A inicios de la contingencia sanitaria la principal medida para evitar el contagio de COVID-19 en todo el mundo fue el aislamiento y el distanciamiento social. El cierre de escuelas, centros deportivos, lugares de recreación y de convivencia en general, afectó marcadamente a todos, en especial a los niños, adolescentes y jóvenes, quienes ha mostrado efectos más intensos y prolongados causados por estas medidas.
La crisis de salud mental en personas jóvenes se debe principalmente a la pérdida de las costumbres cotidianas y rutinas familiares, la ausencia del entorno escolar, las dificultades para participar en actividades deportivas y recreativas, así como las limitaciones sociales y el aburrimiento que todo esto conlleva, puesto que en esta etapa de la vida, hay una importante necesidad de interacción social.
Que cada vez se fueran acumulando más meses de pandemia, generó en los jóvenes incertidumbre sobre su futuro académico y laboral, en muchos casos el escaso acompañamiento de los adultos los a buscar estrategias desadaptativas para el afrontamiento de esta situación, por ejemplo, el uso excesivo de dispositivos electrónicos, que lejos de ayudar, provoca aún más aislamiento social y a largo plazo se favorece el desarrollo de trastornos depresivos y de ansiedad.
¿Cuáles son los signos de alarma de un trastorno de depresión?
Cambios en la forma en que la persona vivía hasta ese momento, como aislarse de su entorno y retraerse socialmente, problemas en los procesos fisiológicos básicos como el sueño (problemas para dormir o estar durmiendo de más), cambios en los hábitos alimentarios, irritabilidad con brotes repentinos de ira, no disfrutar de las actividades que generalmente disfrutaba, falta de entusiasmo y motivación, fatiga o falta de energía, sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo, dificultad para concentrarse.
Una vez que se detecta un trastorno depresivo ¿Cómo afrontarlo?
Ante la presencia de un trastorno depresivo es necesario tener en cuenta que se requiere tiempo y esfuerzo para poner en marcha estrategias que ayuden a afrontarlo.
- Es necesario permanecer activo, aunque ante la depresión es difícil enfrentarse al día a día, el simple hecho de salir de la cama y afrontar las actividades cotidianas hará que mejore el estado de ánimo.
- Realizar actividades que antes te satisfacían ya que esto ayudara a mejorar.
- Hacer ejercicio influye positivamente en el estado de ánimo y sentirse más vital.
- Mejora tu patrón de sueño y cuida tu alimentación mediante rutinas equilibradas.
- Cuidar tu aspecto físico mejorará la manera en que te percibes a ti mismo.
- Se tolerante contigo mismo teniendo en cuenta que el sentirse deprimido no es culpa tuya, por lo que no debes condenarte por esto.
- Expresa tus emociones de manera genuina a tus familiares y amigos.
- Busca ayuda con un profesional de la salud mental.
Es muy importante detectar tempranamente los indicadores de un problema emocional o conductual, así como implementar estrategias efectivas para su adecuado manejo, ante la duda, lo mejor es contactar con un Psicólogo, un profesional que podrá orientar a los padres y a los jóvenes para mejorar su estado de ánimo y acercarle a conductas que le lleven a una vida valiosa.