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¿Por qué «terqueamos» en las relaciones?

“Algunas separaciones son instructivas”, dice Walter Riso, y es que muchas veces justo después de una ruptura, dejamos ver por qué era necesaria. En la era de la tecnología y las redes sociales, los post “ardidos” abundan, los contenidos que se “viralizan” para “quemar” al ex son comunes, y eso por decir lo menos, pues es común ver personas que pierden el control y sacan lo peor de sí mismas cuando “los terminan”.

En muchas personas, en muy diferentes contextos y circunstancias he observado la tendencia de aferrarse a una relación que ha dejado de ser sana, a veces por miedo a la soledad, por “comodidad” para evitar la incertidumbre y el proceso de reajuste que irremediablemente viene después de esa ruptura, en otras ocasiones, por miedo a la reacción del otro, que lo tome de “mala manera”  se enoje y tome venganza.

Hay personas que  se complican la existencia aferrándose a relaciones que no funcionan, que no les hacen felices, que no les ayudan a mejorar; y que por el contrario les afectan y atentan contra su salud mental, regularmente este tipo de relaciones provocan grados de ansiedad y enojo que resultan desadaptativos y totalmente innecesarios.

¿Qué necesidad de ir en contra de las propias necesidades, convicciones y valores sólo por estar con alguien o mantenerse en una situación?

Desafortunadamente no es lo más común que aprendamos a decir no y establecer límites en las relaciones que no aportan lo que es necesario y funcional en un momento de nuestra vida. Es por eso que aunque las personas reconocen que lo mejor sería terminar, no se atreven a hacerlo, y prefieren permanecer en lo “malo conocido”.

Qué bueno sería  vivir las separaciones de una manera madura y sana, reconociendo que las rupturas en ocasiones son deseables; cuestionarnos si estar en una relación no trae un beneficio y desgasta ¿qué sentido tiene “terquear” y aferrarse sólo porque así ha sido hasta ahora?.

Qué importante comprender que cuando una persona decide terminar una relación es porque muy probablemente es lo más sano y lo que corresponde a la otra parte es afrontarlo con la responsabilidad y madurez que se necesita para hacer el proceso lo menos difícil posible.

“Despotricar”, agredir, atacar a quien ha tenido el valor de decir “esto no nos funciona y necesitamos poner un límite” es una actitud por demás infantil de parte de quien lo hace, sería deseable que entendiera que aunque es doloroso, le beneficia y pueda evitar reaccionar desde el dolor o el disconfort que le genera el tener que re-adaptarse porque esa relación ya no está.

Desafortunadamente esto último es la reacción más común, muchas personas personalizan, se defienden innecesariamente y terminan haciendo el proceso más difícil de lo necesario.

El término de una relación es siempre una oportunidad para aprender, un ejercicio de introspección de manera responsable, para reconocer qué hice y qué no hice para que esa relación (de pareja, de trabajo, de amistad, familiar) no funcionara como esperaba; culpar al otro además de irracional, es dañino, convencerme de que no fue mi responsabilidad y que el “malo” es el otro, me pone en riesgo de  cometer los mismos errores y me encuentre en la misma situación una y otra vez.

Afrontar la ruptura con sensatez y prudencia, ser congruente en mis reacciones facilita el proceso, reconociendo en todo momento que el término de una relación no necesariamente tiene que ser malo, total y para siempre.

En mucha ocasiones, limitamos esta posibilidad de sanar y aprender, de  crecer y tener la  opción de seguir interactuando de manera sana en otras áreas o en un tipo de relación distinta, que funcione mejor.

Más valdría reconocer que algunas separaciones aunque dolorosas, son necesarias, y que eso no implica que las personas son “malas”, que no hay en ellas cosas positivas o se anule  lo que hicieron, lo que son, lo que nos aportaron, lo que compartimos y logramos juntos en ese tiempo, mientras la relación funcionó.

Cuando una relación termina es simple y sencillamente porque la interacción entre las partes ya no funciona, pero eso, bajo ninguna circunstancia, cambia a las personas. Lo bueno de cada uno, el trabajo, el esfuerzo, sus valores, los aciertos, siguen estando ahí; simplemente hay situaciones en las que las partes no  se pudieron “amoldar” y no vale la pena seguir desgastándose en algo que por mucho que se han esforzado en “arreglar”, sólo les lastima y  dificulta su bienestar.

Revisemos cual es nuestra reacción ante las separaciones, facilitémonoslo, primero por nosotros y después por la otra parte, ayudemos a que estas separaciones sean siempre benéficas y cumplan su objetivo de procurar el bienestar y la salud mental.

Evitemos luchar contra el cambio, poner un límite y dejar de aferrarnos puede ser mejor estrategia que pretender que todo siga igual, toleremos la incertidumbre y afrontemos con todos nuestros recursos lo “bueno por conocer” que trae siempre el término de algo.

Reestructuremos nuestra visión de las rupturas y las separaciones, que en realidad son una muestra de respeto a nosotros mismos y a la relación  que tenemos con el otro.

Evitemos personalizar, si es a ti a quien le han pedido terminar la relación, no significa que no te quieren, no significa que eres malo… significa que por tu propio bien, y el de la otra persona, deben separarse, para tener la oportunidad de encontrar algo que les acomode y les haga felices.

Recuerda que “el cambio nunca es doloroso, sólo la resistencia al cambio lo es”, Buda.

 

Mtra. Laura E. Gómez-Llanos Osuna

Profesora y Psicoterapeuta

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¿Cómo cumplir tus propósitos de año nuevo?

Al estar por iniciar el año es común que hagamos ciertos propósitos, que pasados los primeros meses caen en el olvido. ¿Cuántos de tus propósitos de año nuevo has cumplido con éxito?

Se estima que sólo el 10% de los propósitos se cumplen y aunque muy probablemente hayas leído ya varios consejos y recomendaciones, aquí resumiré lo que la ciencia del comportamiento nos dice, para ayudarte a que cumplas tus propósitos del 2019.

Bastantes de los propósitos que las personas hacemos tienen que ver con adquirir nuevos hábitos o cambiar algunos de los que ya tenemos. Si en tu lista para el próximo año están objetivos tales como: “hacer ejercicio” “comer saludable” “usar menos el celular”, nos encontramos ante hábitos que están automatizados, de alguna manera, estás son respuestas condicionadas. Por ello, es importante saber un poco acerca de lo que hay detrás de la modificación o creación de hábitos. La adquisición y/o el cambio de hábitos no son complicados si lo hacemos aplicando el conocimiento científico; además, a lo largo de tu vida has creado y cambiado muchos hábitos, quizá no recuerdes cómo lo hiciste, pero si esto fuera tan complejo, no tendrías hábitos establecidos.

Toma en cuenta los siguientes pasos:

1. Elige una pequeña acción. Cuando en nuestra lista solamente ponemos “Hacer ejercicio” no nos estamos refiriendo a una acción pequeña, no representa una meta específica; de hecho, el no especificar las acciones a llevar a cabo es una de las principales razones por las que los propósitos del año no se cumplen. Por tanto, la ciencia nos dice que, si elegimos una acción pequeña, tendremos mayores probabilidades de empezar a llevarla a cabo; por ejemplo: caminar 10 minutos, usar las escaleras en lugar del elevador, estacionar el auto lejos y caminar al trabajo.

 

2. Asociar el nuevo hábito con uno ya existente. Los hábitos que ya tenemos pueden funcionar como un estímulo para asociar una nueva respuesta (hábito nuevo); estacionarse lejos y caminar al trabajo se agregará al estímulo ya existente que es ir en auto a trabajar.

3. Más repeticiones y recordatorios durante las primeras semanas. Recuerda que estamos tratando de establecer una respuesta condicionada, por lo tanto, hay que practicar más al inicio. Puede funcionar poner recordatorios en nuestro celular y notas en aquellos lugares que están asociados al hábito que estamos estableciendo.

4. Revisa qué es lo que impulsa tu comportamiento. Nuestra historia personal tiene amplia influencia en las decisiones que tomamos y en las acciones que llevamos a cabo. Tal vez no te has dado cuenta de ello, pero las conductas que llevas a cabo son realizadas por ti para coincidir con la idea que tienes de quién eres. Por lo tanto, hay que hacer una revisión de nuestra historia, ya que muy probablemente no hemos cumplido los propósitos que han estado en nuestra lista por años debido a que, de alguna manera esos comportamientos no son consistentes con nuestras ideas más arraigadas acerca de nosotros mismos.

Si quieres saber más acerca de esto, tal vez sea bueno que entre tus propósitos del año nuevo enlistes iniciar un proceso psicoterapéutico.

 Mónica García

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual

 

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El cerebro de mamá

“Nada es permanente a excepción del cambio”

 Heráclito

Seguramente has escuchado a una mamá decir frases como: “Ser mamá me cambió la vida”, “Mi vida es otra desde que nació mi hijo(a)” “No soy la misma que antes de ser mamá”; yo misma he dicho alguna de estas frases. Evidentemente, la vida es cambio y movimiento, no es un tema nuevo que la maternidad transforma muchas áreas de la vida de una mujer, los innegables cambios físicos, la modificación del  auto concepto, prioridades, vida social, familiar y un sinfín de etcéteras, sin embargo, hasta hace algunos años, no se había hablado científicamente de los cambios que ocurren en el cerebro de quienes se convierten en mamás.

El cerebro de las mujeres cambia su estructura durante el embarazo y estos cambios son mantenidos hasta 2 años después del parto. Esto fue demostrado por un estudio sin precedentes, realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, en el cual se realizaron resonancias magnéticas a 25 mujeres embarazadas, 19 de sus parejas (todos hombres) y 20 mujeres no embarazadas. A través de la observación de las imágenes obtenidas de las mujeres en gestación, se descubrió una disminución en la materia gris en regiones específicas, la materia gris es una sustancia encargada de procesar la información en el cerebro; hablar de materia gris se ha asociado popularmente a la inteligencia, a mayor materia gris mayor inteligencia; sin embargo, cabe aclarar que en realidad su función va mucho más allá.

La investigación realizada demostró que esta reducción de materia gris, no significa menor capacidad cognitiva o menor inteligencia; más bien, quiere decir que se optimizan las conexiones entre neuronas, lo que puede favorecer el correcto funcionamiento de varios procesos en el cerebro.

El cerebro de una mujer embarazada se reajusta. La materia gris se reduce en algunas áreas cerebrales para favorecer un aumento en la empatía; las mamás son más habilidosas para hacer conexión con los demás,  lo cual puede explicar el surgimiento del instinto maternal relacionado con la detección de las necesidades del bebé o de anticipar riesgos potenciales para su hijo en un entorno específico. Esto solo le ocurre a las madres y es un proceso adaptativo, no evolutivo; no quiere decir que las mujeres  que no son madres sean menos evolucionadas que aquellas que sí lo son. La investigación reveló que este reajuste solo ocurre en las gestantes, ya que ninguno de los hombres que se estudió ni de las mujeres no embarazadas mostró cambios en la estructura cerebral.

Es muy probable que los cambios hormonales que se producen durante el embarazo, no solo cambien el cuerpo, si no que también influyan en esta reorganización del cerebro; los sentidos se agudizan, aumenta la producción de oxitocina (también llamada la hormona del amor) que se almacena y a partir del quinto mes de gestación empieza a liberarse gracias a los primeros movimientos del bebé dentro del vientre; esta misma hormona funciona como desencadenante y analgésico natural durante el parto y una vez que el bebé ha nacido, la oxitocina favorece el vínculo de apego y la lactancia materna.

Desde el embarazo, nuestro cuerpo se prepara para un gran reto, la naturaleza nos provee,  nos da lo necesario para adaptarnos a los cambios que trae consigo la maternidad.

Por eso la próxima vez que escuches a alguien decir: “La maternidad me ha cambiado” puedes considerarlo como cierto. Ser mamá te cambia…para siempre.

 
Picture of Mtra. Mónica García

Mtra. Mónica García

¿Qué es la Terapia de Esquemas?

Es muy común que lleguen a la consulta personas que se encuentran atrapadas en ciclos de reacciones que les llevan una y otra vez a los mismos resultados, es comprensible sentirse frustrado de intentar (sin grandes logros) hacer las cosas de diferente manera y tener uno de estos resultados: no lograr hacer algo (actuar o reaccionar) diferente, o que a pesar del esfuerzo, se obtenga el mismo resultado; esto ocurre porque en esas situaciones clave hay un esquema activado, en estas situaciones por más que nos esforcemos por pensar, actuar o reaccionar de una manera más objetiva o realista, no nos sale.

 

Imagínate que hacemos un experimento en el que te colocas unos lentes con mica verde y te pidiera que observaras un objeto, ¿qué color lo verías? ¿lo verías con un tinte verdoso, cierto?, por más que intentaras verlo del color que es, no podrías mientras tengas puestos esos lentes, podrías incluso reconocer que sabes que no es verdoso, que definitivamente es de otro color, lo sabes, sin embargo no lograrías verlo del color que sabes que es; lo mismo ocurre cuando en esas situaciones clave un esquema está activado.

 

Los Esquemas Desadaptativos Tempranos son aprendizajes  profundamente reforzados, que incluyen pensamientos, emociones y conductas, y  que determina la forma en cómo nos vemos a nosotros mismos, al mundo y a los demás, que cuando se encuentran activos, nos hacen interpretar lo que vivimos según lo que ellos nos dicen, y no  importa qué tan racionales sean las cosas que intelectualmente nos decimos para convencernos de ver las cosas realista y  objetivamente, lo que sentimos como verdadero es lo que el esquema nos dice, aunque generalmente tiene poco de racional (es decir, estar apegado a la realidad).

 

 

Jeffrey Young es el creador de la Terapia de Esquemas, un modelo cognitivo conductual que integra elementos de otras corrientes. Se basa en el supuesto de que desde temprana edad aprendemos cosas de las personas a nuestro alrededor, del ambiente y de las experiencias que tenemos, eso, aunado a la satisfacción (o no) de nuestras necesidades emocionales básicas y las características propias de nuestro temperamento, forma lo que se llama Esquema Desadaptativo Temprano  que  básicamente se trata de estos aprendizajes tan reforzados que determinan la forma en cómo vemos las cosas y en gran parte cómo vamos a reaccionar ante las situaciones, son rígidos y permanentes, se les llama “desadaptativos” porque impiden funcionar adecuadamente en las circunstancias en las que nos encontramos y provocan emociones negativas que podemos evaluar como perturbadoras.

 

Existen 18 Esquemas Desadaptativos Tempranos en la teoría de la Terapia de Esquemas, se agrupan de acuerdo a cinco necesidades emocionales básicas, a saber:

 

1. Desconexión y Rechazo,

2. Perjuicio en la autonomía y desempeño,

3. Límites deteriorados,

4. Tendencia hacia el otro,

5. Sobrevigilancia e inhibición.

¿Quieres saber cuáles son los tuyos? para darte una idea, revisa con cuáles de estas frases te identificas:

 

  • Creo que no puedo tener la certeza de que los demás no van a estar para darme apoyo de manera estable, temo que se vayan porque encontraron a alguien mejor, que mueran o sencillamente sean demasiado inestables e impredecibles a nivel emocional (esquema de abandono). 
  • Siempre espero que los demás me lastimen o se aprovechen de mí, percibo intenciones negativas en los demás para engañarme, manipularme o humillarme (esquema de desconfianza/abuso).
  • Siento que mis necesidades no son importantes para los demás, y no hay oportunidad de que alguien pueda satisfacerlas, no me siento querido, apoyado, protegido o conectado con los demás (esquema de privación emocional).
  • Me siento defectuoso, como si hubiera algo malo en mí, es algo que tengo que esconder de los demás porque si lo notan se alejarán de mí, no me creerán merecedor de su amor, por eso estoy pendiente de sus reacciones hacia mí y casi siempre termino sintiéndome avergonzado (esquema de imperfección/vergüenza).
  • Me siento aislado de los demás, creo que soy diferente y no pertenezco a ningún grupo, simple y sencillamente no encajo (esquema de aislamiento social).
  • No me siento capaz de hacer las cosas por mí mismo, me siento dependiente de los demás en muchas situaciones, no puedo tomar decisiones por mí mismo, no me siento capaz de resolver un problema o intentar algo nuevo, a veces me siento desamparado (esquema de dependencia/incompetencia).
  • ¡En cualquier momento puede ocurrir una catástrofe! y no hay manera en que yo pueda hacer algo para prevenirlo, puedo contraer una enfermedad muy grave, volverme loco, perder totalmente el control, ser víctima en un crimen, terremoto o secuestro; por eso debo ser extremadamente precavido (esquema de vulnerabilidad al daño o enfermedad).
  • Soy muy cercano a (generalmente padres/pareja) y no puedo vivir sin él/ella, tenemos una relación tan cercana que no podría saber quién soy sin esa persona, aunque a veces me sienta vacío y sin metas propias (esquema de yo no desarrollado).
  • Estoy convencido de que no soy capaz de triunfar en la vida, simplemente no puedo hacer las cosas como las hacen mis pares, en áreas de logros siempre estoy por abajo, a veces me siento tan tonto en algo que ni siquiera lo intento (esquema de fracaso).
  • Es evidente que soy superior a los demás, yo no tengo porque apegarme a las reglas que impone la sociedad, yo soy diferente y especial, debo poder hacer o tener cualquier cosa que yo quiera, me gusta tener el poder y el control y no entiendo por qué tenga que sentirme mal por ello (esquema de grandiosidad).
  • No me gusta lo que se siente mal, no tolero la frustración, no puedo controlar mis impulsos, no logro forzarme a hacer algo que no quiero hacer, trato de evitar a toda costa las cosas desagradables, evito confrontaciones, dolores y esfuerzos, casi nunca logro lo que me propongo pero ¡es que es tan difícil! (esquema de insuficiente autocontrol /autodisciplina).
  • Muchas veces me aguanto para evitar consecuencias negativas, es común que mis necesidades pasen a segundo plano pero prefiero eso a que los demás se enojen conmigo o me abandonen, siento que mis deseos, opiniones y sentimientos no son importantes para los demás, es mejor esconderlos para no incomodar (esquema de subyugación).
  • Me gusta ayudar a los demás, si alguien está necesitado o es más débil que yo debo renunciar a mis necesidades para ayudarlo, si no lo hago, me siento culpable, aunque a largo plazo, a veces me siento resentido con esas personas de quienes me hice cargo (esquema de autosacrificio).
  • Lo más importante para mí es que los demás me vean bien, busco aprobación, aprecio, reconocimiento y admiración en los demás, a veces a costa de mostrarme a mí mismo, busco estatus, una buena apariencia y la aprobación de todos (esquema de búsqueda de aprobación/reconocimiento).
  • Hay que ver todo lo malo que puede pasar, y en eso soy experto, casi siempre detecto todo lo que puede salir mal en una situación, y por lo general me cuesta ver el lado positivo de las cosas; es común que me encuentre preocupado o alerta de todas estas cosas negativas que pueden ocurrir y eso me lleva a tener dificultades para tomar decisiones (esquema de negatividad/pesimismo).
  • Necesito tener el control de mis sentimientos e impulsos, creo que si los expreso puedo dañar a los demás o sentirme avergonzada, tal vez me abandonarán o pierda toda mi valía como persona, se me dificulta ser espontáneo, ni siquiera en sentimientos como enojo, tristeza o alegría, también prefiero evitar los conflictos u siempre pensar las cosas antes de actuar (esquema de inhibición emocional).
  • Creo que nunca se es suficiente, hay que intentar más y más, tengo estándares altos porque no quiero ser criticado; aunque me reconozco crítico conmigo mismo y con los demás, soy perfeccionista, tengo reglas firmes y me preocupa el tiempo y eficiencia, no es común que me relaje, que disfrute o que tenga buenas relaciones sociales (esquema de estándares inalcanzables).
  • Siento que las personas deben ser duramente castigadas por sus errores, a veces son agresivo, intolerante o impaciente, se me dificulta perdonarme o perdonar a los demás cuando se comete un error, no hay ninguna justificación cuando uno se equivoca (esquema de castigo).
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Es común que las personas se identifiquen con muchos de los esquemas que se presentaron anteriormente, debido a la complejidad de nuestra cognición el separar los contenidos de pensamiento, es una tarea difícil que solamente un psicoterapeuta bien entrenado puede hacer, ya que los esquemas no son el único elemento a considerar en la conceptualización que se hace en la Terapia de Esquemas, existen otros dos elementos que entran en juego: los estilos de afrontamiento y los modos de esquema, que revisaremos en otro momento.

Por ahora, se enumeran estos elementos para ejemplificar cómo los componentes de esquemas pueden conjugarse para lograr su objetivo principal: confirmarse y mantenerse. En realidad no son los malos del cuento, los esquemas bien regulados nos ayudan a sobrevivir, adaptarnos y funcionar, lo que realmente nos genera problemas es su rigidez.

Un proceso psicoterapéutico desde la Terapia de Esquemas inicia con una conceptualización de caso, el terapeuta y el paciente hacen un equipo para reestructurar el contenido de pensamiento del paciente que le está generando problemas, cada uno tiene su labor; en este primer momento  el clínico recoge datos importantes y les da sentido desde esta teoría, dicha conceptualización es compartida con el paciente, lo cual le ayuda a comprender su problemática e historia de vida, al terapeuta le permite identificar los elementos fundamentales de la cognición del paciente que deben ser reestructurados y a ambos a idear un plan de tratamiento personalizado que garantice la eficacia de las intervenciones.

 

La Terapia de Esquemas ha demostrado ser eficaz para diversos trastornos y problemáticas psicológicos, Young la formuló como alternativa de tratamiento para los pacientes cuyas características limitaban la eficacia de las Terapias Cognitivo Conductuales tradicionales, es, definitivamente un modelo que vale la pena revisar si se desea comprender y atender de manera más completa las problemáticas psicológicos.

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta

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Mitos de la Terapia Cognitivo Conductual

Desde su surgimiento en los años 60´s la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) ha sido una alternativa viable para la intervención en diversos trastornos mentales, demostrando alta efectividad desde sus inicios para el tratamiento de la depresión y la ansiedad y más tarde para el tratamiento de adicciones, trastornos de personalidad y otras psicopatologías.

Así mismo, esta propuesta psicoterapéutica ha tenido que enfrentar a diversas críticas relacionadas con el tiempo de intervención, la profundidad de los cambios, la fundamentación de sus intervenciones y la relación terapéutica, entre otras. A continuación, se numeran algunos de los principales mitos que se han construido alrededor de la TCC y las contestaciones correspondientes.

 

 

1.- La TCC es una terapia superficial y no toma en cuenta las cuestiones subjetivas de la persona.

La TCC se basa en un modelo cognitivo que plantea que la percepción de los eventos influye sobre las emociones y el comportamiento de las personas. Por lo tanto, indaga las creencias nucleares y esquemas cognitivos que explican porque las personas se perturban, buscando un cambio profundo y duradero al modificarlos.

 

 

 

 

 

2.- En la TCC solo se hacen procedimientos de modificación conductual.

Obviamente se emplean procedimientos fundamentados en la modificación conductual, sin embargo, también se utilizan estrategias de cambio cognitivo, técnicas emotivas y experienciales. Para la TCC lo más importante es favorecer el bienestar emocional mediante procedimientos comprobados en su efectividad, los cuales pueden ser combinados, todo bajo un coherente marco teórico cognitivo.

 

 

3.- La TCC solo se enfoca en el presente y deja de lado la historia de la persona.

Este modelo propone una psicoterapia breve que trabaje principalmente en el presente para lograr los objetivos terapéuticos. Asimismo, hace una conceptualización del caso, para lo que es necesario indagar en la historia del paciente para destacar aquellas experiencias significativas que expliquen la conformación de los esquemas cognitivos.

 

 

 

 

 

4.- La TCC etiqueta a las personas.

El realizar diagnósticos se puede confundir con poner etiquetas en los pacientes. El verdadero objetivo de usar términos diagnósticos es generar un lenguaje en común con otros profesionales, fundamentado en los manuales diagnósticos, que permiten trazar una ruta de tratamiento adecuada para cada persona.

 

 

5.- La TCC no trabaja con las emociones.

La TCC hace uso de protocolos bien fundamentados para el trabajo con las emociones, por ejemplo, los protocolos de intervención para conseguir la regulación emocional. Las emociones son atendidas, ya sea que se vean como eventos psicológicos naturales y normales que se viven y validan o bien como resultado de las interpretaciones de los eventos, por lo tanto, al generar el cambio cognitivo, también se verán modificadas las emociones.

 

 

 

 

 

6.- Solo se hace sustitución del síntoma.

El cambio profundo de los contenidos de los esquemas cognitivos es la última meta, para evitar recaídas y favorecer que la persona logre un cambio o en lo que piensa de sí mismo, los otros y el mundo.

 

 

7.- La TCC utiliza una misma metodología de intervención para todos los pacientes.

En la TCC se desarrollan protocolos científicamente validados para intervenir en diversas patologías. Estos protocolos se usan como guía y se van adaptando de manera personalizada al paciente, a su personalidad y sus necesidades, generando tratamientos únicos e individuales basados en evidencias científicas.

 

 

8.- Los terapeutas cognitivos conductuales son fríos y poco empáticos.

La relación paciente-terapeuta es fundamental en cualquier psicoterapia. La alianza terapéutica es instrumental para alcanzar los objetivos en esta terapia, ya que solo mediante un trabajo colaborativo y cooperativo (terapeuta-paciente) se puede logar una dinámica favorable.

 

 

 

 

 

Si bien ninguna propuesta terapéutica es la panacea, ni está exenta de verse renovada o actualizada, vale la pena desmitificar los errores que por desconocimiento se pueden construir alrededor de la misma.

 

 

La Terapia Cognitiva Conductual es una de las propuestas psicoterapéuticas más estrictas y rigurosas en el ámbito de la ciencia, sometiendo a investigación y revisión sus protocolos de intervención, buscando la constante actualización, escuchando a sus críticos, buscando desarrollar las propuestas más efectivas para las personas que acuden a atención y desean encontrar salud mental.

 

 

 

Mtro. Carlos Martín

Psicoterapeuta 

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¿Qué es la Psicología del Deporte?

El deporte es indudablemente una de las actividades a la que la mayoría de la población recurre para desarrollarse tanto física como social y psicológicamente. La práctica deportiva requiere disciplina, determinación y constancia, pero, ¿qué pasa cuando alguien quiere llevar su práctica deportiva más allá y busca ser el mejor en lo que hace? Para esta persona la psicología del deporte podría marcar la diferencia.

 

La psicología del deporte es la rama de la psicología que estudia los procesos psíquicos y la conducta del hombre durante la actividad deportiva. Esta ciencia aplicada busca conocer y optimizar las condiciones internas del deportista para lograr la expresión del potencial físico, técnico y táctico adquirido en el proceso de preparación.

 

Para que este máximo desarrollo mental sea posible el psicólogo del deporte trabaja con directamente con el atleta, pero también incluye en el trabajo al entrenador, padres de familia, directivos, jueces o árbitros y las instituciones que gestionan el deporte, todos deben aportar para que el deportista no encuentre obstáculos en su práctica y por el contrario tenga una red de apoyo fuerte y capacitada que faciliten el proceso.

 

 

 

La psicología del deporte es estructurada y sistemática; inicia con una etapa de evaluación: análisis de la disciplina deportiva, el historial de cada atleta, las variables psicológicas que más se requieren en cada deporte y la planificación de la intervención. Se auxilia de inventarios psicológicos específicos, tecnologías, observación en el campo de juego y entrevistas para recabar datos de manera fidedigna.

 

El psicólogo del deporte no hace preferentemente una intervención clínica (aunque pudiera darse el caso de hacerlo), es más un entrenador de la mente, trabaja por objetivos y es creativo para aprovechar cualquier recurso que este a la mano para intervenir. Su principal función es facilitar el proceso de entrenamiento mental.  Sale de su oficina para trabajar en cancha, alberca, pista, ring. Se pone a disposición del entrenador para el trabajo, ya que este último es quien lleva la batuta, el psicólogo del deporte es parte del equipo técnico y ayuda con todo su conocimiento para que el protagonista-el atleta- triunfe.

 

El entrenamiento mental es un proceso psicoeducativo para formar y perfeccionar habilidades psicológicas que permitan al atleta alcanzar el mayor rendimiento deportivo. Se agendan los entrenamientos a los que el psicólogo del deporte acudirá para observar, asesorar al equipo técnico o bien para intervenir con el atleta.  También se puede tener entrevistas privadas en la oficina con la finalidad de entrenar en alguna variable o discutir alguna problemática y orientar en su solución.

 

 

El entrenamiento en variables psicológicas es lo más esencial, motivación, comunicación, visualización, fortaleza mental, concentración, nivel de activación, control cognitivo y emocional, liderazgo, cohesión grupal y determinación son algunas de las más importantes. Como se mencionó anteriormente se requiere que todas las personas que están en relación con el deportista contribuyan. Si el entrenador está capacitado para trabajar con estas variables será él quien marque la gran diferencia. Entrenadores con buen manejo emocional, con habilidades para resolver conflictos, manejo de grupos, con capacidad para motivar y con una comunicación asertiva, clara y precisa son un plus muy importante para alcanzar ese rendimiento deseado.

 

La psicología del deporte es reconocida y ampliamente trabajada en algunos países como Estados Unidos, España, Rusia o Alemania, por mencionar algunos; en nuestro país es un área que necesita ser reconocida para que pueda crecer.

El papel del psicólogo deportivo es sumamente importante, poco a poco en nuestro país, las instituciones y clubes deportivos comienzan a involucrar el trabajo mental como parte esencial para alcanzar mayores éxitos y dar soporte tanto a atletas como al equipo técnico y así favorecer el desarrollo de modelos saludables que tanta falta hace a nuestra sociedad.

 

Mtro. Carlos Martín

Psicoterapeuta