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¿Qué es el trauma psicológico?

Seguramente has escuchado la palabra “trauma” en muchas ocasiones y en diferentes contextos, probablemente lo primero que se viene a la mente es que el trauma es algo horrible, indeseado y que bloquea la vida de la persona que lo padece.

Probablemente también has escuchado usar ese término de forma peyorativa y para describir que alguien no “anda bien” o que por razón de esto sus conductas son “chocantes”, “desproporcionadas “o “inadecuadas”. A veces incluso “tener un trauma” es motivo de compasión, de burla, o de simple confusión.

El trauma (a nivel psicológico) tiene un montón de acepciones, es complejo definirlo y comenzar a comprenderlo por todos los elementos que están implicados, especialmente si no hemos vivido algo parecido, o si nos hemos dejado llevar por expresiones coloquiales que hemos visto en la calle o en series y películas.

El objetivo de este blog, es compartir algunas ideas y entender un poco más cuál es el significado del “trauma psicológico”, sus implicaciones y su abordaje en un contexto clínico. Quizá después de leerlo, puedas aclarar un poco más este concepto y saber que decir o hacer al respecto, si lo has vivido, o si sabesque alguien ha pasado o está pasando por esto.

Empecemos con lo más fundamental…

Trauma Psicológico

Es definido como “un acontecimiento negativo, intenso, inesperado e incontrolable y que, al poner la integridad física o psicológica de una persona, rebasa su capacidad y habilidades de afrontamiento y que tiene consecuencias dramáticas para la víctima”. (Muiños & Requena, 2018).

Algunas de las reacciones características psicológicas más destacadas después de haber experimentado el evento traumático son: desconfianza del entorno y de los demás, sentimiento de una pérdida abrupta de la seguridad, sensación persistente de indefensión, aumento elevado del nivel de alerta, acompañada de temor o terror de volver a experimentar el evento. Todo esto, además interfiere con las áreas de vida y con la realidad misma de la persona víctima de este evento.

No podemos establecer como “trauma” a cualquier tipo de evento, por más desagradable, indeseable o altamente estresante que haya sido. Es por ello necesario retomar criterios clínicos para ello.

Según el DSM (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) debe de cumplir al menos una (o más) de las siguientes modalidades para ser considerado como trauma. (1) Vivido en primera persona, (2) presencia directa del suceso ocurrido a otros, (3) le ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo -si es amenaza o muerte de un familiar o amigo íntimo, el suceso ha debido ser violento o accidental-, (4) exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso. American Psychiatric Association., (2013). Cualquier otro evento o recuerdo asociado que no cumpla con estas modalidades se descarta como evento traumático.

 

Eventos considerados/relacionados con el trauma psicológico

 

También es importante distinguir y especificar los eventos que se consideran potencialmente como traumáticos. Entre los principales se encuentran:

  • Exposición a la muerte, lesión grave o violencia, física, sexual, real o amenaza
  • Tentativa, intentos o consumación de suicidio
  • Desastres naturales
  • Accidentes
  • Pérdida de un ser querido o duelos que se presentan de forma inesperada, abrupta y de forma impactante
  • Eventos persistentes y prolongados en el tiempo de fuerte invalidación, negligencia, descuido o maltrato.
Desmintiendo y corrigiendo las expresiones comunes respecto al Trauma.

Desafortunadamente es muy común, que en el abordaje del tema las personas piensen o digan cosas como “el/ella tiene la culpa de lo que le pasó”,  “es un dramático/a y nada más se hace daño recordando lo que le pasó”, “le gusta vivir de sus traumas del pasado”, “exagera lo que le pasó, no es para tanto”.

Si suenan familiares, tendríamos que detenernos un poco con estas frases y comenzar a comprender que estamos hablando de un sufrimiento muy grande para la persona, un evento que se está reactivando o reviviendo de forma privada y que causa mucha afectación en su vida. Por demás está decir que los juicios de valor en situaciones como esta no ayudan y  son muy equívocos respecto a lo que las personas con trauma están experimentando.

El trauma psicológico no es algo que se tenga que “superar”, no es que se olvide, quede atrás y que la persona ya no va experimentar nada relacionado. Al intervenir en trauma, lo que se hace es un abordaje pertinente para reprocesar la información, los estímulos asociados al evento e intentar reducir los síntomas.

Es importante saber que la persona fue víctima involuntariamente de tal evento; probablemente no hubo quien pudiera asistirla en el momento o ayudarla como lo necesitaba. Lo que menos quiere al padecer esto, es volver a experimentar una situación de la cual sea víctima o nuevamente sentirse vulnerable.  En su defecto mencionar o insinuar que es culpable de lo que sucedió, es re-victimizarlo y lo único que provoca es aumentar el sufrimiento de la persona, la desconfianza en los demás y en general; aumentar su malestar.

Las personas no se quedan “traumadas”, es un proceso  difícil de asimilar y de reprocesamiento de varios elementos internos y externos, lo cual dificulta las reacciones cognitivas, psicológicas y emocionales de forma adaptativa, todo esto mientras se va dando un proceso clínico de intervención. Es por ello necesario conocer los “síntomas” que experimenta la persona y sobre todo el tratamiento clínico que reducirá sus síntomas y generará reacciones y conductas más adaptativas.

 

Algunos de los principales síntomas consisten en que:

  • Muchas veces re-experimentas recuerdos muy vívidos del trauma en forma de

imágenes mentales, olores, voces, y a veces sensaciones corporales, lo que conocemos como “flashbacks”.

  • Tratas de evitar todo aquello que esté asociado al trauma o a los desencadenantes de tus recuerdos traumáticos. Lo cual se conoce como “evitación de la experiencia”.
  • Tienes trastornos del sueño y pesadillas.
  • Muchas veces, sientes emociones aversivas (desagradables) de larga duración como impotencia, culpa, vergüenza y asco. Esto, podemos etiquetarlo como “desregulación emocional”.
  • Sentirás o percibirás que la realidad es ajena a ti, que es como si fuera irreal, un sueño, o simplemente que te desconectas por unos instantes de ella. Conocido como “disociación”.
  • Te consideras a ti mismo y a tu cuerpo como indignos o «malos». A esto se le llama “alteraciones del self (yo)”.
  • Tienes dificultades para confiar en otros. Sentimientos de inseguridad, desconfianza, vulnerabilidad.
Algunos tratamientos basados en evidencia científica y que han resultado con alta eficacia en la reducción de los síntomas son los siguientes:

DBT-PTSD (Terapia Dialéctica Conductual para estrés postraumático).

Dentro de los objetivos principales de DBT-PTSD se encuentran:

  • Ayudar a transformar la sensación de revivir experiencias traumáticas “incontrolables” en recuerdos “controlables”.
  • Ayudar a reconsiderar creencias sobre uno mismo y el mundo.
  • Ayudar a construir una vida que valga la pena de ser vivida a pesar de tus experiencias difíciles.
  • Enseñar cómo se organiza la red del trauma, qué comportamientos mantienen el estrés postraumático y qué se puede hacer para regularlos.
  • Aprender habilidades para regular el malestar, la disociación y las emociones negativas intensas como el miedo, la vergüenza, la culpa y el asco.
  • Todo esto en un contexto terapéutico seguro.
  • El protocolo establece que el trabajo y la duración del tratamiento se establecen en aproximadamente en 45 sesiones.

Otro de los tratamientos es la Terapia de exposición prolongada para el tratamiento del Trastorno de estrés postraumático EP-TEPT.

 

EP TEPT.

La Exposición prolongada enseña a los usuarios/consultantes a acercarse gradualmente a los recuerdos, sentimientos y situaciones relacionados con el trauma que se han estado evitando.

  • Esto mediante una serie de exposiciones paulatinas, mediante el uso de la imaginería, la verbalización y descripción del evento, además la exposición directa a estímulos asociados al evento traumático.
  • Tiene como principal objetivo la disminución de los síntomas y la habituación a los estímulos detonadores del trauma.
  • La duración estimada es de 8 a 20 sesiones semanales, aunque esto puede estar sujeto a variación.

Así pues, una vez dicho todo esto respectivo al trauma, espero te haya generado mayor claridad al leerlo. Y sobre todo si consideras que has experimentado un evento traumático o alguien cercano o conocido tuyo cubre con estos elementos planteados anteriormente, sería de gran utilidad pudieras compartir la información de este post con el fin de orientar a que las personas reciban comprensión, validación y sobre todo el mejor tratamiento posible.

Sólo me queda agradecerte y recordar que el conocimiento es el candil que ilumina los callejones de la ignorancia. Sé ese candil y presta tu luz a quién más lo necesite, incluso, si es a ti mismo.

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Psic. Jorge Urias

Bibliografía:

Bohus, M. (2014) “Manual Entrenamiento DBT-PTSD”: PDF

Olasov, B., Foa, E & Hembree, E. “Terapia de Exposición Prolongada para TEPT Procesamiento emocional de experiencias traumáticas guía del terapeuta”. SAPSI editorial: Buenos aires, Argentina.

American Psychiatric Association. (2013) Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V. Masson Editorial: Barcelona, España.

Muiños, R, Requena E. (2018). Psicopatología clínica. Universidad Oberta de Catalunya: Cataluña, España.

 

 

 

Si te interesa saber más de este tema, recuerda que aún puedes inscribirte con el 50% de beca al Taller Intervención en Trauma, en el que aprenderás de una experta reconocida internacionalmente, la Dra. Nathalia Vargas.

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Ser Padre

En días como hoy, que se celebra el Día del Padre, vale la pena detenernos y reflexionar un poco acerca de la enorme labor que implica portar ese título, para quienes lo asumimos activamente y con responsabilidad; lo cual a veces implica que sintamos que estamos en deuda con nosotros mismos al convertirnos en Padres.

Para explicar un poco esto, les comparto que además de las necesidades “basicas” que los Padres deben cumplir como  un sano desarrollo físico, seguridad, vestimenta, cuidado de la salud, cambio de pañales, desvelos, paseos nocturnos a los servicios de urgencias, la alimentación, los viajes, los regalos, la educación formal, etc.

Algunos modelos del desarrollo  y comportamiento humano plantean que tenemos 5 necesidades emocionales, las cuales también se consideran básicas: conexión y aceptación, autonomía, competencia y sentido de identidad, libre expresión de emociones, espontaneidad y juego, y límites realistas – autocontrol, las cuales al ser “cubiertas” permiten un desarrollo saludable a nivel mental y emocional.

Como seguramente lo sabes, es todo un reto atender de manera “suficiente” estas necesidades, pues a  los Padres,ser «cabeza de familia»nos implica bastantes circunstancias y cosas por resolver que, con frecuencia, nos terminan empujando a “olvidar” que  estas necesidades emocionales existen.

La  crianza implica una lista bastante larga de destrezas y habilidades a enseñar (que irá aumentando a lo largo de los años) por lo que vale la pena celebrar y aplaudir los esfuerzos que los Padres hacemos todos los días, en el ejercicio de una paternidad activa y responsble pues invertimos nuestro tiempo en ello, al elegir salir a trabajar, privarnos de objetos, experiencias y de algunos aspectos de  nosotros mismos para poder brindar un espacio sano, amoroso, seguro y cargado de todos los elementos posibles para el crecimiento de nuestros Hijos, lo cual también es un modelo para los futuros padres y madres.

La Terapia de Aceptación y Compromiso busca que uno se convierta en su mejor versión, la más sana, la que deje una huella de mayor peso en el mundo, los hijos son como moldes bastante tiernos en donde esas huellas van a dejarles nuestro rastro por este mundo, y días como hoy considero que sirven para voltear a ver el panorama completo de aquellos que dejan esas huellas alguna vez fueron niños, jóvenes y adultos que tienen sus propias necesidades a cubrir: el sentirse conectado y amado, pero también competente y único, que su sentir sea visible ante el mundo, el poder jugar y divertirse, así como regularse y marcarse reglas y autocontrol.

Sin embargo, como es bien sabido, socialmente a los hombres se le sanciona el “necesitar” conectarse y darle lugar a su sentir en el mundo. Por todos aquellos miedos que se tuvieron que enfrentar de manera silenciosa y devota, aquellas tristezas y penas que tuvieron que ser pausadas u omitidas, las guerras con nuestros demonios, buscando evitar que lleguen a colarse en sus hijos, los proyectos personales que quedaron en un baúl de recuerdos y anhelos, el tiempo lejos mientras se busca traer el pan a la mesa.

 

Y a pesar de todo lo que se puede experimentar e incluso perder en el camino, el Día del Padre es un día para celebrar cómo hacemos todo para que nuestra existencia quede justificada al ver esos únicos o muchos pares de ojos que nos buscan al llegar a casa y gritar: ¡Papá!

Y sobre todo el reconocimiento, admiración y agradecimiento especial para quienes a pesar de no venir de hogares tan amorosos o cálidos, eligen romper con el ciclo de sufrimiento al brindar lo que no se tuvo de niño, es uno de los actos más amorosos que pueden existir.

Días como hoy son oportunidades para que el ser Padre, además de ser reconocidos por nuestros seres queridos, sea reconocido y aplaudido POR TI MISMO, y retomar o al menos premiarnos con lo que nos siga ayudando a hacer ese trabajo de la mejor manera posible, sea ropa, una buena comida, un paseo, un recuerdo o una promesa, mientras nos ayude a que papás sanos desarrollen niños sanos

Por todo eso y más todo aquel que porta este título pueda, al menos en días como hoy, recordarse lo importante que es para sus pequeños y la mejor manera es cuidar y cubrir todo aquello que nos ayude a cuidarnos y mantener siempre el temple de seguir con nuestra labor, el privilegio de cuidar, guiar y ser modelo de otro Ser Humano.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Qué hace un Psicólogo?

El trabajo de un Psicólogo es algo de lo que con frecuencia escuchamos hablar, especialmente en el mes de mayo porque en México celebramos el día del Psicólogo  y me parece importante hablar un poco acerca de lo valiosa y gratificante que puede ser esta profesión.


Como Psicóloga, me dedico a atender adolescentes y adultos, durante este tiempo he tenido la grata experiencia de escuchar cada vez más a consultantes que acuden a terapia que pese a que aún luchan con estigmas por parte de personas que les rodean, le dan mucho valor a SU espacio de terapia. En una ocasión una consultante mencionó “realmente en este momento no sabría decirte de algún problema que tenga en específico, pero creí que sería importante empezar mi proceso, cuido mi salud física y por ende también deseo cuidar mi salud mental, estar bien conmigo misma”. Es ahí donde comprendí que se visibiliza cada vez más la importancia de los Psicólogos en la sociedad.

¿Por qué es tan importante? ¿Qué es lo que hace el psicólogo?

Para mí un psicólogo es un profesional que se ha preparado en la ciencia de la Psicología, y que usa esos conocimientos para acompañar y guiar a las personas en un proceso de cambio, ofreciendo un espacio donde el consultante se sienta seguro, escuchado y validado. Por medio de estrategias con evidencia científica, brinda herramientas para la resolución de problemas, para el desarrollo de habilidades que de manera significativa, brindarán una mayor calidad de vida.

Considero este trabajo un privilegio porque cada consultante nos deposita una parte de su historia, de su confianza, incluso en ocasiones llegamos a ser con quién por primera vez han podido hablar sobre lo que les ha aquejado por meses, incluso años. Es un honor para nosotros ser parte de esto, que sabemos que no ha sido nada fácil.

Entonces, si me preguntan a mí, ¿por qué es tan importante? Respondería que tenemos un gran compromiso, con cada consultante tenemos la oportunidad de acompañar, de brindar nuestros conocimientos para propiciar cambios, de poder ser parte de su desarrollo, siendo esto recíproco también, porque es muy satisfactorio poder ser parte de sus pasos y sus tropiezos.

Con nuestra labor y actitud podemos seguir “rompiendo estigmas”, es deseable que seamos los primeros en apoyar a nuestros familiares y  amigos cuando nos digan que han pensado en ir a terapia, porque tomar la decisión y emprender el camino hacia al cambio no es fácil, es laborioso, pero estar dispuesto y acompañado por un profesional hará que cada paso valga la pena.

Psic. Lorena Ramírez

Psicoterapeuta

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¿Por qué da miedo atender un caso de TLP?

En la práctica clínica, podemos encontrarnos con una enorme gama de consultantes y problemáticas, entre los más frecuentes están los problemas de ansiedad, depresión y la llamada “desregulación emocional”, que regularmente está asociada al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).

 

Algunas de las características del TLP es dificultad para regular las emociones y “volver a la calma”, esta problemática se ha asociado a bases biológicas en combinación con situaciones del contexto (un ambiente invalidante, entre otros elementos).

 

Estos problemas de “regulación emocional”  en nuestros clientes con frecuencia “activan” las de los terapeutas, que en ocasiones reportan una sensación de “miedo, preocupación, inquietud” por el consultante, dado que estos consultantes experimentan de manera muy intensa sus emociones y que en esta misma intensidad buscan maneras de “volver a la calma”, algunas de ellas son:

 

  • Auto lesiones
  • Golpearse a ellos mismos, a otras personas y
  • Ideas o intentos de suicido
  • Relaciones sexuales sin protección

Estos comportamientos, en su gran mayoría, han funcionado para que  la persona que experimenta estas emociones intensas pueda regresar a la calma y “aliviar” ese malestar emocional (lo cual ocurre a corto plazo) y, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la búsqueda principal no es “llamar la atención” o “victimizarse”.  

 

Por la naturaleza de las conductas autolesivas, es comprensible que nos “activen” y sintamos miedo de la integridad física de nuestro consultante y presión por la eficacia de nuestras intervenciones.

 

¿Qué puedes hacer si te identificas con estas sensaciones? 

 

Lo primero sería identificar y reconocer el miedo que nos generan este tipo de problemáticas, es súper comprensible que lo estes experimentando; aunque puedan aparecer este tipo de creencias, no eres mal terapeuta por tenerlo, me parece que es señal inequívoca de que para tí es importante que tu cliente esté bien; eso es lo que hace un buen terapeuta: interesarse genuina y auténticamente por sus clientes.

 

Lejos de invalidarlo, te animo a darle “espacio” a ese miedo en lugar de tratar de ignorarlo o querer que se vaya, probablemente sea adecuado que aparezca ya que, gracias a esa preocupación, puedes actuar con más detalle y cuidado. 

 

Lo segundo es crear un espacio de “validación, aceptación y cambio” de y con tú consultante, como lo postula el modelo de la Terapia Dialéctica Conductual, por el miedo que podemos experimentar ante las acciones de riesgo en nuestro cliente es posible caer, sin querer, en acciones de invalidación sobre lo que le sucede, lo que siente y cómo lo regula, lo que podría que podría dificultar que explore nuevas formas de regularlo, lo cual influye en la alta tasa de abandono en este tipo de consultantes.

 

Lo tercero sería “infinita” paciencia para con tu consultante, ya que ha hecho lo mejor que ha podido con las herramientas que ha podido adquirir en su contexto, considera que el cambio será progresivo, y esta paciencia también aplica para tí como terapeuta, ya que solemos abrumarnos o autoexigirnos un poco más ante estos casos.

 

Y una última recomendación es que busques ser supervisado por algún experto en el tema, cuando pedimos ayuda, la probabilidad de éxito con el caso es mayor, además de lo satisfactorio que se siente poder ser parte de una red de apoyo. 

 

Recuerda también darte espacios de “relax”  y autocuidado para ti como persona,  salir con amigos, comer tu comida favorita, ver esa serie a la que le echaste el ojo o la actividad que más te guste. No olvides que también eres un ser humano y mereces un espacio para “recargar pilas”, verás que eso ayuda a tu desempeño como terapeuta.

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Psic. Jesús Briseño

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La Matrix, más allá de la ficción.

Cuando escuchamos la palabra “Matrix” es probable que pueda venir a muestra mente la inolvidable película “The Matrix” estrenada por allá de 1999, sin embargo, la Matrix a la que nos referimos en este blog es una herramienta realmente útil que tiene como propósito evaluar los problemas con los que normalmente nos topamos en consulta y, con dicha evaluación poder dar forma a la intervención más adecuada para la persona que tenemos enfrente. Esta herramienta forma parte de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT siendo Kevin Polk su creador.

En la Matrix se puede evidenciar qué hay dos movimientos elementales en el ser humano, el de acercarnos/aproximarnos y el de evitar/alejarme y esto ocurre todo el tiempo, por ejemplo, Pedro normalmente va muy emocionado a hacer ejercicio (aproximación) pero al ver que está su vecino Mario en el gym donde normalmente entrena, decide salir lentamente de ahí (evitación), es decir; solemos acercarnos a lo que nos agrada o genera una sensación de bienestar y solemos alejarnos de lo que nos pueda incomodar o generar malestar.

Teniendo esto en mente y retomando el que la Matrix es una forma de evaluar, quizá podrás preguntarte ¿y qué cosas evalúa? ¿Cómo puedo hacer una Matrix? Bien, es muy fácil (relativamente) ya que, con ella, podremos valorar problemas de ansiedad, depresión y diversos problemas psicológicos, ya qué al ser parte de ACT, esta herramienta adopta una visión más conductual y contextual sobre el problema y su mantenimiento mas que de “etiqueta diagnóstica” siendo la función de la conducta y los procesos que le subyace el verdadero interés para dicha valoración, ahora bien ¿cómo podemos hacerla? Aquí te dejo un pequeño bosquejo de cada uno de los ejes que la conforman.

 

La Matrix se conforma en cuatro ejes o puntos, los cuales son:

  1. ¿Qué o quienes importante para ti
  2. ¿Cuáles son las “experiencias internas” que más te incomodan?
  3. ¿Qué haces para alejarte de esas experiencias
  4. ¿Qué podrías hacer para acercarte a lo importante para ti?

 

Cómo podemos ver, evaluamos lo que sucede “de la piel para adentro” y lo que sucede “de la piel para afuera” del consultante, siendo una de las metas principales de la Matrix ayudar al cliente a identificar su problema y las posibles soluciones en estos cuatro ejes.

Revisemos más de cerca de qué trata cada uno:

1. ¿Qué o quién es importante para ti?

En primer lugar, podemos identificar qué cosas son importantes para el cliente tener en su vida (su familia, su trabajo, sus amigos, etc) o que cualidades le gustaría tener (ser un buen padre, amigo, hermano, etc) siendo una de las metas principales que la persona esté más cerca de ello.

2 ¿Cuáles son las “experiencias internas” que más te incomodan?

Una vez que el cliente identifique lo importante en su vida podemos acompañarle a que se pregunte ¿Qué emociones, pensamientos, sensaciones me son más incómodas o molestas?
Aquí podemos hacer junto con él una lista de todo lo que valla dándose cuenta acerca de cuáles son sus emociones y pensamientos “molestos”

3. ¿Qué haces para alejarte de esas experiencias?

Los seres humanos solemos alejarnos o evitar aquello que nos molesta o incómoda, en este apartado, las acciones que hacen pueden ser muy diversas (dormir, comer, hacer ejercicio, estar en mi cuarto) pero todas le ayudan en “sentirse mejor” temporalmente, en el corto plazo, no ayudándole en un largo plazo.

4. ¿Qué podrías hacer para acercarte a lo importante para ti?

Aquí, podemos hacer una lista de acciones concretas que la persona se compromete a hacer, con el objetivo de acercarse a la vida que sueña tener.

 

Imaginemos a Pedro, un chico que viene a la consulta y le gustaría trabajar su ansiedad, si lo pudiéramos evaluar desde la Matrix, posiblemente seria algo parecido a esto:

3. ¿Qué haces para alejarte de esas experiencias?

-Me salgo de lugares donde hay mucha gente.
-No voy a clases
-Me encierro en mi habitación

4. ¿Qué podrías hacer para acercarte a lo importante para ti?

-Acercarme cuando mis papás hablan
-Tomar el auto para ir a la escuela
-Salir a comer con mis papás
-Ayudar a alguna persona en situación de calle

2. ¿Cuáles son las “experiencias internas” que más te incomodan?

-Ansiedad
-Estrés
-“Se burlarán de mí”
-“Y si no lo hago”
-Taquicardias

1. ¿Qué o quién es importante para ti?

-Ser una buena persona
-Tener una relación más cercana con mi familia.
-Ser un buen amigo.

A manera de conclusión, la Matrix es una herramienta que sin duda ayuda a poder evaluar el problema del consultante para así poder determinar cuál será la mejor manera de intervenir, siendo la vista de los valores personales de cada consultante la guía para el tratamiento.

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Staff IJPCC

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Terapia de Aceptación y Compromiso

Las Terapia de Aceptación y Compromiso (o ACT por sus siglas en inglés) es una de las  llamadas terapias de tercera generación o contextuales, los cuales son una serie de modelos terapéuticos que en estos últimos años han incrementado su auge debido a que comprenden y abordan los problemas psicológicos retomando la importancia del ambiente o contexto del individuo.

 

Los modelos Contextuales no se centran en el contenido de los pensamientos, como lo hacían las Terapias Cognitivo Conductuales. El foco de interés es la función de esos pensamientos, los para qué de las conductas.

¿Qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso?

En este modelo se postula que gran parte del sufrimiento viene, en gran medida, de nuestro lenguaje, del cómo a través del lenguaje  simbolizamos y enmarcamos significados, y esos significados, se asocian arbitrariamente con cosas o situaciones que representan un “problema”.

 

ACT es un modelo que nace de la investigación básica (es decir, de los procesos de aprendizaje desarrollados en un laboratorio) en la cual se  incluye el impacto del lenguaje en nuestro sufrimiento, y el cómo la cultura puede  propiciar que suframos, a través del mensaje implícito o explícito dee que estar “triste, ansioso, preocupado” significa enfermedad mental o malestar, y que la “felicidad, satisfacción, plenitud” son señales de bienestar o salud mental.

 

El papel de las emociones en ACT

Desde la postura de la Terapia de Aceptación y Compromiso todas las emociones  forman parte “natural” de nuestra experiencia, no habiendo nada “malo” en ellas. Entonces ¿Cuál es el verdadero problema? Bien, el verdadero problema es el “cómo me relaciono con esa experiencia” y no la experiencia en sí misma.

 

La relación que establecemos con la experiencia puede ser desde la  aproximación o la evitación.

 

La aproximación es cuando nosotros nos acercamos o permitimos cierta clase de experiencias, las cuales serían más del tipo “agradables” algunos ejemplos de ello pueden ser: comer un helado, salir con amigos, hacer ejercicio, leer, es decir, lo que yo “siento, pienso” cuando hago tales cosas.

 

En la evitación nos alejaremos de aquellas experiencias que nos resulten “incómodas o sean desagradables” por ejemplo: la ansiedad ante un examen, miedo a conducir, estrés por la alta demanda en mi trabajo, etc.

 

Gran parte del trabajo en la Terapia de Aceptación y Compromiso se basa en estos dos ejes, ayudando a la persona a que pueda identificar cuál de estos dos está más presente en su actuar diario.

 

Los valores en ACT

Al ser ACT un tratamiento orientando hacia los valores personales de cada consultante, son estos mismos ejes los que pueden estarle ya sea, acercando o alejando de la clase de vida que al consultante realmente le gustaría vivir, poniendo en marcha una seria de estrategias basadas en procesos, siendo las más comunes: metáforas, ejercicios experienciales y analogías, aunque también ACT puede tomar estrategias de DBT o de algunas terapias basadas en evidencia, estando al servicio de que el consultante pueda lograr:

 

  1. Discriminar las consecuencias que ha tenido su resistencia a la experiencia desagradable (costos) en lograr la vida que le gustaría vivir (aquí se usa la desesperanza creativa).
  2. Lograr que el consultante pueda cultivar una mayor apertura, aceptación y menor resistencia a las experiencias internas “aversivas”.
  3. Que pueda tomar más acción consciente y comprometida hacia lo que realmente valora en su vida.

 

En resumen, ACT es un tipo de terapia que se centra en la función más que en el contenido, siendo de gran interés los valores personales del paciente, poniendo en marcha diversas estrategias para lograr que el paciente se acerque a la vida que quiere vivir, identificar los obstáculos qué hay en el camino, para poder enseñarle cómo vencerlos y conseguir una vida valiosa.

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Psic. Jesús Briseño

Terapeuta Conductual-Contextual

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¿Qué es ser Psicólogo? por María Xesús Froxán

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Ser psicólogo es ser un profesional formado en Ciencia de la Conducta. Comenzar así un texto puede sonar pretencioso, pero considero fundamental aclarar desde el principio que la Psicología es una ciencia, con un objeto de estudio propio, la conducta. Una vez dicho esto, comienzan los problemas: ¿estarían todos los psicólogos de acuerdo en esta definición? La respuesta no es fácil, ya que probablemente sería afirmativa en cuanto a que es una disciplina científica pero no estarían de acuerdo en cuanto a su objeto de estudio, la conducta. Y esto es así porque el término conducta se malentiende en muchas ocasiones y parece que solo nos estamos refiriendo a lo que las personas hacen, a lo observable. No vamos a repetir aquí lo que está publicado en decenas de textos:

 

  • Conducta es lo que se hace, se dice, se piensa, se siente y debe ser analizada como interacción entre el organismo y el entorno.
  • La distinción “dentro/fuera” no tiene sentido en Psicología, desde el momento que lo de “dentro” es cualitativamente igual a lo de “fuera”, con la salvedad de que únicamente es accesible a un solo observador.
  • Una psicología científica no debe utilizar en la explicación de la conducta términos mentalistas, tan frecuentes en nuestro lenguaje cotidiano, para explicar el comportamiento.
  • Las explicaciones psicológicas deben hacerse en términos que apelen a procesos naturales, concretamente a los procesos de aprendizaje que ocurren en las interacciones del individuo en su contexto.

 

Como ya he comentado en otros lugares, los psicólogos se enfrentan a graves problemas en sus intentos de desarrollar una disciplina digna. En primer lugar, por lo que se refiere a su objeto de estudio, la conducta: siendo enormemente compleja forma parte de nuestro día a día, por lo que todo el mundo se considera capacitado para hablar sobre ella y explicarla (confundiendo las explicaciones normativas, puramente racionales, con las explicaciones nomológicas, causales).

 

En segundo lugar, por la identificación de lo psicológico con lo subjetivo, lo inobservable y, por tanto, imposible de estudiar científicamente. Y de nuevo aquí se incurre en confundir el lenguaje cotidiano con el lenguaje propio de una disciplina; como psicólogos que somos, estamos obligados a reivindicar el uso de los términos en su acepción técnica, que es distinta de la del lenguaje común. Desde el momento en que la conducta es una interacción y, por lo tanto, no tiene materia, nada puede subyacer a esta. Lo subjetivo es una conducta más, que se hace manifiesta para cualquier observador porque el emisor de esa conducta la comunica por algún canal inteligible para el receptor. Los factores sociales, culturales y ambientales (experiencia vital), los factores fisiológicos, la actividad cerebral y el riesgo genético influyen, en distintas proporciones y de distinta manera en el resultado conductual final, el problema de que se trate.

 

Y esto nos lleva al tercer gran problema de los psicólogos, que es dejarse arrastrar por la creencia – absolutamente errónea – de que para ser ciencia hay que ser Neurociencia.

 

En primer lugar, la explicación de la conducta humana como un epifenómeno de la actividad cerebral incurre en graves errores epistemológicos. Por una parte, la búsqueda de las bases biológicas de la conducta se desarrolla como un intento de evitar el dualismo mente-cuerpo, pero en absoluto supera el dualismo cartesiano sino que simplemente cambia el foco causal: no somos lo que somos como fruto de la mente sino como fruto del cerebro. Pero explicar un fenómeno – la conducta, que es una interacción – a partir de la actividad cerebral – una de las partes de uno de los elementos que intervienen en dicha interacción – implica un reduccionismo neurobiológico inadmisible, no solo desde el punto de vista epistemológico sino que hasta el momento actual no se han encontrado correlatos cerebrales que expliquen la conducta humana. Tomemos el ejemplo de la llamada “enfermedad mental”: aunque a nivel neuroquímico pueda haber algunas alteraciones que aparecen en los diversos trastornos estudiados, a día de hoy no se ha conseguido establecer ningún marcador biológico específico tras años de investigación sobre los sustratos neurales de la psicopatología.

 

No existe una sola prueba de ello, a lo sumo una serie de correlaciones entre actividad cerebral y conducta, pero una correlación nunca es causalidad. Y ello sin plantearnos si la alteración cerebral es la consecuencia del problema mental más que causa del mismo. Si la actividad cerebral está en continua modificación por la acción del aprendizaje y los eventos vitales, el foco de atención hay que ponerlo en el aprendizaje y cómo este se ve afectado (y a su vez afecta) tanto por los eventos vitales como por la propia actividad cerebral. La carga genética hay que considerarla como una variable disposicional y no causal. Las personas nacemos como una página en blanco sobre la que hay que escribir la vida: el tipo de papel, su rugosidad, el tipo de tinta, su adherencia al papel, la posición al escribir, el lápiz o bolígrafo que usemos… influyen en la facilidad o dificultad de la escritura, pero el papel seguiría permanentemente en blanco si no se escribe sobre él. Pues el papel es el equivalente a la carga genética y todos los demás elementos con los que se escribe son los factores que explican la escritura: eventos vitales, variables biológicas, factores educativos… Y ese conjunto, esa interacción entre papel y elementos que posibilitan la escritura, son los que dan como resultado un escrito u otro, un comportamiento u otro, una personalidad u otra, en definitiva, una persona u otra. Por ello cuanto más sepamos de los factores que interactúan para que ocurran los procesos de aprendizaje que determinan el comportamiento, más sabremos de por qué ocurre dicho comportamiento.

 

En resumen, el carácter científico de la Psicología no hay que buscarlo en el reduccionismo neurobiológico porque la parte orgánica de la conducta es eso, una parte y no la causa. La explicación de la conducta hay que buscarla en los procesos de condicionamiento, procesos dinámicos de cambio que siguen unas estrictas leyes estudiadas en los laboratorios de Análisis Experimental de la Conducta desde principios del siglo pasado. El proceso de aprendizaje es el proceso de las sucesivas modificaciones de las conductas a partir de las experiencias. La metodología para estudiar dicho proceso es estrictamente psicológica, es decir, no mecanicista y dirigida al estudio de las asociaciones por contigüidad temporal, a diferencia de las ciencias biológicas, que trabajan con asociaciones por contigüidad físico-espacial (nexos mecánicos), metodología inútil para la investigación en conducta.

 

La Psicología, precisamente por su objeto de estudio, puede ofrecer grandes aportaciones a la sociedad, que van mucho más allá del campo clínico. El estudio de la conducta es la clave para entender al ser humano y por eso los psicólogos, como especialistas que somos en ese campo, tenemos que poner nuestro conocimiento al servicio del desarrollo de sociedades más libres, justas e igualitarias. Ello implica exigirnos al máximo en cuanto a fundamentación teórica, claridad conceptual y conocimiento de las bases experimentales de la conducta humana. Como afirmaban los autores fundacionales de nuestra disciplina, un psicólogo es un científico del comportamiento.

 

 

Dra. María Xesús Froxán Parga

Directora del grupo de investigación Acoveo de la Universidad Autónoma de Madrid y el Instituto Terapéutico de Madrid (España).

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Ya lo había soñado

Hace 20 años ingresé por azar a la carrera de psicología, mi primer contacto Freud, no, definitivamente no, mi segundo contacto Skinner, lo amé desde el primer momento, si me iba a dedicar a esto ya sabía que enfoque tendría, EL MEJOR.

En aquellos años no existía una institución que formará en el enfoque, me prometí que algún día eso cambiaría. Para el año 2007 ya estaba estudiando la maestría en donde conocí a personas que se apasionaban con el mismo tema, hoy dos de esas compañeras son mis socias.

Mónica, Laura y una ex socia ya estábamos reunidos para echar a andar el proyecto en aquella tarde de febrero del 2011. Les dije: ya sé como quiero que se llame, Instituto Jalisciense de Psicoterapia Cognitivo Conductual, todas rieron y me dijeron ándele pues. Laura tomo como siempre la iniciativa y se puso a armar la página en redes, Mónica a su más fiel estilo nos organizó y la otra socia y yo pensábamos e iniciábamos con el armado de los programas educativos.

Abrir tu propia institución es un reto enorme en un país donde parece que abrir un bar o un antro es más sencillo que una escuela, así nos dijeron en licencias públicas, y es verdad, han sido 9 años de mucho esfuerzo.  Tomar el liderazgo y decir nosotros lo hacemos primero fue toda una osadía, abrimos el camino y con enorme gusto observamos que el enfoque crece, hay más instituciones y lo mejor, la población sale beneficiada pues ahora se pueden dar atenciones basadas en evidencia. Todo ha valido la pena, al equipo se han sumado personas increíbles que han aportado muchísimo, les tengo gran aprecio y me encanta aprender de mis ex alumnos, esos muchachos son ahora unos cracks a los cuales admiro.

Los 3 socios nos comunicamos todo el tiempo, alguna vez dijimos, es como estar casados los tres, nos tenemos que tolerar y sobrellevar día a día. Qué razón teníamos, a diario hay que pensar estrategias, organizar los pendientes, dejar tareas para cada uno y reportarnos los avances. Hemos aprendido a ser compasivos con nosotros mismos, a reinventarnos y hacer equipo a pesar de todo.

Hoy somos la Institución más prestigiada del occidente del país en cuanto a Terapia Cognitivo Conductual se refiere, brindamos atención psicoterapéutica, psiquiátrica, hacemos investigación y formamos psicólogos con la mejor calidad que nos es posible. Nuestro compromiso con la sociedad es enorme que hasta en los momentos de chispazos armamos alguna campaña para beneficiar a población vulnerable.

Cumplimos 9 años con este hermoso proyecto que tanto nos ha enseñado, me siento bendecido por poder haber sido capaz de lograr lo que había soñado.

Mtro. Carlos Alberto Martín Mosqueda 

Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual

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La importancia del autocuidado del Psicoterapeuta

En ocasiones la población idealiza a los Psicoterapeutas como seres con capacidades especiales para regular sus emociones y controlar sus pensamientos; en más de alguna ocasión un paciente me ha preguntado ¿si yo también me he deprimido o sufrido de ansiedad? La respuesta obvia es: sí, sí, sentimos lo mismo, tenemos problemas, pensamos de forma negativa e irracional.  Desafortunadamente no solo la población idealiza las capacidades de los Psicoterapeutas, sino que nosotros mismos llegamos a pensar que al conocer teorías, principios y estrategias terapéuticas podemos estar inmunes a los problemas o sabremos qué hacer en cada momento, nada más alejado de la realidad.

Carl Rogers afirmaba que la estrategia más poderosa del Psicoterapeuta es la escucha, ser escuchado permite entrar en autoconocimiento, entender y aceptar lo que nos pasa y establecer metas de cambio. Pero no solo debemos escuchar a los demás, sino también, a nosotros mismos. Es de suma importancia hacer una reflexión antes de entrar al consultorio y preguntarnos ¿Cómo te sientes hoy? ¿te preocupa algo? ¿te sientes con la capacidad de concentrarte? Una pausa antes de comenzar la jornada nos permitirá hacer conciencia de nuestras propias emociones y pensamientos y de esta manera comenzar a trabajar focalizados en nuestra tarea, ayudar a los demás a sentirse mejor y realizar cambios favorables para su vida.  Es ahí donde el conocer estrategias puede ser utilizado de forma efectiva, después de dicha pausa.

Otras corrientes psicoterapéuticas ya han afirmado que algunas problemáticas de nuestros pacientes pueden afectarnos si estamos pasando o hemos vivido algo similar, identificarnos con el problema no es del todo negativo, quizá hasta puede favorecer aún más la empatía, sin embargo, si el problema del otro empieza a generarnos malestar, preocupación o desfocalización es momento de derivar. Hacernos los superhéroes es un grave error, creer que todo lo podemos atender, que para eso estudiamos, que somos los terapeutas elite que de todo saben, es negar nuestra condición vulnerable, falible y humana.

De la misma forma creer que con los años de experiencia ya sabemos que hacer es otro grave error, necesitamos estar dentro de un grupo de supervisión y/o consultoría, los colegas siempre nos pueden ayudar a retomar el rumbo, reconocer errores o aceptar incompetencia. El trabajo en equipo en esta profesión es esencial, no hay que perder de vista que estamos trabajando con algo sumamente delicado, la salud mental de los otros. Escuchar otros puntos de vista, replantearnos nuestras conceptualizaciones y aprender de los demás es bastante enriquecedor.

Al ser personas comunes y corrientes necesitamos hacer caso de nuestras necesidades básicas: descanso, alimentación, hidratación, socialización, ocio, etcétera. Planificar por lo menos dos periodos vacacionales al año, darnos el tiempo de comer sentados y en calma, tener por lo menos un día de descanso de ver pacientes y dejar de atender llamadas en un determinado horario nos ayudará a que brindemos una mejor atención. 

“Siempre es mejor que te atienda un terapeuta descansado y con energía”. 

Me he encontrado a mismo y a otros colegas trabajando más de la cuenta, no dejando espacio para comer, o bien comiendo en el carro, sin salir con amigos, sin vacaciones, en fin, haciendo todo aquello que recomendamos no hacer. La congruencia es el mejor modelo para favorecer el aprendizaje.

La salud mental de los Psicoterapeutas es esencial, los profesionales de la salud tenemos una gran responsabilidad, las personas nos confían su vida, estar preparados, en constante capacitación, supervisados, descansados, y con la mayor armonía posible en nuestras propias vidas potencializará los resultados favorables de nuestros usuarios y con ello ganaremos más recomendaciones.

Mtro. Carlos Alberto Martín  Mosqueda

Psicoterapeuta, Docente y Supervisor

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¿Por qué buscamos ayuda?

En México, según la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP) 2001 – 2002 se observó que el 28.6% de la población presentó por lo menos un trastorno mental (TM).

El 13.9% presentó un TM en los últimos 12 meses y el 5.8% en los últimos 30 días. Los más frecuentes fueron trastornos de ansiedad (14.3%), de uso de sustancias (9.2%) y afectivos (9.1%).

En el segundo trimestre del 2018 el IJPCC atendió un promedio de 294 nuevos usuarios de los cuales el 46.3% son hombres, el 53.1% mujeres, con una media de edad de 30.16 años, mismos que fueron derivados en su mayoría por el médico psiquiatra tratante para recibir atención psicológica.

El 61.6% mencionó haber sido diagnosticado con un trastorno mental y presentar una evolución de entre 1 a 10 años. Los TM y problemáticas mayormente referidas pueden verse en la siguiente tabla: