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Volver a la infancia: ¿Cómo aprendí a ser yo?

“Todas las personas mayores fueron al principio niños (aunque pocas de ellas lo recuerdan)”. Antoine de Saint-Exupéry 

¿Alguna vez te ha pasado o has escuchado de alguien que cuando está solo se siente «raro», le cuesta mucho o simplemente no puede?  o ¿Te ha resultado difícil saber de dónde viene esa necesidad de distraerte cuando te quedas solo en casa?

 

Cuando hablamos de salud mental hablamos de muchos aspectos relacionados al mundo interno de los seres humanos: el amor propio, el sentirnos capaces, nuestras creencias y pensamientos, la capacidad de relacionarnos con otros, nuestros valores y miedos, el emprender metas, regular nuestras emociones, entre muchas otras.

 

Sin embargo, ¿Es posible sentirse solo, aún estando rodeado de seres queridos? ¿qué influye en que una persona pueda tener dificultades para sentir que vive de forma plena? ¿Qué influye para que sufra fracasos amorosos o profesionales?

 

La respuesta está en algo que llamamos «necesidades emocionales». Son 5, son el resultado de numerosos estudios y numerosas conclusiones similares entre distintas teorías y corrientes psicológicas, y para entenderlas mejor debemos entender primero cómo aprendemos estos patrones que guían nuestras vidas.

 

Primero que nada, así como necesitamos dormir nuestras horas correspondientes, comer adecuadamente y hacer ejercicio para mantener el cuerpo sano, nuestra salud mental, a diferencia de lo que escuchamos o leemos, nuestro cuidado emocional no solamente consiste en buscar estar en un estado de “paz” permanente.

 

Depende en buena medida de las necesidades emocionales y cuando éstas no se cubren apropiadamente, comienzan los problemas emocionales. No estamos locos, sólo desarrollamos algo llamado esquema, una especie de lentes que hacen sentir, pensar, recordar, percibir el mundo y al futuro de forma sesgada, desadaptativa y que a la larga me genera constantemente sufrimiento.

 

Y, por si fuera poco, los seres humanos aprendemos a grandes rasgos mediante las consecuencias: lo que pasa inmediatamente después de que yo experimente o realice alguna acción determina qué tan probable es que pase nuevamente, o deje de suceder.

 

Por ejemplo, en muchas partes de México es bien sabido que llorar no es algo bien visto en los adultos (salvo en funerales o borracheras), y por lo tanto es poco probable ver a un adulto llorar en público, mientras que a ver a niños «haciendo berrinches» es relativamente normal para nosotros.

 

Por lo tanto, aprendemos a cubrir estas necesidades de acuerdo a cómo nos fueron enseñando (o no) desde niños, además de las experiencias que acumulamos conforme vamos creciendo, hasta tener una idea más o menos general sobre uno mismo, el mundo y el futuro. 

 

  • Conexión y Aceptación (Apego seguro), ésta al ser cubierta adecuadamente permite sentirnos, respaldados, unidos, aceptados y conectados con nosotros y quienes nos rodean. Que soy amado y perfecto al cual soy.
  • Autonomía y Competencia (sentido de identidad): La capacidad de reconocer mis capacidades, aptitudes, gustos, habilidades, deficiencias y particularidades, para por lo tanto diferenciarme del resto del mundo.
  • Capacidad de expresar emociones libremente: identificarlas y etiquetarlas, regularlas o manejarlas y manifestarlas de maneras funcionales. Por lo tanto, permite conectarme fácilmente con mis necesidades.
  • Espontaneidad y Juego: el saber descansar y separar el trabajo de la diversión, tiene que ver con nuestra capacidad de divertirnos, jugar, soñar, crear, pero también a consentirnos y a «dejarnos llevar por la corriente».
  • Límites realistas y Autocontrol: conocer cuáles son las cosas que podemos y no hacer a lo largo de la vida, así como el poder frenarnos y tolerar la frustración.

Ahora bien, si por ejemplo crecí con la expectativa (aprendida entre otras cosas por frases como «deber ser el mejor», «fallar es para débiles») de sobresalir en la escuela, sacar sólo 10’s, sin importar lo cansado que puede ser a veces, que es un espacio para socializar y explorar mis destrezas, y que probablemente alguna materia no sea de mi genuino interés, con el paso del tiempo puedo convertirme en una persona perfeccionista que difícilmente se permite descansar, provocando cuadros de depresión, ansiedad, o síndromes por estrés.

 

Para poder entender por qué nos puede estar costando tanto la cuarentena y algunos aspectos de mi vida en general, es importante voltear a revisar cómo me fueron enseñando a cubrir éstas necesidades, puesto que todos las tenemos y todos las cubrimos de alguna manera.

 

Y ese aprendizaje lo podemos elaborar mediante algo que llamamos «modos infantiles». Un Modo es una respuesta o reacción momentánea, que tenemos cuando no se cubre alguna de éstas necesidades. Por ejemplo, el modo «niño vulnerable”, aparece cuando nos sentimos tristes, expuestos, vacíos, abandonados, vulnerables, humillados, no queridos. Y de acuerdo a cómo nos trataron de pequeños es como aprendemos a tratar a nuestro niño vulnerable: atenderlo, cuidarlo, empoderarlo, pero también llegamos a evitarlo, minimizarlo, excusarlo, retarlo, presionarlo, castigarlo, ignorarlo, etc.

 

Para recapitular:

  • Todos tenemos 5 necesidades emocionales que es importante cubrir para lograr una vida plena: conexión y aceptación, autonomía y competencia, libre expresión de emociones, espontaneidad y juego, y limites realistas y autocontrol.
  • Si alguna de éstas necesidades no fueron atendiéndolas desde nuestras infancias y conforme fuimos creciendo, pueden convierten en patrones de vida desadaptativos llamados esquemas y modos (y son aprendidos, no inconscientes).
  • Los Modos son partes de nuestra personalidad que reflejan cómo aprendimos a cubrir éstas necesidades: un niño (vulnerable) al que no le dejaban jugar y divertirse en casa, puede ser un adulto que no sepa cómo manejar su estrés laboral.
  • Algunas recomendaciones para conocer y atender mis necesidades emocionales son:
  • Imaginarme de niño es una excelente forma de conectar con mis necesidades emocionales. Visualizar a un «yo» de niño permite notar eficientemente qué necesidades tengo y como atenderlas.
  • Preguntarme constantemente ¿qué Necesito/qué necesita mi pequeño «yo»? Un abrazo, tiempo de escucha, un consejo, compañía, tiempo de calidad, un proceso terapéutico, etc.
  • Actividades como ver películas de Disney, escuchar música de mis series favoritas, comer mi botana favorita, pedir un abrazo, soplar burbujas o jugar con mi mascota son actividades simples que ayudan mucho a conectarnos con nuestros modos infantiles. Dale permiso de salir a jugar de ves en cuando.
  • Tener claro cómo nos enseñaron a vivir las emociones. A veces al conocer la historia de vida de nuestros padres entendemos que no pudieron darnos todo. Sin embargo, es importante tener claro eso para poder convertirnos en el adulto que necesitábamos cuando éramos niños.
  • El proceso psicoterapéutico basado en evidencias (como la terapia de esquemas) siempre es la opción ideal para explorar y resolver problemas relacionados con nuestras necesidades emocionales, y problemas derivados, como Depresión y Ansiedad.
  • Como recomendación final, la película «mi encuentro conmigo» es una excelente forma de entender todo lo dicho anteriormente: un hombre se encuentra con un niño de 8 años que resulta ser él mismo, y conforme contacta con él, comienza a romper con patrones de vida y a reconectarse con aquello que siempre anhelaba hacer con su vida.

“Sin importar lo que hayas vivido hasta el momento, siempre busca convertirte en el adulto que necesitabas cuando eras niño”

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Staff IJPCC

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Testimonio de una paciente con trastorno bipolar

A propósito del día mundial del trastorno bipolar, me gustaría compartir contigo la experiencia de una de mis pacientes: ella es  Paula y escribió esto con la intención de que sirva para que otras personas que pasan por lo mismo, inicien y se mantengan en tratamiento.

Yo no soy mis nubarrones, ni mis tormentas.

Despierto en la mañana. Salto de la cama ante el prospecto de todo lo que voy a hacer hoy. Trabajo, desayuno bien, y soy la más productiva del mundo. También soy una persona agradable y simpática. Cuando quiero puedo ser totalmente encantadora. Hablo con la gente, soy rápida para pensar, eficiente en mi trabajo, me gusta hacer ejercicio y soy una usuaria constante de plataformas de streaming. La vida es buena, generalmente. Soy como cualquier persona, con un pequeño detalle. Fui diagnosticada con bipolar tipo II a la edad de 32.

Recibí ese diagnóstico después de aproximadamente un año de tratamiento para trastorno de ansiedad y depresión. Me había estado sintiendo muy mal, fuera de mí, irritable, triste, casi paralizada. Una amiga me ayudó a encontrar una psiquiatra. La psiquiatra me refirió al Instituto para psicoterapia de manera paralela. Recibir el diagnóstico no fue fácil. En general las personas asociamos este tipo de información con gente “loca”, “dañada”. No hablamos de eso con nadie por temor a que se nos perciba de esa manera, cuando en realidad lo que cambió en mi vida fue la necesidad de un tratamiento constante, incluyendo fármacos.

Me di cuenta que, aún antes del diagnóstico, mi vida había sido un constante pasar de altas y bajas. Cuando estoy equilibrada mi vida es bastante normal, como cualquiera. El asunto es que creo que ese estado de eutimia lo he experimentado pocas veces en mi vida, y sigo trabajando en llegar ahí.  A veces encuentro que me emociono mucho con algunas cosas y entonces entro en modo “acelerador”: Pasan muchas ideas por mi mente, me siento con una energía desbordada, ganas de terminar todos los proyectos que por alguna razón he dejado empezados. Quiero comerme al mundo de un mordisco, soy extra-encantadora y sociable, hablo rapidísimo y no quiero dormir porque “es una pérdida de tiempo”

El modo acelerador puede sonar muy atractivo, ¿no? No lo es. He aprendido que ese estado, como le llaman los profesionales de “hipomanía”, no es algo a lo cual aspirar. ¿Y por qué no si suena tan bien? Porque todo lo que sube tiene que bajar. Si el ascenso es meteórico, la caída no se queda atrás.

¿Qué pasa en la caída? Sigo teniendo mil pensamientos en mi mente, pero esos pensamientos no pasan rápidamente y se van, sino que recurren, duran horas, se oyen más fuerte, más bajo… Lo he descrito siempre como tener mil televisiones encendidas a la vez, en diferente canal y diferentes volúmenes… y todas esas televisiones me dicen las peores cosas de mí, todo lo que he hecho mal, cómo no vale la pena vivir. Y entonces, oficialmente, estoy deprimida. Me quedo congelada, trabada. Como si tanto ruido dentro me hubiera dejado sorda. No puedo concentrarme en mi trabajo o en la convivencia con las otras personas. No puedo dormir por más que lo desee gracias a todo el ruido. Mi cuerpo pesa y duele. Además de no poder escuchar siento que no puedo ver. Que estoy siguiendo una lucecita en la oscuridad. A veces me siento cerca de ella y con mucha claridad de hacia dónde ir para encontrarme con ella, mientras que otros días siento que se aleja, que se mueve de lugar y me esquiva. Y entonces ahí estoy yo, moviéndome en la oscuridad dando bandazos, con el oído disminuido y sin saber qué hacer, sin saber por dónde empezar para escuchar otra vez, para tomar dirección y poder seguir la luz aunque ella trate de eludirme. Entonces pasa que ya tampoco puedo hablar porque no sé lo que estoy haciendo y porque tengo miedo. Miedo de quedarme en este limbo en el que mis sentidos me abandonan, pero por fuera sigo caminando.

Sigo caminando porque es necesario y no sé hacer otra cosa. Es lo que hay que hacer. Seguir aunque no sepa cómo. También tengo miedo de hacer cosas mal mientras estoy metida en esta niebla. Cosas mal para los demás, porque tengo unas obligaciones que a veces pareciera me piden más de lo que tengo. A veces deseo estar sola, que nada ni nadie me pida nada o me hable para ver si así logro respirar mejor o recupero el oído y vuelvo a escuchar lo que me estoy pidiendo, lo que necesito de mí. Y cuando he encontrado ese espacio, el silencio solo me ensordece más, así que me quedo allí sin saber que hacer por dentro, porque por fuera no puedo detenerme. Estoy cansada y quiero dormir tres días enteros deseando despertar restablecida. Y a veces deseando no despertar.

El tratamiento ayuda, y la terapia me entrena. Cada día trato de ser más fuerte y de buscar cosas diferentes qué hacer para sentirme mejor. El ejercicio ayuda. Preservar tus amistades ayuda. Mindfulness y algo de aire fresco, también ayudan. Y así, sigo buscando lo que funcione.

He aprendido que no importa qué tan nublado esté, el cielo sigue ahí detrás. Mi cuerpo está compuesto de nubes, a veces ligeras, a veces de tormenta. Y sin embargo, entre todas ellas, sigo estando aquí. Sigo intentando disiparlas y mirarme con mayor claridad. Yo no soy mis nubarrones, ni mis tormentas. Ellas pasan, yo sigo aquí.

No se trata de estar bien o mal, sino de seguir a pesar de.
La mayoría de las veces aceptar y continuar es la mejor opción.

 

Mtra. Mónica García

Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual

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¿La Psicoterapia en línea es efectiva?

#MeQuedoEnCasa es la decisión que muchos hemos tomado durante estos días para asumir responsablemente nuestro papel en la prevención del COVID-19; haciéndolo en primer lugar por nosotros mismos y por nuestra familia, y beneficiando a nuestra comunidad y nuestro país. Quedarnos en casa, sin lugar a dudas, nos ha implicado hacer modificaciones y adaptarnos en muchas situaciones: nuestra rutina, nuestro espacio, nuestras interacciones y nuestras actividades, todo en pro de un bien mayor: nuestra salud y la de la comunidad.

Es en esta búsqueda de la salud, que los profesionales hemos planteado soluciones para  iniciar o continuar los procesos psicoterapéuticos que las personas necesitan para mantenerse estables emocionalmente, lo cual es todo un reto en este momento, pues debemos tolerar la incertidumbre de muchas situaciones y lidiar con el aislamiento social.

Nos interesa que las personas que reciben nuestros servicios sigan adelante con su vida y sus procesos psicoterapéuticos, que reciban la atención profesional que requieren; y aunque de momento, lo ideal es no salir de casa; procurarnos salud mental no se contrapone con las medidas que hemos decidido tomar para cuidar nuestra salud fisica, pues desde hace mucho tiempo los psicoterapeutas hemos adoptado la PSICOTERAPIA EN LÍNEA como parte de nuestros servicios.

Ya hace varios años que atendí a mi primer paciente por este medio, era una paciente que veía “cara a cara”, pero como parte de los objetivos que se planteó en la terapia, tuvo que irse a vivir a otra ciudad, me contaba que no quería terminar el proceso por lo cual le sugerí que continuáramos “en línea”, lo que nos permitió seguir con el avance de su proceso  y en pocas sesiones conseguimos todos los objetivos que se había planteado como “motivo de consulta”.

Son muchos los estudios científicos los que hasta ahora se han hecho con respecto de la “evaluación” de la eficacia que las intervenciones en línea tienen, los resultados que se han obtenido en varios de ellos es que la terapia en línea tiene resultados similares a la terapia “cara a cara” ( Backhaus y cols., 2012, es un ejemplo de ello).

No podemos ignorar que la principal “desventaja” es que, sin duda, toda interacción entre personas es mejor “frente a frente”, nos sentimos mucho más cómodos así y es totalmente natural; sin embargo en las múltiples circunstancias en las que eso no es posible, ser flexibles y creativos para solucionar un “problema” puede hacernos ver que los beneficios de la psicoterapia en línea  son muchos:

  • Recibir atención oportunamente: es mucho mejor iniciar un proceso terapéutico en este momento que en 2 o 3 meses, pues para ese tiempo, si inicias tu proceso ya te sentirás mucho mejor.
  • Es más fácil dedicarle el tiempo: no tienes que “cortar” otras actividades, se puede hacer en el “horario de comida” de tu trabajo, pidiendo autorización; mientras tus hijos hacen una actividad, pues solo tienes que dedicarle 1 hora.
  • No requiere invertir tiempo  y dinero en transportación.
  • Los dos puntos anteriores ayudan a que el proceso sea más consistente, es decir que es más probable que lo sigas y asistas a tus sesiones;  y con ello tu alta se de mas rápidamente.
  • En muchos países, es una opción más barata (he tenido pacientes en EUA, Francia, Alemania y España en los que acceder a estos servicios les costaría por lo menos el triple).
  • Es muy cómodo, ya que estás en tu ambiente y puedes tomarla hasta en pijama (he tenido pacientes que lo han hecho y me da muchísimo gusto que sientan esta confianza).
  • El terapeuta necesita ser más creativo para explicarse o crear estrategias.
  • La calidad del servicio que recibes de parte de tu terapeuta es exactamente la misma que “cara a cara”.
  • Fomenta la autonomía, esta sensación de poder enfrentar las cosas “por ti mismo”, un objetivo básicos en todos los procesos cognitivo-conductuales.

Regina, una paciente con quien desde el inicio trabajamos en línea me permitió compartir su experiencia:

“Empecé a tomar terapia en línea porque necesitaba hablar con alguien con urgencia y mi prima me recomendó a Laura, acá en USA no lo podía hacer porque tal vez me medicaban y yo NO quería eso”.

“Desde que hable contigo (se refiere a mí, su terapeuta) me sentí muy cómoda , quería seguir hablando más y más, me diste muchísima confianza y por primera vez pude hablar de TODO lo que yo sentía”.

Le pregunté si creía que si nos hubiésemos visto “cara a cara” el proceso hubiera sido diferente, y su respuesta fue: “No creo, aunque fue en línea siempre me sentí confortable. Las sesiones me gustaron mucho , me sentí muy bien, conforme, y muchísima confianza me diste. Las estrategias me funcionaron muchísimo , al principio no lo quería hacer porque me daba miedo a la reacción de las personas, que fuera ser peor, pero poco a poco las fui aplicando y me funcionaron , como repito las estaba haciendo poco a poco, ¡aun recuerdo la última que intenté, nunca se me va a olvidar!”

Comenta que “recomendaría muchísimo la psicoterapia en línea, de hecho te recomendé con mi amiga , ¡pero yo no sé que espera!”

Si deseas iniciar un proceso psicoterapéutico o continuar el tuyo, te invito a que explores esta opción que los Psicoterapeutas y Psiquiatras del IJPCC  te ofrecemos, sin duda, aunque sea algo “nuevo y diferente” te traerá muchos beneficios; como siempre nuestro interés es APOYARTE brindándote los mejores servicios, tratamientos con fundamento científico, dando siempre lo mejor de nosotros.

Cita completa del artículo: Backhaus, A., Agha, Z., Maglione, M. L., Repp, A., Ross, B., Zuest, D., Rice-Thorp, N. M., Lohr, J., & Thorp, S. R. (2012). Videoconferencing psychotherapy: A systematic review. Psychological Services, 9(2), 111–131.

 

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual

estrategias para afrontar la enfermedad

Estrategias para afrontar la enfermedad

Ni el consejo de la vecina, ni la información del internet, funcionan para afrontar las enfermedades

Cuando recibimos la noticia de que padecemos una enfermedad médica y/o psicológica es sin duda uno de los momentos que más nos angustian, si a esto agregamos que algunos de estos padecimientos implicaran tratamientos largos, dolorosos y costosos se añaden emociones como frustración, enojo y desesperanza. Es en esos momentos cuando la búsqueda de opciones mágicas, pedir consejos a conocidos y familiares, visitar a más de un profesional de la salud se convierten en las estrategias de solución.

Sin embargo, poco o nulo resultado tiene pedir consejo a personas que solo tienen como base la propia experiencia o el conocimiento popular y esto provoca un incremento desesperado en tomar remedios caseros y/o realizar acciones de distracción con el objetivo de no pensar mucho en el problema.

“Derivado de la ignorancia se afirma que todo está en la mente”

Es por ello que me permito compartir algunas estrategias que han demostrado ser efectivas en el apego al tratamiento y por ende a favorecer la recuperación de los padecimientos físicos y psicológicos:

1. Acepta radicalmente del diagnóstico y el tratamiento

Confía en que, si estas frente a un profesional de la salud tiene el conocimiento necesario para indicar el diagnóstico y tratamiento más adecuado para tu problema, negarlo no es para nada algo útil, perderás tiempo y corres el riesgo de agravarlo. Claro que siempre tienes la opción de una segunda opinión, pero no pases semanas o meses buscando que te digan lo que quieres escuchar. La aceptación radical implica dejar de pelearte con la realidad, no es necesario que te agrade la situación o que estés de acuerdo, simplemente es tomar las cosas tal como son y seguir adelante.

2. Organiza una agenda y asocia la toma de medicación a alguna actividad cotidiana

No faltar a las citas y/o exámenes médicos es una tarea que requiere organización, por lo que utilizar una agenda donde hagas las notas necesarias es sumamente importante, además, asociar la toma de medicación a tareas ordinarias te facilitará la vida, por ejemplo:  tomar la medicación antes de lavarte los dientes, comer, bañarte, etcétera, todo depende de los horarios en que te lo hayan indicado, la cuestión es que al asociar de manera repetida la toma de medicación a la acción cotidiana se incrementa la probabilidad de que se haga de forma puntual.

3. Sigue únicamente las indicaciones del profesional de la salud y pregunta todas tus dudas

Buscar en internet síntomas, diagnósticos y tratamientos no es una buena idea, ya que probablemente termines con mayor preocupación y confusión, recuerda que cualquier persona puede subir a la red información y ésta no siempre es fidedigna, tampoco conviene seguir recomendaciones de conocidos y amigos ya que cada tratamiento es individualizado y la responsabilidad y manejo es del profesional de la salud a cargo. Por otro lado, es de suma importancia que en cada consulta preguntes todas tus dudas, hazlo hasta que te vayas convencido y te asegures de que realizarás las indicaciones de forma correcta.

4. Estímulos visuales y/o recordatorios en celular

Puedes apoyarte al colocar post-it en lugares estratégicos para recordarte las citas o la toma de medicación, así como realizar acciones correctivas, como disminuir el consumo de café, beber más agua, hacer ejercicio, completar alguna tarea, entre otras.  Hoy en día poner alarmas en tu celular ayuda bastante a que mejores tus hábitos y sigas las indicaciones al pie de la letra.

“Siempre es mejor tener apoyos visuales que confiar en la memoria”

5. Nota los avances y Auto refuérzate

Por último, enfócate en notar cada avance que logras por pequeño que sea, reducir el tiempo de un ataque de pánico, la frecuencia, o la intensidad, pasar menos horas rumiando una idea intrusiva, llorar menos, tener menos dolor físico, reducir un poco tus niveles de glucosa o peso; lo importante es concentrarse en el proceso y no estar polarizado a que todo debe ser perfecto y que ya no debes tener el problema de salud. Refuérzate por tu esfuerzo con algún detalle o palabras de aliento, siente orgullo de ti y sigue adelante, recuerda que Roma no se hizo en un día.

 

Mtro. Carlos Alberto Martín Mosqueda

Psicoterapeuta, Docente y Supervisor

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¿Cómo cumplir tus propósitos de año nuevo?

Al estar por iniciar el año es común que hagamos ciertos propósitos, que pasados los primeros meses caen en el olvido. ¿Cuántos de tus propósitos de año nuevo has cumplido con éxito?

Se estima que sólo el 10% de los propósitos se cumplen y aunque muy probablemente hayas leído ya varios consejos y recomendaciones, aquí resumiré lo que la ciencia del comportamiento nos dice, para ayudarte a que cumplas tus propósitos del 2019.

Bastantes de los propósitos que las personas hacemos tienen que ver con adquirir nuevos hábitos o cambiar algunos de los que ya tenemos. Si en tu lista para el próximo año están objetivos tales como: “hacer ejercicio” “comer saludable” “usar menos el celular”, nos encontramos ante hábitos que están automatizados, de alguna manera, estás son respuestas condicionadas. Por ello, es importante saber un poco acerca de lo que hay detrás de la modificación o creación de hábitos. La adquisición y/o el cambio de hábitos no son complicados si lo hacemos aplicando el conocimiento científico; además, a lo largo de tu vida has creado y cambiado muchos hábitos, quizá no recuerdes cómo lo hiciste, pero si esto fuera tan complejo, no tendrías hábitos establecidos.

Toma en cuenta los siguientes pasos:

1. Elige una pequeña acción. Cuando en nuestra lista solamente ponemos “Hacer ejercicio” no nos estamos refiriendo a una acción pequeña, no representa una meta específica; de hecho, el no especificar las acciones a llevar a cabo es una de las principales razones por las que los propósitos del año no se cumplen. Por tanto, la ciencia nos dice que, si elegimos una acción pequeña, tendremos mayores probabilidades de empezar a llevarla a cabo; por ejemplo: caminar 10 minutos, usar las escaleras en lugar del elevador, estacionar el auto lejos y caminar al trabajo.

 

2. Asociar el nuevo hábito con uno ya existente. Los hábitos que ya tenemos pueden funcionar como un estímulo para asociar una nueva respuesta (hábito nuevo); estacionarse lejos y caminar al trabajo se agregará al estímulo ya existente que es ir en auto a trabajar.

3. Más repeticiones y recordatorios durante las primeras semanas. Recuerda que estamos tratando de establecer una respuesta condicionada, por lo tanto, hay que practicar más al inicio. Puede funcionar poner recordatorios en nuestro celular y notas en aquellos lugares que están asociados al hábito que estamos estableciendo.

4. Revisa qué es lo que impulsa tu comportamiento. Nuestra historia personal tiene amplia influencia en las decisiones que tomamos y en las acciones que llevamos a cabo. Tal vez no te has dado cuenta de ello, pero las conductas que llevas a cabo son realizadas por ti para coincidir con la idea que tienes de quién eres. Por lo tanto, hay que hacer una revisión de nuestra historia, ya que muy probablemente no hemos cumplido los propósitos que han estado en nuestra lista por años debido a que, de alguna manera esos comportamientos no son consistentes con nuestras ideas más arraigadas acerca de nosotros mismos.

Si quieres saber más acerca de esto, tal vez sea bueno que entre tus propósitos del año nuevo enlistes iniciar un proceso psicoterapéutico.

 Mónica García

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual

 

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El cerebro de mamá

“Nada es permanente a excepción del cambio”

 Heráclito

Seguramente has escuchado a una mamá decir frases como: “Ser mamá me cambió la vida”, “Mi vida es otra desde que nació mi hijo(a)” “No soy la misma que antes de ser mamá”; yo misma he dicho alguna de estas frases. Evidentemente, la vida es cambio y movimiento, no es un tema nuevo que la maternidad transforma muchas áreas de la vida de una mujer, los innegables cambios físicos, la modificación del  auto concepto, prioridades, vida social, familiar y un sinfín de etcéteras, sin embargo, hasta hace algunos años, no se había hablado científicamente de los cambios que ocurren en el cerebro de quienes se convierten en mamás.

El cerebro de las mujeres cambia su estructura durante el embarazo y estos cambios son mantenidos hasta 2 años después del parto. Esto fue demostrado por un estudio sin precedentes, realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, en el cual se realizaron resonancias magnéticas a 25 mujeres embarazadas, 19 de sus parejas (todos hombres) y 20 mujeres no embarazadas. A través de la observación de las imágenes obtenidas de las mujeres en gestación, se descubrió una disminución en la materia gris en regiones específicas, la materia gris es una sustancia encargada de procesar la información en el cerebro; hablar de materia gris se ha asociado popularmente a la inteligencia, a mayor materia gris mayor inteligencia; sin embargo, cabe aclarar que en realidad su función va mucho más allá.

La investigación realizada demostró que esta reducción de materia gris, no significa menor capacidad cognitiva o menor inteligencia; más bien, quiere decir que se optimizan las conexiones entre neuronas, lo que puede favorecer el correcto funcionamiento de varios procesos en el cerebro.

El cerebro de una mujer embarazada se reajusta. La materia gris se reduce en algunas áreas cerebrales para favorecer un aumento en la empatía; las mamás son más habilidosas para hacer conexión con los demás,  lo cual puede explicar el surgimiento del instinto maternal relacionado con la detección de las necesidades del bebé o de anticipar riesgos potenciales para su hijo en un entorno específico. Esto solo le ocurre a las madres y es un proceso adaptativo, no evolutivo; no quiere decir que las mujeres  que no son madres sean menos evolucionadas que aquellas que sí lo son. La investigación reveló que este reajuste solo ocurre en las gestantes, ya que ninguno de los hombres que se estudió ni de las mujeres no embarazadas mostró cambios en la estructura cerebral.

Es muy probable que los cambios hormonales que se producen durante el embarazo, no solo cambien el cuerpo, si no que también influyan en esta reorganización del cerebro; los sentidos se agudizan, aumenta la producción de oxitocina (también llamada la hormona del amor) que se almacena y a partir del quinto mes de gestación empieza a liberarse gracias a los primeros movimientos del bebé dentro del vientre; esta misma hormona funciona como desencadenante y analgésico natural durante el parto y una vez que el bebé ha nacido, la oxitocina favorece el vínculo de apego y la lactancia materna.

Desde el embarazo, nuestro cuerpo se prepara para un gran reto, la naturaleza nos provee,  nos da lo necesario para adaptarnos a los cambios que trae consigo la maternidad.

Por eso la próxima vez que escuches a alguien decir: “La maternidad me ha cambiado” puedes considerarlo como cierto. Ser mamá te cambia…para siempre.

 
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Mtra. Mónica García

¿Qué es la Terapia de Esquemas?

Es muy común que lleguen a la consulta personas que se encuentran atrapadas en ciclos de reacciones que les llevan una y otra vez a los mismos resultados, es comprensible sentirse frustrado de intentar (sin grandes logros) hacer las cosas de diferente manera y tener uno de estos resultados: no lograr hacer algo (actuar o reaccionar) diferente, o que a pesar del esfuerzo, se obtenga el mismo resultado; esto ocurre porque en esas situaciones clave hay un esquema activado, en estas situaciones por más que nos esforcemos por pensar, actuar o reaccionar de una manera más objetiva o realista, no nos sale.

 

Imagínate que hacemos un experimento en el que te colocas unos lentes con mica verde y te pidiera que observaras un objeto, ¿qué color lo verías? ¿lo verías con un tinte verdoso, cierto?, por más que intentaras verlo del color que es, no podrías mientras tengas puestos esos lentes, podrías incluso reconocer que sabes que no es verdoso, que definitivamente es de otro color, lo sabes, sin embargo no lograrías verlo del color que sabes que es; lo mismo ocurre cuando en esas situaciones clave un esquema está activado.

 

Los Esquemas Desadaptativos Tempranos son aprendizajes  profundamente reforzados, que incluyen pensamientos, emociones y conductas, y  que determina la forma en cómo nos vemos a nosotros mismos, al mundo y a los demás, que cuando se encuentran activos, nos hacen interpretar lo que vivimos según lo que ellos nos dicen, y no  importa qué tan racionales sean las cosas que intelectualmente nos decimos para convencernos de ver las cosas realista y  objetivamente, lo que sentimos como verdadero es lo que el esquema nos dice, aunque generalmente tiene poco de racional (es decir, estar apegado a la realidad).

 

 

Jeffrey Young es el creador de la Terapia de Esquemas, un modelo cognitivo conductual que integra elementos de otras corrientes. Se basa en el supuesto de que desde temprana edad aprendemos cosas de las personas a nuestro alrededor, del ambiente y de las experiencias que tenemos, eso, aunado a la satisfacción (o no) de nuestras necesidades emocionales básicas y las características propias de nuestro temperamento, forma lo que se llama Esquema Desadaptativo Temprano  que  básicamente se trata de estos aprendizajes tan reforzados que determinan la forma en cómo vemos las cosas y en gran parte cómo vamos a reaccionar ante las situaciones, son rígidos y permanentes, se les llama “desadaptativos” porque impiden funcionar adecuadamente en las circunstancias en las que nos encontramos y provocan emociones negativas que podemos evaluar como perturbadoras.

 

Existen 18 Esquemas Desadaptativos Tempranos en la teoría de la Terapia de Esquemas, se agrupan de acuerdo a cinco necesidades emocionales básicas, a saber:

 

1. Desconexión y Rechazo,

2. Perjuicio en la autonomía y desempeño,

3. Límites deteriorados,

4. Tendencia hacia el otro,

5. Sobrevigilancia e inhibición.

¿Quieres saber cuáles son los tuyos? para darte una idea, revisa con cuáles de estas frases te identificas:

 

  • Creo que no puedo tener la certeza de que los demás no van a estar para darme apoyo de manera estable, temo que se vayan porque encontraron a alguien mejor, que mueran o sencillamente sean demasiado inestables e impredecibles a nivel emocional (esquema de abandono). 
  • Siempre espero que los demás me lastimen o se aprovechen de mí, percibo intenciones negativas en los demás para engañarme, manipularme o humillarme (esquema de desconfianza/abuso).
  • Siento que mis necesidades no son importantes para los demás, y no hay oportunidad de que alguien pueda satisfacerlas, no me siento querido, apoyado, protegido o conectado con los demás (esquema de privación emocional).
  • Me siento defectuoso, como si hubiera algo malo en mí, es algo que tengo que esconder de los demás porque si lo notan se alejarán de mí, no me creerán merecedor de su amor, por eso estoy pendiente de sus reacciones hacia mí y casi siempre termino sintiéndome avergonzado (esquema de imperfección/vergüenza).
  • Me siento aislado de los demás, creo que soy diferente y no pertenezco a ningún grupo, simple y sencillamente no encajo (esquema de aislamiento social).
  • No me siento capaz de hacer las cosas por mí mismo, me siento dependiente de los demás en muchas situaciones, no puedo tomar decisiones por mí mismo, no me siento capaz de resolver un problema o intentar algo nuevo, a veces me siento desamparado (esquema de dependencia/incompetencia).
  • ¡En cualquier momento puede ocurrir una catástrofe! y no hay manera en que yo pueda hacer algo para prevenirlo, puedo contraer una enfermedad muy grave, volverme loco, perder totalmente el control, ser víctima en un crimen, terremoto o secuestro; por eso debo ser extremadamente precavido (esquema de vulnerabilidad al daño o enfermedad).
  • Soy muy cercano a (generalmente padres/pareja) y no puedo vivir sin él/ella, tenemos una relación tan cercana que no podría saber quién soy sin esa persona, aunque a veces me sienta vacío y sin metas propias (esquema de yo no desarrollado).
  • Estoy convencido de que no soy capaz de triunfar en la vida, simplemente no puedo hacer las cosas como las hacen mis pares, en áreas de logros siempre estoy por abajo, a veces me siento tan tonto en algo que ni siquiera lo intento (esquema de fracaso).
  • Es evidente que soy superior a los demás, yo no tengo porque apegarme a las reglas que impone la sociedad, yo soy diferente y especial, debo poder hacer o tener cualquier cosa que yo quiera, me gusta tener el poder y el control y no entiendo por qué tenga que sentirme mal por ello (esquema de grandiosidad).
  • No me gusta lo que se siente mal, no tolero la frustración, no puedo controlar mis impulsos, no logro forzarme a hacer algo que no quiero hacer, trato de evitar a toda costa las cosas desagradables, evito confrontaciones, dolores y esfuerzos, casi nunca logro lo que me propongo pero ¡es que es tan difícil! (esquema de insuficiente autocontrol /autodisciplina).
  • Muchas veces me aguanto para evitar consecuencias negativas, es común que mis necesidades pasen a segundo plano pero prefiero eso a que los demás se enojen conmigo o me abandonen, siento que mis deseos, opiniones y sentimientos no son importantes para los demás, es mejor esconderlos para no incomodar (esquema de subyugación).
  • Me gusta ayudar a los demás, si alguien está necesitado o es más débil que yo debo renunciar a mis necesidades para ayudarlo, si no lo hago, me siento culpable, aunque a largo plazo, a veces me siento resentido con esas personas de quienes me hice cargo (esquema de autosacrificio).
  • Lo más importante para mí es que los demás me vean bien, busco aprobación, aprecio, reconocimiento y admiración en los demás, a veces a costa de mostrarme a mí mismo, busco estatus, una buena apariencia y la aprobación de todos (esquema de búsqueda de aprobación/reconocimiento).
  • Hay que ver todo lo malo que puede pasar, y en eso soy experto, casi siempre detecto todo lo que puede salir mal en una situación, y por lo general me cuesta ver el lado positivo de las cosas; es común que me encuentre preocupado o alerta de todas estas cosas negativas que pueden ocurrir y eso me lleva a tener dificultades para tomar decisiones (esquema de negatividad/pesimismo).
  • Necesito tener el control de mis sentimientos e impulsos, creo que si los expreso puedo dañar a los demás o sentirme avergonzada, tal vez me abandonarán o pierda toda mi valía como persona, se me dificulta ser espontáneo, ni siquiera en sentimientos como enojo, tristeza o alegría, también prefiero evitar los conflictos u siempre pensar las cosas antes de actuar (esquema de inhibición emocional).
  • Creo que nunca se es suficiente, hay que intentar más y más, tengo estándares altos porque no quiero ser criticado; aunque me reconozco crítico conmigo mismo y con los demás, soy perfeccionista, tengo reglas firmes y me preocupa el tiempo y eficiencia, no es común que me relaje, que disfrute o que tenga buenas relaciones sociales (esquema de estándares inalcanzables).
  • Siento que las personas deben ser duramente castigadas por sus errores, a veces son agresivo, intolerante o impaciente, se me dificulta perdonarme o perdonar a los demás cuando se comete un error, no hay ninguna justificación cuando uno se equivoca (esquema de castigo).
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Es común que las personas se identifiquen con muchos de los esquemas que se presentaron anteriormente, debido a la complejidad de nuestra cognición el separar los contenidos de pensamiento, es una tarea difícil que solamente un psicoterapeuta bien entrenado puede hacer, ya que los esquemas no son el único elemento a considerar en la conceptualización que se hace en la Terapia de Esquemas, existen otros dos elementos que entran en juego: los estilos de afrontamiento y los modos de esquema, que revisaremos en otro momento.

Por ahora, se enumeran estos elementos para ejemplificar cómo los componentes de esquemas pueden conjugarse para lograr su objetivo principal: confirmarse y mantenerse. En realidad no son los malos del cuento, los esquemas bien regulados nos ayudan a sobrevivir, adaptarnos y funcionar, lo que realmente nos genera problemas es su rigidez.

Un proceso psicoterapéutico desde la Terapia de Esquemas inicia con una conceptualización de caso, el terapeuta y el paciente hacen un equipo para reestructurar el contenido de pensamiento del paciente que le está generando problemas, cada uno tiene su labor; en este primer momento  el clínico recoge datos importantes y les da sentido desde esta teoría, dicha conceptualización es compartida con el paciente, lo cual le ayuda a comprender su problemática e historia de vida, al terapeuta le permite identificar los elementos fundamentales de la cognición del paciente que deben ser reestructurados y a ambos a idear un plan de tratamiento personalizado que garantice la eficacia de las intervenciones.

 

La Terapia de Esquemas ha demostrado ser eficaz para diversos trastornos y problemáticas psicológicos, Young la formuló como alternativa de tratamiento para los pacientes cuyas características limitaban la eficacia de las Terapias Cognitivo Conductuales tradicionales, es, definitivamente un modelo que vale la pena revisar si se desea comprender y atender de manera más completa las problemáticas psicológicos.

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta

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Mitos de la Terapia Cognitivo Conductual

Desde su surgimiento en los años 60´s la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) ha sido una alternativa viable para la intervención en diversos trastornos mentales, demostrando alta efectividad desde sus inicios para el tratamiento de la depresión y la ansiedad y más tarde para el tratamiento de adicciones, trastornos de personalidad y otras psicopatologías.

Así mismo, esta propuesta psicoterapéutica ha tenido que enfrentar a diversas críticas relacionadas con el tiempo de intervención, la profundidad de los cambios, la fundamentación de sus intervenciones y la relación terapéutica, entre otras. A continuación, se numeran algunos de los principales mitos que se han construido alrededor de la TCC y las contestaciones correspondientes.

 

 

1.- La TCC es una terapia superficial y no toma en cuenta las cuestiones subjetivas de la persona.

La TCC se basa en un modelo cognitivo que plantea que la percepción de los eventos influye sobre las emociones y el comportamiento de las personas. Por lo tanto, indaga las creencias nucleares y esquemas cognitivos que explican porque las personas se perturban, buscando un cambio profundo y duradero al modificarlos.

 

 

 

 

 

2.- En la TCC solo se hacen procedimientos de modificación conductual.

Obviamente se emplean procedimientos fundamentados en la modificación conductual, sin embargo, también se utilizan estrategias de cambio cognitivo, técnicas emotivas y experienciales. Para la TCC lo más importante es favorecer el bienestar emocional mediante procedimientos comprobados en su efectividad, los cuales pueden ser combinados, todo bajo un coherente marco teórico cognitivo.

 

 

3.- La TCC solo se enfoca en el presente y deja de lado la historia de la persona.

Este modelo propone una psicoterapia breve que trabaje principalmente en el presente para lograr los objetivos terapéuticos. Asimismo, hace una conceptualización del caso, para lo que es necesario indagar en la historia del paciente para destacar aquellas experiencias significativas que expliquen la conformación de los esquemas cognitivos.

 

 

 

 

 

4.- La TCC etiqueta a las personas.

El realizar diagnósticos se puede confundir con poner etiquetas en los pacientes. El verdadero objetivo de usar términos diagnósticos es generar un lenguaje en común con otros profesionales, fundamentado en los manuales diagnósticos, que permiten trazar una ruta de tratamiento adecuada para cada persona.

 

 

5.- La TCC no trabaja con las emociones.

La TCC hace uso de protocolos bien fundamentados para el trabajo con las emociones, por ejemplo, los protocolos de intervención para conseguir la regulación emocional. Las emociones son atendidas, ya sea que se vean como eventos psicológicos naturales y normales que se viven y validan o bien como resultado de las interpretaciones de los eventos, por lo tanto, al generar el cambio cognitivo, también se verán modificadas las emociones.

 

 

 

 

 

6.- Solo se hace sustitución del síntoma.

El cambio profundo de los contenidos de los esquemas cognitivos es la última meta, para evitar recaídas y favorecer que la persona logre un cambio o en lo que piensa de sí mismo, los otros y el mundo.

 

 

7.- La TCC utiliza una misma metodología de intervención para todos los pacientes.

En la TCC se desarrollan protocolos científicamente validados para intervenir en diversas patologías. Estos protocolos se usan como guía y se van adaptando de manera personalizada al paciente, a su personalidad y sus necesidades, generando tratamientos únicos e individuales basados en evidencias científicas.

 

 

8.- Los terapeutas cognitivos conductuales son fríos y poco empáticos.

La relación paciente-terapeuta es fundamental en cualquier psicoterapia. La alianza terapéutica es instrumental para alcanzar los objetivos en esta terapia, ya que solo mediante un trabajo colaborativo y cooperativo (terapeuta-paciente) se puede logar una dinámica favorable.

 

 

 

 

 

Si bien ninguna propuesta terapéutica es la panacea, ni está exenta de verse renovada o actualizada, vale la pena desmitificar los errores que por desconocimiento se pueden construir alrededor de la misma.

 

 

La Terapia Cognitiva Conductual es una de las propuestas psicoterapéuticas más estrictas y rigurosas en el ámbito de la ciencia, sometiendo a investigación y revisión sus protocolos de intervención, buscando la constante actualización, escuchando a sus críticos, buscando desarrollar las propuestas más efectivas para las personas que acuden a atención y desean encontrar salud mental.

 

 

 

Mtro. Carlos Martín

Psicoterapeuta 

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¿Qué es la Psicología del Deporte?

El deporte es indudablemente una de las actividades a la que la mayoría de la población recurre para desarrollarse tanto física como social y psicológicamente. La práctica deportiva requiere disciplina, determinación y constancia, pero, ¿qué pasa cuando alguien quiere llevar su práctica deportiva más allá y busca ser el mejor en lo que hace? Para esta persona la psicología del deporte podría marcar la diferencia.

 

La psicología del deporte es la rama de la psicología que estudia los procesos psíquicos y la conducta del hombre durante la actividad deportiva. Esta ciencia aplicada busca conocer y optimizar las condiciones internas del deportista para lograr la expresión del potencial físico, técnico y táctico adquirido en el proceso de preparación.

 

Para que este máximo desarrollo mental sea posible el psicólogo del deporte trabaja con directamente con el atleta, pero también incluye en el trabajo al entrenador, padres de familia, directivos, jueces o árbitros y las instituciones que gestionan el deporte, todos deben aportar para que el deportista no encuentre obstáculos en su práctica y por el contrario tenga una red de apoyo fuerte y capacitada que faciliten el proceso.

 

 

 

La psicología del deporte es estructurada y sistemática; inicia con una etapa de evaluación: análisis de la disciplina deportiva, el historial de cada atleta, las variables psicológicas que más se requieren en cada deporte y la planificación de la intervención. Se auxilia de inventarios psicológicos específicos, tecnologías, observación en el campo de juego y entrevistas para recabar datos de manera fidedigna.

 

El psicólogo del deporte no hace preferentemente una intervención clínica (aunque pudiera darse el caso de hacerlo), es más un entrenador de la mente, trabaja por objetivos y es creativo para aprovechar cualquier recurso que este a la mano para intervenir. Su principal función es facilitar el proceso de entrenamiento mental.  Sale de su oficina para trabajar en cancha, alberca, pista, ring. Se pone a disposición del entrenador para el trabajo, ya que este último es quien lleva la batuta, el psicólogo del deporte es parte del equipo técnico y ayuda con todo su conocimiento para que el protagonista-el atleta- triunfe.

 

El entrenamiento mental es un proceso psicoeducativo para formar y perfeccionar habilidades psicológicas que permitan al atleta alcanzar el mayor rendimiento deportivo. Se agendan los entrenamientos a los que el psicólogo del deporte acudirá para observar, asesorar al equipo técnico o bien para intervenir con el atleta.  También se puede tener entrevistas privadas en la oficina con la finalidad de entrenar en alguna variable o discutir alguna problemática y orientar en su solución.

 

 

El entrenamiento en variables psicológicas es lo más esencial, motivación, comunicación, visualización, fortaleza mental, concentración, nivel de activación, control cognitivo y emocional, liderazgo, cohesión grupal y determinación son algunas de las más importantes. Como se mencionó anteriormente se requiere que todas las personas que están en relación con el deportista contribuyan. Si el entrenador está capacitado para trabajar con estas variables será él quien marque la gran diferencia. Entrenadores con buen manejo emocional, con habilidades para resolver conflictos, manejo de grupos, con capacidad para motivar y con una comunicación asertiva, clara y precisa son un plus muy importante para alcanzar ese rendimiento deseado.

 

La psicología del deporte es reconocida y ampliamente trabajada en algunos países como Estados Unidos, España, Rusia o Alemania, por mencionar algunos; en nuestro país es un área que necesita ser reconocida para que pueda crecer.

El papel del psicólogo deportivo es sumamente importante, poco a poco en nuestro país, las instituciones y clubes deportivos comienzan a involucrar el trabajo mental como parte esencial para alcanzar mayores éxitos y dar soporte tanto a atletas como al equipo técnico y así favorecer el desarrollo de modelos saludables que tanta falta hace a nuestra sociedad.

 

Mtro. Carlos Martín

Psicoterapeuta