Sin el afán de generalizar, es indudable de que nuestra sociedad actual se ha caracterizado por marchar a un ritmo vertiginoso, realizar una cantidad de actividades que abarcan todo nuestro día, actividades de alto impacto, las cuales podamos presentar a los demás como novedosas, interesantes o espectaculares. Una sociedad que valora la vanguardia, las sensaciones que proyecten bienestar, salud, y motivación perpetuos.
¿Pero qué pasa si realmente un día nos sentimos mal? ¿Si algo dentro de nosotros nos agota y nos causa una sensación de no querer hacer todas esas actividades? ¿Eso sería aceptable? En la denominada cultura “fitness” la cual valora, el esfuerzo, el trabajo corporal, la salud, lo estético y la motivación como fines y valores primordiales, evidentemente permitirse sentirse mal, ni siquiera es una opción.
¿Cómo se vive la cultura fitness?
Responder a esta pregunta es sencillo, se vive con una alta exigencia, que lleva a actividades físicas como el gimnasio, entrar en competencias físicas, comer alimentos saludables y con una ingesta calórica baja. Ir a lugares llamativos, usar ropa de marca deportiva o que resalte nuestra figura se vuelve una aspiración. En donde casi siempre existe una aparente felicidad, disposición o motivación personal, las fotos y las “selfies” no pueden faltar. Aconsejar seguir estas rutinas o estilo de vida para los demás se vuelve una norma que caracteriza a esta cultura, especialmente para personas que atraviesan por algún malestar emocional o por algún momento de duda en sus vidas.
Soluciones fitness
Apuesto a que hemos escuchado a amigos, familiares o conocidos que cuando les expresamos que nos sentimos con algún malestar emocional o que no tenemos motivación de hacer nuestras actividades, nos han respondido que podemos hacer ejercicio, practicar algún deporte, que hagamos algo que nos “distraiga”, que probemos ciertos alimentos, productos de origen natural o complementos que nos pueden hacer sentir mejor, que vayamos a un spa, o aun lugar donde podamos pasarla bien. Inicialmente podemos tomarles la palabra, lo inténtanos.
Aparentemente el malestar se va un rato, pero nos encontramos con que nuevamente vuelve, y podemos sentirnos confundidos porque después de haber probado estas opciones, nos encontramos con la misma problemática y ahora incluso un poco más presionados por cumplir con estas actividades, pero sin la motivación y el bienestar emocional que aparentemente pretendíamos encontrar. ¿Entonces que más hacer ante ese malestar y estas aparentes soluciones que no resuelven el problema del todo?
No quiero que se malinterprete, buscar actividades físicas, comprar cosas, ropa que nos guste, asistir a actividades culturales o buscar momentos y lugares de esparcimiento pueden ayudar a generar reforzadores que nos den algún momento de bienestar, pero si a pesar de esto, el malestar persiste es momento de buscar otro tipo de solución.
Depresión y juventud dos elementos que son parte de un mismo fenómeno.
Aparentemente ser joven y gozar de vigor, energía, fuerza y motivación en una fórmula casi autoevidente. Sin embargo, no necesariamente es así, incluso es un supuesto cada vez más lejos de la realidad. Algunos datos de un estudio realizado por la UNAM en el año 2018 revelan lo siguiente: En México, el número de jóvenes entre 12 y 24 años con depresión es de aproximadamente 2.5 millones, y 9.9 de cada 100 mil ha tenido ideas suicidas. La depresión es uno de los principales padecimientos que se enfrentan en esta etapa de la vida, por lo que se les debe poner especial atención. Lamentablemente la depresión no es detectada ni tratada sino hasta que la sintomatología es grave o causa estragos signitificatvos en la vida de las personas. Es por ello que te invito a que puedas saber brevemente en que momento es pertinente buscar esas soluciones profesionales.
Soluciones profesionales.
Un psicólogo es un profesional de la salud mental, que evaluará los antecedentes de vida, conductas problemas, los factores internos y externos que influyen en que el estado de ánimo. Asimismo, efectúa un plan de trabajo más elaborado, en el que puedas modificar ciertos pensamientos, creencias que mantienen los síntomas. Además, busca la forma de aproximarte, activarte y hacer que de a poco vuelvas a realizar aquellas actividades que para ti son importantes, obteniendo una sensación de satisfacción más genuina, natural y coherente con tu estilo de vida y tus necesidades actuales. También te enseña a aceptar tus emociones, a hacerlas validas, y no buscar cambiarlas con soluciones aparentemente inmediatas, pero que no afrontan el problema de forma directa. En caso de ser necesario, y si la problemática es más delicada o profunda y atañe a factores biológicos, puede derivarte con un psiquiatra que es un médico especialista en el tratamiento farmacológico, es decir, aquel que sabrá que medicamentos administrar para regular las funciones químicas que necesitan ser niveladas para tener un óptimo funcionamiento.
Es de gran relevancia seguir estas soluciones profesionales, al final, existe evidencia de que la efectividad será más alta y podrás tener una reintegración más óptima, disminuyendo la posibilidad de una recaída. Por último, te dejo una pequeña frase a manera de conclusión, “Lo fit a larga se puede volver sad, si no te tratas adecuadamente”.
También te dejo una pequeña infografía cortesía de Ciencia UNAM para que valores si es momento de buscar soluciones profesionales.