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¿Cómo vivir el duelo?

Todos en algún momento hemos atravesado o eventualmente viviremos un proceso de duelo, y no, no hablo del “duelo de espadas”, sino el camino que se nos presenta al perder a un ser querido, que ha partido y nada l@ puede traer de vuelta, además de todo lo que va a ir sucediendo a partir de este evento y afrontar la enorme dificultad para «sentirnos igual» una vez que nuestr@ ser querido parte.

 

Ante un fallecimiento de un ser amado, ocurren cambios a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y comportamental que afectan en cierto grado la funcionalidad y estabilidad en nuestro día a día.

 

Podemos definir el duelo como “una experiencia de los  familiares y amigos, en la anticipación, muerte y subsiguiente ajuste a la vida  después de la muerte del ser querido, incluye procesos psicológicos internos y la adaptación de los miembros de la familia, así como las expresiones culturales y experiencias de luto” (Christ, Bonnano, Malkinson & Rubin, 2003).

 

Sin embargo, aunque es una situación que tod@s, sin excepción vamos a vivir, cada persona vive su pérdida de manera distinta, razón por la cual se ha dificultado la generación de un planteamiento teórico que resulte útil para todas las personas que están en duelo por haber perdido a alguien amado.

 

Teóricamente los modelos mayormente usados para explicar este proceso son dos, “las fases del duelo” de Elizabeth Kübler Ross (negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación para explicar y elaborar el proceso de duelo), y “las tareas del duelo” de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, elaborar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a un mundo en el que el fallecido ya no está presente y re-colocar emocionalmente al fallecido).  

 

Estos planteamientos teóricos conllevan el “recorrer ese camino”,  independientemente de lo que transcurre en la vida del doliente y del contexto de la pérdida, es decir, si no se viven estas 5 fases o 4 tareas (aunque no necesariamente en orden) se concluía que “no se había elaborado el duelo adecuadamente”.

 

Evidentemente esto nos llevaría a plantearnos algunas cuestiones, por ejemplo, si después de 10 años recuerdo a mis abuelos ya fallecidos y comienzo a llorar, recordar mis últimos momentos con ellos, y noto cómo mis energías disminuyen, ¿no viví adecuadamente mi duelo?,  ¿acaso no he superado mi pérdida?.

 

En muchas ocasiones, plantearlo de esta manera y generar esas expectativas  termina “boicoteando” nuestros procesos de duelo, pues asumir que “superar” a un ser querido o vivir adecuadamente el duelo implica no sentir, olvidarlo parcialmente o creer que no volverá a doler igual que antes y que nuestra vida volverá a ser la misma, es una gran mentira.

 

Además, resulta invalidante para la experiencia del doliente hacerlo sentir o llevarlo a creer que atravesando ciertos procesos se sentirá como antes y que su pérdida eventualmente le dejará de doler.

 

Stroebe y Schut, en 1999, propusieron el “modelo del procesamiento dual del duelo”,  luego de investigar la forma en que se acompaña o trabaja en éstos procesos de pérdidas; ellos plantean el duelo como un proceso dinámico, vivido en un contexto social e interpersonal, en el cual -en la medida de lo posible- se elige «ignorar» o concentrarse en uno u otro aspecto de la pérdida (llorar por la muerte, extrañar a la persona fallecida) y adaptarse al cambio en su vida posterior (retomar actividades, experimentar nuevas cosas, adoptar nuevos roles, enamorarse, etc.).

 

El modelo busca generar un “acuerdo” con la pérdida del ser querido, explicando cómo los dolientes se orientan de manera alternada y constante hacia la pérdida o restauración.

Cuando el doliente se orienta a la pérdida, acepta las reacciones y síntomas posteriores del duelo, permitiendo expresar su afecto,  evaluar las consecuencias de la pérdida,  hacer una revisión constructiva de sus objetivos y metas. Esto facilita vivir un proceso personal y único, pues de esta manera no hay un tiempo o una “meta” a lograr, sino a ir caminando por la vida mientras vamos guardando espacio y tiempo para sentir el impacto de la pérdida, y nuevamente seguir caminando por la vida y todo lo que nos puede ofrecer.

 

Para finalizar, 2 recomendaciones que pueden ser de gran utilidad:

  • Es importante validar lo mucho que puede cambiar y desestabilizar nuestras vidas en el instante que perdemos a alguien que amamos, probablemente, durante algún tiempo la vida consistirá en estar en el mundo y estar viviendo la perdida; en la medida que las personas se permiten este proceso, los duelos se vuelven menos “incapacitantes”; cuando evitamos sentir la pérdida, y/o evitamos regresar a nuestra vida cotidiana, el duelo se complica y se torna más doloroso.
  • Si te toca acompañar a alguien que perdió a su ser querido, escuchar atentamente, sin buscar opinar o “resolver” sus problemas, mostrarte genuin@ con la ayuda que ofreces y sobre todo validar su sentir (reconocer lo que siente, aceptar que su dolor proviene de algo que todos vamos a vivir y no tiene nada de «malo» estar triste), permitirle llorar y quejarse, respetando su tiempo, su ritmo y sus necesidades, evitando sugerir el volver a la vida “normal” lo antes posible.

 

«Nunca vamos a superar la pérdida de un ser querido, aprendemos a vivir con ella».

 

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Depresión: la pandemia que más ha afectado a los jóvenes

A inicios de la contingencia sanitaria la principal medida para evitar el contagio de COVID-19 en todo el mundo fue el aislamiento y el distanciamiento social. El cierre de escuelas, centros deportivos, lugares de recreación y de convivencia en general, afectó marcadamente a todos, en especial a los niños, adolescentes y jóvenes, quienes ha mostrado efectos más intensos y prolongados causados por estas medidas. 

 

La crisis de salud mental en personas jóvenes se debe principalmente a la pérdida de las costumbres cotidianas y rutinas familiares, la ausencia del entorno escolar, las dificultades para participar en actividades deportivas y recreativas, así como las limitaciones sociales y el aburrimiento que todo esto conlleva, puesto que en esta etapa de la vida, hay una importante necesidad de interacción social.

 

Que cada vez se fueran acumulando más meses de pandemia, generó en los jóvenes  incertidumbre sobre su futuro académico y laboral,  en muchos casos el escaso acompañamiento de los adultos los a buscar estrategias desadaptativas para el afrontamiento de esta situación, por ejemplo, el uso excesivo de dispositivos electrónicos, que lejos de ayudar, provoca aún más aislamiento social y a largo plazo se favorece el desarrollo de trastornos depresivos y de ansiedad.

 

¿Cuáles son los signos de alarma de un trastorno de depresión? 

Cambios en la forma en que la persona vivía hasta ese momento, como aislarse de su entorno y retraerse socialmente, problemas en los procesos fisiológicos básicos como el sueño (problemas para dormir o estar durmiendo de más),  cambios en los hábitos alimentarios, irritabilidad con brotes repentinos de ira, no disfrutar de las actividades que generalmente disfrutaba, falta de entusiasmo y motivación, fatiga o falta de energía, sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo, dificultad para concentrarse.

 

Una vez que se detecta un trastorno depresivo  ¿Cómo afrontarlo?

Ante la presencia de un trastorno depresivo es necesario tener en cuenta que se requiere tiempo y esfuerzo para poner en marcha estrategias que ayuden a afrontarlo.

  • Es necesario permanecer activo, aunque ante la depresión es difícil enfrentarse al día a día, el simple hecho de salir de la cama y afrontar las actividades cotidianas hará que mejore el estado de ánimo.
  • Realizar actividades que antes te satisfacían ya que esto ayudara a mejorar.
  • Hacer ejercicio influye positivamente en el estado de ánimo y sentirse más vital.  
  • Mejora tu patrón de sueño y cuida tu alimentación mediante rutinas equilibradas.  
  • Cuidar tu aspecto físico mejorará la manera en que te percibes a ti mismo. 
  • Se tolerante contigo mismo teniendo en cuenta que el sentirse deprimido no es culpa tuya, por lo que no debes condenarte por esto.
  • Expresa tus emociones de manera genuina a tus familiares y amigos. 
  • Busca ayuda con un profesional de la salud mental.

 

Es muy importante detectar tempranamente los indicadores de un problema emocional o conductual, así como implementar estrategias efectivas para su adecuado manejo, ante la duda, lo mejor es contactar con un Psicólogo, un profesional que podrá orientar a los padres y a los jóvenes para mejorar su estado de ánimo y acercarle a conductas que le lleven a una vida valiosa. 

Staff IJPCC

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Soluciones fit vs soluciones profesionales

Sin el afán de generalizar, es indudable de que nuestra sociedad actual se ha caracterizado por marchar a un ritmo vertiginoso, realizar una cantidad de actividades que abarcan todo nuestro día, actividades de alto impacto, las cuales podamos presentar a los demás como novedosas, interesantes o espectaculares. Una sociedad que valora la vanguardia, las sensaciones que proyecten bienestar, salud, y motivación perpetuos.

¿Pero qué pasa si realmente un día nos sentimos mal? ¿Si algo dentro de nosotros nos agota y nos causa una sensación de no querer hacer todas esas actividades? ¿Eso sería aceptable? En la denominada cultura “fitness” la cual valora, el esfuerzo, el trabajo corporal, la salud, lo estético y la motivación como fines y valores primordiales, evidentemente permitirse sentirse mal, ni siquiera es una opción.

¿Cómo se vive la cultura fitness?

Responder a esta pregunta es sencillo, se vive con una alta exigencia, que lleva a actividades físicas como el gimnasio, entrar en competencias físicas, comer alimentos saludables y con una ingesta calórica baja. Ir a lugares llamativos, usar ropa de marca deportiva o que resalte nuestra figura se vuelve una aspiración. En donde casi siempre existe una aparente felicidad, disposición o motivación personal, las fotos y las “selfies” no pueden faltar. Aconsejar seguir estas rutinas o estilo de vida para los demás se vuelve una norma que caracteriza a esta cultura, especialmente para personas que atraviesan por algún malestar emocional o por algún momento de duda en sus vidas.

Soluciones fitness

Apuesto a que hemos escuchado a amigos, familiares o conocidos que cuando les expresamos que nos sentimos con algún malestar emocional o que no tenemos motivación de hacer nuestras actividades, nos han respondido que podemos hacer ejercicio, practicar algún deporte, que hagamos algo que nos “distraiga”, que probemos ciertos alimentos, productos de origen natural o complementos que nos pueden hacer sentir mejor, que vayamos a un spa, o aun lugar donde podamos pasarla bien. Inicialmente podemos tomarles la palabra, lo inténtanos. 

Aparentemente el malestar se va un rato, pero nos encontramos con que nuevamente vuelve, y podemos sentirnos confundidos porque después de haber probado estas opciones, nos encontramos con la misma problemática y ahora incluso un poco más presionados por cumplir con estas actividades, pero sin la motivación y el bienestar emocional que aparentemente pretendíamos encontrar. ¿Entonces que más hacer ante ese malestar y estas aparentes soluciones que no resuelven el problema del todo? 

No quiero que se malinterprete, buscar actividades físicas, comprar cosas, ropa que nos guste, asistir a actividades culturales o buscar momentos y lugares de esparcimiento pueden ayudar a generar reforzadores que nos den algún momento de bienestar, pero si a pesar de esto, el malestar persiste es momento de buscar otro tipo de solución. 

Depresión y juventud dos elementos que son parte de un mismo fenómeno. 

Aparentemente ser joven y gozar de vigor, energía, fuerza y motivación en una fórmula casi autoevidente. Sin embargo, no necesariamente es así, incluso es un supuesto cada vez más lejos de la realidad. Algunos datos de un estudio realizado por la UNAM en el año 2018 revelan lo siguiente: En México, el número de jóvenes entre 12 y 24 años con depresión es de aproximadamente 2.5 millones, y 9.9 de cada 100 mil ha tenido ideas suicidas. La depresión es uno de los principales padecimientos que se enfrentan en esta etapa de la vida, por lo que se les debe poner especial atención. Lamentablemente la depresión no es detectada ni tratada sino hasta que la sintomatología es grave o causa estragos signitificatvos en la vida de las personas. Es por ello que te invito a que puedas saber brevemente en que momento es pertinente buscar esas soluciones profesionales.

Soluciones profesionales.

Un psicólogo es un profesional de la salud mental, que evaluará los antecedentes de vida, conductas problemas, los factores internos y externos que influyen en que el estado de ánimo. Asimismo, efectúa un plan de trabajo más elaborado, en el que puedas modificar ciertos pensamientos, creencias que mantienen los síntomas. Además, busca la forma de aproximarte, activarte y hacer que de a poco vuelvas a realizar aquellas actividades que para ti son importantes, obteniendo una sensación de satisfacción más genuina, natural y coherente con tu estilo de vida y tus necesidades actuales. También te enseña a aceptar tus emociones, a hacerlas validas, y no buscar cambiarlas con soluciones aparentemente inmediatas, pero que no afrontan el problema de forma directa. En caso de ser necesario, y si la problemática es más delicada o profunda y atañe a factores biológicos, puede derivarte con un psiquiatra que es un médico especialista en el tratamiento farmacológico, es decir, aquel que sabrá que medicamentos administrar para regular las funciones químicas que necesitan ser niveladas para tener un óptimo funcionamiento.

 Es de gran relevancia seguir estas soluciones profesionales, al final, existe evidencia de que la efectividad será más alta y podrás tener una reintegración más óptima, disminuyendo la posibilidad de una recaída. Por último, te dejo una pequeña frase a manera de conclusión, “Lo fit a larga se puede volver sad, si no te tratas adecuadamente”. 

También te dejo una pequeña infografía cortesía de Ciencia UNAM para que valores si es momento de buscar soluciones profesionales.

http://ciencia.unam.mx/contenido/infografia/35/-estas-deprimido-
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Staff IJPCC

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La sombra detrás de una sonrisa: depresión en jóvenes

“Nadie debería sufrir los problemas de salud mental en soledad.”
Autor desconocido

¿Alguna vez has utilizado la palabra “depresión”? Estoy segura de que más de alguna vez lo has hecho, y es que es muy común hoy en día decir que estamos deprimidos o muy tristes, pero realmente, ¿conoces lo que es la depresión?


Más que una tristeza pasajera, una mala decisión, un día malo o gris, la depresión es un trastorno emocional que causa un sentimiento de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades, afecta sentimientos, pensamientos y comportamiento de una persona. Además, puede causar una variedad de problemas físicos.


Este trastorno suele asociarse a la edad adulta, ya que es aquella etapa en donde más fácilmente puede ser detectada y atendida a tiempo, sin embargo, la depresión también puede presentarse en niños y adolescentes; siendo esta última población la menos atendida y con mayor dificultad de detección por los cambios característicos que se presentan durante su desarrollo.


La depresión en adolescentes o jóvenes es un problema de salud mental tan grave como en la etapa adulta, aunque sus características son similares hay algunos aspectos que son característicos en esta etapa del desarrollo, como pueden ser:

  • Tristeza
  • Irritabilidad
  • Sentirse negativo e inútil
  • Ira
  • Bajo rendimiento o poca asistencia a la escuela
  • Sentirse incomprendido
  • Consumir drogas de uso recreativo o alcohol
  • Comer o dormir demasiado
  • Autolesionarse
  • Sensibilidad extrema al rechazo o al fracaso, y excesiva necesidad de aprobación
  • Aislamiento social

¿Qué puede provocar depresión en los jóvenes?
Existen distintos factores que pueden generar la aparición de la depresión en los jóvenes, que pueden ir desde algún evento traumático o doloroso como alguna pérdida, hasta cambios hormonales, o bien, tener antecedentes de depresión en la familia.

 

¿Qué puedo hacer si detecto algunos de estos síntomas en mi hijo/a, o se de alguien que puede tener depresión?
Algunos de los tratamientos que se sugieren para este trastorno son los fármacos y la psicoterapia cognitivo conductual. Siempre será importante acudir con un profesional de la salud que ayudé en el diagnóstico y tratamiento de este trastorno, ya que como mencioné antes, es algo que no puede resolverse de la noche a la mañana y requiere de un tratamiento acompañado de algún experto en el tema.


Si crees que tu hijo o hija adolescente puede estar pasando por esta situación o consideras que alguien podría estar sufriendo de depresión no dudes en buscar o proporcionar ayuda, nadie debería pasar por situaciones así “sólo”, acércate con algún profesional que pueda ayudarlos a estar, sentirse y vivir mejor.

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Depresión: más allá de una etiqueta diagnóstica

Depresión: más allá de una etiqueta diagnóstica

 

Todos hemos escuchado alguna vez acerca de la depresión, y lo primero que podemos imaginar al escuchar este término es quizá a una persona desanimada, con la mirada triste y constantemente llorando, y probablemente algunas de las características antes descritas puedan presentarse en una persona “deprimida”, sin embargo ¿Tú qué entiendes por “depresión”? 

 

Lo que comúnmente entendemos como depresión se asocia con con sensación de tristeza, falta de ánimo o motivación para  realizar actividades, irritabilidad, problemas en el sueño y la alimentación; sin embargo, es importante mencionarte que la palabra “depresión” es únicamente una forma de entender algunas conductas que se presentan en “exceso” (aparecen mucho y no deberían aparecer tanto) y “déficit” (conductas que casi no aparecen, siendo ideal su constante aparición), las cuales provocan que las personas se alejen de sus ideales y  cosas valiosas e importantes para ellas y como resultado se presenta esta sensación de desmotivación y vacío. 

 

Con base en esto, en muchas ocasiones cuando hablamos de depresión no necesariamente se trata de una “enfermedad” o algo que esté mal en ti; sino de  una respuesta “natural” que se presenta ante situaciones difíciles y  producen malestar. En este sentido, las conductas que englobamos como  “depresión”, son  una forma de enfrentar estas situaciones estresantes; esto aunado a situaciones en las que hemos tenido pocas experiencias agradables, situaciones motivantes y la conciencia de qué es importante y valioso, más mucho contacto con situaciones “desfavorables” pueden intensificar las sensaciones de “depresión” o hacer que dure más tiempo.

¿Qué hacer?

Una forma potencialmente eficaz es retomar actividades que te gustan o gustaban hacer, incluso con actividades que no sabes si te van a gustar, pero en algún momento tuviste la inquietud de hacer, te llamaron la atención, puede parecer algo no relacionado o incluso un tanto complicado de hacer en este momento, pero vale la pena intentarlo. 

 

Además puedes plantearte alguna meta o propósito, no tiene que ser algo grande, pero si algo que para ti sea importante; la meta debe acercarte poco a poco (o mucho a mucho) a aquello que para ti es valioso, a la vida que quieres tener.

 

Dicho esto, el siguiente paso es realizar pequeñas acciones diarias que te acerquen a la meta, notarás eso que te hace sentir vivo o motivado; conviene llevar  un diario en el cual registres como te sientes al acercarte a estas actividades o el simple hecho de anotarlas ¿Qué emociones te produce? 

 

En muchas ocasiones la solución no es sencilla y desafortunadamente la depresión está presente en miles de personas a lo largo del mundo, ten la certeza de que no estás solo/a, existen alternativas para sentirte mejor, si llevas algún tiempo sintiendo este desánimo o tristeza es importante que consideres iniciar un proceso terapéutico. Si conoces de alguien que puede estar pasando por algo así, tu empatía y apoyo pueden ser de gran ayuda. 

 

Acércate a nosotros, en el IJPCC estaremos encantados de poder acompañarte.

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Staff IJPCC

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Así es como se siente la vida: de colores

Soy psicóloga desde hace 11 años y suelo decir que lo que me acercó al IJPCC fue la necesidad de profesionalizarme para la atención psicosocial que estaba brindando a familias de personas desaparecidas. Esto es cierto, pero falta una gran parte de la historia.

Me encontraba arrastrando una depresión algo severa durante por lo menos 3 años de mi vida, cuando un día sentada en la sala de mi casa, colapsé por completo.  A veces y de manera paradójica, los psicólogos podemos resistirnos a ir a psicoterapia: no era mi caso. Había intentado dos procesos terapéuticos que parecían servirme por algunos meses, pero luego volvía la depresión y quizá con más fuerza, hasta regresaba con otras estrategias y herramientas nuevas y súper mejoradas.

Decidí que tendría que ir al psiquiatra y elegí una doctora de la cual me habían dado muy buenas referencias que además, podía atestiguar. Al llegar con ella, por supuesto que me confirmó mi diagnóstico de “Trastorno depresivo mayor recurrente, grave”, pero también me dijo que para que ella me tratara, sería indispensable asistir a psicoterapia de manera paralela (ningún gran descubrimiento hasta aquí). Me dio esperanza su recomendación: “te voy a canalizar con la mejor psicoterapeuta que conozco y estoy segura que debe ser una de las mejores de Guadalajara, sino es que del país”, nunca se me han olvidado esas palabras. Lo primero que pensé es que eso me iba a costar una millonada (he conocido psicoterapeutas que cobran hasta $1500 por sesión y seguro hay quienes cobran más) pero realmente había llegado a un punto donde todas mis relaciones y mi entorno estaban rotos o al menos gravemente afectados, así que algo haría para pagar el tratamiento.

Por supuesto que me puse a investigar acerca de la Mtra. Laura Gómez-Llanos y el Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual, pensaba que un tercer proceso terapéutico fallido, sería devastador. Comencé mi proceso terapéutico y conocí la “Terapia Centrada en Esquemas” de Jeffrey Young y así poco a poco comencé a ver cómo mi vida iba cambiando.

Hubo un momento en el que con mucha vergüenza pero con plena confianza compartí en terapia: “Entonces así es como se siente la vida, de colores”.   Conforme transcurría mi proceso terapéutico, me enamoré de la Terapia Cognitivo Conductual y particularmente de la terapia de esquemas, quería saber todo sobre ellas y fue entonces que ingresé al Diplomado en Psicoterapia Cognitivo Conductual para adultos y luego al Diplomado en Psicoterapia Cognitivo Conductual para niños y adolescentes, además de asistir a cuanto entrenamiento podía. He tenido maestros maravillosos, me permiten y se permiten discutir y dialogar, retarme y apoyarme por igual.

El año pasado se abrió la Certificación Internacional en Terapia Centrada en Esquemas y por supuesto que no dudé en inscribirme. Las personas suelen decirme que con los cursos que he tomado ya podría haber estudiado una maestría y quizá tengan razón pero también es cierto que conozco pocas o ninguna maestría cognitivo-conductual con la calidad y nivel de los cursos que he tomado en el IJPCC. De cualquier forma, mi corazón sigue esperando el día en que se abra la oportunidad y pueda cursar esa maestría en el Instituto.

Hoy tengo el enorme honor de trabajar junto con mis maestros, de sentirme nerviosa al preguntarles algo en el pasillo y agradecida al recibir asesoría para atender algún caso complicado. Con el riesgo de leerme demasiado cursi, puedo decir que uno de los mejores regalos que he recibido de la vida es trabajar en el IJPCC.

Suelo decirles a mis pacientes que la terapia cambia vidas y lo digo desde el corazón y no desde el libro o el salón de clases. Me emociona profundamente ver a mis pacientes hablar acerca de sus esquemas y sus sesgos cognitivos, me reta acompañarles en su proceso de descubrimiento de los orígenes de lo que hoy les afecta y me descubro conmovida al verles avanzar y alcanzar sus objetivos terapéuticos, ya que sí sé lo que se siente volver a ver el mundo de colores.

Gracias Daniela por llevarme a Laura y gracias Laura por llevarme a éste mundo maravilloso lleno de colores.

Psic. Arely Rocha 

Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual

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Por qué “écharle ganas” no quita la depresión.

”Estar deprimido” se ha convertido en algo demasiado común, la mayoría de nosotros lo ha dicho en algún momento, sin entender verdaderamente qué significa.

Afortunadamente, como sociedad  nos hemos acostumbrado a la idea de que todos estamos en riesgo de padecer un trastorno mental; desafortunadamente, muy pocas veces entendemos su magnitud cuando efectivamente esta ocurriendo, lo cual empeora la situación para quien lo vive.

Para entender de qué se trata, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) el episodio depresivo mayor (la forma más frecuente de depresión) tiene las siguientes características:

“Ánimo depresivo casi diario (durante la mayor parte del día), desde hace ≥2 semanas y desde un momento preciso y reconocible, junto con la presencia de ≥5 de los siguientes síntomas, incluido ≥1 de los 2 primeros:

1) estado de ánimo depresivo

2) disminución significativa del interés en casi todas las actividades y/o de las sensaciones placenteras relacionadas con ellas

3) apetito aumentado o disminuido, o pérdida importante (no relacionada con la dieta) o incremento en el peso corporal (p. ej. ≥5 % en un mes)

4) insomnio o hipersomnia

5) agitación o inhibición psicomotora

6) sensación de fatiga o pérdida de energía

7) sentimiento de minusvalía o sentimiento de culpa infundado

8) disminución en la destreza cognitiva, dificultades en la atención o en la toma de decisiones

9) pensamientos recurrentes de muerte (no solo temores a la muerte)

10) pensamientos suicidas recurrentes sin un plan determinado, intentos de suicidio o un plan suicida”.

Una de las características más importantes, que se da por sentado y tiende a obviarse es que todo lo anterior es completamente INVOLUNTARIO.

Es increíble la cantidad de pacientes que acuden a consulta sintiéndose totalmente incomprendidos y frustrados ya que en casi todos los casos, han recurrido a pedir apoyo con personas cercanas que les dijeron “echale ganas”.

“¡Si entendieran que justo eso es lo que me deprime más!, ¡que tengo que echarle ganas, y no quiero… y no puedo! No tengo las fuerzas, ni la motivación, ¡¿como voy a echarle ganas?!”, me decía una paciente que lo tenía clarísimo.

Y seguro la intención de estas personas es buena, quieren ayudar, apoyar, dar una palabra que mejore la situación, que le ayude a sentirse mejor.

Es importante considerar que si pudiéramos equiparar los síntomas de depresión (o cualquier otro trastorno mental) con una enfermedad física, tendríamos que decirle a una persona con diabetes que “nivele su azúcar”, a quien tiene una contractura “que se mueva y no le duela”, o a quien tiene un resfriado “que ya no tenga ganas de estar en cama y se le quite el cuerpo cortado”, ¿absurdo, no?

Las personas con depresión no eligen sentirse así, no se trata de “echarle ganas”, no es flojera, ni ganas de llamar la atención; es un trastorno mental real, que sólo mejorará si recibe el tratamiento y soporte adecuados.

Si conoces a alguien con depresión puedes ayudarle de manera efectiva haciendo lo siguiente:

  • No pretender que “mágicamente” deje de sentirse así.
  • Escuchar, interesarte, acompañar.
  • Buscar información con soporte científico.
  • Sugerirle que reciba atención psicoterapéutica y psiquiátrica.
  • Ayudarle a hacer cosas que lo activen (hacer pendientes, ir al súper…)
  • Dejarle saber que te importa, que estás dispuesto a apoyarle.
  • Si no sabes qué hacer, buscar ayuda para ti.

No siempre es fácil tener cerca a  una persona con depresión, en ocasiones nos resulta todo un reto el aceptarlo, sin embargo apelar al interés y cariño que sentimos por esa persona nos ayudará a encontrar la mejor forma; recuerda, si no sabes qué hacer, busca asesoría, en el Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual podemos apoyarte.

Mtra. Laura Gómez-Llanos 

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual