Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual
La palabra «sororidad», proviene del vocablo soror; que significa
“hermandad entre mujeres, que se perciben como iguales y se invitan a aliarse, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellas”.
¿Cómo podríamos habitar el término, y animarnos a vincularnos de manera distinta con las demás?
El primer paso es reflexionar sobre las situaciones en las que he sido severa conmigo, además, observar las veces en que he atacado, juzgado o criticado ciertas actitudes o conductas hacia otras mujeres.
Las relaciones positivas para mí y el entorno, la mayoría de las veces no se dan de forma automática, si no desde el ejercicio de la compasión, y ésta se construye con elementos que pareciese no operan con ella, uno de éstos es el sufrimiento.
Darnos permiso para transitar el mundo de otras mujeres, y entender que adolecen, qué les afecta o incluso que le genera desesperanza. Sin suponer o juzgar desde exigencia o expectativas aprendidas socialmente.
También podemos sumar elementos como la bondad, amabilidad, generosidad y tolerancia.
¿Qué pasaría si, en lugar de hacer evaluaciones o juicios, respetamos y damos ayuda a las demás?
¿Qué pasaría si organizamos nuestra experiencia hacia las mujeres desde el apoyo mutuo?
Si no sabes cómo empezar, aquí te dejo algunas pautas para comenzar a practicar:
Priorizar la igualdad y la empatía, a pesar de nuestras diferencias puede brindarte a ti y a otras mujeres, un lugar seguro.
“No eres un árbol solitario que ha florecido en un bosque en el que no florece ningún otro árbol. Cuando todo el bosque florece contigo, la felicidad se multiplica”. Osho