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Will Smith y la bofetada, un análisis funcional.

Han pasado más de 24 horas de aquella situación en los Oscar® que como espectadores y los propios asistentes desconocíamos si era algo planificado o algo real, lo que si es que casi de inmediato los que estábamos desde la comodidad de nuestro hogar pudimos acceder a las redes sociales y como ya es algo habitual, comenzamos a dar nuestra opinión, otros a juzgar, otros más a defenderlo, otros a atacarlo, unos cuantos más a insultarse entre ellos defendiendo su postura y así se ha vivido en el variado ambiente virtual, donde se le unen las reacciones y entrevistas de los asistentes y otras personalidades del medio actoral estadounidense y algunos más del mundo.

Lo que les quiero comentar en esta entrada es desde una postura neutral, puesto que la conducta de Willard Carroll Smith Jr (o mundialmente conocido como Will Smith) hacia el comediante Chris Rock puede ser una conducta que alguno de nuestros consultantes puede hacer (tu colega que nos estás leyendo) o que tú apreciable lector que no es terapeuta, puede ver, puede ser escuchado de alguien más que lo vivió o incluso estar en alguno de los dos lados. Y al ser una postura neutra dejo que el lector saque sus propias conclusiones de que si dicho comportamiento es algo bueno o malo, si es defendible o indefendible.

Partamos de que el Análisis funcional descrito en palabras sencillas por la Dra. María Xesus Froxan en su libro Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones “es la herramienta indispensable para comprender, explicar y/o modificar la conducta humana”, es la vía que nos llevará al hecho de que lo hecho por Will Smith es algo funcional.

Sin meternos en tantos tecnicismos para los lectores que no son terapeutas, podemos decir que el análisis funcional integra dos tipos de aprendizaje; el primero el que se da por la aparición de estímulos (e) y lo que nos hace responder como si fuera un reflejo automático de nuestro cuerpo (r). Y el segundo es el aprendizaje que obtenemos de las consecuencias de nuestros actos y que aquí podemos encontrar, el obtener algo agradable (Rf +) o el que nos quitemos algo desagradable que nos hace sentir bien (Rf -)

Ahora sí, con los símbolos más importantes descritos comencemos este viaje.

Primero pongámonos en la situación de Will Smith, escuchar que alguien está haciendo comentarios hirientes (aunque sean un chiste, pero esto puede ser parte de otro análisis) hacia un ser querido/amado para ti, acerca de una patología como la alopecia. Luego voltea a ver ese ser amado, su esposa, y ve en ella la reacción hacia esos comentarios, una reacción de impotencia, tristeza, dolor… ¿qué te haría sentir?, lo más probable es que sientas enojo y si nos vamos a Reyes Ortega y Tena Suck (2016), la función de dicha emoción es de poner límites, así que no nos extrañe que Will quería ponerle un límite a Chris

Sé que dentro del ED, Estimulo discriminativo dentro del contexto del análisis funcional, estoy omitiendo el dialogo interno pudiese haber tenido Will Smith antes de levantarse e ir hacia tras Chris, sin embargo sería un poco jugar al adivino a qué exactamente se dijo y la baraja de opciones de pensamientos, imágenes mentales que pudo tener Will aquí era muy grande por lo que he optado por solo dejar en el ED (o como me gusta llamarlo para las personas que no son terapeutas, Eso que Detona) la emoción de enojo, pero teniendo en cuenta que hay un elemento ahí más en esa seguidilla de Estimulo-Respuesta del condicionamiento clásico.  Yéndonos al siguiente elemento dentro del análisis funcional y partiendo de lo que pudimos presenciar en la transmisión, tenemos que las Respuestas (R) de Will Smith fueron…

1)     Dar una bofetada
2)     Pedir enérgicamente dejar de mencionar el nombre de su esposa

La primera siendo la que se lleva todos los reflectores, pero la segunda quedando ahí como complemento de lo que quería conseguir Will, quedando entonces la secuencia de eventos como sigue:

 

¿Qué es lo que resta?, justamente mencionar lo qué consiguió Will Smith con ambas conductas respecto a su malestar emocional, provocado por el enojo y los pensamientos que lo acompañaban en el ED. Como lo acabo de mencionar, hay un malestar y ese malestar busca terminarse o más correctamente regularlo hasta su mínima expresión, por lo tanto esta función sería la obtenida con la respuesta 1.
 
 Consiguiendo este efecto y si fuera la primera vez que Will Smith pasara por esto en su vida, aprendería que su acción de dar una bofetada lo tranquilizaría, le quitaría el malestar emocional haciendo posiblemente se repita en un futuro (ahora bien, como Will es un adulto se puede teorizar que alguna vez en su vida ha dado un golpe, por lo que este aprendizaje posiblemente ya esté interiorizado).

No debemos olvidar el para qué sentimos enojo en nuestras vidas, el cual es la de poner límites, claramente es algo que buscaba Will Smith conseguir tanto con la respuesta 1 y reafirmarlo con la segunda, por lo que considero coherente ponerlo en ambas; así pues Chris Rock terminó el chiste con la bofetada y al pedir que éste no volviera a decir el nombre de su esposa hizo que entre que sí y entre que no terminara el tema.


¿Habrá conseguido algo más Will Smith con sus acciones?, quizás si escuchamos su discurso tras ganar el Oscar ® menciona, “Richard Williams was a fierce defender of his family… I wanna be an ambassador of that kind of love, and care, and concern”, lo cual traducido sería “Richard Williams fue un feroz defensor de su familia… quiero ser un embajador de ese tipo de amor, y cuidado y preocupación” por lo que podemos considerar que para Will Smith proteger a su familia es importante, por lo que tanto para la primera y segunda conducta es evidente que Will se ve alcanzando ese valor de vida, quedando nuestro esquema de la siguiente manera:

 Otros reforzadores sociales pudieron venir tanto de su esposa, amigos o redes sociales pero no fueron en el momento y es ahí donde cabe la pregunta, ¿esto que obtuvo Will Smith en el momento es lo suficientemente importante para que lo llevaran a hacer lo que hizo sin pararse a pensar en consecuencias a mediano o largo plazo?, pues al parecer sí.

¿Estos comportamientos son tajantemente blanco para que Will Smith tome terapia?, pues eso dependerá de si las consecuencias a mediano y largo plazo generan mayor peso que lo conseguido originalmente por sus acciones y considera que pudiera volver a actuar así en el futuro y por ende interferir con aquello que le es relevante.

Espero que con este breve escrito nos lleve a comprender por qué las personas hacen ciertos actos, y sin profundizar en aspectos como historia de vida, aprendizajes de interacciones pasadas con otras personas y/o vivencias, podamos entender en lugar de juzgar.

Referencias
Parga, F. M. X. (2022). Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones. Pirámide.

Ortega, M. A. R., & Suck, E. A. T. (2016). Regulación emocional en la práctica clínica. Alianza Editorial. 

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Psic. José Carlos Martínez

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«No se habla de Bruno»…

Seguramente ya has visto, o al menos escuchado o visto algún meme sobre “Encanto”, la película que habla sobre una familia con una serie de “dones” que les brindan habilidades mágicas y únicas a los miembros de la familia, además de tener una de las canciones más pegajosas de los últimos años (¿a poco no leíste cantando el título?) , excepto por Mirabel, la hermana alegre y que siempre se esfuerza mucho por ayudar y contagiar de optimismo a los demás. Sin embargo, al no tener un don llega a preguntarse si es lo suficientemente buena o capaz tanto para ayudar a los demás como para ser parte de esta mágica familia.

Mirabel y su familia nos pueden ayudar a entender los “esquemas desadaptativos” y cómo pueden afectar nuestra calidad de vida, puesto que incluyen creencias, expectativas y experiencias previas de aprendizaje que van marcando una manera de comportarnos, que  a veces puede ser disfuncional.

 

Jeffrey Young es el psicólogo creador de la Terapia de Esquemas, y los definió como “patrones cognitivos, emocionales y comportamentales desadaptativos que inician en el desarrollo temprano y se repiten a través de la vida”; son una tendencia a estilos de respuesta disfuncionales a nivel cognitivo, emocional y comportamental que afectan la vida adulta.

 

Los esquemas los podemos identificar cuando hay algo que “sentimos” (por ejemplo Mirabel, que “sentía” que era inferior a los demás de su familia) y no nos “hace sentido” con la realidad, cuando estos esquemas se activan podemos notar emociones intensas y en ocasiones duraderas. Estos esquemas nos ayudaron a sobrellevar las situaciones de nuestro contexto en la infancia, pero en la adultez tienden a ser limitantes, rígidos, “automatizados” y disfuncionales para una adecuada calidad de vida.

 

La Terapia de Esquemas plantea que estos “esquemas desadaptativos” son resultado de aprendizajes en situaciones que implicaban una alta carga de emociones y sensaciones aversivas/dolorosas en nuestra infancia. Dichas experiencias se generaron por que el contexto (padres o cuidadores) no cubrió las necesidades emocionales (conexión, aceptación, autonomía, libre expresión de emociones, espontaneidad,  juego, límites realistas y autocontrol), necesarias para desarrollarnos adecuadamente a nivel emocional.

 

Estos “esquemas” son entonces formas que se convierten en desadaptativas de enfrentarse a experiencias que nos resultan dolorosas o aversivas (etiquetadas como “negativas”) que se fueron consolidando a lo largo de nuestro desarrollo, por ejemplo discusiones familiares, rechazo de las personas a nuestro alrededor, críticas, invalidación,  sobre-exigencia de las figuras adultas,  hostilidad, agresión, negligencia o cuidados inadecuados.

 

Y para ejemplificar algunos de éstos esquemas, la película nos ofrece algunos personajes cuyos “dones” traen consigo algunas experiencias no tan agradables, ¿quieres conocerlos?

 

Mirabel: la hermana que siempre está alegre, dispuesta a dar lo mejor de ella para ayudar y apoyar a los demás con sus destrezas,  a pesar que es sumamente optimista, constantemente se cuestiona si hay algo en ella que sea “mágico”,  ¿soy lo suficientemente buena?. El no tener el “don” implica asumir que algo en ella no está bien, como si fuera imperfecta (checa la actitud de su abuela al respecto, no es que Mirabel lo haya sacado de la “nada”).

 

Mirabel es un ejemplo del esquema “imperfección/vergüenza” que nos hace sentir incompletos o malos. Temerosos de que las personas nos conozcan y descubran nuestros defectos (como al inicio de la película, evitando mencionar que no tiene un don). Por lo tanto, no encontrará a alguien con quien sentirse valioso, capaz o merecedora de amor. Se preocupa por el juicio de los demás. El sentimiento de vergüenza está siempre presente.

 

En segundo lugar está Isabela, la hermana cuyo don consiste en crear flores y plantas a voluntad, contagiando a todos con un ambiente muy hermoso, colorido y perfecto. Ella se esmera en que todo siempre salga “perfecto”: sus flores, su arreglo personal, la manera de comportarse con las personas del pueblo, cumpliendo las expectativas de su abuela. Sin embargo, carga con la responsabilidad de cuidar que todo lo que haga sea así,  “perfecto”, tiene la enorme presión de nunca equivocarse, estando siempre bajo la lupa de la familia y la comunidad, a siempre ejecutar sus acciones de manera refinada y lo mejor posible.

 

Isabela es un ejemplo del esquema “estándares incalcanzables” nos hace creer que “nunca seremos suficiente”, siempre hay que intentar hacer más y mejor.  Isabela trata de satisfacer estándares cada vez más altos para evitar la crítica, tanto de ella misma como de los demás, volviéndola rígida, perfeccionista y desconectándola de la espontaneidad que nos permite divertirnos y con lo que nos gusta hacer, así como descansar y disfrutar de su tiempo. La autocrítica es un común denominador de este esquema.

 

Luisa es la hermana con la increíble fuerza necesaria para las tareas y actividades difíciles y complicadas como mover puentes, casas, grandes rocas y cargar con todos los burros de la comunidad. Dada su fuerza, todos la buscan y siempre le piden ayuda, trabajando duro para solucionar la vida de los demás, sin embargo, siempre anhela un momento para dejar la carga de los otros de lado y poder disfrutar un tiempo de relajación y descanso.

 

Luisa ejemplifica el esquema “autosacrificio” que con frecuencia nos lleva a voluntariamente sacrificar nuestras necesidades por otros (que vemos “débiles”) y cuando se busca satisfacer las propias necesidades genera mucha culpa (por sentirse egoísta. Ser hipersensible al dolor de los demás es parte del esquema. A la larga, genera resentimiento por aquellos por quienes uno se sacrifica, dado que las propias necesidades se quedan “crónicamente” sin ser atendidas.

 

Y para terminar, Bruno, “el que no debe ser nombrado” en la familia Madrigal, pues sus poderes implicaban la habilidad de ver el futuro y como no eran predicciones “agradables” (perder el cabello, engordar, estar muy triste el día de tu boda o  la posiblidad de perder los poderes de la familia). Todos comenzaron a temerle y alejarlo gradualmente. Nadie lo entendía, pues resultaba que las predicciones eran parciales, sólo mostraban las consecuencias que pasarían de no cambiar la manera de comportarse de aquellos a quienes veía en sus visiones.

 

Este rechazo, aislamiento y no comprensión que recibió Bruno, puede ilustrar el esquema  “privación emocional” en el cual sentimos que los demás no atenderán nuestras necesidades emocionales, incluyendo la empatía, el afecto, validación y el acompañamiento, por tanto, Bruno tiene un “don” que le provoca sentirse incomprendido y frustrado, además de no recibir  el mismo nivel de empatía y cariño que proporciona a los demás, generando incluso que sea “desterrado” por su abuela. La sensación de que no nos van a comprender, reconocer o validar es muy común en este esquema, y al igual que él, podemos tender a aislarnos, lo cual refuerza el esquema.

 

La Terapia de Esquemas  es un planteamiento interesante para reconocer estos patrones en nuestra historia de aprendizaje (los que hemos descrito acá no son los únicos, se han descrito en total 18 esquemas), identificar lo «disfuncional» que nos está resultando y trabajar en el cambio que se requiere para incrementar nuestra calidad de vida, fortaleciendo comportamientos que nos acerquen a una vida más plena y equilibrada. Si no la has visto, te recomiendo que la veas, “encanto» es un buen ejemplo de cómo  nuestros aprendizajes, expectativas y el mismo contexto pueden interferir en que podamos vivir como siempre lo hemos deseado, y que es posible alcanzarlo a través del cambio en nuestros comportamientos.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Por qué da miedo atender un caso de TLP?

En la práctica clínica, podemos encontrarnos con una enorme gama de consultantes y problemáticas, entre los más frecuentes están los problemas de ansiedad, depresión y la llamada “desregulación emocional”, que regularmente está asociada al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).

 

Algunas de las características del TLP es dificultad para regular las emociones y “volver a la calma”, esta problemática se ha asociado a bases biológicas en combinación con situaciones del contexto (un ambiente invalidante, entre otros elementos).

 

Estos problemas de “regulación emocional”  en nuestros clientes con frecuencia “activan” las de los terapeutas, que en ocasiones reportan una sensación de “miedo, preocupación, inquietud” por el consultante, dado que estos consultantes experimentan de manera muy intensa sus emociones y que en esta misma intensidad buscan maneras de “volver a la calma”, algunas de ellas son:

 

  • Auto lesiones
  • Golpearse a ellos mismos, a otras personas y
  • Ideas o intentos de suicido
  • Relaciones sexuales sin protección

Estos comportamientos, en su gran mayoría, han funcionado para que  la persona que experimenta estas emociones intensas pueda regresar a la calma y “aliviar” ese malestar emocional (lo cual ocurre a corto plazo) y, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la búsqueda principal no es “llamar la atención” o “victimizarse”.  

 

Por la naturaleza de las conductas autolesivas, es comprensible que nos “activen” y sintamos miedo de la integridad física de nuestro consultante y presión por la eficacia de nuestras intervenciones.

 

¿Qué puedes hacer si te identificas con estas sensaciones? 

 

Lo primero sería identificar y reconocer el miedo que nos generan este tipo de problemáticas, es súper comprensible que lo estes experimentando; aunque puedan aparecer este tipo de creencias, no eres mal terapeuta por tenerlo, me parece que es señal inequívoca de que para tí es importante que tu cliente esté bien; eso es lo que hace un buen terapeuta: interesarse genuina y auténticamente por sus clientes.

 

Lejos de invalidarlo, te animo a darle “espacio” a ese miedo en lugar de tratar de ignorarlo o querer que se vaya, probablemente sea adecuado que aparezca ya que, gracias a esa preocupación, puedes actuar con más detalle y cuidado. 

 

Lo segundo es crear un espacio de “validación, aceptación y cambio” de y con tú consultante, como lo postula el modelo de la Terapia Dialéctica Conductual, por el miedo que podemos experimentar ante las acciones de riesgo en nuestro cliente es posible caer, sin querer, en acciones de invalidación sobre lo que le sucede, lo que siente y cómo lo regula, lo que podría que podría dificultar que explore nuevas formas de regularlo, lo cual influye en la alta tasa de abandono en este tipo de consultantes.

 

Lo tercero sería “infinita” paciencia para con tu consultante, ya que ha hecho lo mejor que ha podido con las herramientas que ha podido adquirir en su contexto, considera que el cambio será progresivo, y esta paciencia también aplica para tí como terapeuta, ya que solemos abrumarnos o autoexigirnos un poco más ante estos casos.

 

Y una última recomendación es que busques ser supervisado por algún experto en el tema, cuando pedimos ayuda, la probabilidad de éxito con el caso es mayor, además de lo satisfactorio que se siente poder ser parte de una red de apoyo. 

 

Recuerda también darte espacios de “relax”  y autocuidado para ti como persona,  salir con amigos, comer tu comida favorita, ver esa serie a la que le echaste el ojo o la actividad que más te guste. No olvides que también eres un ser humano y mereces un espacio para “recargar pilas”, verás que eso ayuda a tu desempeño como terapeuta.

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Psic. Jesús Briseño

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¿Cómo puedo apoyar a mi hijo en su terapia?

A veces como papás podemos sentimos culpables cuando nuestro hijo o hija muestra situaciones complicadas, reconocer que necesita ayuda “externa” en lugar de la nuestra puede ser difícil, decidir iniciar un proceso terapéutico y “exponernos” a la opinión, estrategias y sugerencias de otro puede causar cierto  desánimo o recelo.


Con frecuencia ocurre que cuando llegan a consulta, muchos padres “sienten” que el o la terapeuta les está juzgando por “hacer las cosas mal” como padres; la realidad es que esto no necesariamente es cierto, máxime en situaciones en las que lo más sabio y amoroso que podemos hacer por ellos es reconocer que la situación que nos llevó ahí “se está saliendo de las manos”, y después de intentar múltiples estrategias, no sabemos qué hacer.


Y acá la pregunta interesante, una vez estando en el acompañamiento con un o una profesional con la capacidad para orientarnos, asesorarnos y acompañarnos, ¿qué puedo hacer yo como papá o mamá para apoyar a mi hijo o hija en su proceso terapéutico?

Antes de contestar esta pregunta hay que recordar que Papá y Mamá son insustituibles e irremplazables y por eso el éxito de la terapia para tu hijo o hija dependerá muchísimo de cuánto te involucres activamente en él en este momento en que tu hija/hijo necesita más que nunca de tu apoyo.


Teniendo esto en consideración, te dejo acá algunas sugerencias que puedes hacer para involucrarte y apoyar a tu hija/hijo:


  • Escucha activamente y sin juzgar a tu hijo/hija.
  • Valida sus emociones (permitir que se sienta como se siente, sin anular o querer cambiar cuando tiene una emoción “negativa” o hacer que se sienta siempre “bien”).
  • Sé paciente, es natural que quieras ver resultados rápidamente, pero la terapia es un proceso, pretender acelerarlo mete presión en todos los que están involucrados (tu hija/hijo, su terapeuta, y tú mismo/a) y por lo general no funciona, el proceso durará lo que tenga que durar.
  • Sé lo que eres: el/la protagonista en la red de apoyo de tu hijo/hija.
  • Trabaja en mejorar la comunicación con tu hija/hijo, una forma de hacerlo es dejarlo que hable de lo que le interesa o lo que quiere platicarte, evitando regañarla en un primer momento (primero escucha toda la historia, después podrás orientar).    


Y ahora, lo que NO hay que hacer para favorecer el proceso y apoyar:


  • Presionar, controlar y acelerar para que mejore a “tu ritmo”.
  • Hacer a tu hijo/hija totalmente responsable de la problemática por la que acuden a consulta.
  • Considerar al terapeuta como un enemigo, en lugar de un aliado.


Recuerda que habrá ocasiones en las que como papá o mamá puedes equivocarte, es totalmente normal que pase y ocurre a todos, porque NADIE lo hace perfecto. Lo importante es hacer lo necesario para generar cambios que como familia les funcionen y restaurar  o evolucionar en que en su momento se deterioró.


Estoy segura que haces lo mejor que puedes con los recursos con los que en este momento cuentas, al tomar la responsabilidad de trabajar en equipo con un/una terapeuta le das a tu familia la oportunidad de aprender y crecer juntos.

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Psic. Bárbara Téllez

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¿Cómo mejorar las relaciones entre mujeres?

La palabra «sororidad», proviene del vocablo soror; que significa

 “hermandad entre mujeres, que se perciben como iguales y se invitan a aliarse, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellas”.

¿Cómo podríamos habitar el término, y animarnos a vincularnos de manera distinta con las demás?

El primer paso es reflexionar sobre las situaciones en las que he sido severa conmigo, además, observar las veces en que he atacado, juzgado o criticado ciertas actitudes o conductas hacia  otras mujeres.

Las relaciones positivas para mí y el entorno, la mayoría de las veces no se dan de forma automática, si no desde el ejercicio de la compasión, y ésta se construye con elementos que pareciese no operan con ella, uno de éstos es el sufrimiento.

Darnos permiso para transitar el mundo de otras mujeres, y entender que adolecen,  qué les  afecta o incluso que le genera desesperanza. Sin suponer o juzgar desde exigencia o expectativas aprendidas socialmente.

También podemos sumar elementos como la bondad, amabilidad, generosidad y tolerancia.

¿Qué pasaría si,  en lugar de hacer evaluaciones o juicios, respetamos y damos ayuda a las demás?

¿Qué pasaría si organizamos nuestra experiencia hacia las mujeres desde el apoyo mutuo?

Si no sabes cómo empezar, aquí te dejo algunas pautas para comenzar a practicar:

  • Reflexiona y cuestiona tus aprendizajes, que juicios o estereotipos me mueven o están generando obstáculos en mi relación con otras.
  • No tomes parte en acciones o comentarios que sean violentos, discriminativos hacia otras mujeres.
  • Anímate a conocer la realidad e historia personal de la mujer que tienes cerca de ti.
  • Suma acciones y temas de autocuidado en tus conversaciones con mujeres en tu entorno inmediato.
  • Al compartir o escuchar sentimientos de otra mujer, procura no utilizar frases como “no pasa nada”, “ni es para tanto”. 

Priorizar la igualdad y la empatía, a pesar de nuestras diferencias puede brindarte a ti y a otras mujeres, un lugar seguro.

 

“No eres un árbol solitario que ha florecido en un bosque en el que no florece ningún otro árbol. Cuando todo el bosque florece contigo, la felicidad se multiplica”.  Osho

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Evy Simental

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¿Cómo vivir el duelo?

Todos en algún momento hemos atravesado o eventualmente viviremos un proceso de duelo, y no, no hablo del “duelo de espadas”, sino el camino que se nos presenta al perder a un ser querido, que ha partido y nada l@ puede traer de vuelta, además de todo lo que va a ir sucediendo a partir de este evento y afrontar la enorme dificultad para «sentirnos igual» una vez que nuestr@ ser querido parte.

 

Ante un fallecimiento de un ser amado, ocurren cambios a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y comportamental que afectan en cierto grado la funcionalidad y estabilidad en nuestro día a día.

 

Podemos definir el duelo como “una experiencia de los  familiares y amigos, en la anticipación, muerte y subsiguiente ajuste a la vida  después de la muerte del ser querido, incluye procesos psicológicos internos y la adaptación de los miembros de la familia, así como las expresiones culturales y experiencias de luto” (Christ, Bonnano, Malkinson & Rubin, 2003).

 

Sin embargo, aunque es una situación que tod@s, sin excepción vamos a vivir, cada persona vive su pérdida de manera distinta, razón por la cual se ha dificultado la generación de un planteamiento teórico que resulte útil para todas las personas que están en duelo por haber perdido a alguien amado.

 

Teóricamente los modelos mayormente usados para explicar este proceso son dos, “las fases del duelo” de Elizabeth Kübler Ross (negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación para explicar y elaborar el proceso de duelo), y “las tareas del duelo” de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, elaborar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a un mundo en el que el fallecido ya no está presente y re-colocar emocionalmente al fallecido).  

 

Estos planteamientos teóricos conllevan el “recorrer ese camino”,  independientemente de lo que transcurre en la vida del doliente y del contexto de la pérdida, es decir, si no se viven estas 5 fases o 4 tareas (aunque no necesariamente en orden) se concluía que “no se había elaborado el duelo adecuadamente”.

 

Evidentemente esto nos llevaría a plantearnos algunas cuestiones, por ejemplo, si después de 10 años recuerdo a mis abuelos ya fallecidos y comienzo a llorar, recordar mis últimos momentos con ellos, y noto cómo mis energías disminuyen, ¿no viví adecuadamente mi duelo?,  ¿acaso no he superado mi pérdida?.

 

En muchas ocasiones, plantearlo de esta manera y generar esas expectativas  termina “boicoteando” nuestros procesos de duelo, pues asumir que “superar” a un ser querido o vivir adecuadamente el duelo implica no sentir, olvidarlo parcialmente o creer que no volverá a doler igual que antes y que nuestra vida volverá a ser la misma, es una gran mentira.

 

Además, resulta invalidante para la experiencia del doliente hacerlo sentir o llevarlo a creer que atravesando ciertos procesos se sentirá como antes y que su pérdida eventualmente le dejará de doler.

 

Stroebe y Schut, en 1999, propusieron el “modelo del procesamiento dual del duelo”,  luego de investigar la forma en que se acompaña o trabaja en éstos procesos de pérdidas; ellos plantean el duelo como un proceso dinámico, vivido en un contexto social e interpersonal, en el cual -en la medida de lo posible- se elige «ignorar» o concentrarse en uno u otro aspecto de la pérdida (llorar por la muerte, extrañar a la persona fallecida) y adaptarse al cambio en su vida posterior (retomar actividades, experimentar nuevas cosas, adoptar nuevos roles, enamorarse, etc.).

 

El modelo busca generar un “acuerdo” con la pérdida del ser querido, explicando cómo los dolientes se orientan de manera alternada y constante hacia la pérdida o restauración.

Cuando el doliente se orienta a la pérdida, acepta las reacciones y síntomas posteriores del duelo, permitiendo expresar su afecto,  evaluar las consecuencias de la pérdida,  hacer una revisión constructiva de sus objetivos y metas. Esto facilita vivir un proceso personal y único, pues de esta manera no hay un tiempo o una “meta” a lograr, sino a ir caminando por la vida mientras vamos guardando espacio y tiempo para sentir el impacto de la pérdida, y nuevamente seguir caminando por la vida y todo lo que nos puede ofrecer.

 

Para finalizar, 2 recomendaciones que pueden ser de gran utilidad:

  • Es importante validar lo mucho que puede cambiar y desestabilizar nuestras vidas en el instante que perdemos a alguien que amamos, probablemente, durante algún tiempo la vida consistirá en estar en el mundo y estar viviendo la perdida; en la medida que las personas se permiten este proceso, los duelos se vuelven menos “incapacitantes”; cuando evitamos sentir la pérdida, y/o evitamos regresar a nuestra vida cotidiana, el duelo se complica y se torna más doloroso.
  • Si te toca acompañar a alguien que perdió a su ser querido, escuchar atentamente, sin buscar opinar o “resolver” sus problemas, mostrarte genuin@ con la ayuda que ofreces y sobre todo validar su sentir (reconocer lo que siente, aceptar que su dolor proviene de algo que todos vamos a vivir y no tiene nada de «malo» estar triste), permitirle llorar y quejarse, respetando su tiempo, su ritmo y sus necesidades, evitando sugerir el volver a la vida “normal” lo antes posible.

 

«Nunca vamos a superar la pérdida de un ser querido, aprendemos a vivir con ella».

 

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¿Cómo elijo a un buen psicoterapeuta?

Muy probablemente si estás leyendo esto te has planteado alguna vez el asistir a terapia pero puede que haya dudas a la hora de dar el siguiente paso. Ya sea por comentarios que hemos escuchado de nuestros amigos o familiares o por información que ronda en diversos sitios de internet todavía existen muchas preguntas sobre el trabajo que realiza un psicoterapeuta. El propósito de este blog es clarificar y disipar un poco aquellas ideas erróneas y dudas frecuentes a la hora de buscar ayuda psicológica y tratar de dar una pequeña guía sobre cómo encontrar a un buen psicoterapeuta. 

Primeramente, no todos los psicólogos pueden dar atención psicoterapéutica. Quizá contrario a la creencia popular, no por ser psicólogo/a quiere decir que puede dar terapia. Al momento de emprender tu búsqueda primero cerciórate que tu terapeuta este graduado de la licenciatura de psicología y especializado en el área de la psicología clínica y/o con formaciones profesionales en psicoterapia. En psicología hay muchas áreas y no todas tienen los conocimientos básicos y necesarios para brindar atención psicoterapéutica. Lamentablemente se pueden encontrar “terapeutas” que ejercen su labor sin tener este requisito esencial. 

Una vez que te aseguraste que tu terapeuta dice quien dice ser, mira qué tipo de terapia hace. Pide información sobre qué terapia realiza y qué evidencia hay de que su terapia es efectiva para un problema como el tuyo. Pregunta todo lo que necesites, estas en todo tu derecho de saber qué tipo de tratamiento vas a obtener ya que no todas las formas de terapia son igual de efectivas. 

Por lo general, si tu terapeuta está orientado/a hacia un enfoque cognitivo-conductual, conductual o contextual es una buena señal, ya que son terapias basadas en evidencia. Las terapias basadas en evidencia son terapias que se han puesto a prueba en estudios clínicos y su eficacia ha sido comprobada científicamente. En otras palabras, funcionan por lo que dicen que funcionan y van más allá del “es que a mi comadre le ayudó”. Te dejo por aquí un listado actualizado de la APA (Asociación Psicológica Americana) sobre dichas terapias: https://div12.org/treatments/

Otros parámetros que te pueden ayudan a identificar a un buen psicoterapeuta son:

Te explica las cosas que haces y por qué las haces: Te ofrece una explicación coherente del posible origen del problema y qué es lo que puede estar ayudando a que se siga manteniendo en el tiempo. 

Su intervención va dirigida a las variables que mantienen dicho problema: Te enseña a generar cambios en tus conductas problema de la forma que sea más rápida y eficaz. 

Cuenta contigo para tomar decisiones: Propicia el trabajo en equipo y negocia los objetivos terapéuticos. 

Hay un ambiente de respeto, validación, confidencialidad y buen trato. 

Trata de fomentar tu autonomía: Te guía para que apliques las cosas que aprendiste en terapia fuera de ella y no dependas enteramente de su ayuda en un futuro. 

Espero que esto ayude a plantear mejor la búsqueda de un psicoterapeuta y evitar perder tiempo y dinero en el proceso.

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Staff IJPCC

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Depresión: la pandemia que más ha afectado a los jóvenes

A inicios de la contingencia sanitaria la principal medida para evitar el contagio de COVID-19 en todo el mundo fue el aislamiento y el distanciamiento social. El cierre de escuelas, centros deportivos, lugares de recreación y de convivencia en general, afectó marcadamente a todos, en especial a los niños, adolescentes y jóvenes, quienes ha mostrado efectos más intensos y prolongados causados por estas medidas. 

 

La crisis de salud mental en personas jóvenes se debe principalmente a la pérdida de las costumbres cotidianas y rutinas familiares, la ausencia del entorno escolar, las dificultades para participar en actividades deportivas y recreativas, así como las limitaciones sociales y el aburrimiento que todo esto conlleva, puesto que en esta etapa de la vida, hay una importante necesidad de interacción social.

 

Que cada vez se fueran acumulando más meses de pandemia, generó en los jóvenes  incertidumbre sobre su futuro académico y laboral,  en muchos casos el escaso acompañamiento de los adultos los a buscar estrategias desadaptativas para el afrontamiento de esta situación, por ejemplo, el uso excesivo de dispositivos electrónicos, que lejos de ayudar, provoca aún más aislamiento social y a largo plazo se favorece el desarrollo de trastornos depresivos y de ansiedad.

 

¿Cuáles son los signos de alarma de un trastorno de depresión? 

Cambios en la forma en que la persona vivía hasta ese momento, como aislarse de su entorno y retraerse socialmente, problemas en los procesos fisiológicos básicos como el sueño (problemas para dormir o estar durmiendo de más),  cambios en los hábitos alimentarios, irritabilidad con brotes repentinos de ira, no disfrutar de las actividades que generalmente disfrutaba, falta de entusiasmo y motivación, fatiga o falta de energía, sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo, dificultad para concentrarse.

 

Una vez que se detecta un trastorno depresivo  ¿Cómo afrontarlo?

Ante la presencia de un trastorno depresivo es necesario tener en cuenta que se requiere tiempo y esfuerzo para poner en marcha estrategias que ayuden a afrontarlo.

  • Es necesario permanecer activo, aunque ante la depresión es difícil enfrentarse al día a día, el simple hecho de salir de la cama y afrontar las actividades cotidianas hará que mejore el estado de ánimo.
  • Realizar actividades que antes te satisfacían ya que esto ayudara a mejorar.
  • Hacer ejercicio influye positivamente en el estado de ánimo y sentirse más vital.  
  • Mejora tu patrón de sueño y cuida tu alimentación mediante rutinas equilibradas.  
  • Cuidar tu aspecto físico mejorará la manera en que te percibes a ti mismo. 
  • Se tolerante contigo mismo teniendo en cuenta que el sentirse deprimido no es culpa tuya, por lo que no debes condenarte por esto.
  • Expresa tus emociones de manera genuina a tus familiares y amigos. 
  • Busca ayuda con un profesional de la salud mental.

 

Es muy importante detectar tempranamente los indicadores de un problema emocional o conductual, así como implementar estrategias efectivas para su adecuado manejo, ante la duda, lo mejor es contactar con un Psicólogo, un profesional que podrá orientar a los padres y a los jóvenes para mejorar su estado de ánimo y acercarle a conductas que le lleven a una vida valiosa. 

Staff IJPCC

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¿Qué es el positivismo tóxico?

Hoy en día las redes sociales han marcado una diferencia en como se percibe el mundo. Me da la impresión de que la mayoría de las noticias, publicaciones, vídeos y fotos que se publican son de momentos aparentemente felices.

Las redes sociales han provocado una generación de adolescentes que aspiran a vidas envidiables para posicionarse en la era digital por medio de las vistas, “likes” y compartir de videos y fotos.

¿Pero realmente cómo funcionan estos momentos aparentemente felices? ¿Qué pasa cuando nuestros adolescentes se dan cuenta de que ese tipo de vida es muy difícil de alcanzar? 

El positivismo excesivo en las redes sociales es más normal de lo que creemos. Constantemente veo mensajes que invitan a tener una “actitud positiva” y  aunque es importante ser optimistas, es imposible mantener siempre una actitud positiva, ya que enfocarse exclusivamente en lo positivo no es tan bueno como parece, incluso puede llegar a ser “tóxico”.

Poco a poco esta generalización ha provocado una necesidad de mostrar al mundo una forma ficticia para controlar la imagen que proyectamos y de cierta manera, vivir un miedo profundo a enfrentar el dolor, el sufrimiento propio y del otro.

Estas son algunas de las consecuencias que hoy en día ya están afectando a la población juvenil debido a que son más suceptibles a este tipo de manipulaciones: 

  • Tener aspiraciones inalcanzables debido a que los influencers hacen vídeos diarios de las cosas emocionantes que viven y es raro que plasmen los momentos malos del día y las dificultades que tienen. El problema es que mostrar solo la parte divertida, bonita y emocionante de una vida hace que lo comparemos con nuestras vidas y lleguemos a distorsionar la realidad y nos esforcemos en imitar un determinado estilo de vida para alcanzar el éxito y la felicidad.
  • Frustración, por pensar que no se consigue lo que quiere si no se tiene una actitud positiva. Las redes sociales pueden hacernos pensar que es cuestión de tener una buena actitud para que nos vaya bien y esto puede ser una fuente muy grande de frustración.
  • Falta de recursos para afrontar una realidad que no me hace feliz. Si no estoy satisfecho con mi vida empezaré por cambiar lo que ven los demás de mí en las redes sociales. Si el número de likes sube, me sentiré mejor.
  • Sentimiento de culpa. La felicidad es un requisito y el positivismo nos dice que si no afrontas la adversidad con una sonrisa sólo atraerás cosas negativas; y las redes sociales potencian este esfuerzo por demostrar constantemente lo felices que somos.
  • Efecto en el autoconcepto. ¿Valgo por lo que soy, por lo que hago o por lo que los demás vean en mi muro, feed o stories? Si en las redes sociales se valora a las personas por lo que hacen, si no puedo publicar pruebas de que mi vida es excitante y muy activa socialmente, es que no valgo lo suficiente.

Existen formas de aprovechar ciertos mensajes positivos, pero no todo vale y la solución no está en huir del sufrimiento. Nuestras emociones fluctúan a medida que recibimos información tanto del interior como del exterior. Bloquear esa fuente de información sobre cómo estamos y lo que necesitamos bajo una falsa apariencia de felicidad y optimismo puede llegar a desgastar nuestra capacidad para pedir ayuda cuando la necesitemos. 

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Psic. Bárbara Téllez

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Soluciones fit vs soluciones profesionales

Sin el afán de generalizar, es indudable de que nuestra sociedad actual se ha caracterizado por marchar a un ritmo vertiginoso, realizar una cantidad de actividades que abarcan todo nuestro día, actividades de alto impacto, las cuales podamos presentar a los demás como novedosas, interesantes o espectaculares. Una sociedad que valora la vanguardia, las sensaciones que proyecten bienestar, salud, y motivación perpetuos.

¿Pero qué pasa si realmente un día nos sentimos mal? ¿Si algo dentro de nosotros nos agota y nos causa una sensación de no querer hacer todas esas actividades? ¿Eso sería aceptable? En la denominada cultura “fitness” la cual valora, el esfuerzo, el trabajo corporal, la salud, lo estético y la motivación como fines y valores primordiales, evidentemente permitirse sentirse mal, ni siquiera es una opción.

¿Cómo se vive la cultura fitness?

Responder a esta pregunta es sencillo, se vive con una alta exigencia, que lleva a actividades físicas como el gimnasio, entrar en competencias físicas, comer alimentos saludables y con una ingesta calórica baja. Ir a lugares llamativos, usar ropa de marca deportiva o que resalte nuestra figura se vuelve una aspiración. En donde casi siempre existe una aparente felicidad, disposición o motivación personal, las fotos y las “selfies” no pueden faltar. Aconsejar seguir estas rutinas o estilo de vida para los demás se vuelve una norma que caracteriza a esta cultura, especialmente para personas que atraviesan por algún malestar emocional o por algún momento de duda en sus vidas.

Soluciones fitness

Apuesto a que hemos escuchado a amigos, familiares o conocidos que cuando les expresamos que nos sentimos con algún malestar emocional o que no tenemos motivación de hacer nuestras actividades, nos han respondido que podemos hacer ejercicio, practicar algún deporte, que hagamos algo que nos “distraiga”, que probemos ciertos alimentos, productos de origen natural o complementos que nos pueden hacer sentir mejor, que vayamos a un spa, o aun lugar donde podamos pasarla bien. Inicialmente podemos tomarles la palabra, lo inténtanos. 

Aparentemente el malestar se va un rato, pero nos encontramos con que nuevamente vuelve, y podemos sentirnos confundidos porque después de haber probado estas opciones, nos encontramos con la misma problemática y ahora incluso un poco más presionados por cumplir con estas actividades, pero sin la motivación y el bienestar emocional que aparentemente pretendíamos encontrar. ¿Entonces que más hacer ante ese malestar y estas aparentes soluciones que no resuelven el problema del todo? 

No quiero que se malinterprete, buscar actividades físicas, comprar cosas, ropa que nos guste, asistir a actividades culturales o buscar momentos y lugares de esparcimiento pueden ayudar a generar reforzadores que nos den algún momento de bienestar, pero si a pesar de esto, el malestar persiste es momento de buscar otro tipo de solución. 

Depresión y juventud dos elementos que son parte de un mismo fenómeno. 

Aparentemente ser joven y gozar de vigor, energía, fuerza y motivación en una fórmula casi autoevidente. Sin embargo, no necesariamente es así, incluso es un supuesto cada vez más lejos de la realidad. Algunos datos de un estudio realizado por la UNAM en el año 2018 revelan lo siguiente: En México, el número de jóvenes entre 12 y 24 años con depresión es de aproximadamente 2.5 millones, y 9.9 de cada 100 mil ha tenido ideas suicidas. La depresión es uno de los principales padecimientos que se enfrentan en esta etapa de la vida, por lo que se les debe poner especial atención. Lamentablemente la depresión no es detectada ni tratada sino hasta que la sintomatología es grave o causa estragos signitificatvos en la vida de las personas. Es por ello que te invito a que puedas saber brevemente en que momento es pertinente buscar esas soluciones profesionales.

Soluciones profesionales.

Un psicólogo es un profesional de la salud mental, que evaluará los antecedentes de vida, conductas problemas, los factores internos y externos que influyen en que el estado de ánimo. Asimismo, efectúa un plan de trabajo más elaborado, en el que puedas modificar ciertos pensamientos, creencias que mantienen los síntomas. Además, busca la forma de aproximarte, activarte y hacer que de a poco vuelvas a realizar aquellas actividades que para ti son importantes, obteniendo una sensación de satisfacción más genuina, natural y coherente con tu estilo de vida y tus necesidades actuales. También te enseña a aceptar tus emociones, a hacerlas validas, y no buscar cambiarlas con soluciones aparentemente inmediatas, pero que no afrontan el problema de forma directa. En caso de ser necesario, y si la problemática es más delicada o profunda y atañe a factores biológicos, puede derivarte con un psiquiatra que es un médico especialista en el tratamiento farmacológico, es decir, aquel que sabrá que medicamentos administrar para regular las funciones químicas que necesitan ser niveladas para tener un óptimo funcionamiento.

 Es de gran relevancia seguir estas soluciones profesionales, al final, existe evidencia de que la efectividad será más alta y podrás tener una reintegración más óptima, disminuyendo la posibilidad de una recaída. Por último, te dejo una pequeña frase a manera de conclusión, “Lo fit a larga se puede volver sad, si no te tratas adecuadamente”. 

También te dejo una pequeña infografía cortesía de Ciencia UNAM para que valores si es momento de buscar soluciones profesionales.

http://ciencia.unam.mx/contenido/infografia/35/-estas-deprimido-
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