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¿Qué hace un Psicólogo?

El trabajo de un Psicólogo es algo de lo que con frecuencia escuchamos hablar, especialmente en el mes de mayo porque en México celebramos el día del Psicólogo  y me parece importante hablar un poco acerca de lo valiosa y gratificante que puede ser esta profesión.


Como Psicóloga, me dedico a atender adolescentes y adultos, durante este tiempo he tenido la grata experiencia de escuchar cada vez más a consultantes que acuden a terapia que pese a que aún luchan con estigmas por parte de personas que les rodean, le dan mucho valor a SU espacio de terapia. En una ocasión una consultante mencionó “realmente en este momento no sabría decirte de algún problema que tenga en específico, pero creí que sería importante empezar mi proceso, cuido mi salud física y por ende también deseo cuidar mi salud mental, estar bien conmigo misma”. Es ahí donde comprendí que se visibiliza cada vez más la importancia de los Psicólogos en la sociedad.

¿Por qué es tan importante? ¿Qué es lo que hace el psicólogo?

Para mí un psicólogo es un profesional que se ha preparado en la ciencia de la Psicología, y que usa esos conocimientos para acompañar y guiar a las personas en un proceso de cambio, ofreciendo un espacio donde el consultante se sienta seguro, escuchado y validado. Por medio de estrategias con evidencia científica, brinda herramientas para la resolución de problemas, para el desarrollo de habilidades que de manera significativa, brindarán una mayor calidad de vida.

Considero este trabajo un privilegio porque cada consultante nos deposita una parte de su historia, de su confianza, incluso en ocasiones llegamos a ser con quién por primera vez han podido hablar sobre lo que les ha aquejado por meses, incluso años. Es un honor para nosotros ser parte de esto, que sabemos que no ha sido nada fácil.

Entonces, si me preguntan a mí, ¿por qué es tan importante? Respondería que tenemos un gran compromiso, con cada consultante tenemos la oportunidad de acompañar, de brindar nuestros conocimientos para propiciar cambios, de poder ser parte de su desarrollo, siendo esto recíproco también, porque es muy satisfactorio poder ser parte de sus pasos y sus tropiezos.

Con nuestra labor y actitud podemos seguir “rompiendo estigmas”, es deseable que seamos los primeros en apoyar a nuestros familiares y  amigos cuando nos digan que han pensado en ir a terapia, porque tomar la decisión y emprender el camino hacia al cambio no es fácil, es laborioso, pero estar dispuesto y acompañado por un profesional hará que cada paso valga la pena.

Psic. Lorena Ramírez

Psicoterapeuta

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos

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¿Es difícil meditar?

¿Alguna vez has hecho algún ejercicio de meditación para sentirte más “tranquilx”? ¿Cómo te fue?, ¿ayudó a disminuir la inquietud o estrés que experimentabas?

Por lo general, cuando nos acercamos a la meditación, solemos tener la intención que de  sentirnos mejor del “ruido” y malestar que experimentamos día a día en diferentes contextos: en el trabajo,  en casa,  con tus hijos, con tu pareja, en un día caluroso o estar atorados en el tráfico.

La intención es buena y la herramienta también, pero ¿qué tal si la meditación no tenga resultados inmediatos? ¿y si no logras relajarte las primeras veces?, ¡espera!  No lo abandones, la meditación puede darte muchísimos beneficios más, pero es poco realista esperar  resultados inmediatos en todos los casos, entonces ¿para qué hacerlo?

Para llegar a ese punto, necesitamos hablar  un poco de la base que sostiene a gran parte de las meditaciones, la cual llamaremos “Mindfulness”.

Mindfulness o “Atención Plena en el Presente” es una habilidad que nosotros como seres humanos podemos desarrollar a través de la meditación.

Y el estar “presente” o en una postura “mindful” tiene que ver con el cómo estamos manejando y dirigiendo nuestra atención, podemos dirigirla hacia lo que nos motiva, nos impulsa o lo que realmente queremos en nuestra vida. O podemos centrarla en nuestras emociones, pensamientos, recuerdos o sensaciones “desagradables” y cómo librarnos de ello, lo que casi siempre genera un aumento en la intensidad de las emociones, que hace que demos vueltas a cómo eliminarlas, causando un efecto “bola de nieve”.

Puedes elegir hacia donde diriges tu atención, al principio requiere esfuerzo, pero te compartiré algunas ideas que pueden ayudarte a ir entrenando el dirigir tu atención lo que es valioso para ti.

1.- La naturaleza de la mente:

Que vive continuamente en una “danza pasado-futuro”, es decir, nuestra mente puede irse a cosas que te pasaron ayer, hace unos días o incluso hace ya algunos años o también se adelantará a lo que “podría” pasar mañana, en unos días o unos años, y este “baile de la mente”, aunque es muy común, cuando es constante nos «enreda» y genera desgaste, porque dejamos de prestar atención a que está pasando y nos gustaría vivir.

2.- Mindfulness puede aprenderse de dos maneras:

– De manera “formal”, integrando una serie de pasos para su ejecución, los cuales pueden incluir:

Postura

  • Lugar cerrado o con poco ruido
  • Clima preferentemente frío o no tan cálido
  • Algún difusor con aceites esenciales

– De manera informal, de la cual hablaremos acá. Se le llama «informal» porque a diferencia de la manera “formal” de entrenarnos en mindfulness, aquí no es necesario seguir los pasos que te compartía renglones atrás, en este tipo de práctica sólo vamos a involucrarnos en lo que está pasando en el momento presente contactando con nuestros sentidos (gusto, tacto, olfato),  por ejemplo:

  • Notar el sabor de la pasta de dientes al cepillarte.
  • Percibir la temperatura del agua cuando te bañas.
  • Poner atención al sabor de tu comida: salado, picoso, dulce, identificar un sabor en particular.
  • Percibir la temperatura del aire que está entrando o saliendo por tu nariz.
  • Notar el “petricor”, o sea, olor de la tierra mojada después de la lluvia.

Estos ejercicios sencillos pueden ayudarte a llevar atención a lo que está pasando en un momento en particular, poner la mente en el presente, estar ahí y notar lo que pasa a tu alrededor y lo que pasa contigo (pensamientos, emociones, sensaciones, etc.), dejando que estén ahí, sin emitir juicios al respeto, centrando tu atención momento a momento y tomando la decisión de qué y hacia donde quieres dirigir tu conducta.

Algunas otras prácticas que te recomiendo comenzar a integrar a tu día a día son:

  • Describir el sabor de la comida que estés consumiendo.
  • Notar la temperatura del clima.
  • Sentir cómo es la ropa que traes puesta (suave, áspera).
  • Observar los detalles en los árboles, edificios, el cielo o el lugar donde te encuentres, como tamaño, forma, color, textura (si se puede tocar, claro)

Con la práctica constante, te darás cuenta que desarrollas la habilidad de estar más “fuera” que “dentro” de tu mente y mucho más involucradx con tus conductas y tu vida, en definitiva, más presente.

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Psic. Jesús Briseño

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«Turning Red»: Ser perfectos o ser nosotros mismos

Seguramente para este momento, en el que te encuentras leyendo esto, ya has visto más de una vez la nueva película de Disney Pixar Turning Red, y es que es claro, la película animada tiene un toque emocional y humorístico que a todos nos conmueve y nos hace conectar con muchas cosas de nuestra infancia y/o adolescencia.

Y ya sea que la repetiste más de una vez por su historia o por lo que te hizo sentir, es una gran película que además de hacernos viajar al pasado, la protagonista MEI-MEI nos comparte una gran frase:

“Abraza a tu panda interior”

Y entrando al tema del panda, ¿qué es lo que representa?

El panda rojo, en la película nos habla de todo aquello que realmente somos, lo que pensamos, sentimos, pero que no dejamos salir, ya sea porque no va con los “estándares de la sociedad” o porque se nos enseña en casa que expresarse o tener gustos distintos no está bien.

Esto lo vemos durante toda la película con Mei-mei y su mamá, donde desde pequeñas se les enseña que, para ser aceptadas, hay que “ser perfectas”, seguir con las reglas, creencias e ideales que se han trasmitido de generación en generación y el resto, sus gustos, emociones, pensamientos “el panda” debe quedar oculto por siempre.

Y, ¿Qué pasa con lo que ocultamos?

 Durante el filme observamos que la protagonista tiene que luchar con seguir su educación, y conseguir la aprobación de la familia ocultando lo que realmente siente y quiere, o ser ella misma, disfrutar de su adolescencia, de sus amistades y “dejar salir” lo que es, cree y siente, en otras palabras; sentirse libre de expresarse.

Y durante todo este proceso de lucha, se suscitan situaciones como el esconderse de su familia, seguir aparentando que es perfecta, y a su vez decidir entre sus raíces, sus amigas, y sus emociones, algo que nos suele pasar muy seguido, pues en todo momento sucede que debemos elegir entre ser nosotros o ser “perfectos”

¿Y entonces qué nos enseña está película?

Al final podemos ver a Mei-mei y su mamá reconociendo que la manera en que cada quién actúa, siente y piensa; ya sea como mamá o hija, está bien, es parte de esa perfección que cada una tiene, y nos lo dejan ver cuando la mamá de Mei-mei acepta que no importa cómo sea ella, siempre tendrá su aprobación.

Nos enseña que, no es necesario vivir siendo uno u otro, sino que podemos ser los dos, y seguir siendo nosotros, ser quien nos gusta ser, y no por eso dejamos de ser “perfectos”.

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Psic. Sofía Vélez

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Will Smith y la bofetada, un análisis funcional.

Han pasado más de 24 horas de aquella situación en los Oscar® que como espectadores y los propios asistentes desconocíamos si era algo planificado o algo real, lo que si es que casi de inmediato los que estábamos desde la comodidad de nuestro hogar pudimos acceder a las redes sociales y como ya es algo habitual, comenzamos a dar nuestra opinión, otros a juzgar, otros más a defenderlo, otros a atacarlo, unos cuantos más a insultarse entre ellos defendiendo su postura y así se ha vivido en el variado ambiente virtual, donde se le unen las reacciones y entrevistas de los asistentes y otras personalidades del medio actoral estadounidense y algunos más del mundo.

Lo que les quiero comentar en esta entrada es desde una postura neutral, puesto que la conducta de Willard Carroll Smith Jr (o mundialmente conocido como Will Smith) hacia el comediante Chris Rock puede ser una conducta que alguno de nuestros consultantes puede hacer (tu colega que nos estás leyendo) o que tú apreciable lector que no es terapeuta, puede ver, puede ser escuchado de alguien más que lo vivió o incluso estar en alguno de los dos lados. Y al ser una postura neutra dejo que el lector saque sus propias conclusiones de que si dicho comportamiento es algo bueno o malo, si es defendible o indefendible.

Partamos de que el Análisis funcional descrito en palabras sencillas por la Dra. María Xesus Froxan en su libro Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones “es la herramienta indispensable para comprender, explicar y/o modificar la conducta humana”, es la vía que nos llevará al hecho de que lo hecho por Will Smith es algo funcional.

Sin meternos en tantos tecnicismos para los lectores que no son terapeutas, podemos decir que el análisis funcional integra dos tipos de aprendizaje; el primero el que se da por la aparición de estímulos (e) y lo que nos hace responder como si fuera un reflejo automático de nuestro cuerpo (r). Y el segundo es el aprendizaje que obtenemos de las consecuencias de nuestros actos y que aquí podemos encontrar, el obtener algo agradable (Rf +) o el que nos quitemos algo desagradable que nos hace sentir bien (Rf -)

Ahora sí, con los símbolos más importantes descritos comencemos este viaje.

Primero pongámonos en la situación de Will Smith, escuchar que alguien está haciendo comentarios hirientes (aunque sean un chiste, pero esto puede ser parte de otro análisis) hacia un ser querido/amado para ti, acerca de una patología como la alopecia. Luego voltea a ver ese ser amado, su esposa, y ve en ella la reacción hacia esos comentarios, una reacción de impotencia, tristeza, dolor… ¿qué te haría sentir?, lo más probable es que sientas enojo y si nos vamos a Reyes Ortega y Tena Suck (2016), la función de dicha emoción es de poner límites, así que no nos extrañe que Will quería ponerle un límite a Chris

Sé que dentro del ED, Estimulo discriminativo dentro del contexto del análisis funcional, estoy omitiendo el dialogo interno pudiese haber tenido Will Smith antes de levantarse e ir hacia tras Chris, sin embargo sería un poco jugar al adivino a qué exactamente se dijo y la baraja de opciones de pensamientos, imágenes mentales que pudo tener Will aquí era muy grande por lo que he optado por solo dejar en el ED (o como me gusta llamarlo para las personas que no son terapeutas, Eso que Detona) la emoción de enojo, pero teniendo en cuenta que hay un elemento ahí más en esa seguidilla de Estimulo-Respuesta del condicionamiento clásico.  Yéndonos al siguiente elemento dentro del análisis funcional y partiendo de lo que pudimos presenciar en la transmisión, tenemos que las Respuestas (R) de Will Smith fueron…

1)     Dar una bofetada
2)     Pedir enérgicamente dejar de mencionar el nombre de su esposa

La primera siendo la que se lleva todos los reflectores, pero la segunda quedando ahí como complemento de lo que quería conseguir Will, quedando entonces la secuencia de eventos como sigue:

 

¿Qué es lo que resta?, justamente mencionar lo qué consiguió Will Smith con ambas conductas respecto a su malestar emocional, provocado por el enojo y los pensamientos que lo acompañaban en el ED. Como lo acabo de mencionar, hay un malestar y ese malestar busca terminarse o más correctamente regularlo hasta su mínima expresión, por lo tanto esta función sería la obtenida con la respuesta 1.
 
 Consiguiendo este efecto y si fuera la primera vez que Will Smith pasara por esto en su vida, aprendería que su acción de dar una bofetada lo tranquilizaría, le quitaría el malestar emocional haciendo posiblemente se repita en un futuro (ahora bien, como Will es un adulto se puede teorizar que alguna vez en su vida ha dado un golpe, por lo que este aprendizaje posiblemente ya esté interiorizado).

No debemos olvidar el para qué sentimos enojo en nuestras vidas, el cual es la de poner límites, claramente es algo que buscaba Will Smith conseguir tanto con la respuesta 1 y reafirmarlo con la segunda, por lo que considero coherente ponerlo en ambas; así pues Chris Rock terminó el chiste con la bofetada y al pedir que éste no volviera a decir el nombre de su esposa hizo que entre que sí y entre que no terminara el tema.


¿Habrá conseguido algo más Will Smith con sus acciones?, quizás si escuchamos su discurso tras ganar el Oscar ® menciona, “Richard Williams was a fierce defender of his family… I wanna be an ambassador of that kind of love, and care, and concern”, lo cual traducido sería “Richard Williams fue un feroz defensor de su familia… quiero ser un embajador de ese tipo de amor, y cuidado y preocupación” por lo que podemos considerar que para Will Smith proteger a su familia es importante, por lo que tanto para la primera y segunda conducta es evidente que Will se ve alcanzando ese valor de vida, quedando nuestro esquema de la siguiente manera:

 Otros reforzadores sociales pudieron venir tanto de su esposa, amigos o redes sociales pero no fueron en el momento y es ahí donde cabe la pregunta, ¿esto que obtuvo Will Smith en el momento es lo suficientemente importante para que lo llevaran a hacer lo que hizo sin pararse a pensar en consecuencias a mediano o largo plazo?, pues al parecer sí.

¿Estos comportamientos son tajantemente blanco para que Will Smith tome terapia?, pues eso dependerá de si las consecuencias a mediano y largo plazo generan mayor peso que lo conseguido originalmente por sus acciones y considera que pudiera volver a actuar así en el futuro y por ende interferir con aquello que le es relevante.

Espero que con este breve escrito nos lleve a comprender por qué las personas hacen ciertos actos, y sin profundizar en aspectos como historia de vida, aprendizajes de interacciones pasadas con otras personas y/o vivencias, podamos entender en lugar de juzgar.

Referencias
Parga, F. M. X. (2022). Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones. Pirámide.

Ortega, M. A. R., & Suck, E. A. T. (2016). Regulación emocional en la práctica clínica. Alianza Editorial. 

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Psic. José Carlos Martínez

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«No se habla de Bruno»…

Seguramente ya has visto, o al menos escuchado o visto algún meme sobre “Encanto”, la película que habla sobre una familia con una serie de “dones” que les brindan habilidades mágicas y únicas a los miembros de la familia, además de tener una de las canciones más pegajosas de los últimos años (¿a poco no leíste cantando el título?) , excepto por Mirabel, la hermana alegre y que siempre se esfuerza mucho por ayudar y contagiar de optimismo a los demás. Sin embargo, al no tener un don llega a preguntarse si es lo suficientemente buena o capaz tanto para ayudar a los demás como para ser parte de esta mágica familia.

Mirabel y su familia nos pueden ayudar a entender los “esquemas desadaptativos” y cómo pueden afectar nuestra calidad de vida, puesto que incluyen creencias, expectativas y experiencias previas de aprendizaje que van marcando una manera de comportarnos, que  a veces puede ser disfuncional.

 

Jeffrey Young es el psicólogo creador de la Terapia de Esquemas, y los definió como “patrones cognitivos, emocionales y comportamentales desadaptativos que inician en el desarrollo temprano y se repiten a través de la vida”; son una tendencia a estilos de respuesta disfuncionales a nivel cognitivo, emocional y comportamental que afectan la vida adulta.

 

Los esquemas los podemos identificar cuando hay algo que “sentimos” (por ejemplo Mirabel, que “sentía” que era inferior a los demás de su familia) y no nos “hace sentido” con la realidad, cuando estos esquemas se activan podemos notar emociones intensas y en ocasiones duraderas. Estos esquemas nos ayudaron a sobrellevar las situaciones de nuestro contexto en la infancia, pero en la adultez tienden a ser limitantes, rígidos, “automatizados” y disfuncionales para una adecuada calidad de vida.

 

La Terapia de Esquemas plantea que estos “esquemas desadaptativos” son resultado de aprendizajes en situaciones que implicaban una alta carga de emociones y sensaciones aversivas/dolorosas en nuestra infancia. Dichas experiencias se generaron por que el contexto (padres o cuidadores) no cubrió las necesidades emocionales (conexión, aceptación, autonomía, libre expresión de emociones, espontaneidad,  juego, límites realistas y autocontrol), necesarias para desarrollarnos adecuadamente a nivel emocional.

 

Estos “esquemas” son entonces formas que se convierten en desadaptativas de enfrentarse a experiencias que nos resultan dolorosas o aversivas (etiquetadas como “negativas”) que se fueron consolidando a lo largo de nuestro desarrollo, por ejemplo discusiones familiares, rechazo de las personas a nuestro alrededor, críticas, invalidación,  sobre-exigencia de las figuras adultas,  hostilidad, agresión, negligencia o cuidados inadecuados.

 

Y para ejemplificar algunos de éstos esquemas, la película nos ofrece algunos personajes cuyos “dones” traen consigo algunas experiencias no tan agradables, ¿quieres conocerlos?

 

Mirabel: la hermana que siempre está alegre, dispuesta a dar lo mejor de ella para ayudar y apoyar a los demás con sus destrezas,  a pesar que es sumamente optimista, constantemente se cuestiona si hay algo en ella que sea “mágico”,  ¿soy lo suficientemente buena?. El no tener el “don” implica asumir que algo en ella no está bien, como si fuera imperfecta (checa la actitud de su abuela al respecto, no es que Mirabel lo haya sacado de la “nada”).

 

Mirabel es un ejemplo del esquema “imperfección/vergüenza” que nos hace sentir incompletos o malos. Temerosos de que las personas nos conozcan y descubran nuestros defectos (como al inicio de la película, evitando mencionar que no tiene un don). Por lo tanto, no encontrará a alguien con quien sentirse valioso, capaz o merecedora de amor. Se preocupa por el juicio de los demás. El sentimiento de vergüenza está siempre presente.

 

En segundo lugar está Isabela, la hermana cuyo don consiste en crear flores y plantas a voluntad, contagiando a todos con un ambiente muy hermoso, colorido y perfecto. Ella se esmera en que todo siempre salga “perfecto”: sus flores, su arreglo personal, la manera de comportarse con las personas del pueblo, cumpliendo las expectativas de su abuela. Sin embargo, carga con la responsabilidad de cuidar que todo lo que haga sea así,  “perfecto”, tiene la enorme presión de nunca equivocarse, estando siempre bajo la lupa de la familia y la comunidad, a siempre ejecutar sus acciones de manera refinada y lo mejor posible.

 

Isabela es un ejemplo del esquema “estándares incalcanzables” nos hace creer que “nunca seremos suficiente”, siempre hay que intentar hacer más y mejor.  Isabela trata de satisfacer estándares cada vez más altos para evitar la crítica, tanto de ella misma como de los demás, volviéndola rígida, perfeccionista y desconectándola de la espontaneidad que nos permite divertirnos y con lo que nos gusta hacer, así como descansar y disfrutar de su tiempo. La autocrítica es un común denominador de este esquema.

 

Luisa es la hermana con la increíble fuerza necesaria para las tareas y actividades difíciles y complicadas como mover puentes, casas, grandes rocas y cargar con todos los burros de la comunidad. Dada su fuerza, todos la buscan y siempre le piden ayuda, trabajando duro para solucionar la vida de los demás, sin embargo, siempre anhela un momento para dejar la carga de los otros de lado y poder disfrutar un tiempo de relajación y descanso.

 

Luisa ejemplifica el esquema “autosacrificio” que con frecuencia nos lleva a voluntariamente sacrificar nuestras necesidades por otros (que vemos “débiles”) y cuando se busca satisfacer las propias necesidades genera mucha culpa (por sentirse egoísta. Ser hipersensible al dolor de los demás es parte del esquema. A la larga, genera resentimiento por aquellos por quienes uno se sacrifica, dado que las propias necesidades se quedan “crónicamente” sin ser atendidas.

 

Y para terminar, Bruno, “el que no debe ser nombrado” en la familia Madrigal, pues sus poderes implicaban la habilidad de ver el futuro y como no eran predicciones “agradables” (perder el cabello, engordar, estar muy triste el día de tu boda o  la posiblidad de perder los poderes de la familia). Todos comenzaron a temerle y alejarlo gradualmente. Nadie lo entendía, pues resultaba que las predicciones eran parciales, sólo mostraban las consecuencias que pasarían de no cambiar la manera de comportarse de aquellos a quienes veía en sus visiones.

 

Este rechazo, aislamiento y no comprensión que recibió Bruno, puede ilustrar el esquema  “privación emocional” en el cual sentimos que los demás no atenderán nuestras necesidades emocionales, incluyendo la empatía, el afecto, validación y el acompañamiento, por tanto, Bruno tiene un “don” que le provoca sentirse incomprendido y frustrado, además de no recibir  el mismo nivel de empatía y cariño que proporciona a los demás, generando incluso que sea “desterrado” por su abuela. La sensación de que no nos van a comprender, reconocer o validar es muy común en este esquema, y al igual que él, podemos tender a aislarnos, lo cual refuerza el esquema.

 

La Terapia de Esquemas  es un planteamiento interesante para reconocer estos patrones en nuestra historia de aprendizaje (los que hemos descrito acá no son los únicos, se han descrito en total 18 esquemas), identificar lo «disfuncional» que nos está resultando y trabajar en el cambio que se requiere para incrementar nuestra calidad de vida, fortaleciendo comportamientos que nos acerquen a una vida más plena y equilibrada. Si no la has visto, te recomiendo que la veas, “encanto» es un buen ejemplo de cómo  nuestros aprendizajes, expectativas y el mismo contexto pueden interferir en que podamos vivir como siempre lo hemos deseado, y que es posible alcanzarlo a través del cambio en nuestros comportamientos.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Por qué da miedo atender un caso de TLP?

En la práctica clínica, podemos encontrarnos con una enorme gama de consultantes y problemáticas, entre los más frecuentes están los problemas de ansiedad, depresión y la llamada “desregulación emocional”, que regularmente está asociada al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).

 

Algunas de las características del TLP es dificultad para regular las emociones y “volver a la calma”, esta problemática se ha asociado a bases biológicas en combinación con situaciones del contexto (un ambiente invalidante, entre otros elementos).

 

Estos problemas de “regulación emocional”  en nuestros clientes con frecuencia “activan” las de los terapeutas, que en ocasiones reportan una sensación de “miedo, preocupación, inquietud” por el consultante, dado que estos consultantes experimentan de manera muy intensa sus emociones y que en esta misma intensidad buscan maneras de “volver a la calma”, algunas de ellas son:

 

  • Auto lesiones
  • Golpearse a ellos mismos, a otras personas y
  • Ideas o intentos de suicido
  • Relaciones sexuales sin protección

Estos comportamientos, en su gran mayoría, han funcionado para que  la persona que experimenta estas emociones intensas pueda regresar a la calma y “aliviar” ese malestar emocional (lo cual ocurre a corto plazo) y, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la búsqueda principal no es “llamar la atención” o “victimizarse”.  

 

Por la naturaleza de las conductas autolesivas, es comprensible que nos “activen” y sintamos miedo de la integridad física de nuestro consultante y presión por la eficacia de nuestras intervenciones.

 

¿Qué puedes hacer si te identificas con estas sensaciones? 

 

Lo primero sería identificar y reconocer el miedo que nos generan este tipo de problemáticas, es súper comprensible que lo estes experimentando; aunque puedan aparecer este tipo de creencias, no eres mal terapeuta por tenerlo, me parece que es señal inequívoca de que para tí es importante que tu cliente esté bien; eso es lo que hace un buen terapeuta: interesarse genuina y auténticamente por sus clientes.

 

Lejos de invalidarlo, te animo a darle “espacio” a ese miedo en lugar de tratar de ignorarlo o querer que se vaya, probablemente sea adecuado que aparezca ya que, gracias a esa preocupación, puedes actuar con más detalle y cuidado. 

 

Lo segundo es crear un espacio de “validación, aceptación y cambio” de y con tú consultante, como lo postula el modelo de la Terapia Dialéctica Conductual, por el miedo que podemos experimentar ante las acciones de riesgo en nuestro cliente es posible caer, sin querer, en acciones de invalidación sobre lo que le sucede, lo que siente y cómo lo regula, lo que podría que podría dificultar que explore nuevas formas de regularlo, lo cual influye en la alta tasa de abandono en este tipo de consultantes.

 

Lo tercero sería “infinita” paciencia para con tu consultante, ya que ha hecho lo mejor que ha podido con las herramientas que ha podido adquirir en su contexto, considera que el cambio será progresivo, y esta paciencia también aplica para tí como terapeuta, ya que solemos abrumarnos o autoexigirnos un poco más ante estos casos.

 

Y una última recomendación es que busques ser supervisado por algún experto en el tema, cuando pedimos ayuda, la probabilidad de éxito con el caso es mayor, además de lo satisfactorio que se siente poder ser parte de una red de apoyo. 

 

Recuerda también darte espacios de “relax”  y autocuidado para ti como persona,  salir con amigos, comer tu comida favorita, ver esa serie a la que le echaste el ojo o la actividad que más te guste. No olvides que también eres un ser humano y mereces un espacio para “recargar pilas”, verás que eso ayuda a tu desempeño como terapeuta.

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Psic. Jesús Briseño

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¿Cómo puedo apoyar a mi hijo en su terapia?

A veces como papás podemos sentimos culpables cuando nuestro hijo o hija muestra situaciones complicadas, reconocer que necesita ayuda “externa” en lugar de la nuestra puede ser difícil, decidir iniciar un proceso terapéutico y “exponernos” a la opinión, estrategias y sugerencias de otro puede causar cierto  desánimo o recelo.


Con frecuencia ocurre que cuando llegan a consulta, muchos padres “sienten” que el o la terapeuta les está juzgando por “hacer las cosas mal” como padres; la realidad es que esto no necesariamente es cierto, máxime en situaciones en las que lo más sabio y amoroso que podemos hacer por ellos es reconocer que la situación que nos llevó ahí “se está saliendo de las manos”, y después de intentar múltiples estrategias, no sabemos qué hacer.


Y acá la pregunta interesante, una vez estando en el acompañamiento con un o una profesional con la capacidad para orientarnos, asesorarnos y acompañarnos, ¿qué puedo hacer yo como papá o mamá para apoyar a mi hijo o hija en su proceso terapéutico?

Antes de contestar esta pregunta hay que recordar que Papá y Mamá son insustituibles e irremplazables y por eso el éxito de la terapia para tu hijo o hija dependerá muchísimo de cuánto te involucres activamente en él en este momento en que tu hija/hijo necesita más que nunca de tu apoyo.


Teniendo esto en consideración, te dejo acá algunas sugerencias que puedes hacer para involucrarte y apoyar a tu hija/hijo:


  • Escucha activamente y sin juzgar a tu hijo/hija.
  • Valida sus emociones (permitir que se sienta como se siente, sin anular o querer cambiar cuando tiene una emoción “negativa” o hacer que se sienta siempre “bien”).
  • Sé paciente, es natural que quieras ver resultados rápidamente, pero la terapia es un proceso, pretender acelerarlo mete presión en todos los que están involucrados (tu hija/hijo, su terapeuta, y tú mismo/a) y por lo general no funciona, el proceso durará lo que tenga que durar.
  • Sé lo que eres: el/la protagonista en la red de apoyo de tu hijo/hija.
  • Trabaja en mejorar la comunicación con tu hija/hijo, una forma de hacerlo es dejarlo que hable de lo que le interesa o lo que quiere platicarte, evitando regañarla en un primer momento (primero escucha toda la historia, después podrás orientar).    


Y ahora, lo que NO hay que hacer para favorecer el proceso y apoyar:


  • Presionar, controlar y acelerar para que mejore a “tu ritmo”.
  • Hacer a tu hijo/hija totalmente responsable de la problemática por la que acuden a consulta.
  • Considerar al terapeuta como un enemigo, en lugar de un aliado.


Recuerda que habrá ocasiones en las que como papá o mamá puedes equivocarte, es totalmente normal que pase y ocurre a todos, porque NADIE lo hace perfecto. Lo importante es hacer lo necesario para generar cambios que como familia les funcionen y restaurar  o evolucionar en que en su momento se deterioró.


Estoy segura que haces lo mejor que puedes con los recursos con los que en este momento cuentas, al tomar la responsabilidad de trabajar en equipo con un/una terapeuta le das a tu familia la oportunidad de aprender y crecer juntos.

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Psic. Bárbara Téllez

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¿Cómo mejorar las relaciones entre mujeres?

La palabra «sororidad», proviene del vocablo soror; que significa

 “hermandad entre mujeres, que se perciben como iguales y se invitan a aliarse, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellas”.

¿Cómo podríamos habitar el término, y animarnos a vincularnos de manera distinta con las demás?

El primer paso es reflexionar sobre las situaciones en las que he sido severa conmigo, además, observar las veces en que he atacado, juzgado o criticado ciertas actitudes o conductas hacia  otras mujeres.

Las relaciones positivas para mí y el entorno, la mayoría de las veces no se dan de forma automática, si no desde el ejercicio de la compasión, y ésta se construye con elementos que pareciese no operan con ella, uno de éstos es el sufrimiento.

Darnos permiso para transitar el mundo de otras mujeres, y entender que adolecen,  qué les  afecta o incluso que le genera desesperanza. Sin suponer o juzgar desde exigencia o expectativas aprendidas socialmente.

También podemos sumar elementos como la bondad, amabilidad, generosidad y tolerancia.

¿Qué pasaría si,  en lugar de hacer evaluaciones o juicios, respetamos y damos ayuda a las demás?

¿Qué pasaría si organizamos nuestra experiencia hacia las mujeres desde el apoyo mutuo?

Si no sabes cómo empezar, aquí te dejo algunas pautas para comenzar a practicar:

  • Reflexiona y cuestiona tus aprendizajes, que juicios o estereotipos me mueven o están generando obstáculos en mi relación con otras.
  • No tomes parte en acciones o comentarios que sean violentos, discriminativos hacia otras mujeres.
  • Anímate a conocer la realidad e historia personal de la mujer que tienes cerca de ti.
  • Suma acciones y temas de autocuidado en tus conversaciones con mujeres en tu entorno inmediato.
  • Al compartir o escuchar sentimientos de otra mujer, procura no utilizar frases como “no pasa nada”, “ni es para tanto”. 

Priorizar la igualdad y la empatía, a pesar de nuestras diferencias puede brindarte a ti y a otras mujeres, un lugar seguro.

 

“No eres un árbol solitario que ha florecido en un bosque en el que no florece ningún otro árbol. Cuando todo el bosque florece contigo, la felicidad se multiplica”.  Osho

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Evy Simental

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¿Cómo vivir el duelo?

Todos en algún momento hemos atravesado o eventualmente viviremos un proceso de duelo, y no, no hablo del “duelo de espadas”, sino el camino que se nos presenta al perder a un ser querido, que ha partido y nada l@ puede traer de vuelta, además de todo lo que va a ir sucediendo a partir de este evento y afrontar la enorme dificultad para «sentirnos igual» una vez que nuestr@ ser querido parte.

 

Ante un fallecimiento de un ser amado, ocurren cambios a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y comportamental que afectan en cierto grado la funcionalidad y estabilidad en nuestro día a día.

 

Podemos definir el duelo como “una experiencia de los  familiares y amigos, en la anticipación, muerte y subsiguiente ajuste a la vida  después de la muerte del ser querido, incluye procesos psicológicos internos y la adaptación de los miembros de la familia, así como las expresiones culturales y experiencias de luto” (Christ, Bonnano, Malkinson & Rubin, 2003).

 

Sin embargo, aunque es una situación que tod@s, sin excepción vamos a vivir, cada persona vive su pérdida de manera distinta, razón por la cual se ha dificultado la generación de un planteamiento teórico que resulte útil para todas las personas que están en duelo por haber perdido a alguien amado.

 

Teóricamente los modelos mayormente usados para explicar este proceso son dos, “las fases del duelo” de Elizabeth Kübler Ross (negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación para explicar y elaborar el proceso de duelo), y “las tareas del duelo” de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, elaborar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a un mundo en el que el fallecido ya no está presente y re-colocar emocionalmente al fallecido).  

 

Estos planteamientos teóricos conllevan el “recorrer ese camino”,  independientemente de lo que transcurre en la vida del doliente y del contexto de la pérdida, es decir, si no se viven estas 5 fases o 4 tareas (aunque no necesariamente en orden) se concluía que “no se había elaborado el duelo adecuadamente”.

 

Evidentemente esto nos llevaría a plantearnos algunas cuestiones, por ejemplo, si después de 10 años recuerdo a mis abuelos ya fallecidos y comienzo a llorar, recordar mis últimos momentos con ellos, y noto cómo mis energías disminuyen, ¿no viví adecuadamente mi duelo?,  ¿acaso no he superado mi pérdida?.

 

En muchas ocasiones, plantearlo de esta manera y generar esas expectativas  termina “boicoteando” nuestros procesos de duelo, pues asumir que “superar” a un ser querido o vivir adecuadamente el duelo implica no sentir, olvidarlo parcialmente o creer que no volverá a doler igual que antes y que nuestra vida volverá a ser la misma, es una gran mentira.

 

Además, resulta invalidante para la experiencia del doliente hacerlo sentir o llevarlo a creer que atravesando ciertos procesos se sentirá como antes y que su pérdida eventualmente le dejará de doler.

 

Stroebe y Schut, en 1999, propusieron el “modelo del procesamiento dual del duelo”,  luego de investigar la forma en que se acompaña o trabaja en éstos procesos de pérdidas; ellos plantean el duelo como un proceso dinámico, vivido en un contexto social e interpersonal, en el cual -en la medida de lo posible- se elige «ignorar» o concentrarse en uno u otro aspecto de la pérdida (llorar por la muerte, extrañar a la persona fallecida) y adaptarse al cambio en su vida posterior (retomar actividades, experimentar nuevas cosas, adoptar nuevos roles, enamorarse, etc.).

 

El modelo busca generar un “acuerdo” con la pérdida del ser querido, explicando cómo los dolientes se orientan de manera alternada y constante hacia la pérdida o restauración.

Cuando el doliente se orienta a la pérdida, acepta las reacciones y síntomas posteriores del duelo, permitiendo expresar su afecto,  evaluar las consecuencias de la pérdida,  hacer una revisión constructiva de sus objetivos y metas. Esto facilita vivir un proceso personal y único, pues de esta manera no hay un tiempo o una “meta” a lograr, sino a ir caminando por la vida mientras vamos guardando espacio y tiempo para sentir el impacto de la pérdida, y nuevamente seguir caminando por la vida y todo lo que nos puede ofrecer.

 

Para finalizar, 2 recomendaciones que pueden ser de gran utilidad:

  • Es importante validar lo mucho que puede cambiar y desestabilizar nuestras vidas en el instante que perdemos a alguien que amamos, probablemente, durante algún tiempo la vida consistirá en estar en el mundo y estar viviendo la perdida; en la medida que las personas se permiten este proceso, los duelos se vuelven menos “incapacitantes”; cuando evitamos sentir la pérdida, y/o evitamos regresar a nuestra vida cotidiana, el duelo se complica y se torna más doloroso.
  • Si te toca acompañar a alguien que perdió a su ser querido, escuchar atentamente, sin buscar opinar o “resolver” sus problemas, mostrarte genuin@ con la ayuda que ofreces y sobre todo validar su sentir (reconocer lo que siente, aceptar que su dolor proviene de algo que todos vamos a vivir y no tiene nada de «malo» estar triste), permitirle llorar y quejarse, respetando su tiempo, su ritmo y sus necesidades, evitando sugerir el volver a la vida “normal” lo antes posible.

 

«Nunca vamos a superar la pérdida de un ser querido, aprendemos a vivir con ella».