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El cerebro de mamá

“Nada es permanente a excepción del cambio”

 Heráclito

Seguramente has escuchado a una mamá decir frases como: “Ser mamá me cambió la vida”, “Mi vida es otra desde que nació mi hijo(a)” “No soy la misma que antes de ser mamá”; yo misma he dicho alguna de estas frases. Evidentemente, la vida es cambio y movimiento, no es un tema nuevo que la maternidad transforma muchas áreas de la vida de una mujer, los innegables cambios físicos, la modificación del  auto concepto, prioridades, vida social, familiar y un sinfín de etcéteras, sin embargo, hasta hace algunos años, no se había hablado científicamente de los cambios que ocurren en el cerebro de quienes se convierten en mamás.

El cerebro de las mujeres cambia su estructura durante el embarazo y estos cambios son mantenidos hasta 2 años después del parto. Esto fue demostrado por un estudio sin precedentes, realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, en el cual se realizaron resonancias magnéticas a 25 mujeres embarazadas, 19 de sus parejas (todos hombres) y 20 mujeres no embarazadas. A través de la observación de las imágenes obtenidas de las mujeres en gestación, se descubrió una disminución en la materia gris en regiones específicas, la materia gris es una sustancia encargada de procesar la información en el cerebro; hablar de materia gris se ha asociado popularmente a la inteligencia, a mayor materia gris mayor inteligencia; sin embargo, cabe aclarar que en realidad su función va mucho más allá.

La investigación realizada demostró que esta reducción de materia gris, no significa menor capacidad cognitiva o menor inteligencia; más bien, quiere decir que se optimizan las conexiones entre neuronas, lo que puede favorecer el correcto funcionamiento de varios procesos en el cerebro.

El cerebro de una mujer embarazada se reajusta. La materia gris se reduce en algunas áreas cerebrales para favorecer un aumento en la empatía; las mamás son más habilidosas para hacer conexión con los demás,  lo cual puede explicar el surgimiento del instinto maternal relacionado con la detección de las necesidades del bebé o de anticipar riesgos potenciales para su hijo en un entorno específico. Esto solo le ocurre a las madres y es un proceso adaptativo, no evolutivo; no quiere decir que las mujeres  que no son madres sean menos evolucionadas que aquellas que sí lo son. La investigación reveló que este reajuste solo ocurre en las gestantes, ya que ninguno de los hombres que se estudió ni de las mujeres no embarazadas mostró cambios en la estructura cerebral.

Es muy probable que los cambios hormonales que se producen durante el embarazo, no solo cambien el cuerpo, si no que también influyan en esta reorganización del cerebro; los sentidos se agudizan, aumenta la producción de oxitocina (también llamada la hormona del amor) que se almacena y a partir del quinto mes de gestación empieza a liberarse gracias a los primeros movimientos del bebé dentro del vientre; esta misma hormona funciona como desencadenante y analgésico natural durante el parto y una vez que el bebé ha nacido, la oxitocina favorece el vínculo de apego y la lactancia materna.

Desde el embarazo, nuestro cuerpo se prepara para un gran reto, la naturaleza nos provee,  nos da lo necesario para adaptarnos a los cambios que trae consigo la maternidad.

Por eso la próxima vez que escuches a alguien decir: “La maternidad me ha cambiado” puedes considerarlo como cierto. Ser mamá te cambia…para siempre.

 
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Mtra. Mónica García

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