Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual
En la práctica clínica, podemos encontrarnos con una enorme gama de consultantes y problemáticas, entre los más frecuentes están los problemas de ansiedad, depresión y la llamada “desregulación emocional”, que regularmente está asociada al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).
Algunas de las características del TLP es dificultad para regular las emociones y “volver a la calma”, esta problemática se ha asociado a bases biológicas en combinación con situaciones del contexto (un ambiente invalidante, entre otros elementos).
Estos problemas de “regulación emocional” en nuestros clientes con frecuencia “activan” las de los terapeutas, que en ocasiones reportan una sensación de “miedo, preocupación, inquietud” por el consultante, dado que estos consultantes experimentan de manera muy intensa sus emociones y que en esta misma intensidad buscan maneras de “volver a la calma”, algunas de ellas son:
Estos comportamientos, en su gran mayoría, han funcionado para que la persona que experimenta estas emociones intensas pueda regresar a la calma y “aliviar” ese malestar emocional (lo cual ocurre a corto plazo) y, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la búsqueda principal no es “llamar la atención” o “victimizarse”.
Por la naturaleza de las conductas autolesivas, es comprensible que nos “activen” y sintamos miedo de la integridad física de nuestro consultante y presión por la eficacia de nuestras intervenciones.
¿Qué puedes hacer si te identificas con estas sensaciones?
Lo primero sería identificar y reconocer el miedo que nos generan este tipo de problemáticas, es súper comprensible que lo estes experimentando; aunque puedan aparecer este tipo de creencias, no eres mal terapeuta por tenerlo, me parece que es señal inequívoca de que para tí es importante que tu cliente esté bien; eso es lo que hace un buen terapeuta: interesarse genuina y auténticamente por sus clientes.
Lejos de invalidarlo, te animo a darle “espacio” a ese miedo en lugar de tratar de ignorarlo o querer que se vaya, probablemente sea adecuado que aparezca ya que, gracias a esa preocupación, puedes actuar con más detalle y cuidado.
Lo segundo es crear un espacio de “validación, aceptación y cambio” de y con tú consultante, como lo postula el modelo de la Terapia Dialéctica Conductual, por el miedo que podemos experimentar ante las acciones de riesgo en nuestro cliente es posible caer, sin querer, en acciones de invalidación sobre lo que le sucede, lo que siente y cómo lo regula, lo que podría que podría dificultar que explore nuevas formas de regularlo, lo cual influye en la alta tasa de abandono en este tipo de consultantes.
Lo tercero sería “infinita” paciencia para con tu consultante, ya que ha hecho lo mejor que ha podido con las herramientas que ha podido adquirir en su contexto, considera que el cambio será progresivo, y esta paciencia también aplica para tí como terapeuta, ya que solemos abrumarnos o autoexigirnos un poco más ante estos casos.
Y una última recomendación es que busques ser supervisado por algún experto en el tema, cuando pedimos ayuda, la probabilidad de éxito con el caso es mayor, además de lo satisfactorio que se siente poder ser parte de una red de apoyo.
Recuerda también darte espacios de “relax” y autocuidado para ti como persona, salir con amigos, comer tu comida favorita, ver esa serie a la que le echaste el ojo o la actividad que más te guste. No olvides que también eres un ser humano y mereces un espacio para “recargar pilas”, verás que eso ayuda a tu desempeño como terapeuta.