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¿Por qué estoy estresado?

La respuesta corta: porque muchas situaciones en la vida pueden ser estresantes y no siempre sabemos cómo afrontar ese estrés de manera efectiva.

 

El estrés es una respuesta que tenemos ante eventos de nuestro contexto que llamaremos “estresores”, puede ser  una junta con los directivos, un examen, un pago pendiente, la tesis, etc. Estos estresores pueden ser algo que ocurre una vez, cada cierto tiempo o que están constantemente en nuestro contexto.

 

El estrés se ha etiquetado como una “emoción negativa” porque involucra las sensaciones desagradables o incómodas con las que todos estamos familiarizados. La realidad es que hasta aquí podríamos decir que, si tenemos algún estresor en nuestro contexto y tenemos una reacción de “estrés”, la situación es bastante comprensible.

 

La incomodidad de sentir “estrés” podría llevarnos a buscar soluciones a dicha situación: prepararnos para la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, trabajar en la tesis, etc. Sin embargo, no siempre es así y las sensaciones incómodas, detonan en nosotros conductas de afrontamiento que no necesariamente son lo que más nos funciona para “resolverla” y que pase.

 

No sólo se trata de qué hacemos, es decir que conductas ejecutamos cuando estamos estresados;  sino también de cómo eso que hacemos a veces provoca que se potencialice ese estrés. En resumen: no es lo que hacemos, sino para qué nos funciona.

 

Sin pretender explicar todas las causas de estrés, me gustaría compartir tres explicaciones, probablemente las más frecuentes, del porqué a veces estamos estresados gran parte del tiempo:

 

1.- Estrés “contextual”:

Empezaremos por la razón más sencilla, a veces el contexto en el que estamos es estresante, con mucha frecuencia no reconocemos y validamos esto y luchamos para no sentirnos estresados en una situación que lo es; evidentemente nuestros esfuerzos son inútiles y terminamos desgastándonos por partida doble: sintiendo estrés y forzándonos a no sentirlo cuando lo sentimos, lo cual incrementa nuestro estrés.

Vale la pena destacar que hay ocasiones en las que una situación puede ser estresante para unas personas y otras no, dependiendo de sus aprendizajes, esas cuestiones más específicas podrían revisarse en lo particular en un proceso terapéutico.

A lo que acá me refiero es a observar si ese contexto/situación/persona provoca una reacción muy similar a la que estamos teniendo en otras personas con quienes lo comparta, por ejemplo, una oficina en la que todos se sienten estresados, cansados y sin ganas de ir, seguramente es un contexto “estresor”, cuyo efecto se provoca independientemente de los aprendizajes que cada una de las personas que labora en esa oficina puede tener.

 

Otro ejemplo es un jefe que regularmente alza la voz, es crítico y demandante, por lo general una persona con estas características provocará respuestas de estrés en todas las personas con quienes se comporte de esta forma.

 

Reconocer si el contexto en el que estás es estresante o qué tanto, puede ayudarte a medir si lo que sientes es “comprensible” y “válido”, no siempre se trata de que estés pensando mal o “no aguantes”.

 

A veces reconocer y validar que es la situación la que te está provocando esas sensaciones, puede ayudar a que lo afrontes de una manera que te funcione mejor.

 

 

 

2.- Procrastinar:

Evitar, dejar para después, “aventar para adelante”, “dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”… cuando tenemos una situación “estresora”  que nos provoca incomodidad es relativamente fácil ponernos a hacer cualquier otra cosa (útil o no) para no enfrentarnos a esa situación.

 

A veces esta evitación es muy evidente: ver series, revisar redes sociales, ver videos. Algunas otras, nos ponemos a hacer algo “útil” que probablemente tengamos que hacer o atienda a algo que necesitamos, pero que no “corresponde” hacer en ese momento, por ejemplo, en lugar de preparar la junta de mañana, ponerme a sacar la ropa que ya no uso; o en lugar de trabajar en la tesis, desarrollar un plan de ahorro para el futuro.

 

Cuando procrastinamos o “aventamos para adelante” un estresor, de inmediato podemos sentirnos “aliviados”, al decirnos “lo hago después, mañana, al rato” es muy probable que se reduzca o desaparezca la incomodidad y  que realmente tengamos la intención de hacerlo en otro momento.

 

Sin embargo, hacer esto repetidamente nos lleva a que eventualmente se nos acabe el tiempo y tengamos que  afrontar aquello que estuvimos evitando: preparar la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, terminar la tesis, sólo que por el poco tiempo que tenemos para hacerlo, porque ya nos lo están exigiendo, porque es demasiado trabajo y en resumen porque algo se ha “acumulado”, lo debemos hacer bajo un nivel mucho mayor de estrés.

 

Ante esto, hay personas que aseguran que “están acostumbrados a trabajar bajo presión/estrés”, y probablemente si, en ocasiones es necesario. Pero si están “acostumbradas” a procrastinar, seguro les beneficiaría tener formas más funcionales de trabajar, para al menos reducir la intensidad del estrés al que se someten, porque si, lo “terminan resolviendo”, pero ¿a qué costo?

3.- Renunciar a mis necesidades básicas

A veces como resultado de la procrastinación o como una respuesta inicial para resolver “lo antes posible” las situaciones estresantes, sacrificamos la atención de nuestras necesidades fundamentales, aclaro acá que hacerlo en algunas ocasiones es necesario y puede ser funcional, me refiero a que sea la forma en como “normalmente” afrontamos el estrés: dejar de comer (o comer “cualquier cosa”), dormir, ir al baño, salir, ver amigos, hacer ejercicio, son con frecuencia las “soluciones” ante las demandas que nos plantea un “estresor”, y por lo general podemos hacerlo durante algún tiempo, pero al tratarse de necesidades básicas, el no hacerlo pronto nos “cobra la factura”, y notamos que la intensidad de algunas respuesta se eleva significativamente y empiezan a aparecer otras, como irritabilidad, intolerancia, cansancio extremo, enfermedades físicas, etc.

 

Cuando esto ocurre, no podemos funcionar “normalmente” y obviamente no avanzamos tan rápido y eficientemente, lo cual puede incrementar el estrés, y así en una bola de nieve que puede hacerse bastante grande.

 

Como lo mencioné anteriormente, no pretendo dar una explicación para todas las situaciones, ni para todas las personas. El estrés, como todas las emociones, tiene muchos componentes involucrados y se requeriría revisar cada caso en particular para identificar aquellos factores específicos que le llevan a ello y también el plan para atenderlo, sin embargo, estas ideas que comparto pueden plantear un panorama general, invitar a la reflexión por si estás cayendo en alguna de estas situaciones y pensar en qué podría ayudarte a disminuirlo.

 

Te comparto también algunas pautas generales que pueden ayudar a reducir el estrés:

 

  • Valida lo que sientes, esto quiere decir reconocer, dar lugar y aceptar algo que sientes, aunque sea incómodo, “no tenga sentido” o no te funcione. Cuando damos espacio al estrés, en lugar de pelear con él, tenemos más recursos para afrontarlo efectivamente.

 

  • Identifica si estás en una situación “estresora”, observa si otras personas se sienten así, no te exijas no sentir nada si no se puede, el estrés puede ser bastante funcional si lo usamos a nuestro favor y lo afrontamos efectivamente; a veces es necesario cambiar de situación, o si no podemos, aceptar y validar que es una situación que nos generará estrés mientras estemos ahí puede ayudarte a no exigirte no sentir nada.

 

 

  • Organiza de manera realista tus tareas, ni dejando todo para el último, ni pretendiendo resolver todo inmediatamente, seguir una agenda, una lista de tareas, programar actividades y priorizar puede ayudarte a gestionar de mejor manera las situaciones en las que hay mucho qué hacer.
  • Intenta “mejorar” el ambiente o espacio en el que estás para hacerlo más agradable para ti, tanto como sea posible.

 

  • Da importancia a las conductas de autocuidado, atiende tus necesidades, no te dejes al último; si renuncias o sacrificas lo que necesitas, no tendrás recursos para resolver las situaciones que debes atender.

 

  • Como siempre lo sugiero, si es demasiado y necesitas apoyo para gestionar tu estrés, es válido que pidas ayuda a un psicoterapeuta, quien te ayudará a entender por qué has llegado a esa situación y cómo resolverlo.
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Mtra. Laura Gomez Llanos

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¿Qué es el trauma psicológico?

Seguramente has escuchado la palabra “trauma” en muchas ocasiones y en diferentes contextos, probablemente lo primero que se viene a la mente es que el trauma es algo horrible, indeseado y que bloquea la vida de la persona que lo padece.

Probablemente también has escuchado usar ese término de forma peyorativa y para describir que alguien no “anda bien” o que por razón de esto sus conductas son “chocantes”, “desproporcionadas “o “inadecuadas”. A veces incluso “tener un trauma” es motivo de compasión, de burla, o de simple confusión.

El trauma (a nivel psicológico) tiene un montón de acepciones, es complejo definirlo y comenzar a comprenderlo por todos los elementos que están implicados, especialmente si no hemos vivido algo parecido, o si nos hemos dejado llevar por expresiones coloquiales que hemos visto en la calle o en series y películas.

El objetivo de este blog, es compartir algunas ideas y entender un poco más cuál es el significado del “trauma psicológico”, sus implicaciones y su abordaje en un contexto clínico. Quizá después de leerlo, puedas aclarar un poco más este concepto y saber que decir o hacer al respecto, si lo has vivido, o si sabesque alguien ha pasado o está pasando por esto.

Empecemos con lo más fundamental…

Trauma Psicológico

Es definido como “un acontecimiento negativo, intenso, inesperado e incontrolable y que, al poner la integridad física o psicológica de una persona, rebasa su capacidad y habilidades de afrontamiento y que tiene consecuencias dramáticas para la víctima”. (Muiños & Requena, 2018).

Algunas de las reacciones características psicológicas más destacadas después de haber experimentado el evento traumático son: desconfianza del entorno y de los demás, sentimiento de una pérdida abrupta de la seguridad, sensación persistente de indefensión, aumento elevado del nivel de alerta, acompañada de temor o terror de volver a experimentar el evento. Todo esto, además interfiere con las áreas de vida y con la realidad misma de la persona víctima de este evento.

No podemos establecer como “trauma” a cualquier tipo de evento, por más desagradable, indeseable o altamente estresante que haya sido. Es por ello necesario retomar criterios clínicos para ello.

Según el DSM (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) debe de cumplir al menos una (o más) de las siguientes modalidades para ser considerado como trauma. (1) Vivido en primera persona, (2) presencia directa del suceso ocurrido a otros, (3) le ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo -si es amenaza o muerte de un familiar o amigo íntimo, el suceso ha debido ser violento o accidental-, (4) exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso. American Psychiatric Association., (2013). Cualquier otro evento o recuerdo asociado que no cumpla con estas modalidades se descarta como evento traumático.

 

Eventos considerados/relacionados con el trauma psicológico

 

También es importante distinguir y especificar los eventos que se consideran potencialmente como traumáticos. Entre los principales se encuentran:

  • Exposición a la muerte, lesión grave o violencia, física, sexual, real o amenaza
  • Tentativa, intentos o consumación de suicidio
  • Desastres naturales
  • Accidentes
  • Pérdida de un ser querido o duelos que se presentan de forma inesperada, abrupta y de forma impactante
  • Eventos persistentes y prolongados en el tiempo de fuerte invalidación, negligencia, descuido o maltrato.
Desmintiendo y corrigiendo las expresiones comunes respecto al Trauma.

Desafortunadamente es muy común, que en el abordaje del tema las personas piensen o digan cosas como “el/ella tiene la culpa de lo que le pasó”,  “es un dramático/a y nada más se hace daño recordando lo que le pasó”, “le gusta vivir de sus traumas del pasado”, “exagera lo que le pasó, no es para tanto”.

Si suenan familiares, tendríamos que detenernos un poco con estas frases y comenzar a comprender que estamos hablando de un sufrimiento muy grande para la persona, un evento que se está reactivando o reviviendo de forma privada y que causa mucha afectación en su vida. Por demás está decir que los juicios de valor en situaciones como esta no ayudan y  son muy equívocos respecto a lo que las personas con trauma están experimentando.

El trauma psicológico no es algo que se tenga que “superar”, no es que se olvide, quede atrás y que la persona ya no va experimentar nada relacionado. Al intervenir en trauma, lo que se hace es un abordaje pertinente para reprocesar la información, los estímulos asociados al evento e intentar reducir los síntomas.

Es importante saber que la persona fue víctima involuntariamente de tal evento; probablemente no hubo quien pudiera asistirla en el momento o ayudarla como lo necesitaba. Lo que menos quiere al padecer esto, es volver a experimentar una situación de la cual sea víctima o nuevamente sentirse vulnerable.  En su defecto mencionar o insinuar que es culpable de lo que sucedió, es re-victimizarlo y lo único que provoca es aumentar el sufrimiento de la persona, la desconfianza en los demás y en general; aumentar su malestar.

Las personas no se quedan “traumadas”, es un proceso  difícil de asimilar y de reprocesamiento de varios elementos internos y externos, lo cual dificulta las reacciones cognitivas, psicológicas y emocionales de forma adaptativa, todo esto mientras se va dando un proceso clínico de intervención. Es por ello necesario conocer los “síntomas” que experimenta la persona y sobre todo el tratamiento clínico que reducirá sus síntomas y generará reacciones y conductas más adaptativas.

 

Algunos de los principales síntomas consisten en que:

  • Muchas veces re-experimentas recuerdos muy vívidos del trauma en forma de

imágenes mentales, olores, voces, y a veces sensaciones corporales, lo que conocemos como “flashbacks”.

  • Tratas de evitar todo aquello que esté asociado al trauma o a los desencadenantes de tus recuerdos traumáticos. Lo cual se conoce como “evitación de la experiencia”.
  • Tienes trastornos del sueño y pesadillas.
  • Muchas veces, sientes emociones aversivas (desagradables) de larga duración como impotencia, culpa, vergüenza y asco. Esto, podemos etiquetarlo como “desregulación emocional”.
  • Sentirás o percibirás que la realidad es ajena a ti, que es como si fuera irreal, un sueño, o simplemente que te desconectas por unos instantes de ella. Conocido como “disociación”.
  • Te consideras a ti mismo y a tu cuerpo como indignos o «malos». A esto se le llama “alteraciones del self (yo)”.
  • Tienes dificultades para confiar en otros. Sentimientos de inseguridad, desconfianza, vulnerabilidad.
Algunos tratamientos basados en evidencia científica y que han resultado con alta eficacia en la reducción de los síntomas son los siguientes:

DBT-PTSD (Terapia Dialéctica Conductual para estrés postraumático).

Dentro de los objetivos principales de DBT-PTSD se encuentran:

  • Ayudar a transformar la sensación de revivir experiencias traumáticas “incontrolables” en recuerdos “controlables”.
  • Ayudar a reconsiderar creencias sobre uno mismo y el mundo.
  • Ayudar a construir una vida que valga la pena de ser vivida a pesar de tus experiencias difíciles.
  • Enseñar cómo se organiza la red del trauma, qué comportamientos mantienen el estrés postraumático y qué se puede hacer para regularlos.
  • Aprender habilidades para regular el malestar, la disociación y las emociones negativas intensas como el miedo, la vergüenza, la culpa y el asco.
  • Todo esto en un contexto terapéutico seguro.
  • El protocolo establece que el trabajo y la duración del tratamiento se establecen en aproximadamente en 45 sesiones.

Otro de los tratamientos es la Terapia de exposición prolongada para el tratamiento del Trastorno de estrés postraumático EP-TEPT.

 

EP TEPT.

La Exposición prolongada enseña a los usuarios/consultantes a acercarse gradualmente a los recuerdos, sentimientos y situaciones relacionados con el trauma que se han estado evitando.

  • Esto mediante una serie de exposiciones paulatinas, mediante el uso de la imaginería, la verbalización y descripción del evento, además la exposición directa a estímulos asociados al evento traumático.
  • Tiene como principal objetivo la disminución de los síntomas y la habituación a los estímulos detonadores del trauma.
  • La duración estimada es de 8 a 20 sesiones semanales, aunque esto puede estar sujeto a variación.

Así pues, una vez dicho todo esto respectivo al trauma, espero te haya generado mayor claridad al leerlo. Y sobre todo si consideras que has experimentado un evento traumático o alguien cercano o conocido tuyo cubre con estos elementos planteados anteriormente, sería de gran utilidad pudieras compartir la información de este post con el fin de orientar a que las personas reciban comprensión, validación y sobre todo el mejor tratamiento posible.

Sólo me queda agradecerte y recordar que el conocimiento es el candil que ilumina los callejones de la ignorancia. Sé ese candil y presta tu luz a quién más lo necesite, incluso, si es a ti mismo.

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Psic. Jorge Urias

Bibliografía:

Bohus, M. (2014) “Manual Entrenamiento DBT-PTSD”: PDF

Olasov, B., Foa, E & Hembree, E. “Terapia de Exposición Prolongada para TEPT Procesamiento emocional de experiencias traumáticas guía del terapeuta”. SAPSI editorial: Buenos aires, Argentina.

American Psychiatric Association. (2013) Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V. Masson Editorial: Barcelona, España.

Muiños, R, Requena E. (2018). Psicopatología clínica. Universidad Oberta de Catalunya: Cataluña, España.

 

 

 

Si te interesa saber más de este tema, recuerda que aún puedes inscribirte con el 50% de beca al Taller Intervención en Trauma, en el que aprenderás de una experta reconocida internacionalmente, la Dra. Nathalia Vargas.

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¿Por qué no me siento suficiente?

¿Te ha pasado que en algunos momentos “no das el ancho” y no puedes “sacudirte” esa “sensación” por más que lo intentes?.

 

 Lo analizas y suena ilógico porque sabes que eres un adulto, provisto de herramientas emocionales y cognitivas “maduras”, pareciera que el sentirse de esa manera tiene que ver con uno mismo, que “nos falta” algo, sin embargo sentirse “insuficiente” o “poco valioso”, no es necesariamente “real”, sino las reglas y aprendizajes fruto de un entorno que estuvo reforzando una interpretación excesivamente rígida y crítica de nosotros mismos.

 

Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos podido sentir que somos “inferiores a los demás” en algún aspecto, actividad, rasgo o característica.  Cuando tenemos esta sensación de “insuficiencia”, solemos  tener dificultades para poder evaluarnos en “grises” y lo hacemos de manera polarizada, en donde sólo hay dos opciones: “lo hice bien” o “lo hice mal”.

 

 Por supuesto, nos centramos sólo en los “defectos”, reforzando con comparaciones con los demás en las que “salimos perdiendo” y de nuevo entramos en un espiral en el que nos sentimos poco valiosos y visualizamos una imagen de nosotros mismos muy negativa.

El sentirnos “insuficientes” va muy ligado a nuestro autoconcepto, pues refleja las  percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. 

Esta “evaluación”  que realizamos según hayan sido nuestras experiencias y lo que aprendimos de ellas.

 

Evidentemente nuestro autoconcepto empieza a forjarse desde la infancia y la adolescencia,  a través de nuestras vivencias en el hogar, en la escuela y con los amigos, y se consolida etapa adulta.

¿Cómo puedo dejar de sentirme “inferior”?

Primero, es importante que sepas que esta “sensación” es fruto de tu historia de aprendizaje, no es algo que deliberadamente “elijas”, por lo que conviene tener una actitud compasiva, comprensiva y paciente, a la vez que decidida y orientada al esfuerzo por hacer el cambio.

Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a trabajarlo son:

  • Deja de compararte: cada persona tiene sus propias capacidades y virtudes. Si no eres capaz de reconocértelas, tómate un tiempo para buscarlas, observa qué es lo que se te da bien, con qué disfrutas.
  • Sé consciente de que nadie es perfecto, encuentra tus virtudes: De la misma manera que tú tienes aspectos que puedes mejorar, los demás también los tienen, y es responsabilidad de cada uno trabajar para conseguir lo mejor de sí mismo.
  • Acepta tus defectos: todos tenemos defectos y eso también nos hace ser diferentes. Es importante que aprendas a convivir con ellos, aceptarlos y tratar de mejorarlos siempre que sea posible sin obsesionarse, es necesario entender que no nos hace inferiores a los demás no ser tan buenos como ellos en algo.
  • Vive en el aquí y en el ahora: no hagas comparaciones constantes con el pasado. Ahora es una nueva etapa de tu vida en la que puedes aprender nuevas herramientas y estrategias para establecer nuevos retos, oportunidades y crecer a nivel personal.
  • No seas tan autoexigente: asumir que nadie es perfecto, que uno de los derechos principales de los que disfrutamos todos los seres humanos es el derecho a equivocarse puede contribuir a tu bienestar.

Cuando veas que estás autoexigiéndote y autocríticandote “en exceso”, evalúa si está afectando los aspectos importantes de tu vida, si es así, te invito a pedir ayuda. El pedir ayuda es el primer paso para acercarte a aquello que es valioso para ti, a sentirte mejor y aceptarte como eres: Valioso, suficiente e importante.

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Psic. Bárbara Téllez

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Ser Padre

En días como hoy, que se celebra el Día del Padre, vale la pena detenernos y reflexionar un poco acerca de la enorme labor que implica portar ese título, para quienes lo asumimos activamente y con responsabilidad; lo cual a veces implica que sintamos que estamos en deuda con nosotros mismos al convertirnos en Padres.

Para explicar un poco esto, les comparto que además de las necesidades “basicas” que los Padres deben cumplir como  un sano desarrollo físico, seguridad, vestimenta, cuidado de la salud, cambio de pañales, desvelos, paseos nocturnos a los servicios de urgencias, la alimentación, los viajes, los regalos, la educación formal, etc.

Algunos modelos del desarrollo  y comportamiento humano plantean que tenemos 5 necesidades emocionales, las cuales también se consideran básicas: conexión y aceptación, autonomía, competencia y sentido de identidad, libre expresión de emociones, espontaneidad y juego, y límites realistas – autocontrol, las cuales al ser “cubiertas” permiten un desarrollo saludable a nivel mental y emocional.

Como seguramente lo sabes, es todo un reto atender de manera “suficiente” estas necesidades, pues a  los Padres,ser «cabeza de familia»nos implica bastantes circunstancias y cosas por resolver que, con frecuencia, nos terminan empujando a “olvidar” que  estas necesidades emocionales existen.

La  crianza implica una lista bastante larga de destrezas y habilidades a enseñar (que irá aumentando a lo largo de los años) por lo que vale la pena celebrar y aplaudir los esfuerzos que los Padres hacemos todos los días, en el ejercicio de una paternidad activa y responsble pues invertimos nuestro tiempo en ello, al elegir salir a trabajar, privarnos de objetos, experiencias y de algunos aspectos de  nosotros mismos para poder brindar un espacio sano, amoroso, seguro y cargado de todos los elementos posibles para el crecimiento de nuestros Hijos, lo cual también es un modelo para los futuros padres y madres.

La Terapia de Aceptación y Compromiso busca que uno se convierta en su mejor versión, la más sana, la que deje una huella de mayor peso en el mundo, los hijos son como moldes bastante tiernos en donde esas huellas van a dejarles nuestro rastro por este mundo, y días como hoy considero que sirven para voltear a ver el panorama completo de aquellos que dejan esas huellas alguna vez fueron niños, jóvenes y adultos que tienen sus propias necesidades a cubrir: el sentirse conectado y amado, pero también competente y único, que su sentir sea visible ante el mundo, el poder jugar y divertirse, así como regularse y marcarse reglas y autocontrol.

Sin embargo, como es bien sabido, socialmente a los hombres se le sanciona el “necesitar” conectarse y darle lugar a su sentir en el mundo. Por todos aquellos miedos que se tuvieron que enfrentar de manera silenciosa y devota, aquellas tristezas y penas que tuvieron que ser pausadas u omitidas, las guerras con nuestros demonios, buscando evitar que lleguen a colarse en sus hijos, los proyectos personales que quedaron en un baúl de recuerdos y anhelos, el tiempo lejos mientras se busca traer el pan a la mesa.

 

Y a pesar de todo lo que se puede experimentar e incluso perder en el camino, el Día del Padre es un día para celebrar cómo hacemos todo para que nuestra existencia quede justificada al ver esos únicos o muchos pares de ojos que nos buscan al llegar a casa y gritar: ¡Papá!

Y sobre todo el reconocimiento, admiración y agradecimiento especial para quienes a pesar de no venir de hogares tan amorosos o cálidos, eligen romper con el ciclo de sufrimiento al brindar lo que no se tuvo de niño, es uno de los actos más amorosos que pueden existir.

Días como hoy son oportunidades para que el ser Padre, además de ser reconocidos por nuestros seres queridos, sea reconocido y aplaudido POR TI MISMO, y retomar o al menos premiarnos con lo que nos siga ayudando a hacer ese trabajo de la mejor manera posible, sea ropa, una buena comida, un paseo, un recuerdo o una promesa, mientras nos ayude a que papás sanos desarrollen niños sanos

Por todo eso y más todo aquel que porta este título pueda, al menos en días como hoy, recordarse lo importante que es para sus pequeños y la mejor manera es cuidar y cubrir todo aquello que nos ayude a cuidarnos y mantener siempre el temple de seguir con nuestra labor, el privilegio de cuidar, guiar y ser modelo de otro Ser Humano.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Existe el duelo por infertilidad?

Hoy quiero hacer llegar estas letras a todas aquellas parejas que no han podido convertirse en mamás y papás de manera biológica. Esas parejas que tras intentos naturales y/o asistidos viven la frustración constante de no lograr un embarazo, aquéllos que son cuestionados – “ ¿Y ustedes para cuándo?”- y tienen que contestar con una mezcla de dolor y esperanza: “esperamos que pronto”.

 

El duelo es definido como la reacción normal y adaptativa que le sigue a cualquier tipo de pérdida; pero en este duelo muchas veces, no hay pérdidas, no tiene que ver con la muerte, sino con la dificultad para cumplir un sueño, una expectativa, un ideal: tener un hijo.

Por lo tanto, este es uno de los duelos ocultos, de los cuales también es muy importante hablar, y en bastantes casos, acompañar desde un proceso terapéutico con profunda validación.

 

           

Se ha observado que el duelo en estos casos pasa por varios momentos:

  • Aquí son considerados los intentos en los que el embarazo no llega.
  • Esta es una fase muy compleja, llena de dudas y muchas veces procedimientos dolorosos, invasivos, costosos y que generan múltiples alteraciones biológicas, lo que provoca un agotamiento emocional significativo y suele haber afectaciones en la relación de pareja. Debido al aumento en las tasas de infertilidad a nivel mundial, se han creado equipos multidisciplinarios para el acompañamiento de estos tratamientos. Es de suma importancia que a lo largo de esta fase, la pareja cuente con una red de apoyo sólida, que valide y abra espacio para la serie de emociones y dolencias físicas que puedan manifestarse.
  • Uno de los momentos en donde se manifiestan con más fuerza las emociones derivadas del duelo, es cuando los tratamientos no tienen éxito. La desesperación y tristeza hacen su aparición con mayor intensidad. En esta fase, es recomendable que se viva un acompañamiento para lograr el contacto con las emociones y dar tiempo para un nuevo tratamiento.
  • Si se consigue el embarazo, pero termina en un aborto. El dolor, la frustración, el enojo, la angustia, la culpa, son algunas de las emociones que vive la pareja. Esta vez, me gustaría enfocarme en el duelo del hombre por esta pérdida, que muchas veces es el gran olvidado en estos duelos y procesos, como si sintiera menos porque no engendró “de manera natural” o no gestó una vida en su interior; pero esto no significa que no viva estas emociones, que no caiga en estas desorientación y agotamiento, inclusive más fuertemente por las imposiciones machistas de que tiene que tener hijos si o si; o que no debe llorar o que debe estar fuerte para su pareja.

 

Este duelo es real: Que no se nombre, no quiere decir que no exista. Es necesario que se hable de esto y se busque la ayuda que haga que se sientan cómodos con el camino a recorrer.

No hay que minimizar este dolor o tratar de convencerlos de que “la vida es mejor sin hijos”, estas personas ven frustrados muchos sueños y a su ritmo, vivirán el proceso de intentos y tratamientos, o la aceptación de seguir su vida, sin hijos.

 

 

“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, 

ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder”.

José Saramago

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Mtra. Mónica García

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¿Cómo vivir la maternidad en una pérdida gestacional o perinatal?

Durante el mes de mayo, en México tenemos varios días conmemorativos, el más relevante y vistoso es el “día de las madres”.

Cada 10 de mayo, viene a mi mente la pregunta: ¿Cuántas mujeres son mamás pero “no tienen derecho” a ser felicitadas o reconocidas en este día porque sus hijxs murieron demasiado pronto?; y al decir demasiado pronto me refiero a las primeras semanas de gestación.

Histórica y culturalmente estas maternidades han sido invisibilizadas, porque los hijxs no tenían el tamaño o peso suficiente para ser considerados bebés, entonces son considerados embriones o “productos”; porque eran muy chiquitos, porque no generamos memorias y recuerdos, porque no tenemos una imagen “real” y un largo etcétera que simplemente deja a estas mamás sintiéndose solas e incomprendidas al ser madres, pero de brazos vacíos.

Cuando una mujer desea ser madre y ve la primera prueba de embarazo con un resultado positivo, empieza a ser madre, a crear una idea de qué hará, cómo será ahora la vida en ese nuevo rol y con el bebé que está creciendo dentro de ella.

Con esto quiero decir que no tienen que pasar meses para que una mujer materne. Esto ocurre desde que sabe que está embarazada, cambia hábitos, se sabe responsable de otro ser y su vida empieza a tomar un rumbo en torno a su bebé.

Es por esto que, transcurridas algunas semanas (o días) de gestación, de maternar aunque “no tengamos evidencia” de nuestrx hijx, la noticia de -no hay latido- o el sangrado que procede de un aborto espontáneo, cimbran el mundo, el papel y el amor que se había sentido desde la prueba positiva.

Este desafortunado hecho es poco hablado y la mayoría de las veces se invalida el duelo que se vive tras la pérdida, porque “no era nada”.

Se dice que 1 de cada 4 embarazos no logra llegar a término, por tanto, en una reunión en la que haya 10 mujeres, al menos 2 de ellas (honestamente creo que son más) viven una maternidad invisible, viven esos 10 de mayo pensando cómo hubiera sido su hijx, a quién tendría parecido, cómo sería su voz; y al mismo tiempo, se auto-invalidan porque han heredado la idea social de que solo se es mamá si los hijos nacen vivos y permanecen vivos.  

Si tú eres mamá de un bebé estrella (término que se ha adoptado para referirse a los bebés que mueren durante la gestación, parto o postparto), me gustaría decirte algunas cosas con profundo amor y respeto:

  • Valídate, eres mamá: Toda tu estructura comenzó a cambiar cuando te enteraste de tu embarazo, tu vida cambió cuando supiste que una nueva vida crecía en ti, empezaste a priorizar a ese bebé. Eso es lo que te convirtió en mamá.
  • No estás sola: Muchas mujeres hemos vivido esto y no lo decimos porque nos apena, tememos que nos culpen por no haber logrado mantener el embarazo o que nos hagan comentarios invalidantes como los que señalé en los párrafos iniciales.
  • No eres envidiosa: Tras la pérdida de tu bebé puedes experimentar emociones y sentimientos desagradables cuando ves a otras mujeres embarazadas o con sus bebés y más, cuando son cercanas a tu contexto. No eres mala, no eres envidiosa, lo que vives es una reacción normal que tiene que ver con el dolor y la frustración de no ser tú la de esa imagen que observas.
  • Busca ayuda: Si el duelo por la pérdida (en cualquier etapa de tu embarazo) ha afectado y deteriorado significativamente tu vida y tus relaciones, te aliento a buscar ayuda, afortunadamente cada vez hay más profesionistas preparados en el tema, con la sensibilidad para acompañarte, orientarte y sobre todo, visibilizar tu maternidad; porque el amor no comienza al nacer, ni acaba con la muerte.

“Incluso el más pequeño de los pies, tiene el poder de dejar huellas en el corazón”

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Mtra. Mónica García

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¿Qué hace un Psicólogo?

El trabajo de un Psicólogo es algo de lo que con frecuencia escuchamos hablar, especialmente en el mes de mayo porque en México celebramos el día del Psicólogo  y me parece importante hablar un poco acerca de lo valiosa y gratificante que puede ser esta profesión.


Como Psicóloga, me dedico a atender adolescentes y adultos, durante este tiempo he tenido la grata experiencia de escuchar cada vez más a consultantes que acuden a terapia que pese a que aún luchan con estigmas por parte de personas que les rodean, le dan mucho valor a SU espacio de terapia. En una ocasión una consultante mencionó “realmente en este momento no sabría decirte de algún problema que tenga en específico, pero creí que sería importante empezar mi proceso, cuido mi salud física y por ende también deseo cuidar mi salud mental, estar bien conmigo misma”. Es ahí donde comprendí que se visibiliza cada vez más la importancia de los Psicólogos en la sociedad.

¿Por qué es tan importante? ¿Qué es lo que hace el psicólogo?

Para mí un psicólogo es un profesional que se ha preparado en la ciencia de la Psicología, y que usa esos conocimientos para acompañar y guiar a las personas en un proceso de cambio, ofreciendo un espacio donde el consultante se sienta seguro, escuchado y validado. Por medio de estrategias con evidencia científica, brinda herramientas para la resolución de problemas, para el desarrollo de habilidades que de manera significativa, brindarán una mayor calidad de vida.

Considero este trabajo un privilegio porque cada consultante nos deposita una parte de su historia, de su confianza, incluso en ocasiones llegamos a ser con quién por primera vez han podido hablar sobre lo que les ha aquejado por meses, incluso años. Es un honor para nosotros ser parte de esto, que sabemos que no ha sido nada fácil.

Entonces, si me preguntan a mí, ¿por qué es tan importante? Respondería que tenemos un gran compromiso, con cada consultante tenemos la oportunidad de acompañar, de brindar nuestros conocimientos para propiciar cambios, de poder ser parte de su desarrollo, siendo esto recíproco también, porque es muy satisfactorio poder ser parte de sus pasos y sus tropiezos.

Con nuestra labor y actitud podemos seguir “rompiendo estigmas”, es deseable que seamos los primeros en apoyar a nuestros familiares y  amigos cuando nos digan que han pensado en ir a terapia, porque tomar la decisión y emprender el camino hacia al cambio no es fácil, es laborioso, pero estar dispuesto y acompañado por un profesional hará que cada paso valga la pena.

Psic. Lorena Ramírez

Psicoterapeuta

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La mejor Mamá del mundo

Mayo es el mes en el que celebramos a las Madres, en muchos países del mundo se elige un día del año que sirve de pretexto para reconocer, agradecer y hasta admirar la labor que las mujeres que son madres realizan cada día. Un trabajo que no acaba, que es constante y en el que cada una da lo mejor de sí misma.

También un tema que con gran frecuencia he hablado, en terapia o fuera de ella, en conversaciones con otras mamás, lo más frecuente es que las madres sientan culpa o no estén satisfechas con su labor, generalmente hay un “algo más” que podrían estar haciendo, mejor. Es muy común que todo lo que hacemos en el «ejercicio» de la maternidad «no es suficiente», y el discurso que tenemos con nosotras mismas está mediado por  frases como «debo hacerlo mejor», «no debería hacer x » (gritar, enojarme, castigar), “podría hacer otra cosa”, “debería ser más paciente”, “tengo que ser mejor”.  Estas frases «no tienen nada de malo», todas ellas evocan opciones que podrían funcionar mejor, ¿quién no quiere eso?, la verdad es que querer tener una relación más armónica, optimizar «recursos» y beneficiar más a lxs hijos está padrísimo, el asunto es que esa exigencia no tiene fin.

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Como lo dije al inicio, estoy convencida de que cada Mamá da lo mejor de sí misma, con los recursos que tiene en ese momento. No es el tema hablar acá de situaciones extraordinarias en las que es evidente que alguna persona no lo hizo, hablo de la mayoría de los casos, de tí que estás leyendo o de Mamás a tu alrededor que pueden estarse sintiendo así, muy frustradas, desesperadas y culpables por estas exigencias.

 

No siempre es sólo un tema «puramente interno», también hay todo un contexto que lo activa y lo refuerza. Desde el embarazo se nos plantean “ideales” de cómo vivirlo:  las revistas están llenas de mujeres embarazadas que se ven espectaculares, radiantes,  sonrientes, plenas y  bellísimas, estás imágenes de personas que parecen estar “disfrutando” a más no poder su embarazo, puede crear un «conflicto» cuando nosotras no lo estamos viviendo así, y muy por el contrario el embarazo que estamos viviendo nos representa un gran reto: cambios hormonales (y de humor), modificaciones (muy significativas) en nuestro cuerpo, alteraciones en nuestra rutina, o situaciones en las que tenemos que renunciar a llevar una «vida normal» (permanecer en reposo, renunciar al trabajo, etc.) hacen que sea totalmente comprensible que  no sea “disfrutable”.

 

Peor aún cuando las personas en nuestro entorno constantemente nos dicen “disfrútalo, no vas a estar embarazada para siempre”, “es un momento muy bonito”. No profundizaré, por mucho que social y culturalmente se «idealice» el embarazo y la maternidad no siempre es “disfrutable” y eso es NORMAL.

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Desafortunadamente, reconocerlo pareciera que genera un conflicto con muchas creencias que han sido reforzadas social y culturalmente, las cuales invalidan las experiencias reales de ser madre y limitan que se hable libremente de ello. Por lo general cuando hacemos comentarios «negativos» – y me detengo a aclarar que no son negativos «per se», son reales, pero hablan de las experiencias «no tan placenteras», de las situaciones en que nuestra conducta «no fue la mejor» o que simplemente «no podemos ser la madre ideal»- recibimos  comentarios que sutilmente (o no tanto) nos dejan ver que «no deberíamos» sentirnos así. Esto ocurre durante toda la maternidad: en el embarazo, cuando son bebés, «toddlers», en la infancia, niñez  y hasta en la misma adolescencia.

Nadie niega que los momentos placenteros, agradables, armónicos y «positivos» son más, de lo que estamos hablando es del poder ser «libres» para expresar y validar la experiencia «completa», como realmente es, sin sentirnos «anormales» por ello. 

Normalizar lo que como mamás vivimos -lo «bueno», lo «malo», lo «peor» y lo «mejor»-  nos da esa VALIDACIÓN que tanto necesitamos en algunos momentos, darnos «permiso» de vivir  lo que esté pasando, en lugar de «pelear» con lo que sentimos y pensamos nos permite «recuperarnos» más rápido y emplear nuestros recursos en afrontamientos mucho más efectivos, para nuestrxs hijxs y para nosotras»

Me encantaría que si estas palabras te funcionan (o crees que una mamá cerca de ti las necesite) las puedas usar y recordar: NO NECESITAS SER PERFECTA, PARA SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.

Trata de dejar de lado las exigencias, las altas expectativas, las críticas; puede ser difícil porque muchas veces están alrededor y no sólo  vienen de ti. Claro que puede funcionar revisar lo que podemos mejorar y hacer “introspección” cuando tenemos alguna conducta o actitud que no nos gusta, o que no nos está acercando a los objetivos que queremos lograr, personalmente o con nuestros hijos; pero tampoco exageremos, esa es la realidad, tenemos un límite y somos humanas, a veces tenemos que aceptar que simplemente no somos así, que no nos va a salir perfecto, que nos requerirá esfuerzo (y por eso hay que ser paciente), que cometeremos errores, que no será perfecto y que antes que  mamás, somos personas, humanas, imperfectas… y eso es normal.

La verdad es que el tema da para mucho, podemos hablar largo y tendido de los retos, de las satisfacciones, de lo valioso que resulta esta labor para quienes hemos elegido ser mamás, es por mucho una de las áreas que nos brinda mayor felicidad; pero no quiero extenderme demasiado, sino centrarme en algunos puntos importantes de acuerdo a muchas conversaciones de lo que “no se habla” cuando se es mamá, que espero funcionen para algo:

  1. Es normal, comprensible, válido que a veces no quieras hacerlo, que “reniegues”, que fantasees o bromees con una vida  diferente, sobretodo en momentos en los que no te sientes bien.
  2. Es totalmente entendible que a veces te sientas sobrecargada, cansada o presionada.
  3. Es válido “necesitar” hablar de ello, necesitar auténtica empatía, ser escuchada sin “correcciones”, ni juicios.
  4. Es humano necesitar ayuda.
  5. Todas las cosas que haces por tus hijos son muy importantes y valiosas, de sobra está decirlo que son un reflejo del amor que sientes por ellos, y también vale decir que  pueden hacer que te sientas cansada, que no sea fácil, que te requieran mucho esfuerzo, en momentos hasta que te «hartes», que necesites tiempo para ti, para estar en pareja, para hacer otras cosas, todo esto es normal.
  6. Todas las maternidades son validas, valiosas e importantes, si trabajas en casa o fuera de ella, no es una competencia (aunque muchas veces se convierte en una), valida y valora la tuya, evita hacerte comentarios negativos que no te lleven a nada, reconoce en qué puedes mejorar, pero no exageres en la crítica.

Refuerzo el último punto, TU maternidad es válida, valiosa e importante, ayuda mucho el tener la seguridad de que lo estás haciendo lo mejor que puedes. Por favor, no te olvides de ti, al cuidar de ti, potencializas muchísimo los recursos que tienes para los demás, no es indispensable estar todo el tiempo con ellos, especialmente si necesitas «un espacio».

Estoy segura de que estás haciendo un buen trabajo. Si no me crees pregúntale a tu(s) hijx(s) ¿quién es la mejor mamá del mundo? (No aplica para la etapa adolescente :P)

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Mtra. Laura Gomez-Llanos

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¿Es difícil meditar?

¿Alguna vez has hecho algún ejercicio de meditación para sentirte más “tranquilx”? ¿Cómo te fue?, ¿ayudó a disminuir la inquietud o estrés que experimentabas?

Por lo general, cuando nos acercamos a la meditación, solemos tener la intención que de  sentirnos mejor del “ruido” y malestar que experimentamos día a día en diferentes contextos: en el trabajo,  en casa,  con tus hijos, con tu pareja, en un día caluroso o estar atorados en el tráfico.

La intención es buena y la herramienta también, pero ¿qué tal si la meditación no tenga resultados inmediatos? ¿y si no logras relajarte las primeras veces?, ¡espera!  No lo abandones, la meditación puede darte muchísimos beneficios más, pero es poco realista esperar  resultados inmediatos en todos los casos, entonces ¿para qué hacerlo?

Para llegar a ese punto, necesitamos hablar  un poco de la base que sostiene a gran parte de las meditaciones, la cual llamaremos “Mindfulness”.

Mindfulness o “Atención Plena en el Presente” es una habilidad que nosotros como seres humanos podemos desarrollar a través de la meditación.

Y el estar “presente” o en una postura “mindful” tiene que ver con el cómo estamos manejando y dirigiendo nuestra atención, podemos dirigirla hacia lo que nos motiva, nos impulsa o lo que realmente queremos en nuestra vida. O podemos centrarla en nuestras emociones, pensamientos, recuerdos o sensaciones “desagradables” y cómo librarnos de ello, lo que casi siempre genera un aumento en la intensidad de las emociones, que hace que demos vueltas a cómo eliminarlas, causando un efecto “bola de nieve”.

Puedes elegir hacia donde diriges tu atención, al principio requiere esfuerzo, pero te compartiré algunas ideas que pueden ayudarte a ir entrenando el dirigir tu atención lo que es valioso para ti.

1.- La naturaleza de la mente:

Que vive continuamente en una “danza pasado-futuro”, es decir, nuestra mente puede irse a cosas que te pasaron ayer, hace unos días o incluso hace ya algunos años o también se adelantará a lo que “podría” pasar mañana, en unos días o unos años, y este “baile de la mente”, aunque es muy común, cuando es constante nos «enreda» y genera desgaste, porque dejamos de prestar atención a que está pasando y nos gustaría vivir.

2.- Mindfulness puede aprenderse de dos maneras:

– De manera “formal”, integrando una serie de pasos para su ejecución, los cuales pueden incluir:

Postura

  • Lugar cerrado o con poco ruido
  • Clima preferentemente frío o no tan cálido
  • Algún difusor con aceites esenciales

– De manera informal, de la cual hablaremos acá. Se le llama «informal» porque a diferencia de la manera “formal” de entrenarnos en mindfulness, aquí no es necesario seguir los pasos que te compartía renglones atrás, en este tipo de práctica sólo vamos a involucrarnos en lo que está pasando en el momento presente contactando con nuestros sentidos (gusto, tacto, olfato),  por ejemplo:

  • Notar el sabor de la pasta de dientes al cepillarte.
  • Percibir la temperatura del agua cuando te bañas.
  • Poner atención al sabor de tu comida: salado, picoso, dulce, identificar un sabor en particular.
  • Percibir la temperatura del aire que está entrando o saliendo por tu nariz.
  • Notar el “petricor”, o sea, olor de la tierra mojada después de la lluvia.

Estos ejercicios sencillos pueden ayudarte a llevar atención a lo que está pasando en un momento en particular, poner la mente en el presente, estar ahí y notar lo que pasa a tu alrededor y lo que pasa contigo (pensamientos, emociones, sensaciones, etc.), dejando que estén ahí, sin emitir juicios al respeto, centrando tu atención momento a momento y tomando la decisión de qué y hacia donde quieres dirigir tu conducta.

Algunas otras prácticas que te recomiendo comenzar a integrar a tu día a día son:

  • Describir el sabor de la comida que estés consumiendo.
  • Notar la temperatura del clima.
  • Sentir cómo es la ropa que traes puesta (suave, áspera).
  • Observar los detalles en los árboles, edificios, el cielo o el lugar donde te encuentres, como tamaño, forma, color, textura (si se puede tocar, claro)

Con la práctica constante, te darás cuenta que desarrollas la habilidad de estar más “fuera” que “dentro” de tu mente y mucho más involucradx con tus conductas y tu vida, en definitiva, más presente.

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Psic. Jesús Briseño

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«Turning Red»: Ser perfectos o ser nosotros mismos

Seguramente para este momento, en el que te encuentras leyendo esto, ya has visto más de una vez la nueva película de Disney Pixar Turning Red, y es que es claro, la película animada tiene un toque emocional y humorístico que a todos nos conmueve y nos hace conectar con muchas cosas de nuestra infancia y/o adolescencia.

Y ya sea que la repetiste más de una vez por su historia o por lo que te hizo sentir, es una gran película que además de hacernos viajar al pasado, la protagonista MEI-MEI nos comparte una gran frase:

“Abraza a tu panda interior”

Y entrando al tema del panda, ¿qué es lo que representa?

El panda rojo, en la película nos habla de todo aquello que realmente somos, lo que pensamos, sentimos, pero que no dejamos salir, ya sea porque no va con los “estándares de la sociedad” o porque se nos enseña en casa que expresarse o tener gustos distintos no está bien.

Esto lo vemos durante toda la película con Mei-mei y su mamá, donde desde pequeñas se les enseña que, para ser aceptadas, hay que “ser perfectas”, seguir con las reglas, creencias e ideales que se han trasmitido de generación en generación y el resto, sus gustos, emociones, pensamientos “el panda” debe quedar oculto por siempre.

Y, ¿Qué pasa con lo que ocultamos?

 Durante el filme observamos que la protagonista tiene que luchar con seguir su educación, y conseguir la aprobación de la familia ocultando lo que realmente siente y quiere, o ser ella misma, disfrutar de su adolescencia, de sus amistades y “dejar salir” lo que es, cree y siente, en otras palabras; sentirse libre de expresarse.

Y durante todo este proceso de lucha, se suscitan situaciones como el esconderse de su familia, seguir aparentando que es perfecta, y a su vez decidir entre sus raíces, sus amigas, y sus emociones, algo que nos suele pasar muy seguido, pues en todo momento sucede que debemos elegir entre ser nosotros o ser “perfectos”

¿Y entonces qué nos enseña está película?

Al final podemos ver a Mei-mei y su mamá reconociendo que la manera en que cada quién actúa, siente y piensa; ya sea como mamá o hija, está bien, es parte de esa perfección que cada una tiene, y nos lo dejan ver cuando la mamá de Mei-mei acepta que no importa cómo sea ella, siempre tendrá su aprobación.

Nos enseña que, no es necesario vivir siendo uno u otro, sino que podemos ser los dos, y seguir siendo nosotros, ser quien nos gusta ser, y no por eso dejamos de ser “perfectos”.

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Psic. Sofía Vélez