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¿Cómo vivir el duelo de un ser querido?

Los rituales marcan puntos de inflexión, transiciones importantes y significativas en nuestra experiencia vital; incluso antes del nacimiento, baby showers o las modernas revelaciones de género, fiestas de cumpleaños, graduaciones, matrimonios, ceremonias de reconocimiento por años de trabajo y la jubilación laboral.

En el caso de los rituales relacionados con la muerte, hay un desarrollo según el contexto. Hay algunas pérdidas en las que se vuelve difícil o invalidado hacer un ritual. 

Por ejemplo, realizar eventos religiosos en conmemoración de quienes se suicidaron o murieron a causa de enfermedades estigmatizantes como el SIDA; o la pandemia de COVID-19 que nos impidió realizar los rituales que comúnmente hacíamos.

Cuando ocurren pérdidas gestacionales, sobre todo durante las primeras semanas, se desestima que sea importante realizar una ceremonia o ritual (puedes leer un blog al respecto https://ijpcc.com/como-vivir-la-maternidad-en-un-duelo-gestacional-o-perinatal/ ; tampoco hay un evento público para iniciar el proceso de duelo después de la pérdida de un trabajo.

 

Bronna Romanoff y Marion Terenzio definen el ritual como una herramienta cultural que proporciona un modelo del ciclo de vida que puede ayudarnos a adaptarnos al caos emocional y crear un orden simbólico para los eventos vitales, mientras nos permite crear un significado compartido. 

Me gustaría mencionar algunos procesos que se pueden lograr con los rituales: 

 

  • Reconocer la realidad de la pérdida. En el modelo de duelo de William Worden, esta es la primera misión. Los funerales permiten reconocer públicamente la realidad de la pérdida. Como en todo proceso de duelo, nada está establecido como exigencia, por lo que un funeral es una de las oportunidades para comenzar a despedirnos de nuestro ser querido.

 

  • Abrir espacio para el dolor: Durante una ceremonia fúnebre, a menudo se manifiestan emociones fuertes en un ambiente seguro rodeado de personas importantes para el difunto y su familia. Además, hay consuelo y validación mutuos. Los rituales relacionados con la muerte pueden ayudar a regular los altibajos emocionales que se experimentarán a lo largo del duelo.

 

  • Revisar nuestros significados: Después de la muerte de un ser querido, una parte de nosotros también muere. Algunos de los significados y valores de nuestro mundo pueden verse truncados y cuestionados, estaremos en crisis.

      Un funeral, como rito de transición, puede simbolizar el inicio de esta revisión y la renovación de la personalidad para adaptarse a la nueva identidad que se vivirá; ya no seremos quienes éramos antes de la pérdida.

 

Todo lo que nos conmueve y nos transforma se queda con nosotros.

– Robert A. Neimeyer

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Mtra. Mónica García

Si eres terapeuta y quieres tener herramientas para el manejo del Duelo Prolongado, checa este Taller Presencial, impartido por la Mtra. Mónica García.

 

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¿Por qué estoy estresado?

La respuesta corta: porque muchas situaciones en la vida pueden ser estresantes y no siempre sabemos cómo afrontar ese estrés de manera efectiva.

 

El estrés es una respuesta que tenemos ante eventos de nuestro contexto que llamaremos “estresores”, puede ser  una junta con los directivos, un examen, un pago pendiente, la tesis, etc. Estos estresores pueden ser algo que ocurre una vez, cada cierto tiempo o que están constantemente en nuestro contexto.

 

El estrés se ha etiquetado como una “emoción negativa” porque involucra las sensaciones desagradables o incómodas con las que todos estamos familiarizados. La realidad es que hasta aquí podríamos decir que, si tenemos algún estresor en nuestro contexto y tenemos una reacción de “estrés”, la situación es bastante comprensible.

 

La incomodidad de sentir “estrés” podría llevarnos a buscar soluciones a dicha situación: prepararnos para la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, trabajar en la tesis, etc. Sin embargo, no siempre es así y las sensaciones incómodas, detonan en nosotros conductas de afrontamiento que no necesariamente son lo que más nos funciona para “resolverla” y que pase.

 

No sólo se trata de qué hacemos, es decir que conductas ejecutamos cuando estamos estresados;  sino también de cómo eso que hacemos a veces provoca que se potencialice ese estrés. En resumen: no es lo que hacemos, sino para qué nos funciona.

 

Sin pretender explicar todas las causas de estrés, me gustaría compartir tres explicaciones, probablemente las más frecuentes, del porqué a veces estamos estresados gran parte del tiempo:

 

1.- Estrés “contextual”:

Empezaremos por la razón más sencilla, a veces el contexto en el que estamos es estresante, con mucha frecuencia no reconocemos y validamos esto y luchamos para no sentirnos estresados en una situación que lo es; evidentemente nuestros esfuerzos son inútiles y terminamos desgastándonos por partida doble: sintiendo estrés y forzándonos a no sentirlo cuando lo sentimos, lo cual incrementa nuestro estrés.

Vale la pena destacar que hay ocasiones en las que una situación puede ser estresante para unas personas y otras no, dependiendo de sus aprendizajes, esas cuestiones más específicas podrían revisarse en lo particular en un proceso terapéutico.

A lo que acá me refiero es a observar si ese contexto/situación/persona provoca una reacción muy similar a la que estamos teniendo en otras personas con quienes lo comparta, por ejemplo, una oficina en la que todos se sienten estresados, cansados y sin ganas de ir, seguramente es un contexto “estresor”, cuyo efecto se provoca independientemente de los aprendizajes que cada una de las personas que labora en esa oficina puede tener.

 

Otro ejemplo es un jefe que regularmente alza la voz, es crítico y demandante, por lo general una persona con estas características provocará respuestas de estrés en todas las personas con quienes se comporte de esta forma.

 

Reconocer si el contexto en el que estás es estresante o qué tanto, puede ayudarte a medir si lo que sientes es “comprensible” y “válido”, no siempre se trata de que estés pensando mal o “no aguantes”.

 

A veces reconocer y validar que es la situación la que te está provocando esas sensaciones, puede ayudar a que lo afrontes de una manera que te funcione mejor.

 

 

 

2.- Procrastinar:

Evitar, dejar para después, “aventar para adelante”, “dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”… cuando tenemos una situación “estresora”  que nos provoca incomodidad es relativamente fácil ponernos a hacer cualquier otra cosa (útil o no) para no enfrentarnos a esa situación.

 

A veces esta evitación es muy evidente: ver series, revisar redes sociales, ver videos. Algunas otras, nos ponemos a hacer algo “útil” que probablemente tengamos que hacer o atienda a algo que necesitamos, pero que no “corresponde” hacer en ese momento, por ejemplo, en lugar de preparar la junta de mañana, ponerme a sacar la ropa que ya no uso; o en lugar de trabajar en la tesis, desarrollar un plan de ahorro para el futuro.

 

Cuando procrastinamos o “aventamos para adelante” un estresor, de inmediato podemos sentirnos “aliviados”, al decirnos “lo hago después, mañana, al rato” es muy probable que se reduzca o desaparezca la incomodidad y  que realmente tengamos la intención de hacerlo en otro momento.

 

Sin embargo, hacer esto repetidamente nos lleva a que eventualmente se nos acabe el tiempo y tengamos que  afrontar aquello que estuvimos evitando: preparar la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, terminar la tesis, sólo que por el poco tiempo que tenemos para hacerlo, porque ya nos lo están exigiendo, porque es demasiado trabajo y en resumen porque algo se ha “acumulado”, lo debemos hacer bajo un nivel mucho mayor de estrés.

 

Ante esto, hay personas que aseguran que “están acostumbrados a trabajar bajo presión/estrés”, y probablemente si, en ocasiones es necesario. Pero si están “acostumbradas” a procrastinar, seguro les beneficiaría tener formas más funcionales de trabajar, para al menos reducir la intensidad del estrés al que se someten, porque si, lo “terminan resolviendo”, pero ¿a qué costo?

3.- Renunciar a mis necesidades básicas

A veces como resultado de la procrastinación o como una respuesta inicial para resolver “lo antes posible” las situaciones estresantes, sacrificamos la atención de nuestras necesidades fundamentales, aclaro acá que hacerlo en algunas ocasiones es necesario y puede ser funcional, me refiero a que sea la forma en como “normalmente” afrontamos el estrés: dejar de comer (o comer “cualquier cosa”), dormir, ir al baño, salir, ver amigos, hacer ejercicio, son con frecuencia las “soluciones” ante las demandas que nos plantea un “estresor”, y por lo general podemos hacerlo durante algún tiempo, pero al tratarse de necesidades básicas, el no hacerlo pronto nos “cobra la factura”, y notamos que la intensidad de algunas respuesta se eleva significativamente y empiezan a aparecer otras, como irritabilidad, intolerancia, cansancio extremo, enfermedades físicas, etc.

 

Cuando esto ocurre, no podemos funcionar “normalmente” y obviamente no avanzamos tan rápido y eficientemente, lo cual puede incrementar el estrés, y así en una bola de nieve que puede hacerse bastante grande.

 

Como lo mencioné anteriormente, no pretendo dar una explicación para todas las situaciones, ni para todas las personas. El estrés, como todas las emociones, tiene muchos componentes involucrados y se requeriría revisar cada caso en particular para identificar aquellos factores específicos que le llevan a ello y también el plan para atenderlo, sin embargo, estas ideas que comparto pueden plantear un panorama general, invitar a la reflexión por si estás cayendo en alguna de estas situaciones y pensar en qué podría ayudarte a disminuirlo.

 

Te comparto también algunas pautas generales que pueden ayudar a reducir el estrés:

 

  • Valida lo que sientes, esto quiere decir reconocer, dar lugar y aceptar algo que sientes, aunque sea incómodo, “no tenga sentido” o no te funcione. Cuando damos espacio al estrés, en lugar de pelear con él, tenemos más recursos para afrontarlo efectivamente.

 

  • Identifica si estás en una situación “estresora”, observa si otras personas se sienten así, no te exijas no sentir nada si no se puede, el estrés puede ser bastante funcional si lo usamos a nuestro favor y lo afrontamos efectivamente; a veces es necesario cambiar de situación, o si no podemos, aceptar y validar que es una situación que nos generará estrés mientras estemos ahí puede ayudarte a no exigirte no sentir nada.

 

 

  • Organiza de manera realista tus tareas, ni dejando todo para el último, ni pretendiendo resolver todo inmediatamente, seguir una agenda, una lista de tareas, programar actividades y priorizar puede ayudarte a gestionar de mejor manera las situaciones en las que hay mucho qué hacer.
  • Intenta “mejorar” el ambiente o espacio en el que estás para hacerlo más agradable para ti, tanto como sea posible.

 

  • Da importancia a las conductas de autocuidado, atiende tus necesidades, no te dejes al último; si renuncias o sacrificas lo que necesitas, no tendrás recursos para resolver las situaciones que debes atender.

 

  • Como siempre lo sugiero, si es demasiado y necesitas apoyo para gestionar tu estrés, es válido que pidas ayuda a un psicoterapeuta, quien te ayudará a entender por qué has llegado a esa situación y cómo resolverlo.
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Mtra. Laura Gomez Llanos

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¿Por qué no me siento suficiente?

¿Te ha pasado que en algunos momentos “no das el ancho” y no puedes “sacudirte” esa “sensación” por más que lo intentes?.

 

 Lo analizas y suena ilógico porque sabes que eres un adulto, provisto de herramientas emocionales y cognitivas “maduras”, pareciera que el sentirse de esa manera tiene que ver con uno mismo, que “nos falta” algo, sin embargo sentirse “insuficiente” o “poco valioso”, no es necesariamente “real”, sino las reglas y aprendizajes fruto de un entorno que estuvo reforzando una interpretación excesivamente rígida y crítica de nosotros mismos.

 

Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos podido sentir que somos “inferiores a los demás” en algún aspecto, actividad, rasgo o característica.  Cuando tenemos esta sensación de “insuficiencia”, solemos  tener dificultades para poder evaluarnos en “grises” y lo hacemos de manera polarizada, en donde sólo hay dos opciones: “lo hice bien” o “lo hice mal”.

 

 Por supuesto, nos centramos sólo en los “defectos”, reforzando con comparaciones con los demás en las que “salimos perdiendo” y de nuevo entramos en un espiral en el que nos sentimos poco valiosos y visualizamos una imagen de nosotros mismos muy negativa.

El sentirnos “insuficientes” va muy ligado a nuestro autoconcepto, pues refleja las  percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. 

Esta “evaluación”  que realizamos según hayan sido nuestras experiencias y lo que aprendimos de ellas.

 

Evidentemente nuestro autoconcepto empieza a forjarse desde la infancia y la adolescencia,  a través de nuestras vivencias en el hogar, en la escuela y con los amigos, y se consolida etapa adulta.

¿Cómo puedo dejar de sentirme “inferior”?

Primero, es importante que sepas que esta “sensación” es fruto de tu historia de aprendizaje, no es algo que deliberadamente “elijas”, por lo que conviene tener una actitud compasiva, comprensiva y paciente, a la vez que decidida y orientada al esfuerzo por hacer el cambio.

Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a trabajarlo son:

  • Deja de compararte: cada persona tiene sus propias capacidades y virtudes. Si no eres capaz de reconocértelas, tómate un tiempo para buscarlas, observa qué es lo que se te da bien, con qué disfrutas.
  • Sé consciente de que nadie es perfecto, encuentra tus virtudes: De la misma manera que tú tienes aspectos que puedes mejorar, los demás también los tienen, y es responsabilidad de cada uno trabajar para conseguir lo mejor de sí mismo.
  • Acepta tus defectos: todos tenemos defectos y eso también nos hace ser diferentes. Es importante que aprendas a convivir con ellos, aceptarlos y tratar de mejorarlos siempre que sea posible sin obsesionarse, es necesario entender que no nos hace inferiores a los demás no ser tan buenos como ellos en algo.
  • Vive en el aquí y en el ahora: no hagas comparaciones constantes con el pasado. Ahora es una nueva etapa de tu vida en la que puedes aprender nuevas herramientas y estrategias para establecer nuevos retos, oportunidades y crecer a nivel personal.
  • No seas tan autoexigente: asumir que nadie es perfecto, que uno de los derechos principales de los que disfrutamos todos los seres humanos es el derecho a equivocarse puede contribuir a tu bienestar.

Cuando veas que estás autoexigiéndote y autocríticandote “en exceso”, evalúa si está afectando los aspectos importantes de tu vida, si es así, te invito a pedir ayuda. El pedir ayuda es el primer paso para acercarte a aquello que es valioso para ti, a sentirte mejor y aceptarte como eres: Valioso, suficiente e importante.

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Psic. Bárbara Téllez

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¿Existe el duelo por infertilidad?

Hoy quiero hacer llegar estas letras a todas aquellas parejas que no han podido convertirse en mamás y papás de manera biológica. Esas parejas que tras intentos naturales y/o asistidos viven la frustración constante de no lograr un embarazo, aquéllos que son cuestionados – “ ¿Y ustedes para cuándo?”- y tienen que contestar con una mezcla de dolor y esperanza: “esperamos que pronto”.

 

El duelo es definido como la reacción normal y adaptativa que le sigue a cualquier tipo de pérdida; pero en este duelo muchas veces, no hay pérdidas, no tiene que ver con la muerte, sino con la dificultad para cumplir un sueño, una expectativa, un ideal: tener un hijo.

Por lo tanto, este es uno de los duelos ocultos, de los cuales también es muy importante hablar, y en bastantes casos, acompañar desde un proceso terapéutico con profunda validación.

 

           

Se ha observado que el duelo en estos casos pasa por varios momentos:

  • Aquí son considerados los intentos en los que el embarazo no llega.
  • Esta es una fase muy compleja, llena de dudas y muchas veces procedimientos dolorosos, invasivos, costosos y que generan múltiples alteraciones biológicas, lo que provoca un agotamiento emocional significativo y suele haber afectaciones en la relación de pareja. Debido al aumento en las tasas de infertilidad a nivel mundial, se han creado equipos multidisciplinarios para el acompañamiento de estos tratamientos. Es de suma importancia que a lo largo de esta fase, la pareja cuente con una red de apoyo sólida, que valide y abra espacio para la serie de emociones y dolencias físicas que puedan manifestarse.
  • Uno de los momentos en donde se manifiestan con más fuerza las emociones derivadas del duelo, es cuando los tratamientos no tienen éxito. La desesperación y tristeza hacen su aparición con mayor intensidad. En esta fase, es recomendable que se viva un acompañamiento para lograr el contacto con las emociones y dar tiempo para un nuevo tratamiento.
  • Si se consigue el embarazo, pero termina en un aborto. El dolor, la frustración, el enojo, la angustia, la culpa, son algunas de las emociones que vive la pareja. Esta vez, me gustaría enfocarme en el duelo del hombre por esta pérdida, que muchas veces es el gran olvidado en estos duelos y procesos, como si sintiera menos porque no engendró “de manera natural” o no gestó una vida en su interior; pero esto no significa que no viva estas emociones, que no caiga en estas desorientación y agotamiento, inclusive más fuertemente por las imposiciones machistas de que tiene que tener hijos si o si; o que no debe llorar o que debe estar fuerte para su pareja.

 

Este duelo es real: Que no se nombre, no quiere decir que no exista. Es necesario que se hable de esto y se busque la ayuda que haga que se sientan cómodos con el camino a recorrer.

No hay que minimizar este dolor o tratar de convencerlos de que “la vida es mejor sin hijos”, estas personas ven frustrados muchos sueños y a su ritmo, vivirán el proceso de intentos y tratamientos, o la aceptación de seguir su vida, sin hijos.

 

 

“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, 

ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder”.

José Saramago

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Mtra. Mónica García

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¿Cómo vivir la maternidad en una pérdida gestacional o perinatal?

Durante el mes de mayo, en México tenemos varios días conmemorativos, el más relevante y vistoso es el “día de las madres”.

Cada 10 de mayo, viene a mi mente la pregunta: ¿Cuántas mujeres son mamás pero “no tienen derecho” a ser felicitadas o reconocidas en este día porque sus hijxs murieron demasiado pronto?; y al decir demasiado pronto me refiero a las primeras semanas de gestación.

Histórica y culturalmente estas maternidades han sido invisibilizadas, porque los hijxs no tenían el tamaño o peso suficiente para ser considerados bebés, entonces son considerados embriones o “productos”; porque eran muy chiquitos, porque no generamos memorias y recuerdos, porque no tenemos una imagen “real” y un largo etcétera que simplemente deja a estas mamás sintiéndose solas e incomprendidas al ser madres, pero de brazos vacíos.

Cuando una mujer desea ser madre y ve la primera prueba de embarazo con un resultado positivo, empieza a ser madre, a crear una idea de qué hará, cómo será ahora la vida en ese nuevo rol y con el bebé que está creciendo dentro de ella.

Con esto quiero decir que no tienen que pasar meses para que una mujer materne. Esto ocurre desde que sabe que está embarazada, cambia hábitos, se sabe responsable de otro ser y su vida empieza a tomar un rumbo en torno a su bebé.

Es por esto que, transcurridas algunas semanas (o días) de gestación, de maternar aunque “no tengamos evidencia” de nuestrx hijx, la noticia de -no hay latido- o el sangrado que procede de un aborto espontáneo, cimbran el mundo, el papel y el amor que se había sentido desde la prueba positiva.

Este desafortunado hecho es poco hablado y la mayoría de las veces se invalida el duelo que se vive tras la pérdida, porque “no era nada”.

Se dice que 1 de cada 4 embarazos no logra llegar a término, por tanto, en una reunión en la que haya 10 mujeres, al menos 2 de ellas (honestamente creo que son más) viven una maternidad invisible, viven esos 10 de mayo pensando cómo hubiera sido su hijx, a quién tendría parecido, cómo sería su voz; y al mismo tiempo, se auto-invalidan porque han heredado la idea social de que solo se es mamá si los hijos nacen vivos y permanecen vivos.  

Si tú eres mamá de un bebé estrella (término que se ha adoptado para referirse a los bebés que mueren durante la gestación, parto o postparto), me gustaría decirte algunas cosas con profundo amor y respeto:

  • Valídate, eres mamá: Toda tu estructura comenzó a cambiar cuando te enteraste de tu embarazo, tu vida cambió cuando supiste que una nueva vida crecía en ti, empezaste a priorizar a ese bebé. Eso es lo que te convirtió en mamá.
  • No estás sola: Muchas mujeres hemos vivido esto y no lo decimos porque nos apena, tememos que nos culpen por no haber logrado mantener el embarazo o que nos hagan comentarios invalidantes como los que señalé en los párrafos iniciales.
  • No eres envidiosa: Tras la pérdida de tu bebé puedes experimentar emociones y sentimientos desagradables cuando ves a otras mujeres embarazadas o con sus bebés y más, cuando son cercanas a tu contexto. No eres mala, no eres envidiosa, lo que vives es una reacción normal que tiene que ver con el dolor y la frustración de no ser tú la de esa imagen que observas.
  • Busca ayuda: Si el duelo por la pérdida (en cualquier etapa de tu embarazo) ha afectado y deteriorado significativamente tu vida y tus relaciones, te aliento a buscar ayuda, afortunadamente cada vez hay más profesionistas preparados en el tema, con la sensibilidad para acompañarte, orientarte y sobre todo, visibilizar tu maternidad; porque el amor no comienza al nacer, ni acaba con la muerte.

“Incluso el más pequeño de los pies, tiene el poder de dejar huellas en el corazón”

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Mtra. Mónica García

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

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Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

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Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos

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«Turning Red»: Ser perfectos o ser nosotros mismos

Seguramente para este momento, en el que te encuentras leyendo esto, ya has visto más de una vez la nueva película de Disney Pixar Turning Red, y es que es claro, la película animada tiene un toque emocional y humorístico que a todos nos conmueve y nos hace conectar con muchas cosas de nuestra infancia y/o adolescencia.

Y ya sea que la repetiste más de una vez por su historia o por lo que te hizo sentir, es una gran película que además de hacernos viajar al pasado, la protagonista MEI-MEI nos comparte una gran frase:

“Abraza a tu panda interior”

Y entrando al tema del panda, ¿qué es lo que representa?

El panda rojo, en la película nos habla de todo aquello que realmente somos, lo que pensamos, sentimos, pero que no dejamos salir, ya sea porque no va con los “estándares de la sociedad” o porque se nos enseña en casa que expresarse o tener gustos distintos no está bien.

Esto lo vemos durante toda la película con Mei-mei y su mamá, donde desde pequeñas se les enseña que, para ser aceptadas, hay que “ser perfectas”, seguir con las reglas, creencias e ideales que se han trasmitido de generación en generación y el resto, sus gustos, emociones, pensamientos “el panda” debe quedar oculto por siempre.

Y, ¿Qué pasa con lo que ocultamos?

 Durante el filme observamos que la protagonista tiene que luchar con seguir su educación, y conseguir la aprobación de la familia ocultando lo que realmente siente y quiere, o ser ella misma, disfrutar de su adolescencia, de sus amistades y “dejar salir” lo que es, cree y siente, en otras palabras; sentirse libre de expresarse.

Y durante todo este proceso de lucha, se suscitan situaciones como el esconderse de su familia, seguir aparentando que es perfecta, y a su vez decidir entre sus raíces, sus amigas, y sus emociones, algo que nos suele pasar muy seguido, pues en todo momento sucede que debemos elegir entre ser nosotros o ser “perfectos”

¿Y entonces qué nos enseña está película?

Al final podemos ver a Mei-mei y su mamá reconociendo que la manera en que cada quién actúa, siente y piensa; ya sea como mamá o hija, está bien, es parte de esa perfección que cada una tiene, y nos lo dejan ver cuando la mamá de Mei-mei acepta que no importa cómo sea ella, siempre tendrá su aprobación.

Nos enseña que, no es necesario vivir siendo uno u otro, sino que podemos ser los dos, y seguir siendo nosotros, ser quien nos gusta ser, y no por eso dejamos de ser “perfectos”.

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Psic. Sofía Vélez

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Will Smith y la bofetada, un análisis funcional.

Han pasado más de 24 horas de aquella situación en los Oscar® que como espectadores y los propios asistentes desconocíamos si era algo planificado o algo real, lo que si es que casi de inmediato los que estábamos desde la comodidad de nuestro hogar pudimos acceder a las redes sociales y como ya es algo habitual, comenzamos a dar nuestra opinión, otros a juzgar, otros más a defenderlo, otros a atacarlo, unos cuantos más a insultarse entre ellos defendiendo su postura y así se ha vivido en el variado ambiente virtual, donde se le unen las reacciones y entrevistas de los asistentes y otras personalidades del medio actoral estadounidense y algunos más del mundo.

Lo que les quiero comentar en esta entrada es desde una postura neutral, puesto que la conducta de Willard Carroll Smith Jr (o mundialmente conocido como Will Smith) hacia el comediante Chris Rock puede ser una conducta que alguno de nuestros consultantes puede hacer (tu colega que nos estás leyendo) o que tú apreciable lector que no es terapeuta, puede ver, puede ser escuchado de alguien más que lo vivió o incluso estar en alguno de los dos lados. Y al ser una postura neutra dejo que el lector saque sus propias conclusiones de que si dicho comportamiento es algo bueno o malo, si es defendible o indefendible.

Partamos de que el Análisis funcional descrito en palabras sencillas por la Dra. María Xesus Froxan en su libro Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones “es la herramienta indispensable para comprender, explicar y/o modificar la conducta humana”, es la vía que nos llevará al hecho de que lo hecho por Will Smith es algo funcional.

Sin meternos en tantos tecnicismos para los lectores que no son terapeutas, podemos decir que el análisis funcional integra dos tipos de aprendizaje; el primero el que se da por la aparición de estímulos (e) y lo que nos hace responder como si fuera un reflejo automático de nuestro cuerpo (r). Y el segundo es el aprendizaje que obtenemos de las consecuencias de nuestros actos y que aquí podemos encontrar, el obtener algo agradable (Rf +) o el que nos quitemos algo desagradable que nos hace sentir bien (Rf -)

Ahora sí, con los símbolos más importantes descritos comencemos este viaje.

Primero pongámonos en la situación de Will Smith, escuchar que alguien está haciendo comentarios hirientes (aunque sean un chiste, pero esto puede ser parte de otro análisis) hacia un ser querido/amado para ti, acerca de una patología como la alopecia. Luego voltea a ver ese ser amado, su esposa, y ve en ella la reacción hacia esos comentarios, una reacción de impotencia, tristeza, dolor… ¿qué te haría sentir?, lo más probable es que sientas enojo y si nos vamos a Reyes Ortega y Tena Suck (2016), la función de dicha emoción es de poner límites, así que no nos extrañe que Will quería ponerle un límite a Chris

Sé que dentro del ED, Estimulo discriminativo dentro del contexto del análisis funcional, estoy omitiendo el dialogo interno pudiese haber tenido Will Smith antes de levantarse e ir hacia tras Chris, sin embargo sería un poco jugar al adivino a qué exactamente se dijo y la baraja de opciones de pensamientos, imágenes mentales que pudo tener Will aquí era muy grande por lo que he optado por solo dejar en el ED (o como me gusta llamarlo para las personas que no son terapeutas, Eso que Detona) la emoción de enojo, pero teniendo en cuenta que hay un elemento ahí más en esa seguidilla de Estimulo-Respuesta del condicionamiento clásico.  Yéndonos al siguiente elemento dentro del análisis funcional y partiendo de lo que pudimos presenciar en la transmisión, tenemos que las Respuestas (R) de Will Smith fueron…

1)     Dar una bofetada
2)     Pedir enérgicamente dejar de mencionar el nombre de su esposa

La primera siendo la que se lleva todos los reflectores, pero la segunda quedando ahí como complemento de lo que quería conseguir Will, quedando entonces la secuencia de eventos como sigue:

 

¿Qué es lo que resta?, justamente mencionar lo qué consiguió Will Smith con ambas conductas respecto a su malestar emocional, provocado por el enojo y los pensamientos que lo acompañaban en el ED. Como lo acabo de mencionar, hay un malestar y ese malestar busca terminarse o más correctamente regularlo hasta su mínima expresión, por lo tanto esta función sería la obtenida con la respuesta 1.
 
 Consiguiendo este efecto y si fuera la primera vez que Will Smith pasara por esto en su vida, aprendería que su acción de dar una bofetada lo tranquilizaría, le quitaría el malestar emocional haciendo posiblemente se repita en un futuro (ahora bien, como Will es un adulto se puede teorizar que alguna vez en su vida ha dado un golpe, por lo que este aprendizaje posiblemente ya esté interiorizado).

No debemos olvidar el para qué sentimos enojo en nuestras vidas, el cual es la de poner límites, claramente es algo que buscaba Will Smith conseguir tanto con la respuesta 1 y reafirmarlo con la segunda, por lo que considero coherente ponerlo en ambas; así pues Chris Rock terminó el chiste con la bofetada y al pedir que éste no volviera a decir el nombre de su esposa hizo que entre que sí y entre que no terminara el tema.


¿Habrá conseguido algo más Will Smith con sus acciones?, quizás si escuchamos su discurso tras ganar el Oscar ® menciona, “Richard Williams was a fierce defender of his family… I wanna be an ambassador of that kind of love, and care, and concern”, lo cual traducido sería “Richard Williams fue un feroz defensor de su familia… quiero ser un embajador de ese tipo de amor, y cuidado y preocupación” por lo que podemos considerar que para Will Smith proteger a su familia es importante, por lo que tanto para la primera y segunda conducta es evidente que Will se ve alcanzando ese valor de vida, quedando nuestro esquema de la siguiente manera:

 Otros reforzadores sociales pudieron venir tanto de su esposa, amigos o redes sociales pero no fueron en el momento y es ahí donde cabe la pregunta, ¿esto que obtuvo Will Smith en el momento es lo suficientemente importante para que lo llevaran a hacer lo que hizo sin pararse a pensar en consecuencias a mediano o largo plazo?, pues al parecer sí.

¿Estos comportamientos son tajantemente blanco para que Will Smith tome terapia?, pues eso dependerá de si las consecuencias a mediano y largo plazo generan mayor peso que lo conseguido originalmente por sus acciones y considera que pudiera volver a actuar así en el futuro y por ende interferir con aquello que le es relevante.

Espero que con este breve escrito nos lleve a comprender por qué las personas hacen ciertos actos, y sin profundizar en aspectos como historia de vida, aprendizajes de interacciones pasadas con otras personas y/o vivencias, podamos entender en lugar de juzgar.

Referencias
Parga, F. M. X. (2022). Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones. Pirámide.

Ortega, M. A. R., & Suck, E. A. T. (2016). Regulación emocional en la práctica clínica. Alianza Editorial. 

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Psic. José Carlos Martínez

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«No se habla de Bruno»…

Seguramente ya has visto, o al menos escuchado o visto algún meme sobre “Encanto”, la película que habla sobre una familia con una serie de “dones” que les brindan habilidades mágicas y únicas a los miembros de la familia, además de tener una de las canciones más pegajosas de los últimos años (¿a poco no leíste cantando el título?) , excepto por Mirabel, la hermana alegre y que siempre se esfuerza mucho por ayudar y contagiar de optimismo a los demás. Sin embargo, al no tener un don llega a preguntarse si es lo suficientemente buena o capaz tanto para ayudar a los demás como para ser parte de esta mágica familia.

Mirabel y su familia nos pueden ayudar a entender los “esquemas desadaptativos” y cómo pueden afectar nuestra calidad de vida, puesto que incluyen creencias, expectativas y experiencias previas de aprendizaje que van marcando una manera de comportarnos, que  a veces puede ser disfuncional.

 

Jeffrey Young es el psicólogo creador de la Terapia de Esquemas, y los definió como “patrones cognitivos, emocionales y comportamentales desadaptativos que inician en el desarrollo temprano y se repiten a través de la vida”; son una tendencia a estilos de respuesta disfuncionales a nivel cognitivo, emocional y comportamental que afectan la vida adulta.

 

Los esquemas los podemos identificar cuando hay algo que “sentimos” (por ejemplo Mirabel, que “sentía” que era inferior a los demás de su familia) y no nos “hace sentido” con la realidad, cuando estos esquemas se activan podemos notar emociones intensas y en ocasiones duraderas. Estos esquemas nos ayudaron a sobrellevar las situaciones de nuestro contexto en la infancia, pero en la adultez tienden a ser limitantes, rígidos, “automatizados” y disfuncionales para una adecuada calidad de vida.

 

La Terapia de Esquemas plantea que estos “esquemas desadaptativos” son resultado de aprendizajes en situaciones que implicaban una alta carga de emociones y sensaciones aversivas/dolorosas en nuestra infancia. Dichas experiencias se generaron por que el contexto (padres o cuidadores) no cubrió las necesidades emocionales (conexión, aceptación, autonomía, libre expresión de emociones, espontaneidad,  juego, límites realistas y autocontrol), necesarias para desarrollarnos adecuadamente a nivel emocional.

 

Estos “esquemas” son entonces formas que se convierten en desadaptativas de enfrentarse a experiencias que nos resultan dolorosas o aversivas (etiquetadas como “negativas”) que se fueron consolidando a lo largo de nuestro desarrollo, por ejemplo discusiones familiares, rechazo de las personas a nuestro alrededor, críticas, invalidación,  sobre-exigencia de las figuras adultas,  hostilidad, agresión, negligencia o cuidados inadecuados.

 

Y para ejemplificar algunos de éstos esquemas, la película nos ofrece algunos personajes cuyos “dones” traen consigo algunas experiencias no tan agradables, ¿quieres conocerlos?

 

Mirabel: la hermana que siempre está alegre, dispuesta a dar lo mejor de ella para ayudar y apoyar a los demás con sus destrezas,  a pesar que es sumamente optimista, constantemente se cuestiona si hay algo en ella que sea “mágico”,  ¿soy lo suficientemente buena?. El no tener el “don” implica asumir que algo en ella no está bien, como si fuera imperfecta (checa la actitud de su abuela al respecto, no es que Mirabel lo haya sacado de la “nada”).

 

Mirabel es un ejemplo del esquema “imperfección/vergüenza” que nos hace sentir incompletos o malos. Temerosos de que las personas nos conozcan y descubran nuestros defectos (como al inicio de la película, evitando mencionar que no tiene un don). Por lo tanto, no encontrará a alguien con quien sentirse valioso, capaz o merecedora de amor. Se preocupa por el juicio de los demás. El sentimiento de vergüenza está siempre presente.

 

En segundo lugar está Isabela, la hermana cuyo don consiste en crear flores y plantas a voluntad, contagiando a todos con un ambiente muy hermoso, colorido y perfecto. Ella se esmera en que todo siempre salga “perfecto”: sus flores, su arreglo personal, la manera de comportarse con las personas del pueblo, cumpliendo las expectativas de su abuela. Sin embargo, carga con la responsabilidad de cuidar que todo lo que haga sea así,  “perfecto”, tiene la enorme presión de nunca equivocarse, estando siempre bajo la lupa de la familia y la comunidad, a siempre ejecutar sus acciones de manera refinada y lo mejor posible.

 

Isabela es un ejemplo del esquema “estándares incalcanzables” nos hace creer que “nunca seremos suficiente”, siempre hay que intentar hacer más y mejor.  Isabela trata de satisfacer estándares cada vez más altos para evitar la crítica, tanto de ella misma como de los demás, volviéndola rígida, perfeccionista y desconectándola de la espontaneidad que nos permite divertirnos y con lo que nos gusta hacer, así como descansar y disfrutar de su tiempo. La autocrítica es un común denominador de este esquema.

 

Luisa es la hermana con la increíble fuerza necesaria para las tareas y actividades difíciles y complicadas como mover puentes, casas, grandes rocas y cargar con todos los burros de la comunidad. Dada su fuerza, todos la buscan y siempre le piden ayuda, trabajando duro para solucionar la vida de los demás, sin embargo, siempre anhela un momento para dejar la carga de los otros de lado y poder disfrutar un tiempo de relajación y descanso.

 

Luisa ejemplifica el esquema “autosacrificio” que con frecuencia nos lleva a voluntariamente sacrificar nuestras necesidades por otros (que vemos “débiles”) y cuando se busca satisfacer las propias necesidades genera mucha culpa (por sentirse egoísta. Ser hipersensible al dolor de los demás es parte del esquema. A la larga, genera resentimiento por aquellos por quienes uno se sacrifica, dado que las propias necesidades se quedan “crónicamente” sin ser atendidas.

 

Y para terminar, Bruno, “el que no debe ser nombrado” en la familia Madrigal, pues sus poderes implicaban la habilidad de ver el futuro y como no eran predicciones “agradables” (perder el cabello, engordar, estar muy triste el día de tu boda o  la posiblidad de perder los poderes de la familia). Todos comenzaron a temerle y alejarlo gradualmente. Nadie lo entendía, pues resultaba que las predicciones eran parciales, sólo mostraban las consecuencias que pasarían de no cambiar la manera de comportarse de aquellos a quienes veía en sus visiones.

 

Este rechazo, aislamiento y no comprensión que recibió Bruno, puede ilustrar el esquema  “privación emocional” en el cual sentimos que los demás no atenderán nuestras necesidades emocionales, incluyendo la empatía, el afecto, validación y el acompañamiento, por tanto, Bruno tiene un “don” que le provoca sentirse incomprendido y frustrado, además de no recibir  el mismo nivel de empatía y cariño que proporciona a los demás, generando incluso que sea “desterrado” por su abuela. La sensación de que no nos van a comprender, reconocer o validar es muy común en este esquema, y al igual que él, podemos tender a aislarnos, lo cual refuerza el esquema.

 

La Terapia de Esquemas  es un planteamiento interesante para reconocer estos patrones en nuestra historia de aprendizaje (los que hemos descrito acá no son los únicos, se han descrito en total 18 esquemas), identificar lo «disfuncional» que nos está resultando y trabajar en el cambio que se requiere para incrementar nuestra calidad de vida, fortaleciendo comportamientos que nos acerquen a una vida más plena y equilibrada. Si no la has visto, te recomiendo que la veas, “encanto» es un buen ejemplo de cómo  nuestros aprendizajes, expectativas y el mismo contexto pueden interferir en que podamos vivir como siempre lo hemos deseado, y que es posible alcanzarlo a través del cambio en nuestros comportamientos.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Cómo vivir el duelo?

Todos en algún momento hemos atravesado o eventualmente viviremos un proceso de duelo, y no, no hablo del “duelo de espadas”, sino el camino que se nos presenta al perder a un ser querido, que ha partido y nada l@ puede traer de vuelta, además de todo lo que va a ir sucediendo a partir de este evento y afrontar la enorme dificultad para «sentirnos igual» una vez que nuestr@ ser querido parte.

 

Ante un fallecimiento de un ser amado, ocurren cambios a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y comportamental que afectan en cierto grado la funcionalidad y estabilidad en nuestro día a día.

 

Podemos definir el duelo como “una experiencia de los  familiares y amigos, en la anticipación, muerte y subsiguiente ajuste a la vida  después de la muerte del ser querido, incluye procesos psicológicos internos y la adaptación de los miembros de la familia, así como las expresiones culturales y experiencias de luto” (Christ, Bonnano, Malkinson & Rubin, 2003).

 

Sin embargo, aunque es una situación que tod@s, sin excepción vamos a vivir, cada persona vive su pérdida de manera distinta, razón por la cual se ha dificultado la generación de un planteamiento teórico que resulte útil para todas las personas que están en duelo por haber perdido a alguien amado.

 

Teóricamente los modelos mayormente usados para explicar este proceso son dos, “las fases del duelo” de Elizabeth Kübler Ross (negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación para explicar y elaborar el proceso de duelo), y “las tareas del duelo” de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, elaborar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a un mundo en el que el fallecido ya no está presente y re-colocar emocionalmente al fallecido).  

 

Estos planteamientos teóricos conllevan el “recorrer ese camino”,  independientemente de lo que transcurre en la vida del doliente y del contexto de la pérdida, es decir, si no se viven estas 5 fases o 4 tareas (aunque no necesariamente en orden) se concluía que “no se había elaborado el duelo adecuadamente”.

 

Evidentemente esto nos llevaría a plantearnos algunas cuestiones, por ejemplo, si después de 10 años recuerdo a mis abuelos ya fallecidos y comienzo a llorar, recordar mis últimos momentos con ellos, y noto cómo mis energías disminuyen, ¿no viví adecuadamente mi duelo?,  ¿acaso no he superado mi pérdida?.

 

En muchas ocasiones, plantearlo de esta manera y generar esas expectativas  termina “boicoteando” nuestros procesos de duelo, pues asumir que “superar” a un ser querido o vivir adecuadamente el duelo implica no sentir, olvidarlo parcialmente o creer que no volverá a doler igual que antes y que nuestra vida volverá a ser la misma, es una gran mentira.

 

Además, resulta invalidante para la experiencia del doliente hacerlo sentir o llevarlo a creer que atravesando ciertos procesos se sentirá como antes y que su pérdida eventualmente le dejará de doler.

 

Stroebe y Schut, en 1999, propusieron el “modelo del procesamiento dual del duelo”,  luego de investigar la forma en que se acompaña o trabaja en éstos procesos de pérdidas; ellos plantean el duelo como un proceso dinámico, vivido en un contexto social e interpersonal, en el cual -en la medida de lo posible- se elige «ignorar» o concentrarse en uno u otro aspecto de la pérdida (llorar por la muerte, extrañar a la persona fallecida) y adaptarse al cambio en su vida posterior (retomar actividades, experimentar nuevas cosas, adoptar nuevos roles, enamorarse, etc.).

 

El modelo busca generar un “acuerdo” con la pérdida del ser querido, explicando cómo los dolientes se orientan de manera alternada y constante hacia la pérdida o restauración.

Cuando el doliente se orienta a la pérdida, acepta las reacciones y síntomas posteriores del duelo, permitiendo expresar su afecto,  evaluar las consecuencias de la pérdida,  hacer una revisión constructiva de sus objetivos y metas. Esto facilita vivir un proceso personal y único, pues de esta manera no hay un tiempo o una “meta” a lograr, sino a ir caminando por la vida mientras vamos guardando espacio y tiempo para sentir el impacto de la pérdida, y nuevamente seguir caminando por la vida y todo lo que nos puede ofrecer.

 

Para finalizar, 2 recomendaciones que pueden ser de gran utilidad:

  • Es importante validar lo mucho que puede cambiar y desestabilizar nuestras vidas en el instante que perdemos a alguien que amamos, probablemente, durante algún tiempo la vida consistirá en estar en el mundo y estar viviendo la perdida; en la medida que las personas se permiten este proceso, los duelos se vuelven menos “incapacitantes”; cuando evitamos sentir la pérdida, y/o evitamos regresar a nuestra vida cotidiana, el duelo se complica y se torna más doloroso.
  • Si te toca acompañar a alguien que perdió a su ser querido, escuchar atentamente, sin buscar opinar o “resolver” sus problemas, mostrarte genuin@ con la ayuda que ofreces y sobre todo validar su sentir (reconocer lo que siente, aceptar que su dolor proviene de algo que todos vamos a vivir y no tiene nada de «malo» estar triste), permitirle llorar y quejarse, respetando su tiempo, su ritmo y sus necesidades, evitando sugerir el volver a la vida “normal” lo antes posible.

 

«Nunca vamos a superar la pérdida de un ser querido, aprendemos a vivir con ella».