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El síndrome del superhéroe

Cuando ayudar en exceso nos genera ansiedad

Es muy común desear ser un superhéroe, es uno de los trabajos más seleccionados en la infancia, todos (o casi todos) jugamos alguna vez a tener superpoderes y salvar el mundo.

En nuestra cultura, la figura de los superhéroes es un ideal en algún sentido, por lo que es comprensible que pensar en serlo nos resulte muy agradable, ¿quién no quiere tener habilidades superiores para ayudar a los demás y salvar el mundo?

La idea de tener un superhéroe cerca, o serlo, puede ser reconfortante, por lo general son los buenos de la película y todo les sale bien, al final del día logran cumplir su misión y salvar a todos. Sin embargo, en la realidad no es así. Los seres humanos no tenemos superpoderes e intentar tenerlos a veces nos resulta muy desgastante fisica, emociona, social y psicológicamente.

En este blog nos centraremos no sólo en lo idealizado que puede estar el ser un superhéroe, sino también en la otra cada de la moneda: ¿qué pasa cuando la constante necesidad de salvar al otro nos rebasa y nos genera ansiedad?, ¿cómo saber si tengo este síndrome?

¿Qué es el síndrome del superhéroe?

El síndrome del superhéroe, también conocido como síndrome de Superman o del salvador, se refiere al patrón de conductas donde una persona busca solucionar los problemas de otros poniendo en riesgo su propio bienestar. Y puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida, con la pareja, familia, colaboradores o amigos. Si bien este síndrome no es un trastorno mental como tal, sí que puede generar otros como la ansiedad.

Este rol de responsabilidad excesiva hacia el otro puede pasar desapercibido tanto por el salvador como por el salvado por la necesidad de ambos en participar de esa relación codependiente, es decir, el héroe cree que la otra persona no podrá resolver por sí misma sus problemas y entra en acción para ayudarle incondicionalmente dejando de lado sus propias necesidades, mientras que el salvado se ve limitado por las acciones de su salvador haciéndole sentir en exceso cómodo y evitando explorar sus propios límites.

Características del síndrome del superhéroe

La persona con síndrome de Superman o Mujer Maravilla, tiene las siguientes características:

  • Una fuerte necesidad de aprobación por parte de quienes le rodean, busca que se le reconozca por su esfuerzo de ayudar al otro, cosa que se facilita al ponerse a sí misma en un rol con connotaciones socialmente positivas.  
  • Tiene conductas de superioridad al verse como héroe o heroína y sentirse capaz de tener la solución a todos los problemas.
  • Intensa necesidad de control, lo que suele hacer al tomar decisiones por otros y ser inflexible consigo misma. 
  • Es reacia a las opiniones de los demás por lo que el trabajo en equipo no suele ser su fuerte.

Consecuencias del síndrome del superhéroe

El impacto de este patrón de conductas es variado y depende de la historia de vida y contexto de cada persona, sin embargo, podemos resaltar depresión, burnout, baja autoestima y por supuesto ansiedad.

La ansiedad por el síndrome del superhéroe puede generarse o agravarse al sumergirse en los pensamientos anticipatorios de lo que puede pasarle a la otra persona y por lo tanto en lo que tendría que hacer para que todo marche bien en su vida.

Así mismo, la culpa de que algo malo pueda ocurrirle por dejar de ayudar. En ese torbellino de pensamientos, las acciones del héroe pueden tornarse erráticas, impulsivas o riesgosas.

La persona podría, por ejemplo, pedir un préstamo que difícilmente podrá devolver, descuidar sus responsabilidades laborales por atender al llamado, o descuidar su salud por anteponer la del otro. Es así que el héroe o heroína se ve atrapado en un círculo vicioso del que no ve salida.

Test del síndrome del superhéroe

Toma unos minutos para responder a estas preguntas con Sí o No:

  1. ¿Constantemente tengo la necesidad de resolver los problemas de los demás?
  2. ¿Me gusta que las cosas se hagan sólo como yo digo?
  3. ¿Cuando creo que la otra persona está por tomar una decisión equivocada no me quedo callado(a)?
  4. ¿Frecuentemente busco oportunidades para ayudar a otros?
  5. ¿Considero que las soluciones que yo doy son mejores a las que tiene la otra persona?
  6. ¿Constantemente me noto enfrascado en mis pensamientos sobre lo que tengo que hacer?
  7. ¿Descuido mi salud física y mental por ayudar a otros?
  8. ¿Suelo encontrarme en situaciones difíciles ocasionadas por ayudar a otros?
  9. ¿Me siento irritado(a) cuando la otra persona no hace lo que yo le digo?
  10. ¿Considero que los demás no valoran lo suficiente aquello que hago?
  11. ¿Me importa mucho lo que otros opinen de mí?
  12. ¿Me gusta sentir que los demás necesitan de mí?

Si respondiste que sí a todas, entonces toma nota de las siguientes recomendaciones.

¿Cómo afrontar el síndrome del superhéroe?

Si te ves identificado con este síndrome tómate unos minutos de autorreflexión para responder lo siguiente:

¿La otra persona en realidad necesita mi ayuda o soy yo quien se la está imponiendo?

¿Lo que hago le impide desarrollar sus propias habilidades y autosuficiencia?

¿Qué me hace pensar que solo yo puedo ayudarla? y sobre todo ¿Cómo me está afectando a mí esta situación?

Es importante reconocer nuestras propias vulnerabilidades pues somos imperfectos por el simple hecho de ser humanos y darnos cuenta de ello nos ayuda a poner en perspectiva nuestras acciones para poner límites y priorizar nuestra salud física y mental.

Y recuerda…

  • El síndrome del superhéroe no es sólo ayudar en exceso sino cuando dejamos que ello afecte nuestro bienestar.
  • El rol de salvador y salvado tienen una relación de codependencia en donde el primero lleva la batuta y puede ponerle fin.
  • La necesidad de aprobación y control son el trasfondo de las conductas de superioridad. 
  • Si las acciones que tomas por este síndrome constantemente te generan ansiedad puedes buscar apoyo, nuestro equipo de terapeutas puede brindártelo.

Psic. Priscila Hernández

Psicoterapeuta

Referencias

R. Ceberio, M.,  (2008). RESILIENCIA: TAMBIÉN LOS SUPERHÉROES BUSCAN RECONOCIMIENTO. Ciencias Psicológicas, II(1),65-75. ISSN: 1688-4094. 

Recuperado de:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=459545421007

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La autocrítica, ¿por qué siento que nunca hago las cosas bien? 

La autocrítica es la tendencia a hablarse a sí mismo con frases como “nunca hago las cosas bien”, “siempre me equivoco”, “no sirvo para esto”, ¿te son familiares? Son algunas de las frases más comunes cuando cometemos un error.

A pesar de la alta frecuencia con la que las personas se autocritican utilizando frases como las que acabo de describir, si les preguntáramos ¿disminuyen o aumentan lo mal que te sientes?, ¿qué crees que responderían?.

Seguramente me responderías que lo aumentan, y no sólo eso,  es muy probable que incluso agraven y prolonguen el malestar. Es interesante analizarlo, porque, a pesar de que a veces no es tan lógico, si una conducta se presenta, más aún si lo hace con frecuencia, seguramente es por algo.

¡Guarda el látigo!, no «estás mal», es algo que le pasa a muchas personas, además ten en cuenta que mucho de lo que nos decimos tiene que ver con nuestra propia historia de aprendizaje, así es que vamos a analizarlo por partes. 

El origen de la autocrítica

¿Recuerdas qué ocurría en tu infancia y adolescencia cuando cometías un error?, si en el presente te notas siendo autocrítico, es altamente probable que en aquel momento la respuesta a tus errores hayan sido respuestas verbales o no similares a las que tienes en este momento, “no puedes”, “ya sabía que no ibas a lograr”, “no eres suficiente”, dichas frases de parte de las personas más cercanas.

A la gran mayoría de las personas nos llegó a suceder esto en algún momento de nuestra infancia y adolescencia, pues bien, resulta mucho más sencillo señalar una conducta errónea (generalmente con palabras incómodas o dolorosas) en lugar de ayudar a corregirla y mejorarla con palabras asertivas y respetuosas.

Así pues, a lo largo de nuestra vida, comenzamos a aprender que cada que nos equivocamos, debemos  recibir una consecuencia negativa por ello, un regaño o un castigo, que en muchas ocasiones viene de nosotros mismos. 

Si te interesa saber más de por qué no me siento suficiente puedes checar este blog https://ijpcc.com/por-que-no-me-siento-suficiente/

Evolución de la autocrítica  


A lo largo de nuestra vida, como ya lo hemos estado mencionando, el contexto influye en gran medida en la adquisición de comportamientos, entre ellas, la manera de percibirnos y las verbalizaciones que comúnmente nos decimos.


Cuando un comportamiento se comienza a repetir una y otra vez, es porque esa conducta está siendo reforzada, o sea que hay algo, aunque a veces no es tan “visible” que la mantiene, a veces puede parecer ilógico, pero desde el punto de vista conductual, todo lo que hacemos lo hacemos para algo.

La conducta de autocrítica va evolucionando gradualmente con el tiempo – manteniendose, incrementando su intensidad, frecuencia y duración- conforme continuamos haciendolo, en un espiral vicioso, en el que cada vez el problema se hace más grande.

¿Por qué la autocritica persiste?

¿Por qué mantener algo que resulta tan incómodo?, pues bien, como se mencionaba anteriormente, la respuesta rápida es porque ese comportamiento está siendo reforzado, mientras sigamos obteniendo lo que sea que lo mantiene, ese comportamiento tiene altas probabilidades de persistir.

A menos que, identifiquemos qué ganancia secundaria podríamos estar obteniendo y toleremos el no tenerla, esto puede ser sensación de control o de certeza, el encontrar la explicación a algo o simplemente el no confrontar aprendizajes que hemos tenido de toda la vida.

Si quieres saber más puedes checar el blog https://ijpcc.com/autocriticar-me-sirve/

¿Qué hacer para reducir o eliminar la autocrítica?

Puede parecer dificil cambiar algo que llevamos haciendo toda la vida, lo primero que puedes hacer es reconocer que será un proceso, no ocurrirá de la noche a la mañana y probablemente sea incómodo y te requiera mucho esfuerzo.

Es válido querer intentarlo por tu cuenta, pero la realidad es que iniciar un proceso terapéutico es la opción más eficaz, un terapeuta bien entrenado revisará tu historia de aprendizaje y las variables en la actualidad que mantienen la conducta problema y junto a ti elaborará un plan para lograrlo, claro tú eres quien hará los cambios, pero la guía de un profesional potencializará todos tus esfuerzos y te dotará de herramientas que podrás implementar toda tu vida.

Si quieres iniciar un proceso terapéutico, puedes solicitar una cita con nuestros terapeutas en

Decidas iniciar un proceso terapéutico o no, puedes considerar las siguientes ideas y empezar a llevarlas a la práctica:

El error forma parte de nuestra experiencia. No somos perfectos, siempre habrá algo en lo que no seamos buenos y durante el desarrollo de aprendizajes, puede que cometamos errores, lo cual es completamente NORMAL.

Puede que lleve tiempo comprender o generar nuevas habilidades y conocimientos en distintas áreas de nuestra vida, ESCUCHATE, sé paciente y cuida las palabras que te dices, la autoexigencia puede ser el detonante de muchas verbalizaciones de autocrítica por no lograr lo que se ha planteado. 

Considera que en algún momento recibirás críticas de terceros, lo importante es no “quedarte atorado” en esas críticas, intenta rescatar lo positivo (si lo hay) y trata de no darle tantas vueltas.

Reaprende la perceptión de ERROR, como una experiencia de aprendizaje, esto puede ser de gran ayuda para prevenir y corregir comportamientos, que de otra manera no tendríamos en cuenta. 

¿Y qué puedo decirme (en lugar de autocriticarme)?


Lo ideal es que tu generes frases y palabras que sean afines a ti, que formen parte de tu estilo, pero para empezar te comparto algunos ejemplos que pueden serte de ayuda para tolerar el malestar emocional ante las equivocaciones que puedas cometer: 

  • –  “El error es parte de la experiencia”. 
  • –  “¿Qué aprendizajes y compromisos obtengo de esta experiencia?” 
  • –  “Lo estoy intentando y aprendiendo de la experiencia”. 
  • –  “Esta equivocación me ha traído un nuevo aprendizaje”. 

Psic. Miguel García

Psicoterapeuta

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¿Cómo ayuda un terapeuta contextual a una persona que está en depresión?

¿Qué hace un terapeuta contextual?

Un terapeuta contextual utiliza enfoques terapéuticos que se centran en el contexto y la relación entre los pensamientos, emociones y comportamientos de una persona. Primero debe ser psicólogo, y después especializarse en estos modelos basados en evidencia; entre los que encontramos el modelo que ha probado su efectividad en el tratamiento de una de las problemáticas que vive aproximadamente el 5% de la población mundial: La depresión.

Si quieres saber más acerca de la depresión puedes ir al enlace https://ijpcc.com/depresion-mas-alla-de-una-etiqueta-diagnostica/

Para el tratamiento de la depresión, los terapeutas contextuales utilizamos el enfoque terapéutico que se basa en la idea de que la conducta y la actividad pueden tener un impacto significativo en el estado de ánimo de una persona, este enfoque es la activación conductual, que se centra en ayudar a las personas a cambiar patrones de comportamiento y a participar en actividades que sean consistentes con sus valores y metas, incluso cuando la depresión puede hacer que tengan poco interés o energía.

Aspectos clave de la activación conductual para la depresión:

Monitoreo de actividades: 

Los terapeutas comenzamos ayudando a las personas a llevar un registro detallado de sus actividades diarias. Esto incluye no solo las actividades laborales, sino también las actividades de ocio, sociales y personales.

Identificación de patrones (por medio del análisis funcional de la conducta): 

A través del monitoreo, se busca identificar patrones específicos de comportamiento que puedan estar relacionados con la depresión. Esto podría incluir la evitación de ciertas actividades o la falta de participación en actividades que solían ser placenteras.

Clarificación de valores y metas:

 Se alienta a las personas a identificar sus valores y metas personales. Estos pueden ser aspectos importantes de la vida que les brindan significado y satisfacción. Establecer metas realistas y alinear las actividades con estos valores es un paso clave.

Planificación de actividades graduadas: 

Se ayuda a las personas a planificar y llevar a cabo actividades graduadas, lo que significa comenzar con actividades más pequeñas y alcanzables y luego ir aumentando gradualmente la dificultad. Esto ayuda a superar la evitación y a romper el ciclo de inactividad asociado con la depresión.

Reconocimiento de logros:

Se enfatiza el reconocimiento y la celebración de los logros, cualquier avance debe ser reconocido. Esto ayuda a reforzar la conexión entre la actividad y el estado de ánimo positivo.

¿Qué logra la Activación Conductual para la depresión?

La activación conductual para la depresión puede ofrecer varios cambios en la vida de las personas, ya que cuando planifican y participan en actividades alineadas con sus valores y metas, no solamente están aumentando su actividad y rompiendo con el ciclo de la depresión, sino que disponen las condiciones que les permitan experimentar un aumento en su sentido de logro y satisfacción vital; promoviendo un sentido de propósito y significado en la vida. Con lo que se vuelven más hábiles en detectar aquello que los fortalece y que evita una recaída en la depresión

Es importante destacar que la efectividad de la activación conductual puede variar según la persona, y no todos los enfoques son adecuados para todos. Consultar con un profesional de la salud mental para evaluar la situación individual y recibir orientación específica es crucial para un tratamiento efectivo de la depresión.

 

Mtra. Mónica García

Terapeuta Conductual-Contextual