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¿Por qué no me siento suficiente?

¿Te ha pasado que en algunos momentos “no das el ancho” y no puedes “sacudirte” esa “sensación” por más que lo intentes?.

 

 Lo analizas y suena ilógico porque sabes que eres un adulto, provisto de herramientas emocionales y cognitivas “maduras”, pareciera que el sentirse de esa manera tiene que ver con uno mismo, que “nos falta” algo, sin embargo sentirse “insuficiente” o “poco valioso”, no es necesariamente “real”, sino las reglas y aprendizajes fruto de un entorno que estuvo reforzando una interpretación excesivamente rígida y crítica de nosotros mismos.

 

Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos podido sentir que somos “inferiores a los demás” en algún aspecto, actividad, rasgo o característica.  Cuando tenemos esta sensación de “insuficiencia”, solemos  tener dificultades para poder evaluarnos en “grises” y lo hacemos de manera polarizada, en donde sólo hay dos opciones: “lo hice bien” o “lo hice mal”.

 

 Por supuesto, nos centramos sólo en los “defectos”, reforzando con comparaciones con los demás en las que “salimos perdiendo” y de nuevo entramos en un espiral en el que nos sentimos poco valiosos y visualizamos una imagen de nosotros mismos muy negativa.

El sentirnos “insuficientes” va muy ligado a nuestro autoconcepto, pues refleja las  percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. 

Esta “evaluación”  que realizamos según hayan sido nuestras experiencias y lo que aprendimos de ellas.

 

Evidentemente nuestro autoconcepto empieza a forjarse desde la infancia y la adolescencia,  a través de nuestras vivencias en el hogar, en la escuela y con los amigos, y se consolida etapa adulta.

¿Cómo puedo dejar de sentirme “inferior”?

Primero, es importante que sepas que esta “sensación” es fruto de tu historia de aprendizaje, no es algo que deliberadamente “elijas”, por lo que conviene tener una actitud compasiva, comprensiva y paciente, a la vez que decidida y orientada al esfuerzo por hacer el cambio.

Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a trabajarlo son:

  • Deja de compararte: cada persona tiene sus propias capacidades y virtudes. Si no eres capaz de reconocértelas, tómate un tiempo para buscarlas, observa qué es lo que se te da bien, con qué disfrutas.
  • Sé consciente de que nadie es perfecto, encuentra tus virtudes: De la misma manera que tú tienes aspectos que puedes mejorar, los demás también los tienen, y es responsabilidad de cada uno trabajar para conseguir lo mejor de sí mismo.
  • Acepta tus defectos: todos tenemos defectos y eso también nos hace ser diferentes. Es importante que aprendas a convivir con ellos, aceptarlos y tratar de mejorarlos siempre que sea posible sin obsesionarse, es necesario entender que no nos hace inferiores a los demás no ser tan buenos como ellos en algo.
  • Vive en el aquí y en el ahora: no hagas comparaciones constantes con el pasado. Ahora es una nueva etapa de tu vida en la que puedes aprender nuevas herramientas y estrategias para establecer nuevos retos, oportunidades y crecer a nivel personal.
  • No seas tan autoexigente: asumir que nadie es perfecto, que uno de los derechos principales de los que disfrutamos todos los seres humanos es el derecho a equivocarse puede contribuir a tu bienestar.

Cuando veas que estás autoexigiéndote y autocríticandote “en exceso”, evalúa si está afectando los aspectos importantes de tu vida, si es así, te invito a pedir ayuda. El pedir ayuda es el primer paso para acercarte a aquello que es valioso para ti, a sentirte mejor y aceptarte como eres: Valioso, suficiente e importante.

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Psic. Bárbara Téllez

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¿Existe el duelo por infertilidad?

Hoy quiero hacer llegar estas letras a todas aquellas parejas que no han podido convertirse en mamás y papás de manera biológica. Esas parejas que tras intentos naturales y/o asistidos viven la frustración constante de no lograr un embarazo, aquéllos que son cuestionados – “ ¿Y ustedes para cuándo?”- y tienen que contestar con una mezcla de dolor y esperanza: “esperamos que pronto”.

 

El duelo es definido como la reacción normal y adaptativa que le sigue a cualquier tipo de pérdida; pero en este duelo muchas veces, no hay pérdidas, no tiene que ver con la muerte, sino con la dificultad para cumplir un sueño, una expectativa, un ideal: tener un hijo.

Por lo tanto, este es uno de los duelos ocultos, de los cuales también es muy importante hablar, y en bastantes casos, acompañar desde un proceso terapéutico con profunda validación.

 

           

Se ha observado que el duelo en estos casos pasa por varios momentos:

  • Aquí son considerados los intentos en los que el embarazo no llega.
  • Esta es una fase muy compleja, llena de dudas y muchas veces procedimientos dolorosos, invasivos, costosos y que generan múltiples alteraciones biológicas, lo que provoca un agotamiento emocional significativo y suele haber afectaciones en la relación de pareja. Debido al aumento en las tasas de infertilidad a nivel mundial, se han creado equipos multidisciplinarios para el acompañamiento de estos tratamientos. Es de suma importancia que a lo largo de esta fase, la pareja cuente con una red de apoyo sólida, que valide y abra espacio para la serie de emociones y dolencias físicas que puedan manifestarse.
  • Uno de los momentos en donde se manifiestan con más fuerza las emociones derivadas del duelo, es cuando los tratamientos no tienen éxito. La desesperación y tristeza hacen su aparición con mayor intensidad. En esta fase, es recomendable que se viva un acompañamiento para lograr el contacto con las emociones y dar tiempo para un nuevo tratamiento.
  • Si se consigue el embarazo, pero termina en un aborto. El dolor, la frustración, el enojo, la angustia, la culpa, son algunas de las emociones que vive la pareja. Esta vez, me gustaría enfocarme en el duelo del hombre por esta pérdida, que muchas veces es el gran olvidado en estos duelos y procesos, como si sintiera menos porque no engendró “de manera natural” o no gestó una vida en su interior; pero esto no significa que no viva estas emociones, que no caiga en estas desorientación y agotamiento, inclusive más fuertemente por las imposiciones machistas de que tiene que tener hijos si o si; o que no debe llorar o que debe estar fuerte para su pareja.

 

Este duelo es real: Que no se nombre, no quiere decir que no exista. Es necesario que se hable de esto y se busque la ayuda que haga que se sientan cómodos con el camino a recorrer.

No hay que minimizar este dolor o tratar de convencerlos de que “la vida es mejor sin hijos”, estas personas ven frustrados muchos sueños y a su ritmo, vivirán el proceso de intentos y tratamientos, o la aceptación de seguir su vida, sin hijos.

 

 

“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, 

ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder”.

José Saramago

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Mtra. Mónica García

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

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Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

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Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos

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«Turning Red»: Ser perfectos o ser nosotros mismos

Seguramente para este momento, en el que te encuentras leyendo esto, ya has visto más de una vez la nueva película de Disney Pixar Turning Red, y es que es claro, la película animada tiene un toque emocional y humorístico que a todos nos conmueve y nos hace conectar con muchas cosas de nuestra infancia y/o adolescencia.

Y ya sea que la repetiste más de una vez por su historia o por lo que te hizo sentir, es una gran película que además de hacernos viajar al pasado, la protagonista MEI-MEI nos comparte una gran frase:

“Abraza a tu panda interior”

Y entrando al tema del panda, ¿qué es lo que representa?

El panda rojo, en la película nos habla de todo aquello que realmente somos, lo que pensamos, sentimos, pero que no dejamos salir, ya sea porque no va con los “estándares de la sociedad” o porque se nos enseña en casa que expresarse o tener gustos distintos no está bien.

Esto lo vemos durante toda la película con Mei-mei y su mamá, donde desde pequeñas se les enseña que, para ser aceptadas, hay que “ser perfectas”, seguir con las reglas, creencias e ideales que se han trasmitido de generación en generación y el resto, sus gustos, emociones, pensamientos “el panda” debe quedar oculto por siempre.

Y, ¿Qué pasa con lo que ocultamos?

 Durante el filme observamos que la protagonista tiene que luchar con seguir su educación, y conseguir la aprobación de la familia ocultando lo que realmente siente y quiere, o ser ella misma, disfrutar de su adolescencia, de sus amistades y “dejar salir” lo que es, cree y siente, en otras palabras; sentirse libre de expresarse.

Y durante todo este proceso de lucha, se suscitan situaciones como el esconderse de su familia, seguir aparentando que es perfecta, y a su vez decidir entre sus raíces, sus amigas, y sus emociones, algo que nos suele pasar muy seguido, pues en todo momento sucede que debemos elegir entre ser nosotros o ser “perfectos”

¿Y entonces qué nos enseña está película?

Al final podemos ver a Mei-mei y su mamá reconociendo que la manera en que cada quién actúa, siente y piensa; ya sea como mamá o hija, está bien, es parte de esa perfección que cada una tiene, y nos lo dejan ver cuando la mamá de Mei-mei acepta que no importa cómo sea ella, siempre tendrá su aprobación.

Nos enseña que, no es necesario vivir siendo uno u otro, sino que podemos ser los dos, y seguir siendo nosotros, ser quien nos gusta ser, y no por eso dejamos de ser “perfectos”.

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Psic. Sofía Vélez

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«No se habla de Bruno»…

Seguramente ya has visto, o al menos escuchado o visto algún meme sobre “Encanto”, la película que habla sobre una familia con una serie de “dones” que les brindan habilidades mágicas y únicas a los miembros de la familia, además de tener una de las canciones más pegajosas de los últimos años (¿a poco no leíste cantando el título?) , excepto por Mirabel, la hermana alegre y que siempre se esfuerza mucho por ayudar y contagiar de optimismo a los demás. Sin embargo, al no tener un don llega a preguntarse si es lo suficientemente buena o capaz tanto para ayudar a los demás como para ser parte de esta mágica familia.

Mirabel y su familia nos pueden ayudar a entender los “esquemas desadaptativos” y cómo pueden afectar nuestra calidad de vida, puesto que incluyen creencias, expectativas y experiencias previas de aprendizaje que van marcando una manera de comportarnos, que  a veces puede ser disfuncional.

 

Jeffrey Young es el psicólogo creador de la Terapia de Esquemas, y los definió como “patrones cognitivos, emocionales y comportamentales desadaptativos que inician en el desarrollo temprano y se repiten a través de la vida”; son una tendencia a estilos de respuesta disfuncionales a nivel cognitivo, emocional y comportamental que afectan la vida adulta.

 

Los esquemas los podemos identificar cuando hay algo que “sentimos” (por ejemplo Mirabel, que “sentía” que era inferior a los demás de su familia) y no nos “hace sentido” con la realidad, cuando estos esquemas se activan podemos notar emociones intensas y en ocasiones duraderas. Estos esquemas nos ayudaron a sobrellevar las situaciones de nuestro contexto en la infancia, pero en la adultez tienden a ser limitantes, rígidos, “automatizados” y disfuncionales para una adecuada calidad de vida.

 

La Terapia de Esquemas plantea que estos “esquemas desadaptativos” son resultado de aprendizajes en situaciones que implicaban una alta carga de emociones y sensaciones aversivas/dolorosas en nuestra infancia. Dichas experiencias se generaron por que el contexto (padres o cuidadores) no cubrió las necesidades emocionales (conexión, aceptación, autonomía, libre expresión de emociones, espontaneidad,  juego, límites realistas y autocontrol), necesarias para desarrollarnos adecuadamente a nivel emocional.

 

Estos “esquemas” son entonces formas que se convierten en desadaptativas de enfrentarse a experiencias que nos resultan dolorosas o aversivas (etiquetadas como “negativas”) que se fueron consolidando a lo largo de nuestro desarrollo, por ejemplo discusiones familiares, rechazo de las personas a nuestro alrededor, críticas, invalidación,  sobre-exigencia de las figuras adultas,  hostilidad, agresión, negligencia o cuidados inadecuados.

 

Y para ejemplificar algunos de éstos esquemas, la película nos ofrece algunos personajes cuyos “dones” traen consigo algunas experiencias no tan agradables, ¿quieres conocerlos?

 

Mirabel: la hermana que siempre está alegre, dispuesta a dar lo mejor de ella para ayudar y apoyar a los demás con sus destrezas,  a pesar que es sumamente optimista, constantemente se cuestiona si hay algo en ella que sea “mágico”,  ¿soy lo suficientemente buena?. El no tener el “don” implica asumir que algo en ella no está bien, como si fuera imperfecta (checa la actitud de su abuela al respecto, no es que Mirabel lo haya sacado de la “nada”).

 

Mirabel es un ejemplo del esquema “imperfección/vergüenza” que nos hace sentir incompletos o malos. Temerosos de que las personas nos conozcan y descubran nuestros defectos (como al inicio de la película, evitando mencionar que no tiene un don). Por lo tanto, no encontrará a alguien con quien sentirse valioso, capaz o merecedora de amor. Se preocupa por el juicio de los demás. El sentimiento de vergüenza está siempre presente.

 

En segundo lugar está Isabela, la hermana cuyo don consiste en crear flores y plantas a voluntad, contagiando a todos con un ambiente muy hermoso, colorido y perfecto. Ella se esmera en que todo siempre salga “perfecto”: sus flores, su arreglo personal, la manera de comportarse con las personas del pueblo, cumpliendo las expectativas de su abuela. Sin embargo, carga con la responsabilidad de cuidar que todo lo que haga sea así,  “perfecto”, tiene la enorme presión de nunca equivocarse, estando siempre bajo la lupa de la familia y la comunidad, a siempre ejecutar sus acciones de manera refinada y lo mejor posible.

 

Isabela es un ejemplo del esquema “estándares incalcanzables” nos hace creer que “nunca seremos suficiente”, siempre hay que intentar hacer más y mejor.  Isabela trata de satisfacer estándares cada vez más altos para evitar la crítica, tanto de ella misma como de los demás, volviéndola rígida, perfeccionista y desconectándola de la espontaneidad que nos permite divertirnos y con lo que nos gusta hacer, así como descansar y disfrutar de su tiempo. La autocrítica es un común denominador de este esquema.

 

Luisa es la hermana con la increíble fuerza necesaria para las tareas y actividades difíciles y complicadas como mover puentes, casas, grandes rocas y cargar con todos los burros de la comunidad. Dada su fuerza, todos la buscan y siempre le piden ayuda, trabajando duro para solucionar la vida de los demás, sin embargo, siempre anhela un momento para dejar la carga de los otros de lado y poder disfrutar un tiempo de relajación y descanso.

 

Luisa ejemplifica el esquema “autosacrificio” que con frecuencia nos lleva a voluntariamente sacrificar nuestras necesidades por otros (que vemos “débiles”) y cuando se busca satisfacer las propias necesidades genera mucha culpa (por sentirse egoísta. Ser hipersensible al dolor de los demás es parte del esquema. A la larga, genera resentimiento por aquellos por quienes uno se sacrifica, dado que las propias necesidades se quedan “crónicamente” sin ser atendidas.

 

Y para terminar, Bruno, “el que no debe ser nombrado” en la familia Madrigal, pues sus poderes implicaban la habilidad de ver el futuro y como no eran predicciones “agradables” (perder el cabello, engordar, estar muy triste el día de tu boda o  la posiblidad de perder los poderes de la familia). Todos comenzaron a temerle y alejarlo gradualmente. Nadie lo entendía, pues resultaba que las predicciones eran parciales, sólo mostraban las consecuencias que pasarían de no cambiar la manera de comportarse de aquellos a quienes veía en sus visiones.

 

Este rechazo, aislamiento y no comprensión que recibió Bruno, puede ilustrar el esquema  “privación emocional” en el cual sentimos que los demás no atenderán nuestras necesidades emocionales, incluyendo la empatía, el afecto, validación y el acompañamiento, por tanto, Bruno tiene un “don” que le provoca sentirse incomprendido y frustrado, además de no recibir  el mismo nivel de empatía y cariño que proporciona a los demás, generando incluso que sea “desterrado” por su abuela. La sensación de que no nos van a comprender, reconocer o validar es muy común en este esquema, y al igual que él, podemos tender a aislarnos, lo cual refuerza el esquema.

 

La Terapia de Esquemas  es un planteamiento interesante para reconocer estos patrones en nuestra historia de aprendizaje (los que hemos descrito acá no son los únicos, se han descrito en total 18 esquemas), identificar lo «disfuncional» que nos está resultando y trabajar en el cambio que se requiere para incrementar nuestra calidad de vida, fortaleciendo comportamientos que nos acerquen a una vida más plena y equilibrada. Si no la has visto, te recomiendo que la veas, “encanto» es un buen ejemplo de cómo  nuestros aprendizajes, expectativas y el mismo contexto pueden interferir en que podamos vivir como siempre lo hemos deseado, y que es posible alcanzarlo a través del cambio en nuestros comportamientos.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Cómo mejorar las relaciones entre mujeres?

La palabra «sororidad», proviene del vocablo soror; que significa

 “hermandad entre mujeres, que se perciben como iguales y se invitan a aliarse, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellas”.

¿Cómo podríamos habitar el término, y animarnos a vincularnos de manera distinta con las demás?

El primer paso es reflexionar sobre las situaciones en las que he sido severa conmigo, además, observar las veces en que he atacado, juzgado o criticado ciertas actitudes o conductas hacia  otras mujeres.

Las relaciones positivas para mí y el entorno, la mayoría de las veces no se dan de forma automática, si no desde el ejercicio de la compasión, y ésta se construye con elementos que pareciese no operan con ella, uno de éstos es el sufrimiento.

Darnos permiso para transitar el mundo de otras mujeres, y entender que adolecen,  qué les  afecta o incluso que le genera desesperanza. Sin suponer o juzgar desde exigencia o expectativas aprendidas socialmente.

También podemos sumar elementos como la bondad, amabilidad, generosidad y tolerancia.

¿Qué pasaría si,  en lugar de hacer evaluaciones o juicios, respetamos y damos ayuda a las demás?

¿Qué pasaría si organizamos nuestra experiencia hacia las mujeres desde el apoyo mutuo?

Si no sabes cómo empezar, aquí te dejo algunas pautas para comenzar a practicar:

  • Reflexiona y cuestiona tus aprendizajes, que juicios o estereotipos me mueven o están generando obstáculos en mi relación con otras.
  • No tomes parte en acciones o comentarios que sean violentos, discriminativos hacia otras mujeres.
  • Anímate a conocer la realidad e historia personal de la mujer que tienes cerca de ti.
  • Suma acciones y temas de autocuidado en tus conversaciones con mujeres en tu entorno inmediato.
  • Al compartir o escuchar sentimientos de otra mujer, procura no utilizar frases como “no pasa nada”, “ni es para tanto”. 

Priorizar la igualdad y la empatía, a pesar de nuestras diferencias puede brindarte a ti y a otras mujeres, un lugar seguro.

 

“No eres un árbol solitario que ha florecido en un bosque en el que no florece ningún otro árbol. Cuando todo el bosque florece contigo, la felicidad se multiplica”.  Osho

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Evy Simental

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Estar bien requiere un esfuerzo constante

Hay momentos en la vida que nos ponen a prueba, las crisis tienen el potencial de sacar lo peor o lo mejor de nosotros, lo cual sin duda es una elección que cada uno hace; y no sólo estoy hablando de la crisis que actualmente estamos viviendo, estos momentos de prueba son una constante en nuestra vida, hasta en las situaciones más insignificantes y cotidianas puede ser así, y si nos dejamos ir por el “piloto automático” de nuestra mente, nos daremos cuenta de que esos pequeños momentos de “crisis” no necesariamente sacaron lo mejor de nosotros.

Seguramente notas que justo en los momentos en los que necesitas sacar la “artillería pesada de tus conocimientos positivos” (que has adquirido en un proceso terapéutico, en un libro, charla, capacitación o en tu reflexión) no lo logras,  y terminas actuando de la misma manera que si no tuvieras esos “conocimientos”.  Antes de que te regañes es importante que sepas que por alguna razón (que no discutiremos aquí) fuimos diseñados para tender hacia lo negativo: sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas; las cuales muchas veces nos salvan la vida, pero también nos la entorpecen enormemente y terminamos autosaboteando nuestros más positivos anhelos y objetivos.

¿Pero por qué alguien en su sano juicio haría algo para  autosabotearse?, muy simple: por aprendizaje.

Todo lo que hacemos, lo hacemos por alguna razón, la cual no siempre es lógica, racional o conviene a nuestros objetivos, pero sin duda existe o existió (aunque en este momento por más que intentemos no sabemos cual puede ser), lo más importante es saber que hemos aprendido y reforzado a lo largo de nuestra vida algo que llamaremos “configuración predeterminada” (el nombre “técnico” es Esquemas) en nuestra mente, que se activa por “default” y nos lleva a funcionar en “loops” o ciclos de respuesta que se repiten una y otra vez, reforzándose cada vez que ocurren.

Es por eso que nos “cachamos” reclamándonos por haber actuado, pensado, sentido de la “misma manera que ya había dicho que no lo iba a hacer”, y que a la siguiente vez que se presenta una situación similar, ¡pum!… lo vuelvo a hacer.

Funcionar en estos ciclos es automático, nos genera un enorme desgaste pero “no nos requiere” esfuerzo, como decía lo hacemos “por default”. Sin embargo,  tendemos a pensar que cuando queremos cambiar todo esto, dicho cambio se dará en automático, y nada más alejado de la realidad.

Y aquí viene el gran descubrimiento: tenemos que “sudar” el bienestar, así es querido lector, si queremos estar bien tenemos que  esforzarnos, los pensamientos, conductas, actitudes y emociones positivas no siempre se dan automáticamente, en muchas ocasiones (por no decir siempre) hemos de hacer un esfuerzo consciente por tenerlas;  lo cual dista mucho de lo que hemos escuchado, aprendido y dado por hecho toda nuestra vida, porque tendemos a “condicionar” el bienestar esperándolo sin hacer nada al respecto (lo cual estaría padrísimo), a veces hasta “romantizándolo” porque “si lo busco, ya no vale”.

No pretendo dar una amplia explicación de lo hasta aquí compartido, pues es sólo una reflexión que hemos tenido muchos de mis pacientes y yo durante las sesiones de psicoterapia, el planteamiento de este blog pretende ser más práctico: si quieres estar bien, esfuérzate por conseguirlo.

No necesariamente es fácil y/o sencillo, pero ayuda mucho  reconocer que tenemos poder y control (hasta cierta medida) en lo que pensamos, sentimos y hacemos, y sobretodo en las decisiones que tomamos, no estoy hablando en un sentido “extremadamente optimista”, ni pretendo que creas que “Tú puedes hacerlo todo” (nadie puede hacerlo todo), lo que quiero decir es que está en ti, tu puedes hacer un esfuerzo, concentrarte y enfocarte en INCREMENTAR LA PROBABILIDAD DE ESTAR Y SENTIRTE BIEN.

¿Qué cosas hay que hacer? ¡Tú dime!, para cada uno es diferente: para algunos implica salir de la cama e ir a hacer un poco de ejercicio; tomar un “tiempo fuera” en lugar de explotar y gritar (cuando se sienten enojados), agendarse tiempo de descanso, ocio y recreación, pedir un abrazo cuando lo necesitan (no entiendo por qué algunos dicen que vale menos), escuchar mis pensamientos de preocupación y verme como la adulta que soy y darles calma, ¡hay miles de opciones!; encuentra las tuyas y empieza por una o dos que te brinden calma, bienestar y felicidad (que no necesariamente son alegría y euforia), sé conciente de que no siempre va a ser fácil, que algunas ocasiones tendrás que hacer un esfuerzo, que tu “piloto automático” saldrá y vas a tener que re-dirigirlo, ¡intentalo!

Muchas veces en el proceso, nos damos cuenta de que no podemos solos, necesitamos el apoyo de alguien más, a veces el hecho de tener este acompañamiento nos compromete al doble, un amigo, tu pareja o un familiar son buenas opciones; si no te funciona como tu necesitas, siempre puedes pedir el apoyo de un psicoterapeuta, es un profesional especialista en acompañar procesos de cambio de conductas, actitudes, pensamientos y creencias, qué mejor si el que elijas utiliza un enfoque basado en evidencia científica (como lo son los modelos cognitivo conductuales y contextuales), sin duda es la mejor inversión y pronto verás que estar bien, aunque te requiera esfuerzo empieza a ser más fácil.

 

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta Cognitivo-Conductual

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El valor de ser mujer

No sé ustedes, pero a mí me encanta la atmósfera de estos días: personas, instituciones, empresas, familias, parejas apoyando a las mujeres, demostrando la importancia que tenemos en sus vidas y en el funcionamiento de la sociedad en todos los sentidos, mujeres empoderadas (en el mejor sentido de la palabra), seguras de su valor, valientes, sabedoras de un lugar, de respeto, de lo indispensables que son en cada cosa que hacen, sin duda alguna el ambiente deseable para todos los días: respeto absoluto a nuestras personas en todos los sentidos.


Sin embargo, me surgen las preguntas ¿qué pasa con todo esto después del 8 de marzo? Pareciera cosa de un día, y que al siguiente se desvanece y se vuelve a «olvidar», es por eso que quise escribir este blog, porque me he quedado pensando en cómo podemos prolongar y afianzar ese efecto, que sería deseable que quedara en la sociedad pero que también podemos trabajarlo en lo individual, y eso es tarea de cada una de nosotras.

 

Si bien es cierto que vivimos (desafortunadamente) en una sociedad machista, que con mucha frecuencia intenta invalidarnos, minimizarnos, menospreciarnos y (literalmente) desaparecernos, en muchas ocasiones las primeras que hacemos eso somos nosotras mismas; claro que esto no ocurre de manera deliberada, hemos aprendido, a lo largo de nuestra vida, con múltiples experiencias a hacerlo.


Piensa un poco y bien honestamente ¿de qué maneras (aún sin quererlo) tu misma te menosprecias e invalidas?, es una pregunta dura, que seguramente generará enojo en más de una que diga “¿yo? ¡Claro que no!”, sin embargo, ¿cuantas veces te dices “palabras duras” a ti misma (tonta, no sirves para nada, nada te sale bien, ¿ves lo que te pasa por p*n*d*j*?¨), si no lo haces ¡FELICIDADES!, desafortunadamente es algo que muy comúnmente hacemos la mayoría de nosotras.


Ahora, ¿Cuando tienes un logro, lo dices abiertamente a los demás, o lo minimizas/callas no vaya a ser que te oigas muy soberbia? ¿Te dedicas tiempo para hacer tus cosas sin culpa? ¿Hablas de lo que sientes, piensas, crees, te gusta?, y ojo, esto no es una acusación, muchísimo menos un juicio, tendría que tirarme la primera piedra a mí misma, la intención es que juntas reflexionemos acerca de qué podemos hacer para darnos a nosotras mismas (en la medida de lo posible) lo que no podemos controlar que la sociedad nos de: VALIDACIÓN, CUIDADOS, RESPETO, DEFENSA DE NUESTROS DERECHOS, RECONOCIMIENTO DE NUESTROS ROLES Y LOGROS, esas son cosas que con toda certeza puedo decir que podemos aprender a darnos a nosotras mismas y a nuestras niñas, para que para ellas sea lo más natural desde ahora. 


¿Cómo? si como mencionaba antes, nadie nunca nos lo enseñó (tremenda tarea tenemos en enseñárselo a nuestras niñas y niños), he pensado en algunas ideas que puedes adecuar a lo que te funcione o tal vez lo que propongo no, pero siempre puedes hacer esas cosas que se te ocurran y puedan ayudar, ¡sé creativa!, pregúntate qué te sirve, qué necesitas y qué SI puedes hacer:

  1. Dedica cada día, aunque sea unos minutos, a alguna actividad que sea exclusivamente para ti.
  2. Pide ayuda, intenta dejar de ser “todologa”, por lo general a los demás no les molesta colaborar con las responsabilidades o ayudarte (esta es una creencia común que por lo general no es verdadera).
  3. Habla de ti, de tus actividades, de lo que te gusta, de tus logros, de tu esfuerzo en cada cosa que haces, sea cual sea, ninguna es menos importante, si trabajas en casa o fuera de ella, ¡o en las dos!, todo lo que haces es fundamental para que la familia y la sociedad funcionen.
  4. Siempre que puedas, evita “recibir pasivamente” comentarios “negativos” o “denigrantes”, expresa tu indignación cuando algún machista ignorante diga algo como “que cuando quiera saber de consejos de cocina, te pregunta”, cuando esto pase (tristemente no podemos evitar encontrarnos a unos cuantos de estos), puedes decirle que te molesta, defenderte o simplemente no quedarte a escuchar más.
  5. Delega también a los hombres actividades de la casa.
  6. Realiza las actividades que quieras (y permite a tus niñas y niños hacerlo) bailar ballet, karate, saber de mecánica o tejer, no son actividades “de hombres o de mujeres”, son actividades que alguien puede o no disfrutar.
  7. Todos los días elógiate por algo que eres o hiciste y te gustó.
  8. Permítete sentir emociones y expresarlas ASERTIVAMENTE, no te avergüences de ellas, VALIDALAS, lejos de lo que muchos ignorantes opinan eso no te hace una “histérica, menopáusica u hormonal”, expresar asertivamente sus emociones es un derecho de todo ser humano y qué importante enseñarlo a nuestros niños y niñas, para que dejen de ser “acumuladores de emociones” que sólo manifiestan a través del enojo y la agresión.
  9. Si estas en una situación de peligro, olvida el “qué dirán”, es el acosador, el agresor quien está cometiendo el error; grita, platícalo, pon una demanda, alíate con otras, has lo que necesites hacer para estar a salvo, no para “ser buena”, te preferimos VIVA y SANA.
  10. Reconoce ante ti misma tu valor, no necesitas hacer nada, eres valiosa por SER, mereces respeto, amor, justicia, protección, apoyo, tener un lugar, ser vista, y la primera que necesita tenerlo claro, eres tú.
  11. Como siempre sugiero, si esto se te dificulta, si te sobrepasa, si tu contexto lo hace imposible, si estás en una situación “sin salida”, si te sientes sola, si no sabes qué hacer, PIDE AYUDA PROFESIONAL, inicia un proceso psicoterapéutico en el que puedas encontrar la forma de salir adelante de esa situación.

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual

amor propio

El amor a ti mismo es el más importante

Tendemos a actuar como si que el amor sólo pudiera manifestarse a otras personas, creemos que es innecesario hacer algo para demostrarnos a nosotros mismos que nos amamos, o tal vez ni siquiera lo sentimos. A lo largo de 13 años como psicoterapeuta son incontables los pacientes que he atendido con muchas problemáticas que se resumen en una cosa: han olvidado amarse a sí mismos.

Pensemos un poco en esto, ¿cómo hacemos sentir amados a los demás? Es muy sencillo, hacemos cosas por y para ellos que sabemos que les agradan y les harán sentir bien, les decimos palabras amables y cariñosas, buscamos agradarles dándoles regalos, haciendo su vida cómoda, expresando cuán importantes son para nosotros y qué tan agradecidos estamos de que compartan su vida junto a la nuestra.

Probablemente se te ocurran un par de “estrategias” más que te funcionan perfecto para hacer sentir amadas a las personas que te rodean. Pero ahora viene la pregunta interesante: ¿qué tanto de eso lo haces contigo mismo?

No es tan común que nos hablemos amablemente, que nos felicitemos cuando hacemos algo bien y nos demos ánimo cuando las cosas no nos salen como queríamos, a veces nos cuesta trabajo validar lo que necesitamos dándonos “un gustito”: descansar, comer lo que nos gusta, hacer ejercicio, comprarme algo sin culpa, invertir tiempo en esa actividad que tanto disfruto, es casi imposible que hagamos citas con nosotros mismos para disfrutar de nuestra propia compañía, a eso lo llamamos “estar solos” y es algo que muchas personas evitan a toda costa.

Es fundamental que aprendamos a ser “sanamente egoístas”, hemos aprendido que “ser egoísta” es una de las peores características que puede tener una persona, sin embargo es requisito indispensable para la salud mental.

Ser sanamente egoísta nos ayuda a estar disponibles para los demás, implica el asumir mis propias necesidades y hacerme responsable de ellas; lo cual tiene una doble ganancia: por un lado es altamente probable que me sienta mejor, ya que todas mis necesidades (físicas, emocionales, materiales, etc.) estarán mayormente cubiertas; y por otro, dejaremos de esperar que los demás lo hagan, lo cual los “libera” de una carga inmensa, lo cual es probablemente la mayor manifestación de amor que podemos tener.

Para lograrlo no necesitas hacer “grandes cosas”, puedes empezar con algo sencillo, un pequeño cambio que inicie el camino de la relación amorosa y validante que puedes tener contigo mismo:

  • Háblate amable y cariñosamente. Sin exagerar, con palabras que tú normalmente uses.
  • Reconócete tus logros y tu esfuerzo (aún cuando las cosas no salgan como tu quieres).
  • Date ánimos cuando las cosas no vayan bien.
  • Pasa tiempo contigo mism@. Procura que sea sin celular, ni distractores, empieza con unos pocos minutos en una actividad que normalmente harías acompañad@ (ir al súper, comer, esperar en un espacio publico) tal vez al principio te resulte un poco incómodo pero si eres perseverante pronto empezarás a disfrutarlo.
  • Prócurate algo delicioso para comer. Puedes cocinar o invitarte a tu restaurante favorito.
  • Resérvate el tiempo para hacer una actividad que disfrutes. Desde hacer ejercicio, manualidades, un masaje, etc.)
  • Agéndate como importante actividades de autocuidado (ejercicio, sana alimentación, psicoterapia, atender cuestiones médicas, dormir, etc.).

Estas son sólo algunas ideas, sé creativ@, tu mejor que nadie sabes qué necesitas, y si no lo sabes puedes iniciar con eso, preguntándote “¿qué necesito?”, aquello que te de una sensación de calma, será la respuesta.

En el día del amor, recuerda que el amor más importante es el que nos damos a nosotros mismos, eso nos permite estar disponibles para amar sanamente a los demás.

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual

 

Mtra. Laura Gómez-Llanos

Psicoterapeuta Cognitivo Conductual