Las personas frecuentemente consideran ir a terapia antes, durante y después de hacer una transición de vida importante, me llama la atención que cuando se trata de la maternidad, pensar en ir al psicólogo no es tan común.
Durante el embarazo a las mujeres se les aconseja que hagan ejercicio, cuiden su alimentación y acudan con algunos especialistas, pero no siempre se considera la psicoterapia como una parte importante de su régimen de atención prenatal, incluso en casos en que es necesario y puede ser fundamental para llevar un buen embarazo, parto e inicio (o reinicio) de la maternidad.
El estigma social de la atención en salud mental a veces impide pedir ayuda psicología o psiquiátrica, en uno de los momentos “más importantes” de la vida en el que la expectativa es que se viva “en plenitud”. El embarazo y la maternidad están asociados a una serie de cambios hormonales, fisiológicos, cognitivos y sociales. La falta de adaptación a estos cambios conduce a la aparición y/o cronificación de problemas psicológicos tales como la depresión, la ansiedad, el estrés, que muchas veces pasan desapercibidos.
Durante el embarazo son frecuentes, y totalmente normales, los sentimientos ocasionales de depresión, suele haber ambivalencia emocional, es decir, la convivencia de momentos alternos de gran alegría y feliz expectación, con otros de miedos y dudas acerca de si se ha tomado la decisión correcta, de la capacidad de asumir la responsabilidad o de la “revolución” que traerá a su vida el o la bebé.
Es un periodo de sensibilidad creciente, así como de gran vulnerabilidad, por lo que cobran vital importancia los cuidados facilitados por el entorno cercano, la pareja y la familia, así como por los profesionales del sistema de salud.
Si has pensado en que lo necesitas, pide ayuda, a pesar del miedo es lo más sabio y valiente que puedes hacer, el llevar un proceso terapéutico prenatal te ayudará a sentirte más segura y ayudará a esclarecer los objetivos como:
- Clarificar dudas y adaptarte mejor a los cambios que trae el embarazo.
- Prepararte psicológicamente para el momento del nacimiento y el postparto.
- Atender dudas acerca de la relación madre-hijo y el desarrollo del bebé.
- Facilitar una mejor reincorporación laboral o adaptarte a la nueva dinámica del hogar desde un punto de vista psicológico/emocional.
“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo”. Autor Desconocido.