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Ser mamá sin tu mamá


 

 

El 10 de mayo puede ser una fecha de muchos matices para las mamás que pasamos este día sin nuestra madre; quizá especialmente para quienes celebran por primera vez este día como mamás.

Este es el sexto 10 de mayo sin la presencia física de mi mamá, ella fue un apoyo fundamental cuando me convertí en madre, tuve la fortuna de que estuviera presente en el momento en que nació mi hijo y de que me ayudara en mi “debut” para hacer algo totalmente nuevo y retador para mí.

Ser mamá es una labor sumamente ardua, donde no hay descansos y no se pagan horas extras, y es en esta etapa en la que es muy frecuente reconectar con el papel que nuestra propia madre tuvo en nuestras vidas. Cuando nuestra madre ha muerto, podemos experimentar una serie de sentimientos, casi todos enmarcados en la tristeza.

Si al igual que yo vives esta fecha sin tu mamá, me gustaría compartirte algunos puntos que pueden ser un apoyo en este día:

    • No importa cuanto tiempo haya pasado desde que tu mamá murió, las emociones que aparecen alrededor de estos días (tristeza, coraje, nostalgia, etc) son normales. Esto no quiere decir que vives un duelo complicado. Sin embargo, si notas que es algo muy difícil de afrontar pide ayuda profesional, no tienes que vivirlo sola.
    • Tal vez ahora tienes mucho más claros los esfuerzos que implica el ser mamá y eso puede ser una especie de botón que activa emociones como la culpa y el reproche o pensamientos que inician con “si hubiera…”; dales su espacio porque también son parte de la experiencia de vivir un duelo por la muerte de mamá.

    • Este también es un buen día para hacer algo que te haga sentir cerca de ella, haz lo que esté bien para ti; comer lo que a ella le gustaba, visitar los lugares que compartían o llevarle flores a donde descansa su cuerpo. Cualquier cosa estará bien si eso te puede hacer sentir reconfortada.

    • Tal vez también sea valioso festejar, recordar que ella sigue presente en ti, en todas esas cosas que te enseñó y que, con todo y sus errores, seguramente hizo lo mejor que pudo.

Si algo he aprendido en este tiempo, es que los duelos y la forma de vivirlos depende de cada uno y que la única constante es que, si le abrimos espacio al dolor, podremos ver con más claridad que nos puede ayudar a aligerarlo y seguir viviendo, quizá como a ella le hubiera gustado que viviéramos; sobre todo en nuestra faceta de mamás.

Recuerda que el amor no acaba con la muerte y el dolor de su partida es una huella de que ese amor existió y sigue viviendo dentro de ti. 

“El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay una sola. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces”
Isabel Allende

Te abrazo inmensamente,

Picture of Mtra. Mónica García

Mtra. Mónica García

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Encontrándome entre la Bipolaridad

Escrito por «Fix U», una consultante que considero muy valiente, que entre las herramientas que ha descubierto que le funcionan está el teatro, particularmente el monólogo y el escrito que presenta a continuación le ha funcionado para comprender y aceptar la condición con la que vive, a la par de practicar la compasión y la responsabilidad de la misma.

Con el objetivo de visibilizar las experiencias que pueden vivir las personas con trastorno bipolar, ha decidido compartir la suya.

Gracias Fix, por permitirme acompañarte.

Vivir con trastorno bipolar

«He escuchado o leído varias veces “andas bien bipolar”. Utilizando la palabra no tan literal, suena vago, esporádico o incluso gracioso, pa’ acabar pronto, indiscrimidamente, pero bien discriminados algunos cuando de confesar a una sociedad que esto no es una “simple broma”.

Hace algunos ayeres, era un fin de semana estaba en casa de mis papás. Porqué razón estábamos reunidos, realmente no lo recuerdo, pero recuerdo bien ese momento. Estábamos en la cocina preparando algo, que no recuerdo, y de alguna manera salió la plática sobre “ruidos”, y recuerdo que expresé – “sí, como cuando escuchas voces por la noche y no te dejan dormir” – mi hermana se acercó y dijo – “¿desde cuándo escuchas voces?” –.

Ese momento fue el inicio de mi vida por las entrevistas extensas en los hospitales con paredes blancas, las personas que todo lo pondrán en duda, te solicitarán que acudas con alguien acompañado porque querrán saber tu avance en el último mes porque tu realidad puede que no sea la que crees, las citas con humanoides que algunos te escucharán y juzgarán moralmente, otros no tendrán ni idea de lo que hacen ahí y algunos otros, con más preparación te confrontarán y la incomodidad será tu nuevo amigo mental al que odiarás y amarás dependiendo de que tanto desees avanzar en cuanto de honestidad se trate.

Había vivido la vida pensando que lo que hacía pues así se daba, nomás, sin ninguna explicación, de momentos me sentía con toda la energía por solucionar todo lo que los días de entumecimiento me quitaba. Ahora, y no desde hace mucho tiempo, me di cuenta de que, tengo problemas para identificar quién soy sin estar en alguno de los estados, ¿qué difícil no saber quién soy?.

Se que no existe la normalidad, lucho cada día desde mi profesión con enseñar mentes que somos una comunidad neurodivergente pero tan pronto lo expreso, que veo como lo creen y es a través de ellos que voy creyendo que eso es posible.

Son ellos quiénes me permiten saber que “no se quién soy sin esto” y lo más complicado, me he acostumbrado a vivir más con alguna de mis versiones que, hasta le he ido a pedir ayuda para que me acompañe aún cuando sé que mala copea bien “perro gacho”, así es, la he nombrado “Fixyulienta” (Hipomanía).

Sin embargo, cuando ésta se va, aparece la otra versión de Fix, a ella la he llamado como “F”, tan corto porque es lo que deseo que dure. En cuestión figurativa se parece a “Tristeza” de la película “Intensamente”.

He normalizado actuar intensamente comparado con el promedio de la población y para mí, esto está es parte de vivir y lidiar conmigo misma. Pero para los demás eso es como exposición constante de radiaciones de energía que resulta agotador ver tanto de alguien y no comprender cómo alguien camina y no se cansa de hablar y hablar y hablar, sobrepensar la película que ha visto 30 veces en la última semana, escuchar la canción que, aunque ya la escuchado 20 veces en el día y te ha dicho que la escuches, no basta con eso, te dirá la historia de esa canción y hasta la vida personal del artista y el lugar de nacimiento de cada compositor.

Pero también puede llegar a normalizar dormir con un excremento de un perro – literalmente hablando – por días al lado de la cama y no molestarse por limpiar, porque cerrar la puerta es la mejor solución y no verlo es la solución más práctica en ese momento, sigue en ese cerebro siendo la acción más factible así lleve más de cuatro días y el olor resulte molesto, “ojos que no ven, nariz que no percibe… o se esfuerza con un gran poder de indiferencia”. Esa ha sido un poco de cómo he vivido en este mundo, “hacer un chingo y hacer ni nada”.

Mis días con episodio depresivo

Aproximadamente en enero 2022 desperté un día, me senté sobre la orilla de la cama y pensé, «¿por qué te sigues esforzando por despertar si nada realmente importa si tú te vas?». Me di cuenta de que me había quedado sin motivos para seguir viviendo. Simplemente, ya no había más de lo que mi cuerpo fuera capaz de dar.

Me sentía cansada de esto que se le llama vida. Conservo la fotografía en mi mente de como me percibía, y peor aún, de cómo me sentía. Mis pies colgaban de la cama y demoré aproximadamente 15 minutos buscando entre toda la miseria, al menos un motivo para pisar el suelo y comenzar de nuevo.

Pensar simplemente que, al pisar el suelo un día más, tenía que prepararme a la decepción de mi vida personal y profesional, ya no quería más de eso. Podía sentirme en esa cama, como un saco de desilusiones. Como cuando ni siquiera te sientes tu.

Mi cuerpo estaba tan rígido que me dolía sostener cada parte de mí. El dolor era tan insoportable que podría pensar que era proveniente más allá de la materia física, esa sensación de dolor era sobre cada pensamiento que rumiaban en mi cabeza que eran capaz de electrocutar lo poco que quedaba de “F” y las lágrimas que generaban cada pensamiento en forma silenciosa era vehículo perfecto de transporte para conducirse de manera interna tal cual utiliza el mecanismo explicado en física de bioimpedancia eléctrica, donde el agua es el medio de conducción perfecto para que la corriente de energía puede conducirse a través del cuerpo y generar la lectura y así, conocer la composición del cuerpo.

Asimismo, se podrá generar, una evaluación nutricional, sin embargo, aquí la única interpretación posible será sobrepensamientos de miseria e inmundicia cohabitando el cerebro de “F” y que son suficientes para hacerla creer que la interpretación de su bioimpendancia es, “no existen más motivos para continuar en este mundo”.

Finalmente, 15 minutos después, tiempo doloroso, sin más que dar, me levanté, lo hice, pise el suelo.

La realidad es que no lo hice porque quisiera hacerlo. Lo hice porque sentía presión de que, mi hermana y mi cuñado, ya se encontraban preparando el desayuno y buscaba evitar que dijeran: “Fix, ya párate, ven a ayudarnos”. En ese momento, sabía que eso no podía aguantar, no porque me molestara, sino porque para mí, confirmaba que tal ves no era capaz de poder servir en algo, era esa doble confirmación de ser inútil aún cuando se está siendo inútil.

Recuerdo que por mi mente se atravesó el pensamiento: “yo no necesito ayudarlos, lo que necesito es saber por qué realmente quiero vivir”.

Lo único que podía saber en ese momento, es que ya estaba cansada de seguir despertando de esa manera, tampoco es algo que se quite con una tableta milagrosa. Me había dado cuenta de que para ese momento, cinco tabletas al día manejaban mi vida, mi estabilidad, la total estabilidad no dependía de mí, dependía de un fármaco. ¿Cuánta hipocresía hay de mi cuando predico que lo más valioso del humano es que somos de los pocos seres vivos de poder decidir en este mundo sobre lo que queramos hacer, cuándo queramos hacerlo, cómo queramos hacerlo? Si vives con Bipolaridad sabes que no es del todo cierto.

Cuando los pensamientos suicidas volvieron a ser una opción de tratamiento inmediato no revocable sabía que no era la mejor solución para el mundo estacional que vivía. Pero, si decidía terminar con mi dolor, sabía que el lugar donde coloqué a mi hermano y papá perdería todo chance de volver a verlos, de encontrarme con ellos, porque en ese lugar, yo había puesto la premisa que, para entrar a ese lugar, no era haciendo trampa, o sea, no era suicidándote, inconscientemente, he colocado mi propio candado para no hacerme daño o bien, cobardemente si así se quiere ver, es mi pretexto para no suicidarme/matarme.

Y aun cuando sabía que era un motivo suficiente para no hacerlo, sabía que había fracasado en otra cosa en mi vida, no suicidarme. ¿cómo es posible que aun cuando te aferras a vivir terminas siendo un cobarde?. Alguien me dijo: “paradójicamente aferrarse a vivir, cuando quieres morir es un acto de mucha resistencia y valentía”.

Leí esto y recordé mi vida en ese momento y pensé, realmente no me sentía una valiente oponiéndome ante la resistencia. Sentía que seguía viva porque compartía un espacio físico con unas personas que de alguna manera simulaban ser mi centro de rehabilitación doméstico para evitar mi suicidio.

Y, ¿cuánto tiempo estuve viviendo este episodio? Ese ha sido el más largo que he vivido, fueron:

  • Seis meses pensando en todo lo que he perdido, es demasiado para soportar.
  • Seis meses de comer sin tener hambre. Jamás había masticado tan fuerte deseando poder destrozar cada pensamiento y que todos desaparecieran de una vez.
  • Seis meses de dormir demasiado para olvidar y a la vez, no dormir lo suficiente porque me aterraba sentir que podía perder los motivos que me mantenían viva si me dormía.
  • Seis meses de rehusarme a bañarme, porque me dolía sentir que el agua no era suficiente para quitarme el dolor que no podía lidiar.
  • Seis meses de permanecer el mayor tiempo posible en la taza del baño, porque al menos lo que depositara ahí tenía la fortuna de ir a otro lado del que yo no podía alcanzar.
  • Seis meses de manejar sin recordar cómo había llegado a otro lugar.
  • Seis meses de mantener una irritabilidad constante perdiendo el control en donde, una vez intenté atropellar a un motociclista porque se pasó el alto y quería verlo muerto. Mi intento de “buscar justicia” era volverme una homicida, ¡Vaya manera de buscar justicia!
  • Seis meses de pasar por momentos en donde la música que me trae a la tierra sentía en ese momento que me llevaban al infierno, no toleraba las voces en las canciones.
  • Seis meses de evadir a mis sobrinos en medida de lo posible porque su alegría por verme me hacía sentir que no merecía una sola muestra de amor. Me comportaba fría pero llena de miedo por la decepción que sentía por no darles el mínimo que necesitaban.
  • Seis meses de sentirme culpable porque aún seguía con vida y ellos ya no. No sabía como existir en este mundo sin ellos y pensar en que solo existían en mi memoria y que ésta cada vez iba recordando menos, me generaba tanta asfixia que sentía como sus voces iban desapareciendo y al eco es lo que me seguía aferrando en ese silencio expresado en un llanto gritado sin voz pero con el objetivo que mis quejidos me permitieran seguirlos escuchando aunque sea un poco más.
  • Seis meses trayendo reproches antiguos de porqué no pude localizar su ubicación o porqué no lo encerré hasta que hubiera una vacuna que le permitiera lo que ahora, ya muchos tienen, una oportunidad más.
  • Seis meses de pensar que mi sobrenombre “Fix”, representa un absurdo porque ni siquiera expresaba conductualmente lo que significa la palabra.

Mis días con episodio hipomaníaco

¡Ulala! La Perra Empoderada que muchos desean y es a la que nosotros, la recibimos con manteles y banquetes sin problema alguno. Se siente como, si no tuviera miedo, y no sentir eso, para mí, es increíble.

No se exactamente describir cómo es que llega esta energía. Es tan parecido como cuando te subes a un auto y este lo aceleras a más de 160 km/hr y el primer impulso que percibes, esa sensación es constante, tan adictiva que, es tu momento y no puedes desperdiciar ni un solo momento porque tiene fecha de vencimiento para su consumo. Esta hiperdosis de energía que se inyecta en mi organismo es una cantidad de confianza bruta que actúa tan bien en mí que no hay Outfit que le tenga miedo a probármelo.

Recuerdo muy bien estos momentos en mi periodo universitario. Pasaba horas encerrada en la biblioteca, aspirando todas las letras posibles de algún tema que olvidaba el tiempo. Los policías muy continuamente me pedían que ya era hora de irme porque la universidad había cerrado. Pero pasaba de estar sentada de la silla color verde de la biblioteca a estar sentada en la silla color negra de la sala del departamento.

Repetidas veces olvidaba que debía comer. Me levantaba de la silla para ponerme otra ropa y alistarme para ir a las clases. Ya había amanecido y seguía sin tener necesidad de dormir. Tenía energía y debía aprovecharlo. No me bañaba todos los días, lo hacía cuando mi amiga me recordaba que era hora con una celebre frase: “Fixulienta, es hora del baño porque ya andas bien mal oliente”. No recuerdo cepillarme los dientes por la noche repetidamente. No aseaba la habitación, no dormía en esa cama por varios días, por supuesto que esa cama era más ropa amontada de prendas sucias que de recuerdos de haber descansado. Pasaba más de 72 horas sin dormir y con dos a tres horas que durmiera en donde me cayera el día era suficiente para continuar mi “rutina”, la energía era inmensa y casi inagotable.

A la mitad de la carrera, empecé nuevamente a beber. Cada jueves y viernes salía a donde el ruido no me permitiera sobrepensar. El resultado de una de las tantas noches, congestión alcohólica y lo más extraño, es que sucedió en el semestre que recibí premio por excelencia académica. ¿Quién se va a atrever a cuestionar a la alumna sobre un problema de alcoholismo si va “bien” en sus notas académicas? Lo importante es que salga bien y lo demás no importa. Recuerdo que salí de fiesta un jueves, el viernes desperté en el hospital y por la tarde viaje a la Ciudad de México porque el día sábado tenía un concierto, Franz Ferdinand, entre los mejores conciertos que puedo recordar que he pasado, nada parecía en mi mundo estar mal.

Para cuando decidí ingresar a la maestría, sabía bien que aún no estaba titulada de licenciatura y solicité que se me permitiera iniciar el programa y a la par, me comprometí a terminar la tesis de licenciatura y cubrir la maestría. Terminé mi primer semestre con notas “altas” y tesis terminada. Pausé por unos meses la redacción de mi tesis de maestría, que, por cierto, la hice en colaboración con la maestría en biotecnología, situación que me llevó, de alguna manera, a cursar de manera simultánea dos maestrías, pero un día desperté y empecé a trabajar y en tres semanas había finalizado todo lo que había abandonado por nueve meses.

No dormía lo suficiente nuevamente, comía porque me recordaban que era de comer, me bañaba porque me pedían que debía hacerlo, y eran nuevamente los mismos comportamientos, descuido en muchas cosas, hiperconcentrada en otras.

Darme cuenta

¿Esto realmente me conflictuaba? La verdad, no. Para mí, ser funcional en al menos una cosa no representaba que había un problema importante. Era buena en algo y eso importaba. Es como el dicho, tu sigue, aunque el mundo se caiga a pedazos. La realidad, mi realidad, vivir así ha implicado que he dañado a personas que amo.

Hace poco, la psicóloga me cuestionó que con cuántos hombres estaba involucrando virtualmente y le dije: “pocos, tal vez con tres”. Al revisar mi teléfono y darme cuenta de que estaba teniendo implicaciones en mis tareas laborales, eran diez personas con quienes enviaba mensajes y eso ocupaba gran parte de mi día, mi energía y mi atención.

¿Quién en sus cinco sentidos acudiría o pensaría que algo no está bien, que necesitas ir al psiquiatra, porque eres muy funcional? Esas fueron las palabras del Dr. H y tiene razón, mi cerebro realmente no lo cuestiona, aunque para otros es ilógico que no lo considere, para mí, en ese momento, la lógica no esta al alcance de mi cerebro. Tan es así que escuchar voces o sentirme más grande que un camión parece ser algo normal.

Así es como hemos encontrado “L” y yo que es el inicio de episodios hipomaníacos. Las alucinaciones en mi cerebro se ven expresadas en la sensación tan increíble de que mis manos se sienten como si fueran deltamaño de HULK y tomar los objetos es casi imposible. Algunas otras veces los objetos a mi alrededor lucen tan pequeños y yo soy una humanoide tan enorme.

O bien, puedo escuchar muchas voces de personas hablando al mismo tiempo de diferentes edades y, aunque no entiendo nada de lo que dicen, es tan interesante como mi mente y la “Fixulienta” se coloca frente a ellos y trata de ponerles atención en el intento de saber qué demonios están hablando.

Esos son algunos de los comportamientos que vivo cuando tengo episodios hipomaniacos o depresivos, vivo en la incertidumbre de no saber el momento en el que tocarán mi cerebro y se aparecerán, ya sea para hacerme muy funcional o convertirme en una basura. Tengo la necesidad de confirmar con los demás si algo está bien, y eso termina siendo de mi parte muy demandante para los demás.

Me he preguntado, ¿extrañas alguno de ellos? La respuesta es sí. En definitiva, no a los episodios depresivos, pero sí extraño vivir con estados hipomaníacos tanto que los he propiciado indirectamente para cuando se que necesitaré de “Fixulienta” para sacar algún proyecto y se perfectamente que de ese cerebro sobre estimulado emanaran todas las ideas que requiero en este momento.

Soy funcional para lo que la sociedad demanda, e incluso más. Las ideas explotan de mi cabeza, pienso que puedo hacerlo sin miedo por enfrentarme al probable fracaso, no necesito dormir demasiadas horas porque la noche también puedo trabajar. Camino por las calles sintiendo que soy increíble en todo lo que hago. Paso de ser la persona que camina con miedo a ser la persona que si le preguntan – “Oye, ¿por qué hacer eso?”- ella responderá – “¿por qué no?”.

¿Quién soy?

Pero también, con todo esto que he vivido, me he preguntado entonces, ¿quién eres cuando no atraviesas bipolaridad? Es triste darte cuenta de que no sabes quién eres. Empezar a creer que un trastorno te identifique porque la lista de síntomas te representa y olvidas quién eres.

Cuando me preguntan, ¿qué quieres hacer?, ¿qué quieres comer?, ¿qué planeas a futuro con tu vida? Puedo sentir un dolor en el pecho, porque lo único que puedo decir es: “No lo sé”. Me provoca ansiedad no cubrir con eso que necesitan escuchar. No puedo decidir qué comida pedir cuando voy a algún lugar. Muchas veces pido lo que los demás piden. No puedo responder mensajes que parecen fáciles. No puedo confrontar argumentos porque me he cansado de discutir. No puedo decidir qué ropa ponerme todos los días. Uso casi siempre lo mismo porque resulta cansado seleccionar. Una alumna un día me cuestionó que cómo era posible que siendo tan brillante enseñando clases tan complejas consumiera los mismos alimentos todos los días. Le explique con un fundamento sin darle mi diagnóstico, porque aún sigo asistiendo a mi lugar de trabajo siendo una anónima de mi diagnóstico y gritando conductualmente BIPOLARIDAD.

Puedo reconocer que tengo momentos estables, en términos médicos, en eutimia. Pero ¿cómo aprendo a convivir conmigo misma no teniendo el caos de la hipomanía o de la depresión? De alguna manera, estar en esos estados me permitía la justificación. No me lavo las manos de lo que hago y puedo no ser responsable para mi o para los demás, pero lo que he sentido, es como si conociera a alguien y tengo que lidiar con la incertidumbre de no saber cómo va a reaccionar.

Me siento en la incertidumbre, y si bien, cuando no estoy atravesando el caos y me siento “afortunada” pero aún así duele y cuando me doy cuenta sucede que solo estoy atravesando la vida cruel, y por algunos instantes, preferiría estar en hipomanía, al menos ahí, puedo divagar en un mundo que me da la valentía para continuar entre tanta podredumbre del que mi alrededor llama “rutina”, “normalidad”, “portarse bien”, “encajar en sociedad”, “neurotípicos”, etc.

Son pocas las personas de mi círculo social que saben que vivo con bipolaridad. Oculto mi trastorno porque mencionar de manera indiscriminada que vivo con ello, proyectan escenarios que no son reales, no es lo que dicen los memes. No pasamos de estar ‘re bien’ y en un segundo estar ‘re mal’, no es así.

Por ahora, no soy un peligro para mi misma o para los demás. Cuento con la información necesaria sobre qué hacer si vuelvo a presentar una depresión mayor y dónde puedo hospitalizarme. Se que puede volver a pasar, las disociaciones también son parte de vivir con bipolaridad, volver a tener un episodio depresivo o hipomaníaco.

Llevo un tratamiento médico que innumerables veces he querido abandonar por vivir un momento de hipomanía y que, en algunos momentos, justifico la prolongación de su compra e induzco a “Fixulienta” pese a que se que “F” también viene consigo. Sin embargo, dejar el tratamiento no me asegura que quien toque mi membrana cerebral sea siempre “Fixulienta”.

Así que, ante diferentes cambios que han sucedido con el paso de los meses, actualmente 200 mg de topiramato y 36 mg de metilfenidato (algunas veces tomo dos tabletas porque qué puede pasar), para mi trastorno por déficit de atención e hiperactividad, dos litros o más de agua al día, terapia psicológica cada quince días, baños diarios, comer al menos tres veces al día, suelo hacer ejercicio intenso para mi condición por días y después lo abandono por muchos más días, aún continuo luchando contra la resistencia. Me mude de la Ciudad de México y me vine a vivir a un lugar donde la “comodidad” radica en qué tanto puedes con tus pensamientos y esa batalla es entre las más fuertes para alguien como nosotros.

Es gracioso cuando los alumnos o entrevistas de trabajo me cuestionan cómo me visualizo en los próximos meses o años. Mi cerebro piensa, no se cómo me veo en los próximos cinco minutos. Pero he intentado visualizar ese escenario y creo que de todas las maneras posibles que lo he imaginado todas conservan un patrón común, paz.

¿Qué busco?

Teatro me regaló eso, aparte de mi profesión, realizó teatro y proyecto eso en mis clases siendo docente-investigadora desde mi área profesional. El arte me salvó y la improvisación en escenario fue el único lugar donde la Bipolaridad era un privilegio. Bipolaridad necesitaba ser expresada y Bipolaridad era arte y no era juzgada, Bipolaridad era solo otra manera de neurodivergentemente abrazarla, abrazarme y gritarlo hasta llorar y treinta minutos resumían paz entre un caos vociferante de manías y silencios acuchillantes.

Ese es mi más grande reto, vivo constantemente en el caos, me gusta el caos, aunque algunas veces lo quiera negar, el caos me mantiene alerta, no me aburre, me abruma y de alguna manera me gusta. He vivido durante diferentes etapas de mi vida momentos de dolor, algunos que quiero olvidar y cuando siento que ya no duelen, los traigo de nuevo porque me da miedo soltarlos y solo saber que me siguen doliendo hacer que mi cerebro aún siente que siguen presentes, esa es mi mente alimentándose del caos.

La paz es lo que anhelo y alejo, anhelo tener lo que sea suficiente para no sentir la necesidad de traer los momentos de adrenalina para sentirme yo, probablemente aún no llego a esa etapa de saber quién soy sin eso que he vivido por mucho tiempo, probablemente aspiro algo que no conozco y probablemente no me agrade si lo llego a alcanzar, pero hasta este momento, puedo saber que en mis próximos cinco minutos podría decir que en mis próximos cinco años podría querer paz.

Últimamente he pensado continuamente un recuerdo de Fix con nueve años jugando con sus hermanos a las escondidas y la escena se ha recreado así:

“Sigue jugando a esconderte de lo que no quieras, pero por favor, no te escondas de ti misma.
Sigue corriendo, sigue jugando, sigue sonriendo.
No te olvides, búscate entre los medicamentos y entre los episodios.
Estarás todavía ahí.
Vas a pensar que te han absorbido hasta tu esencia, y lo han hecho de alguna manera. Pero, recuerda, siempre respira.
Sal de ese escondite detrás del árbol y párate en el patio con tierra y grita:

¡Te encontré FIX!

El mérito del escrito y los logros es de Fix, yo sólo tengo la fortuna de acompañarla.

Mtra. Laura Gomez-Llanos

Psicoterapeuta

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Autocriticar, ¿me sirve?

La autocrítica con frecuencia es un común denominador en la mayoría de los problemas psicológicos o emocionales, implica una manera muy particular de pensar que generalmente involucra una buena cantidad de juicios hacia nosotros mismos.

Ese mismo curso de pensamiento o voz en nuestra cabeza genera un patrón en el cual tendemos de manera constante a juzgarnos, maltratarnos e incluso a violentarnos verbalmente, a esto le podemos llamar autocrítica excesiva.

¿Qué es la autocrítica excesiva?

La autocrítica per-se no es mala, ni buena. Es una conducta que puede resultar muy funcional para ayudarnos a mejorar en algunos aspectos que lo necesitemos, sin embargo cuando nuestros pensamientos o verbalizaciones hacia nosotros mismos tienen una buena carga de adjetivos calificativos negativos y esto nos hace sentir tristes, avergonzados, desmotivados, o podemos notar un impacto a nuestro autoconcepto al sentirnos incapaces o sin valor definitivamente estamos hablando de un exceso de autocrítica que no es funcional.

Cuando hablamos de autocrítica,  la vergüenza y culpa juegan un papel importante y puede derivar en una gran variedad de problemas psicológicos incluyendo depresión, desregulación emocional, trastornos alimenticios, adicciones, y trastornos de ansiedad. 

Cuando se ha asociado a una problemática psicológica, la autocrítica puede empeorar la situación, desafortunadamente en nuestra sociedad todavía hay bastante estigma e ideas equivocadas con respecto de la valía y capacidad de las personas, lo cual con frecuencia detona y mantiene un discurso interno bastante cargado de agresión que impacta en la idea en el autoconcepto.

Pensar que no somos capaces  o merecedores de amor/empatía por tener una condición, considerar que valemos menos y decirnoslo constantemente es una doble agresión un tipo de auto-bullying, lo cual potencializa aún más estas problemáticas y limita la probabilidad de hacer algo para salir de esa situación, a veces paralizándonos. 

¿Existe la autocrítica positiva?

En muchas ocasiones, la autocrítica excesiva se ha normalizado porque hay personas que la utilizan como una forma de motivación,  les podemos escuchar diciendo frases como “¡levántate imbécil, no seas flojo!”, “¡esfuérzate más maldito flojo!”, “¡eres un idiota por equivocarte, eso lo deberías de saber! “, aunque para muchos de nosotros la agresión contenida es evidente, para quienes las utilizan es un discurso al que están muy acostumbrados, lo que ocasiona que para “motivarse”, cada vez tenga que subir más el tono y por ende la agresión de sus frases. 

Cuando hay una fusión con un discurso autocrítico, las frases como  “no soy suficientemente bueno”, “no merezco empatía”, “no valgo nada”, “no merezco” son frecuentes, es completamente normal que hablarnos así nos provoque culpa, vergüenza, ansiedad o tristeza. Una respuesta común ante estas emociones es el escapar de ellas o evitarlas,  lo cual mantiene el problema a largo plazo.

Alternativas de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para la autocrítica

Compasión

La  compasión tiende a evocar maneras muy flexibles de responder y de comportarnos día a día, pues gira en torno al cuidado y la cercanía con los demás. En la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) la autocompasión es una herramienta con la que se trabaja de manera constante, se practica en conjunto con las siguientes actitudes.

Aceptación

Aprender a vivir y estar (o sea sentir) en las experiencias, tal cual son, y la autoaceptación incluye experimentar lo que nos provoca la autocrítica, reconocer que tenemos esas características -o una parte de ellas, porque a veces la autocrítica nos hace exagerarlas- y reconocernos humanos e imperfectos y que eso está bien.

Defusión

Implica tomar distancia y ser concientes de los pensamientos críticos que estamos teniendo para separarnos de las etiquetas o juicios que provocan el malestar. 

Una nueva visión del Yo

Autopercibirbos de una manera diferente a lo que ha sido hasta ahora nos ayuda a contactar con la noción de que somos más que las historias (a veces de terror) que nos contamos sobre nosotros, donde radica la autocrítica.

Contactar con el momento presente

Nos permite desarrollar la habilidad de responder flexiblemente a las emociones, juicios y crítica de nosotros, hacia nosotros,  no engancharnos en el mejor sentido de la palabra, darnos cuenta de que SI está pasando en este momento.

Reconocer mis valores

Para  enfocarnos en lo que es más importante y valioso para nosotros, lo que nos hace sentido, lo que nos acerca a ser felices si queremos verlo así, aquello que aunque en un primer momento no sea agradable nos hace sentir bien, como cuidar y ser cálidos con nosotros mismos.

Tener acciones comprometidas

Elegir lo que hago o cómo afronto las situaciones que sea afín a mis valores, si para mí es importante tratarme compasivamente, mis acciones comprometidas estarán orientadas a cuidar las palabras que uso conmigo mismo, a tratarme suavemente, estar pendiente de lo que necesito e intentar cubrir mis necesidades.

Como todas las situaciones que nos generan malestar, la autocrítica puede ser dificil de erradicar aunque las estrategias para afrontarla sean muy sencillas. Que no sea fácil es normal, a veces tendemos a ilusionarnos con soluciones demasiado fáciles para situaciones difíciles, si no puedes hacerlo solo, no es que haya algo malo contigo, es que necesitas apoyo y eso está bien, si esta forma de afrontar la autocrítica te hace sentido acercate a un terapeuta que trabaje con Terapia de Aceptación y Compromiso, en el IJPCC existen profesionales que dominan estos modelos basados en evidencia y pueden apoyarte. 

Psic. Gerardo Ramírez

Psicoterapeuta

Si quieres conocer más de la Terapia de Aceptación y Compromiso, puedes consultar nuestro Blog

Qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso

Cómo acercarme a mis valores

Qué es la aceptación

Para profundizar:

Luoma, J. B., & Platt, M. G. (2015). Shame, self-criticism, self-stigma, and compassion in Acceptance and Commitment Therapy. Current Opinion in Psychology, 2, 97–101.

Puedes consultar este artículo aquí

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Cómo conmemorar el Día Internacional de la Mujer

Hay muchas formas en las que podemos conmemorar el día internacional de la Mujer, como sabemos es una de las conmemoraciones más aplaudidas en nuestros días, el 8 de marzo en diferentes partes del mundo se alza la voz por la lucha de los derechos de la Mujer para visibilizar las situaciones de violencia, discriminación y desigualdad que aún en nuestra sociedad actual se hacen presentes. 

Para conocer más del porque se conmemora el 8M da clic aquí

En resumen, ¿para qué se conmemora el 8 de Marzo?

El 8 de marzo nos recuerda la lucha por los derechos de las mujeres, así como continuar día con día con acciones comprometidas que nos lleven a atender las realidades sociales que aún se viven. 

Con el objetivo de conmemorar este día, alrededor del mundo se realizan diferentes acciones: instituciones gubernamentales y movimientos sociales realizan actividades para alzar la voz en pro de esta lucha, para conocer más da clic aquí 

Cada una de nosotros podemos hacer acciones para conmemorar este día. Desde nuestro lugar de trabajo, nuestras familias y  principalmente desde nuestra persona. 

Si así lo eliges, puedes conmemorar el día internacional de la Mujer todos los días cuidando de ti, validando lo que sientes y reconociéndote como una persona valiosa.

Actividades para conmemorar el día internacional de la Mujer

Cultiva la gratitud 

Registra un diario de gratitud, inicia estableciendo un horario en el que te darás la oportunidad de enlistar de 3 a 5 acciones que agradeces a ti misma, incluyendo actividades cotidianas que te hagan sentir bien (un baño, un alimento, dormir), integra habilidades y cualidades, así como experiencias que te hayan hecho sentir bien, acciones comprometidas en pro de lo que es valioso para ti.

Practica el reconocimiento

Dedica un momento para reconocer aquello que realizas día con día, acciones que se han vuelto cotidianas y que te gustaría que otros reconozcan, o que reconocerías de alguien más y tú has dejado de valorar en tí misma, una práctica para iniciar en esto es escribir en post-it frases o palabras positivas, validantes o motivantes de tí para tí.

Fortalece la autocompasión

La autocompasión es una actitud de bondad y cuidado hacia tí misma. 

Intenta practicar al menos una vez al día esta actitud, los momentos en donde percibas que estás siendo crítica o demasiado exigente hacia tu persona e intenta tener un gesto de amabilidad hacia tí misma, utilizando frases de bondad y empatía que seguramente ya usas con otras personas.

Si te es difícil comenzar esta práctica, cuando notes criticismo o demasiada exigencia hazte la pregunta ¿qué le diría a mi mejor amigo (a) o una persona que amo mucho si estuviera en esta situación?

Realiza una actividad que disfrutes

Encuentra el espacio para realizar una actividad que disfrutes, que quizás por actividades cotidianas o no tener tiempo no te has permitido realizar (salir con un amigo, tomar un café, salir a caminar, disfrutar de un baño).

Da espacio y valida tus emociones

Es muy común que ignoremos lo que sentimos cuando no sabemos cómo afrontarlo, sin embargo, nuestras emociones pueden ser un buen termómetro que nos indique qué hacer en momentos clave.

Pon atención a tus experiencias con los demás y checa si hay situaciones que no te hagan sentir bien o que te ponen en riesgo, validar tus emociones implica evitar minimizarlas y nos permite decidir mejores formar de afrontarlas, cuando estés incómoda con una situación, primero reconoce esa incomodidad y después podrás pensar en cómo lidiar de la mejor manera posible con ella.

Si la necesitas, pide ayuda

Si percibes que vives situaciones de violencia o acciones que te ponen en riesgo, pide ayuda. Identifica tus redes de apoyo, aquellas personas o instituciones que podrían darte soporte.

Si te sientes vulnerable o en riesgo, es porque probablemente lo estés, evita normalizar esas situaciones y junto a tu red de apoyo identifica la mejor manera de afrontarlas, si no cuentas con una red de apoyo puedes empezar a crearla iniciando un proceso terapéutico, una o un terapeuta pueden apoyarte.

Deseo que estas ideas te inspiren y funcionen, la práctica del autocuidado es un deber con nosotras mismas, no sólo en el día internacional de la Mujer, sino todos los días.

Psic. Griselda Flores

Psicoterapeuta

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Por qué se «celebra» el Día Internacional de la Mujer

A veces por inercia, otras por desinformación se asume que el Día Internacional de la Mujer es un motivo para festejar  y celebrar a las mujeres.

 

Si bien es cierto que tener el pretexto para reconocer la importancia que tienen las mujeres de nuestra vida (amigas, familiares, esposas, novias, incluso nosotras mismas) no viene mal, es importante saber no se trata de una celebración, sino de una conmemoración, ya que tiene connotaciones históricas e ideológicas relevantes de cara a la lucha por los derechos de las mujeres.

¿Qué se conmemora el 8 de Marzo?

El Día Internacional de la Mujer es un llamado a la acción, una invitación a luchar y alzar la voz, conmemorar la ideología de este día: La lucha por la justicia y defensa de los derechos humanos de las mujeres.

¿Por qué la lucha por los derechos humanos es necesaria en el caso de las mujeres? 

Porque históricamente el camino para lograr tener derechos igualitarios, ha sido sinuoso.  

¿Cuál es la historia del Día Internacional de la Mujer?

Recientemente  National Geographic hizo una publicación, que puedes ver aquí; en la que se plantea que  la necesidad de conmemorar un Día Internacional de la Mujer, nace después de la revolución industrial, durante el siglo XIX, los cambios en la economía y el trabajo, integraron cada vez más a las mujeres en la fuerza laboral. 

Sin  embargo, muchas sufrían explotación y falta de reconocimiento a sus derechos laborales. Fue entonces que  comienzan a organizarse los primeros grupos de mujeres para conformar sindicatos y realizar protestas para exigir sus derechos.

Posteriormente en el año de 1911, un incendio en la fábrica de textiles en la ciudad de Nueva York, cobró la vida de decenas de trabajadores, quienes en días previos ya habían salido a tomar las calles a protestar por las omisiones a sus derechos y la falta de garantía de condiciones laborales seguras. 

A partir de este suceso, se comienzan a visibilizar mayores protestas comandadas por mujeres para exigir igualdad y garantizar el ejercicio de sus derechos alrededor del mundo.

México es parte de esta lucha con actividades coordinadas por la ONU MUJERES, que puedes consultar aquí.

A la luz de esto, ¿celebrar o felicitar en el Día de la Mujer?

Para quien comprende el significado del Día internacional de la Mujer, está claro que la felicitación está fuera de lugar, ya que generalmente cuando se felicita a una mujer en este día,  se suele dar valor a cualidades en torno al género o su rol social que en general tiende a encasillar o reducir el rol de las mujeres y su papel activo en la construccion de la sociedad.

Como ya lo hemos comentado, el Día Internacional de la Mujer no se festeja o se celebra.  

El 8M es un acto de memoria, es un recordatorio de la lucha constante de las mujeres por la igualdad en sus derechos, es honrar a aquellas que tuvieron el valor de iniciar la lucha, aquellas que la mantienen y las que la continuamos, buscando un entorno en el que todas las personas tengamos los mismos derechos.

El 8M es una invitación a actuar, a defender, a hacer conciencia y fortalecer la sororidad que es deseable exista entre las mujeres.

Romper el silencio, validar, poner sobre la mesa los temas incómodos, generar más espacios entorno a seguir protestando contra lo que represente un daño a nuestra integridad.  

Una lucha por evitar las cosas que que nos duelen: discriminación, injusticia, desigualdad, maltrato, violencia, sólo por el hecho de ser Mujeres.

Entonces, ¿qué puedo hacer el Día Internacional de la Mujer?

Conmemorar. Recuerda que esta es una lucha que aún no termina, todavía existen  mujeres que no viven en condiciones de igualdad y que continúan siendo vulneradas y violentadas.   

Involúcrate en espacios de escucha y participación, acompáñate de otras mujeres e historias que te ayuden a entender mejor esta perspectiva. El 8M es una fecha conmemorativa, pero esta práctica puedes realizarla continuamente.

Reflexionar, cuestionar y expresar libremente sobre los temas que te duelen: Reconocer nuestra vulnerabilidad puede generar más empatía y cercanía. No tienes que poder con todo, ni estar de acuerdo. Poner sobre la luz nuestros miedos y temores es alentar nuestro derecho a decidir sobre nuestra vida.

Depurar y cuestionar: Tristemente hay mucho contenido en redes sociales, en la música, personajes o en la web en general que probablemente seguimos sin discriminar de qué se trata, revisa si  aquello que consumesalenta la violencia o exigencia sobre lo que una mujer tiene o debe de ser.

Cuida y depura lo que consideres que es violento hacia ti u otras mujeres.

Lo que que cosifica, denigra o reduce el Ser Mujer, y sobre todo cuida que las niñas, niños y adolescentes no tengan contacto con ese contenido que pasivamente genera y refuerza estas ideas contra las que estamos luchando.

Visibilizar: ten en cuenta que no porque un problema no te pase a ti, significa que no exista o no sea una realidad compleja para muchas otras mujeres.  

Haz lo que te sea posible, comparte contenido valioso, habla con las personas a tu alrededor, hay muchas cosas que se pueden hacer, cada uno desde nuestro espacio, para visibilizar estas situaciones e impactar en más personas para cambiar la sociedad en la que vivimos.

Reconocer: a las mujeres en tu vida, a quienes precedieron esta lucha, a quienes te apoyan incondicionalmente y te sostienen emocionalmente y a ti por seguir de pie ante los embates que has tenido que enfrentar.

 

Psic. Evy Simental

Psicoterapeuta 

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

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Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

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Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos