué significa.
Afortunadamente, como sociedad nos hemos acostumbrado a la idea de que todos estamos en riesgo de padecer un trastorno mental; desafortunadamente, muy pocas veces entendemos su magnitud cuando efectivamente esta ocurriendo, lo cual empeora la situación para quien lo vive.
Para entender de qué se trata, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) el episodio depresivo mayor (la forma más frecuente de depresión) tiene las siguientes características:
“Ánimo depresivo casi diario (durante la mayor parte del día), desde hace ≥2 semanas y desde un momento preciso y reconocible, junto con la presencia de ≥5 de los siguientes síntomas, incluido ≥1 de los 2 primeros:
1) estado de ánimo depresivo
2) disminución significativa del interés en casi todas las actividades y/o de las sensaciones placenteras relacionadas con ellas
3) apetito aumentado o disminuido, o pérdida importante (no relacionada con la dieta) o incremento en el peso corporal (p. ej. ≥5 % en un mes)
4) insomnio o hipersomnia
5) agitación o inhibición psicomotora
6) sensación de fatiga o pérdida de energía
7) sentimiento de minusvalía o sentimiento de culpa infundado
8) disminución en la destreza cognitiva, dificultades en la atención o en la toma de decisiones
9) pensamientos recurrentes de muerte (no solo temores a la muerte)
10) pensamientos suicidas recurrentes sin un plan determinado, intentos de suicidio o un plan suicida”.
Una de las características más importantes, que se da por sentado y tiende a obviarse es que todo lo anterior es completamente INVOLUNTARIO.
Es increíble la cantidad de pacientes que acuden a consulta sintiéndose totalmente incomprendidos y frustrados ya que en casi todos los casos, han recurrido a pedir apoyo con personas cercanas que les dijeron “echale ganas”.
“¡Si entendieran que justo eso es lo que me deprime más!, ¡que tengo que echarle ganas, y no quiero… y no puedo! No tengo las fuerzas, ni la motivación, ¡¿como voy a echarle ganas?!”, me decía una paciente que lo tenía clarísimo.
Y seguro la intención de estas personas es buena, quieren ayudar, apoyar, dar una palabra que mejore la situación, que le ayude a sentirse mejor.
Es importante considerar que si pudiéramos equiparar los síntomas de depresión (o cualquier otro trastorno mental) con una enfermedad física, tendríamos que decirle a una persona con diabetes que “nivele su azúcar”, a quien tiene una contractura “que se mueva y no le duela”, o a quien tiene un resfriado “que ya no tenga ganas de estar en cama y se le quite el cuerpo cortado”, ¿absurdo, no?
Las personas con depresión no eligen sentirse así, no se trata de “echarle ganas”, no es flojera, ni ganas de llamar la atención; es un trastorno mental real, que sólo mejorará si recibe el tratamiento y soporte adecuados.
Si conoces a alguien con depresión puedes ayudarle de manera efectiva haciendo lo siguiente:
- No pretender que “mágicamente” deje de sentirse así.
- Escuchar, interesarte, acompañar.
- Buscar información con soporte científico.
- Sugerirle que reciba atención psicoterapéutica y psiquiátrica.
- Ayudarle a hacer cosas que lo activen (hacer pendientes, ir al súper…)
- Dejarle saber que te importa, que estás dispuesto a apoyarle.
- Si no sabes qué hacer, buscar ayuda para ti.
No siempre es fácil tener cerca a una persona con depresión, en ocasiones nos resulta todo un reto el aceptarlo, sin embargo apelar al interés y cariño que sentimos por esa persona nos ayudará a encontrar la mejor forma; recuerda, si no sabes qué hacer, busca asesoría, en el Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual podemos apoyarte.
Mtra. Laura Gómez-Llanos
Psicoterapeuta Cognitivo Conductual