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La salud mental, ¿cómo cuidarla?

La salud mental ha adquirido un papel importante en los últimos años, de manera notable la importancia que le damos se incrementó al atravesar por la pandemia de COVID-19, fue una experiencia que nos ayudó a replantear la manera en cómo nos estamos cuidando y la importancia de las conductas de  autocuidado en el día a día, fue una invitación a cuestionar el tiempo que dedicamos al trabajo, escuela y demandas sociales, en contraste con el tiempo que dedicamos aa su cuidado.

Sin embargo, a pesar de que se ha hecho mucho hincapié en la importancia que tiene el cuidar nuestra salud mental, datos de la Organización Mundial de la Salud, OMS (2022) señalan que los trastornos de ansiedad y depresión durante el primer año de pandemia aumentaron más del 25% a nivel mundial y que aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno mental, siendo la principal causa de años perdidos por discapacidad. (Puedes consultar estos datos de la OMS en este enlace: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-disorders ).

Hablar de salud mental puede ser  complejo, pues a pesar de que, afortunadamente, ya se reconoce su importancia en nuestra vida, en muchas ocasiones no se tiene información sobre cómo cuidarla y prevenir afectaciones o problemáticas que mermen nuestra salud mental, incluso en muchas ocasiones las personas desconocen qué es la salud menta, con frecuencial  se piensa que sólo por no presentar algún trastorno ya contamos con ella y  no es necesario prestar atención a esta área. 

¿Qué significa Salud Mental?

La OMS (2022) señala que la salud mental es una parte complementaria de nuestra salud y bienestar general, a la par de ser un derecho humano fundamental.  Significa ser más capaces de relacionarse, desenvolverse, afrontar dificultades y prosperar. La salud mental existe en un complejo proceso continuo, con experiencias que abarcan desde un estado óptimo de bienestar hasta estados debilitantes de gran sufrimiento y dolor emocional. Las personas con trastornos mentales son más propensas a experimentar niveles más bajos de bienestar mental, pero esto no siempre es así, ni es necesariamente así (OMS, 2022, p. 2, puedes descargar el informe mundial en https://www.who.int/es/publications/i/item/9789240050860 ).

La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales y se da en un proceso complejo, siendo uno de los pilares para el sano desarrollo de nuestras capacidades personales y colectivas para poder tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos, lo cual se ve reflejado en nuestros niveles de bienestar y satisfacción con la vida. 

Beneficios:

  • Hacer frente a las dificultades de la vida más efectivamente.
  • Desarrollar y ser conscientes de nuestra habilidades y capacidades. 
  • Aprender y trabajar adecuadamente. 
  • Tener un buen funcionamiento los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales. 
  • Contribuir a la mejora de mi comunidad. 

 

¿Qué afecta a nuestra salud mental?

Nuestra salud mental puede verse afectada en cualquier momento de nuestra vida, desde que somos bebés hasta en la edad adulta y no distingue edad, sexo o estatus socioeconómico. Cuando a travesamos situaciones difíciles ya sean laborales, personales, familiares, económicos o emocionales y las exigencias son muy altas sobrepasando nuestra capacidad de manejarlas.

Por lo que, es importante reconocer que nadie está exento de padecer alguna afectación a su salud mental y esto tiene que ver con múltiples determinantes: individuales, sociales y estructurales. Los cuales pueden combinarse para protegerla o afectarla.

A partir de esto, es importante comprenderla desde una perspectiva biopsicosocial, en la cual se está en constante interacción desde lo individual con lo social y estructural.

Componentes de la salur mental
[Componentes de la salud mental]

Algunos aspectos que pueden afectar son:

  • Experiencias difíciles: Como violencia, abuso, catástrofes naturales y crisis sanitarias. 
  • Factores biológicos: Hereditarios o desbalances químicos en el cerebro.
  • Estilo de vida: Como la dieta, actividad física y consumo de sustancias.
  • Sensaciones de soledad o aislamiento.

¿Cuál es la importancia de cuidar de nuestra salud mental? 

La salud mental tiene un impacto directo en nuestra forma de pensar, sentir y actuar. También ayuda a determinar la manera en que respondemos ante el estrés, como nos relacionamos con otras personas y como tomamos decisiones. 

Los principales beneficios de cuidar nuestra salud mental son: 

  • Enfrentar el estrés de la vida.
  • Estar físicamente saludable.
  • Tener relaciones sanas.
  • Contribuir en forma significativa a la comunidad.
  • Trabajar productivamente.

¿Cómo detectar un problema?

Con frecuencia los problemas en la salud mental son detectados porque nuestro estado de ánimo cambia, sin embargo, no siempre es así. A veces las personas a nuestro alrededor pueden ser un buen termómetro, si recibimos comentarios de un cambio notable, puede ser otro indicador.  Es importante saber identificar cuando se presentan problemas para poder atenderlos de manera oportuna, recuerda que los profesionales de la salud están para orientarte y acompañarte, no lo dejes pasar y toma acciones que te ayuden a sentirte mejor. 

Aquí algunos focos rojos que son importantes considerar para solicitar acompañamiento psicológico: 

  • Cambios en sus hábitos alimenticios o de sueño
  • Aislarse de las personas y actividades que disfruta
  • Tener nada o poca energía
  • Sentirse vacío o como si nada importara
  • Tener dolores y molestias inexplicables
  • Sentirse impotente o sin esperanza
  • Fumar, beber o usar drogas más de lo habitual
  • Sentirse inusualmente confundido, olvidadizo, enojado, molesto, preocupado o asustado
  • Tener cambios de humor severos que causen problemas en sus relaciones
  • Tener pensamientos y recuerdos que no puede sacar de su cabeza
  • Escuchar voces o creer cosas que no son ciertas
  • Pensar en lastimarse a sí mismo o a otros
  • No poder realizar tareas diarias como cuidar a sus hijos o ir al trabajo o la escuela

También puedes consultar esta entrada para saber si necesito ir a terapia https://ijpcc.com/necesito-ir-a-terapia/

¿Cómo cuidar nuestra salud mental?

Estrategia CUIDA para la salud mental
[Estrategia CUIDA para la salud mental]

Es importante saber qué acciones de autocuidado podemos tener para cuidar de nuestra salud mental y prevenir afectaciones. No solo se trata de atendernos cuando ya nos sentimos mal o nuestra vida se ve mermada.

Algunas acciones para tu autocuidado: 

  1. Cuida tu cuerpo: busca tener una alimentación balanceada, evitando los excesos de azucares, alcohol y cafeína. 
  2. Incluye actividad física en tu día: Realiza algún tipo de actividad física de manera regular, esto puede ayudar a mejorar tu estado de ánimo. No es necesario que corras un maratón, PUEDES: caminar en un parque, estirarte un poco, hacer una rutina de cardio en tu casa, lo importante es moverte. 
  3. Descansa: Sigue una rutina para ir a dormir, tratando de mantener horarios para irte a la cama y despertarte, intenta dormir entre 7 y 8 horas diarias. RECUERDA, una buena noche de sueño nos ayuda a disminuir el estrés del día, mejora el desempeño y la toma de decisiones, ayuda a mejorar tu estado de ánimo y la relación con otras personas. 
  4. Ocio: Disfruta de tu tiempo libre realizando actividades que ayuden a sentirte mejor: ir al cine, leer un buen libro, ver una seria en casa, ir a cenar con amigos. RECUERDA, el tiempo dedicamos a realizar las cosas que nos gustan nos ayudan a cargar energía y despejar nuestra mente, lo cual se ve reflejado en los niveles de estrés. 
  5. Red de apoyo: Es importante mantener contacto con las personas que son importantes para nosotros. El poder reconocer nuestra red de apoyo nos AYUDA a saber con quien recurrir cuando nos sentimos sobrepasados y pedir ayuda para afrontar situaciones complicadas. 

Salud mental infantil

Evidentemente, es responsabilidad de los adultos cuidar y promover la salud mental de las niñas, niños y/o adolescentes que están bajo tu cuidado, todas las ideas y estrategias aplican para ellos, claro, con sus debidas adaptaciones. El tema da para profundizar al respecto y en el futuro compartiremos una entrada dedicada a ello, por el momento te compartimos un enlace en el que puedes encontrar algunos recursos para fortalecerlas:  http://mentalizarte.com/index.html

 

Psic. Lourdes Hinojosa

Psicoterapeuta en IJPCC

rituales duelo

¿Cómo vivir el duelo de un ser querido?

Los rituales marcan puntos de inflexión, transiciones importantes y significativas en nuestra experiencia vital; incluso antes del nacimiento, baby showers o las modernas revelaciones de género, fiestas de cumpleaños, graduaciones, matrimonios, ceremonias de reconocimiento por años de trabajo y la jubilación laboral.

En el caso de los rituales relacionados con la muerte, hay un desarrollo según el contexto. Hay algunas pérdidas en las que se vuelve difícil o invalidado hacer un ritual. 

Por ejemplo, realizar eventos religiosos en conmemoración de quienes se suicidaron o murieron a causa de enfermedades estigmatizantes como el SIDA; o la pandemia de COVID-19 que nos impidió realizar los rituales que comúnmente hacíamos.

Cuando ocurren pérdidas gestacionales, sobre todo durante las primeras semanas, se desestima que sea importante realizar una ceremonia o ritual (puedes leer un blog al respecto https://ijpcc.com/como-vivir-la-maternidad-en-un-duelo-gestacional-o-perinatal/ ; tampoco hay un evento público para iniciar el proceso de duelo después de la pérdida de un trabajo.

 

Bronna Romanoff y Marion Terenzio definen el ritual como una herramienta cultural que proporciona un modelo del ciclo de vida que puede ayudarnos a adaptarnos al caos emocional y crear un orden simbólico para los eventos vitales, mientras nos permite crear un significado compartido. 

Me gustaría mencionar algunos procesos que se pueden lograr con los rituales: 

 

  • Reconocer la realidad de la pérdida. En el modelo de duelo de William Worden, esta es la primera misión. Los funerales permiten reconocer públicamente la realidad de la pérdida. Como en todo proceso de duelo, nada está establecido como exigencia, por lo que un funeral es una de las oportunidades para comenzar a despedirnos de nuestro ser querido.

 

  • Abrir espacio para el dolor: Durante una ceremonia fúnebre, a menudo se manifiestan emociones fuertes en un ambiente seguro rodeado de personas importantes para el difunto y su familia. Además, hay consuelo y validación mutuos. Los rituales relacionados con la muerte pueden ayudar a regular los altibajos emocionales que se experimentarán a lo largo del duelo.

 

  • Revisar nuestros significados: Después de la muerte de un ser querido, una parte de nosotros también muere. Algunos de los significados y valores de nuestro mundo pueden verse truncados y cuestionados, estaremos en crisis.

      Un funeral, como rito de transición, puede simbolizar el inicio de esta revisión y la renovación de la personalidad para adaptarse a la nueva identidad que se vivirá; ya no seremos quienes éramos antes de la pérdida.

 

Todo lo que nos conmueve y nos transforma se queda con nosotros.

– Robert A. Neimeyer

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Mtra. Mónica García

Si eres terapeuta y quieres tener herramientas para el manejo del Duelo Prolongado, checa este Taller Presencial, impartido por la Mtra. Mónica García.

 

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¿Cómo afrontar la ansiedad?

La pregunta que sirve de título a esta entrada tiene en su segunda palabra (afrontar) la respuesta simple, directa y corta a ¿cómo superar la ansiedad?.

 

Si, aunque parezca como dije antes simple, no hay mejor forma de solucionar una problemática de ansiedad que te esté alejando de las actividades que disfrutas y/o de la vida que realmente te agradaría tener, que estar ahí en las situaciones que te producen la ansiedad.

 

Ahora bien, es muy posible quet tú, estimado lector, cuando vayas a psicoterapia a tratar esta problemática, vayas con la expectativa de que la ansiedad desaparecerá para siempre de tu vida, o buscando la solución mágica para ya no experimentar ansiedad, ya que si es algo que te ha atormentado por un largo periodo de tiempo, es comprensible desear no experimentar nunca más esas sensaciones para así disfrutar nuevamente tu vida, incluso yo, que me dedico a esto, tendría los mismos deseos que tú.

 

Sin embargo, tras llevar algunos procesos terapéuticos, trabajando en lo personal situaciones que me generaron ansiedad y recapitulando las situaciones de mi vida que he tenido después de mis procesos terapéuticos, me encuentro con que la ansiedad persiste (eso sí en una intensidad menor y ya no me frena tanto el hacer las cosas que disfruto y que están encaminadas a mis valores).  Es por esto que comprendí -y me gustaría que tú también lo percibas así- que la ansiedad es una emoción que sentiremos a lo largo de nuestra vida y eventualmente la experimentaremos, pues cumple una función en nuestras vidas, tiene una razón de ser y nuestra labor entonces, no es rehuir de ella, si no el validarla, darle su justo reconocimiento y afrontarla de manera que nos acerquemos a aquello que nos importa.

 

Entonces, si no se puede quitar la ansiedad, ¿qué sentido tiene esta entrada?, ¿por qué habrías que seguir leyendo a un servidor? Pues bueno, porque al igual que te acabo de comentar, he vivido problemas de ansiedad, trataré transmitirte qué definición me ayudó comprender qué es lo que estaba viviendo, para qué nos sirve la ansiedad y sin entrar en un proceso de intervención, te daré algunas recomendaciones que puedes aplicar para hacerle frente a tu ansiedad.

¿Qué es la ansiedad?

Intentaré explicarlo de manera práctica, que nos permita diferenciarla de otra emoción que se le puede confundir, el miedo.

 

Antes que nada, ten claro que todos los seres humanos tenemos la capacidad de sentir emociones, las cuales son reacciones innatas ante determinadas situaciones (por lo tanto tienen un punto de origen) y son breves en su duración (y si, realmente es breve, va de segundos a un par de minutos); lo que nos lleva a decir que la ansiedad es una emoción por lo tanto válida y entendible de experimentar.

 

Como dije previamente, se suele confundir la ansiedad con miedo porque la solemos sentir de manera muy similar en nuestros cuerpos (corazón acelerado, comportamientos enfocados a protegernos, muchos pensamientos que intentan ponernos en alerta) lo que nos lleva a mezclarlo usando palabras como nervios, preocupación, terror, zozobra, inquietud, angustia, intranquilidad etc.

 

Yendo directamente al punto y explicando el para qué sirven estas dos emociones desagradables tenemos que:

 

El miedo es la emoción que brota en nosotros cuando ESTAMOS FRENTE a una situación, una persona, un objeto, un animal, etc. que sabemos nos podrá dañar (física o psicológicamente), lo cual rápidamente hace que evaluemos si podemos hacerle frente y posteriormente nos hace permanecer ahí, encararlo o huir.

 

Por otra parte la ansiedad es la emoción que nace en nosotros cuando ESTAMOS ANTICIPANDO (con pensamientos o creándonos escenarios mentales) que una persona, objeto, situación o animal, etc. PUEDE provocarnos algún daño, lo cual, de poder reducir, evitar, o quitarnos esa incertidumbre – lo cual es precisamente el problema.

 

En síntesis:

Emoción de miedo ante un peligro  Evaluación de si tenemos capacidad de enfrentarlo + pensar qué hacer  Pasar a ejecutar algo (enfrentar o retirarse)

 

Emoción de ansiedad ante un posible peligro (nosotros lo pensamos así)  Evaluamos si tenemos la capacidad de enfrentarlo + pensar qué hacer + pensar si eso pasará y si no + pensar en otra alternativa + pensar en otra alternativa… y así hasta el infinito.

 

Si esto ocurre, hay un elemento que está haciendo falta cuando experimentamos ansiedad, la acción o estrategia de afrontamiento, aquello que idealmente nos llevaría a resolver la situación, que en muchas ocasiones no es la más efectiva y nos mantiene en ciclos cada vez más intensos de ansiedad, precisamente porque no estamos haciendo algo eficaz para afrontarla, y aquí repito AFRONTARLA, no dejar de sentirla.

 

Yo puedo entender que busquemos protegernos del peligro, es nuestro instinto de supervivencia y no creo que sea algo malo tenerlo, puesto que de no tenerlo posiblemente no estaríamos aquí como especie. Solo que en ocasiones buscamos que todas las posibilidades estén cubiertas y eso es agotador e imposible de hacer.

 

Ahora, ¿qué puedes hacer para afrontar la ansiedad?, para darte una respuesta un poco más digerible y que como dije, sin adentrarme a dar estrategias específicas de intervención sin un contexto y un análisis detallado de lo que sucede y porqué sucede y que se está consiguiendo, emplearé la algunas estrategias y conceptos que maneja la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la cual considero tiene muy buenas herramientas para ayudarnos reorientar nuestra aproximación a la emoción de ansiedad y dar ese primer pasito.

 

Considera esto: LUCHAR CONTRA LA ANSIEDAD = BATALLA PERDIDA

¿Qué quiere decir esto?, intentar detener (hasta que desaparezca) la ansiedad es algo imposible puesto que como lo acabo de explicar, sirve para algo y busca cuidar de nosotros, es por esto que, en un tratamiento efectivo, lo que se buscará es que aún a pesar de lo incómodo que resulta experimentar ansiedad, sigas haciendo aquellas cosas que has venido frenando, retrasando o alejando y que te son valiosas; ya que…

 

VIVIR UNA VIDA PLENA = ESTAR DISPUESTO A TENER CUALQUIER EMOCIÓN Y ESO INCLUYE LA ANSIEDAD

 

Y te  doy un ejemplo de esto, para que te des cuenta que antes de que tu ansiedad fuera un problema,quizás ya habías experimentado esto. Si alguna vez has invitado a salir por primera vez a alguien que te gusta mucho o que te resultó atractivo/a, de seguro experimentaste mucho malestar (ansiedad), pero casi te puedo garantizar que aun así, continuaste con la cita, te esforzaste en tu apariencia  e hiciste todo lo posible para pasarla bien (consideremos sólo por un momento que muchos nos hemos aventurado a hacerlo).

 

De esta forma es cómo se inicia el afrontamiento a la ansiedad, cuando es efectivo nos orienta a no dejar aquello que deseamos o que es importante sólo por esa emoción incómoda y al contrario, aunque estemos sudando, aunque nos tiemble la voz, seguimos en la cita con ese alguien especial.

 

Una vez que esta idea haya sido aceptada y comprendida por ti, otra sugerencia para a la acción sin frenar/quitarse la ansiedad es reconocer que está ahí, darle espacio y pasar a la acción.

 

  • Puedes decir algo como: “estoy notando que tengo ansiedad y esta emoción me hace pensar <pensamientos que estés teniendo >”.
  • Intenta darle una forma o color (materialice en su mente) a esa emoción.
  • Tras lo anterior agrega: “no me agrada sentir esta emoción, me gustaría que parara.
  • Y viene el elemento más importante, el que te invitará a evitar rehuír a la emoción y puede permitir que la tomes de la mano y junto con ella te aventures a hacer aquello que te has frenado a hacer o has pospuesto: “Y AUN ASÍ HARÉ <inserta aquí esa acción>”.

 

Más o menos quedaría algo así:

 

“Al escribir esta entrada estoy notando que tengo ansiedad y esta emoción hace que tenga pensamientos como tienes que darte a entender, sé conciso, no debes equivocarte; la ansiedad la veo como una nube esponjada de color gris, no me agrada sentir esta emoción y que esté esta nube en mi cabeza, me gustaría que parara, Y AUN ASÍ REDACTARÉ mi entrada y la daré a conocer a todos”

Definir mis valores

¿Qué se busca con esto? como lo dije al pasar a este segundo tip, este tipo de frases nos ayuda a  pasar a la acción, aceptando esa emoción desagradable y traerla con nosotros cuando ejecutamos esa acción. Con esto podemos reconocer que aún con dudas e incertidumbre, es posible HACER las cosas.

Como tercer y última sugerencia: evalúa si esa acción, es algo valioso e importante para ti, para eso puedes utilizar un cuadro como este:  

¿Qué le da significado e importancia a mi vida?

¿Qué tan importante es para mí?

(1 = nada importante / 10 = sumamente importante)

Ejemplos de acciones que me llevan a conseguirlo

Amistad

  

Ser una buena persona/hijo-a/esposo-a/novio-a/estudiante/empleado-a/etc.

  

Ayudar a los demás

  

Aprender y desarrollarme

  

Mejorar mis finanzas

  

La apertura con los otros

  
  • No necesariamente son sólo estos valores los que mueven a las personas, pero pueden tomarse de ejemplo y continuar agregando más o reemplazar los que yo les sugerí.

Y este ejercicio conéctalo con la siguiente metáfora:

 

“Identifícate como un chofer de una ruta de transporte público de tu ciudad, sabiendo que hay que llegar del punto A al punto B, teniendo un tiempo para llegar (y a la vez con la flexibilidad de retrasarse sólo poco tiempo, por si hubiera tráfico o hubiese una manifestación, cosas que no puedes controlar). Ahora imagínate que los pasajeros que llevas, comienzan a hostigarte, amenazarte, a hacer muchísimo ruido, prácticamente a distraerte y hacer que no avances, haciendo que te demores, ¿qué harías con esos pasajeros?, ¿seguirás permitiendo que se interpongan para llegar a tu destino?. A estos pasajeros les permitiste subir, de la misma forma tienes el poder de bajarlos e ignorarlos para continuar con tu ruta – acciones que la compañía de transporte público te dijo que tienes permitido hacer”.

 

¿Te parece que esta metáfora es similar a cómo tus pensamientos interfieren con aquello que le da significado a tu vida y así como el chofer que tiene ese permiso para bajar o ignorar a esos pasajeros (pensamientos), tu tiene ese mismo poder hacia ellos?

 

 

Te recuerdo que estas estos sugerencias tienen la intención de ofrecer una opción que pueda funcionar para darle un punto final a tus pensamientos que hacen que te mantengas en estado constante de ansiedad.

 

Pero si retomamos la idea de la naturaleza de la ansiedad -algo pasajero y que tiene la utilidad de ponernos en alerta de algo futuro- y no la complementamos con AFRONTAR – HACER ALGO (eficaz), esto simplemente no funcionaría.

 

Espero que estas ideas te funcionen y si crees que puedan ser de utilidad para alguien, sientete libre de compartirselas.

 

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Psic. José Carlos Martínez

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¿Necesito ir a terapia?

Seguramente has escuchado que asistir a terapia tiene múltiples beneficios, que te pueden ayudar a “sentirte mejor” o “solucionar cosas” y en parte todo esto es cierto, pero además pueden surgir otras preguntas.

 

¿Cuándo necesito ir a terapia? ¿Existe alguna señal de alarma? ¿sólo se acude cuando me encuentro mal o puede ser para algo más?

 

Me gustaría compartirte algunas ideas de los motivos que nos pueden llevar a tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia.

 

Aclarando que son muchas las razones por las que nos podemos sentir motivados a hacerlo y que hay ocasiones en las que puede ser difícil identificar que necesitamos alguna ayuda.

 

Sin duda,  para todos nosotros habrá momentos en que podremos solucionar nuestros problemas solos y llamar al especialista no será necesario; sin embargo, en ocasiones el sufrimiento, la ansiedad o el agobio llegan a ser tan intensos que nos provocan un gran malestar y  mantener un buen estado mental y emocional no es posible y por consecuencia nuestro funcionamiento se ve afectado.

 

Esta puede ser la primera señal de que es necesario acudir con un profesional de la salud mental – un psicólogo clínico-,  cuando nos percatamos que aquello que estamos viviendo ya no nos es posible resolverlo por nosotros mismos, nos comienza a “sobrepasar” y comienza a afectar nuestro ritmo de vida y a generar malestar o sufrimiento.

 

Cuando inicias un proceso de terapia con un profesional calificado y capacitado para ello, es posible que recibas la ayuda o apoyo específico y enfocado a tus necesidades, también te permite identificar el origen del problema y aprender herramientas que durante el proceso vas a aprendiendo y que hacen posible  afrontar de mejor manera  el problema y  disminuir el malestar que te está impidiendo seguir en este momento.

 

Entonces, ¿sólo puedo asistir cuando me estoy sintiendo muy mal o tengo algún “problema grave”?

El psicoterapeuta es un profesional que cuenta con una formación y herramientas  -idealmente basada en evidencia científica- que te ayudarán a resolver aquello por lo que estés pasando, sin necesidad de que sea algo realmente grave.

 

Muchas de las situaciones que atendemos los Psicólogos no son graves, sino situaciones cotidianas, problemáticas específicas o emociones intensas que de alguna manera las personas han aprendido a funcionar con ellas, pero que tienen un costo y  las personas deciden que no quieren vivir con esto porque vale la pena aprender a afrontarlas o sobrellevarlas mejor, y para ello no hay mejor estrategia que un proceso terapéutico.

 

Te comparto algunas de las razones por las que podemos acudir a terapia:

 

  • Problemas familiares, de comunicación o con la pareja.

 

  • Mejorar en tus relaciones personales, laborales o personales también es un buen motivo para acudir a terapia, en busca del crecimiento personal, y obtener herramientas para conseguirlo.

 

  • Cuando existe un profundo dolor que no sabemos cómo superar, si la emoción de tristeza es tan fuerte que cada vez es más difícil estar con ella, y se llega a transformar en un momento negativo que es difícil, algunos ejemplos pueden ser la perdida de algún ser querido o una ruptura amorosa.

 

  • Experimentar angustia, insomnio, agotamiento y pensamientos obsesivos.  Por ejemplo estar preocupado todo el tiempo por alguna situación en particular puede generar angustia que algo malo pueda ocurrir en algún momento o en ocasiones también puede ocurrir que experimentamos estos síntomas sin un motivo aparente.

 

  • Buscar un cambio en nuestra vida, fijar objetivos, hábitos nuevos o erradicar viejos, sin embargo, a pesar de intentarlo, llega a ser muy complicado y nos frustra el no saber por dónde empezar.

 

  • Experimentar la pérdida de control de nuestras emociones ante factores externos o internos y no saber cómo regresar a la calma para resolver de forma efectiva.

 

  • Experimentar síntomas físicos, como dolores de cabeza, estómago o enfermarnos contantemente sin una explicación médica, puede ser esa señal de nuestro cuerpo de que algo no está yendo bien y estemos experimentando este tipo de malestares, por causas emocionales.

 

Además de estas razones que comparto ahora, hay un sinfín de motivos por los cuáles podemos comenzar un proceso de psicoterapia, pues trae consigo beneficios en nuestro día a día que son aplicables, tengamos o no alguna de las situaciones antes mencionadas.

 

 

Si consideras que estas pasando por alguna de ellas, me gustaría invitarte a que te preguntes si lo que estás viviendo está siendo viable resolver por ti mismo, si la respuesta es negativa puedes considerar la posibilidad de buscar el apoyo de un profesional de la salud mental que te ayude con tu proceso y acercarte a la vida que quieres vivir.

 

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Psic. Sofía Vélez

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¿Cuál es la mejor terapia psicológica?

La terapia psicológica o psicoterapia, es el nombre que recibe el conjunto de técnicas usadas por el psicólogo clínico, con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes. A través de la psicoterapia se logra modificar la conducta para evitar aquellos comportamientos y pensamientos que nos provocan malestar.

 

 

Se tiene la creencia de que en la terapia psicologica solo es escuchar y darle consejos al paciente, pero la realidad es que la terapia se basa en un conjunto de tecnicas, habilidades y conocimientos que idealmente sean basados en evidencia para la mejor eficacia del tratamiento del paciente.

 

 

Es importante destacar que no todas las formas de psicoterapia han demostrado ser igualmente eficaces; algunas cuentan con mucha más evidencia empírica a su favor, extraída de años de investigación sobre los efectos que tienen sobre los pacientes como la terapia cognitivo conductal o terapia conductual contextual que actualmente son las terapias con mayor evidencia empirica que hay.

 

 

Una aspecto a tener en cuenta sobre las diferentes terapias conductuales es que a diferencia de otros enfoques teórico-prácticos, la terapia conductual se basa en la acción.

 

 

Así, los terapeutas conductuales se centran en el uso de las mismas estrategias de aprendizaje que llevaron a la formación de conductas no deseadas, orientando la terapia hacia la adquisición de nuevos comportamientos.

 

Estas terapias conductuales mantienen que el objetivo principal es la conducta ya que es observable y podemos saber con mayor certeza si es funcional o no para la vida del paciente, poniendo de lado las emociones, donde se normalizan y validan, así como enseñarle al paciente que tambien lo haga mientras se realizan estrategias de modificacion de conducta.

 

 

En conclusion, para saber cual es la mejor terapia es enforcarnos en que sea una terapia basada en evidencia, así el paciente tendrá mayores resultados a mediano plazo y podrá alcanzar sus metas con mayor facilidad.

 

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Psic. Bárbara Téllez

Referencias bibliográficas:

Baardseth TP, Goldberg SB, Pace BT, Wislocki AP, Frost ND, Siddiqui JR, Lindemann AM, Kivlighan DM 3rd, Laska KM, Del Re AC, Minami T, Wampold BE. Cognitive-behavioral therapy versus other therapies: redux. Clin Psychol Rev. 2013 Apr;33(3):395-405. doi: 10.1016/j.cpr.2013.01.004. Epub 2013 Jan 24. Erratum in: Clin Psychol Rev. 2013 Dec;33(8):1253. PMID: 23416876.

 

Wampold, B.E.; Flückiger, C.; Del Re, A.C.; Yulish, N.E.; Frost, N.D.; Pace, B.T. et al. (2017). In pursuit of truth: A critical examination of meta-analyses of cognitive behavior therapy. Psychotherapy Research. 27 (1): pp. 14 – 32.

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¿Por qué estoy estresado?

La respuesta corta: porque muchas situaciones en la vida pueden ser estresantes y no siempre sabemos cómo afrontar ese estrés de manera efectiva.

 

El estrés es una respuesta que tenemos ante eventos de nuestro contexto que llamaremos “estresores”, puede ser  una junta con los directivos, un examen, un pago pendiente, la tesis, etc. Estos estresores pueden ser algo que ocurre una vez, cada cierto tiempo o que están constantemente en nuestro contexto.

 

El estrés se ha etiquetado como una “emoción negativa” porque involucra las sensaciones desagradables o incómodas con las que todos estamos familiarizados. La realidad es que hasta aquí podríamos decir que, si tenemos algún estresor en nuestro contexto y tenemos una reacción de “estrés”, la situación es bastante comprensible.

 

La incomodidad de sentir “estrés” podría llevarnos a buscar soluciones a dicha situación: prepararnos para la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, trabajar en la tesis, etc. Sin embargo, no siempre es así y las sensaciones incómodas, detonan en nosotros conductas de afrontamiento que no necesariamente son lo que más nos funciona para “resolverla” y que pase.

 

No sólo se trata de qué hacemos, es decir que conductas ejecutamos cuando estamos estresados;  sino también de cómo eso que hacemos a veces provoca que se potencialice ese estrés. En resumen: no es lo que hacemos, sino para qué nos funciona.

 

Sin pretender explicar todas las causas de estrés, me gustaría compartir tres explicaciones, probablemente las más frecuentes, del porqué a veces estamos estresados gran parte del tiempo:

 

1.- Estrés “contextual”:

Empezaremos por la razón más sencilla, a veces el contexto en el que estamos es estresante, con mucha frecuencia no reconocemos y validamos esto y luchamos para no sentirnos estresados en una situación que lo es; evidentemente nuestros esfuerzos son inútiles y terminamos desgastándonos por partida doble: sintiendo estrés y forzándonos a no sentirlo cuando lo sentimos, lo cual incrementa nuestro estrés.

Vale la pena destacar que hay ocasiones en las que una situación puede ser estresante para unas personas y otras no, dependiendo de sus aprendizajes, esas cuestiones más específicas podrían revisarse en lo particular en un proceso terapéutico.

A lo que acá me refiero es a observar si ese contexto/situación/persona provoca una reacción muy similar a la que estamos teniendo en otras personas con quienes lo comparta, por ejemplo, una oficina en la que todos se sienten estresados, cansados y sin ganas de ir, seguramente es un contexto “estresor”, cuyo efecto se provoca independientemente de los aprendizajes que cada una de las personas que labora en esa oficina puede tener.

 

Otro ejemplo es un jefe que regularmente alza la voz, es crítico y demandante, por lo general una persona con estas características provocará respuestas de estrés en todas las personas con quienes se comporte de esta forma.

 

Reconocer si el contexto en el que estás es estresante o qué tanto, puede ayudarte a medir si lo que sientes es “comprensible” y “válido”, no siempre se trata de que estés pensando mal o “no aguantes”.

 

A veces reconocer y validar que es la situación la que te está provocando esas sensaciones, puede ayudar a que lo afrontes de una manera que te funcione mejor.

 

 

 

2.- Procrastinar:

Evitar, dejar para después, “aventar para adelante”, “dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”… cuando tenemos una situación “estresora”  que nos provoca incomodidad es relativamente fácil ponernos a hacer cualquier otra cosa (útil o no) para no enfrentarnos a esa situación.

 

A veces esta evitación es muy evidente: ver series, revisar redes sociales, ver videos. Algunas otras, nos ponemos a hacer algo “útil” que probablemente tengamos que hacer o atienda a algo que necesitamos, pero que no “corresponde” hacer en ese momento, por ejemplo, en lugar de preparar la junta de mañana, ponerme a sacar la ropa que ya no uso; o en lugar de trabajar en la tesis, desarrollar un plan de ahorro para el futuro.

 

Cuando procrastinamos o “aventamos para adelante” un estresor, de inmediato podemos sentirnos “aliviados”, al decirnos “lo hago después, mañana, al rato” es muy probable que se reduzca o desaparezca la incomodidad y  que realmente tengamos la intención de hacerlo en otro momento.

 

Sin embargo, hacer esto repetidamente nos lleva a que eventualmente se nos acabe el tiempo y tengamos que  afrontar aquello que estuvimos evitando: preparar la junta, estudiar para el examen, buscar la forma de pagar, terminar la tesis, sólo que por el poco tiempo que tenemos para hacerlo, porque ya nos lo están exigiendo, porque es demasiado trabajo y en resumen porque algo se ha “acumulado”, lo debemos hacer bajo un nivel mucho mayor de estrés.

 

Ante esto, hay personas que aseguran que “están acostumbrados a trabajar bajo presión/estrés”, y probablemente si, en ocasiones es necesario. Pero si están “acostumbradas” a procrastinar, seguro les beneficiaría tener formas más funcionales de trabajar, para al menos reducir la intensidad del estrés al que se someten, porque si, lo “terminan resolviendo”, pero ¿a qué costo?

3.- Renunciar a mis necesidades básicas

A veces como resultado de la procrastinación o como una respuesta inicial para resolver “lo antes posible” las situaciones estresantes, sacrificamos la atención de nuestras necesidades fundamentales, aclaro acá que hacerlo en algunas ocasiones es necesario y puede ser funcional, me refiero a que sea la forma en como “normalmente” afrontamos el estrés: dejar de comer (o comer “cualquier cosa”), dormir, ir al baño, salir, ver amigos, hacer ejercicio, son con frecuencia las “soluciones” ante las demandas que nos plantea un “estresor”, y por lo general podemos hacerlo durante algún tiempo, pero al tratarse de necesidades básicas, el no hacerlo pronto nos “cobra la factura”, y notamos que la intensidad de algunas respuesta se eleva significativamente y empiezan a aparecer otras, como irritabilidad, intolerancia, cansancio extremo, enfermedades físicas, etc.

 

Cuando esto ocurre, no podemos funcionar “normalmente” y obviamente no avanzamos tan rápido y eficientemente, lo cual puede incrementar el estrés, y así en una bola de nieve que puede hacerse bastante grande.

 

Como lo mencioné anteriormente, no pretendo dar una explicación para todas las situaciones, ni para todas las personas. El estrés, como todas las emociones, tiene muchos componentes involucrados y se requeriría revisar cada caso en particular para identificar aquellos factores específicos que le llevan a ello y también el plan para atenderlo, sin embargo, estas ideas que comparto pueden plantear un panorama general, invitar a la reflexión por si estás cayendo en alguna de estas situaciones y pensar en qué podría ayudarte a disminuirlo.

 

Te comparto también algunas pautas generales que pueden ayudar a reducir el estrés:

 

  • Valida lo que sientes, esto quiere decir reconocer, dar lugar y aceptar algo que sientes, aunque sea incómodo, “no tenga sentido” o no te funcione. Cuando damos espacio al estrés, en lugar de pelear con él, tenemos más recursos para afrontarlo efectivamente.

 

  • Identifica si estás en una situación “estresora”, observa si otras personas se sienten así, no te exijas no sentir nada si no se puede, el estrés puede ser bastante funcional si lo usamos a nuestro favor y lo afrontamos efectivamente; a veces es necesario cambiar de situación, o si no podemos, aceptar y validar que es una situación que nos generará estrés mientras estemos ahí puede ayudarte a no exigirte no sentir nada.

 

 

  • Organiza de manera realista tus tareas, ni dejando todo para el último, ni pretendiendo resolver todo inmediatamente, seguir una agenda, una lista de tareas, programar actividades y priorizar puede ayudarte a gestionar de mejor manera las situaciones en las que hay mucho qué hacer.
  • Intenta “mejorar” el ambiente o espacio en el que estás para hacerlo más agradable para ti, tanto como sea posible.

 

  • Da importancia a las conductas de autocuidado, atiende tus necesidades, no te dejes al último; si renuncias o sacrificas lo que necesitas, no tendrás recursos para resolver las situaciones que debes atender.

 

  • Como siempre lo sugiero, si es demasiado y necesitas apoyo para gestionar tu estrés, es válido que pidas ayuda a un psicoterapeuta, quien te ayudará a entender por qué has llegado a esa situación y cómo resolverlo.
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Mtra. Laura Gomez Llanos

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¿Por qué no me siento suficiente?

¿Te ha pasado que en algunos momentos “no das el ancho” y no puedes “sacudirte” esa “sensación” por más que lo intentes?.

 

 Lo analizas y suena ilógico porque sabes que eres un adulto, provisto de herramientas emocionales y cognitivas “maduras”, pareciera que el sentirse de esa manera tiene que ver con uno mismo, que “nos falta” algo, sin embargo sentirse “insuficiente” o “poco valioso”, no es necesariamente “real”, sino las reglas y aprendizajes fruto de un entorno que estuvo reforzando una interpretación excesivamente rígida y crítica de nosotros mismos.

 

Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos podido sentir que somos “inferiores a los demás” en algún aspecto, actividad, rasgo o característica.  Cuando tenemos esta sensación de “insuficiencia”, solemos  tener dificultades para poder evaluarnos en “grises” y lo hacemos de manera polarizada, en donde sólo hay dos opciones: “lo hice bien” o “lo hice mal”.

 

 Por supuesto, nos centramos sólo en los “defectos”, reforzando con comparaciones con los demás en las que “salimos perdiendo” y de nuevo entramos en un espiral en el que nos sentimos poco valiosos y visualizamos una imagen de nosotros mismos muy negativa.

El sentirnos “insuficientes” va muy ligado a nuestro autoconcepto, pues refleja las  percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. 

Esta “evaluación”  que realizamos según hayan sido nuestras experiencias y lo que aprendimos de ellas.

 

Evidentemente nuestro autoconcepto empieza a forjarse desde la infancia y la adolescencia,  a través de nuestras vivencias en el hogar, en la escuela y con los amigos, y se consolida etapa adulta.

¿Cómo puedo dejar de sentirme “inferior”?

Primero, es importante que sepas que esta “sensación” es fruto de tu historia de aprendizaje, no es algo que deliberadamente “elijas”, por lo que conviene tener una actitud compasiva, comprensiva y paciente, a la vez que decidida y orientada al esfuerzo por hacer el cambio.

Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a trabajarlo son:

  • Deja de compararte: cada persona tiene sus propias capacidades y virtudes. Si no eres capaz de reconocértelas, tómate un tiempo para buscarlas, observa qué es lo que se te da bien, con qué disfrutas.
  • Sé consciente de que nadie es perfecto, encuentra tus virtudes: De la misma manera que tú tienes aspectos que puedes mejorar, los demás también los tienen, y es responsabilidad de cada uno trabajar para conseguir lo mejor de sí mismo.
  • Acepta tus defectos: todos tenemos defectos y eso también nos hace ser diferentes. Es importante que aprendas a convivir con ellos, aceptarlos y tratar de mejorarlos siempre que sea posible sin obsesionarse, es necesario entender que no nos hace inferiores a los demás no ser tan buenos como ellos en algo.
  • Vive en el aquí y en el ahora: no hagas comparaciones constantes con el pasado. Ahora es una nueva etapa de tu vida en la que puedes aprender nuevas herramientas y estrategias para establecer nuevos retos, oportunidades y crecer a nivel personal.
  • No seas tan autoexigente: asumir que nadie es perfecto, que uno de los derechos principales de los que disfrutamos todos los seres humanos es el derecho a equivocarse puede contribuir a tu bienestar.

Cuando veas que estás autoexigiéndote y autocríticandote “en exceso”, evalúa si está afectando los aspectos importantes de tu vida, si es así, te invito a pedir ayuda. El pedir ayuda es el primer paso para acercarte a aquello que es valioso para ti, a sentirte mejor y aceptarte como eres: Valioso, suficiente e importante.

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Psic. Bárbara Téllez

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Ser Padre

En días como hoy, que se celebra el Día del Padre, vale la pena detenernos y reflexionar un poco acerca de la enorme labor que implica portar ese título, para quienes lo asumimos activamente y con responsabilidad; lo cual a veces implica que sintamos que estamos en deuda con nosotros mismos al convertirnos en Padres.

Para explicar un poco esto, les comparto que además de las necesidades “basicas” que los Padres deben cumplir como  un sano desarrollo físico, seguridad, vestimenta, cuidado de la salud, cambio de pañales, desvelos, paseos nocturnos a los servicios de urgencias, la alimentación, los viajes, los regalos, la educación formal, etc.

Algunos modelos del desarrollo  y comportamiento humano plantean que tenemos 5 necesidades emocionales, las cuales también se consideran básicas: conexión y aceptación, autonomía, competencia y sentido de identidad, libre expresión de emociones, espontaneidad y juego, y límites realistas – autocontrol, las cuales al ser “cubiertas” permiten un desarrollo saludable a nivel mental y emocional.

Como seguramente lo sabes, es todo un reto atender de manera “suficiente” estas necesidades, pues a  los Padres,ser «cabeza de familia»nos implica bastantes circunstancias y cosas por resolver que, con frecuencia, nos terminan empujando a “olvidar” que  estas necesidades emocionales existen.

La  crianza implica una lista bastante larga de destrezas y habilidades a enseñar (que irá aumentando a lo largo de los años) por lo que vale la pena celebrar y aplaudir los esfuerzos que los Padres hacemos todos los días, en el ejercicio de una paternidad activa y responsble pues invertimos nuestro tiempo en ello, al elegir salir a trabajar, privarnos de objetos, experiencias y de algunos aspectos de  nosotros mismos para poder brindar un espacio sano, amoroso, seguro y cargado de todos los elementos posibles para el crecimiento de nuestros Hijos, lo cual también es un modelo para los futuros padres y madres.

La Terapia de Aceptación y Compromiso busca que uno se convierta en su mejor versión, la más sana, la que deje una huella de mayor peso en el mundo, los hijos son como moldes bastante tiernos en donde esas huellas van a dejarles nuestro rastro por este mundo, y días como hoy considero que sirven para voltear a ver el panorama completo de aquellos que dejan esas huellas alguna vez fueron niños, jóvenes y adultos que tienen sus propias necesidades a cubrir: el sentirse conectado y amado, pero también competente y único, que su sentir sea visible ante el mundo, el poder jugar y divertirse, así como regularse y marcarse reglas y autocontrol.

Sin embargo, como es bien sabido, socialmente a los hombres se le sanciona el “necesitar” conectarse y darle lugar a su sentir en el mundo. Por todos aquellos miedos que se tuvieron que enfrentar de manera silenciosa y devota, aquellas tristezas y penas que tuvieron que ser pausadas u omitidas, las guerras con nuestros demonios, buscando evitar que lleguen a colarse en sus hijos, los proyectos personales que quedaron en un baúl de recuerdos y anhelos, el tiempo lejos mientras se busca traer el pan a la mesa.

 

Y a pesar de todo lo que se puede experimentar e incluso perder en el camino, el Día del Padre es un día para celebrar cómo hacemos todo para que nuestra existencia quede justificada al ver esos únicos o muchos pares de ojos que nos buscan al llegar a casa y gritar: ¡Papá!

Y sobre todo el reconocimiento, admiración y agradecimiento especial para quienes a pesar de no venir de hogares tan amorosos o cálidos, eligen romper con el ciclo de sufrimiento al brindar lo que no se tuvo de niño, es uno de los actos más amorosos que pueden existir.

Días como hoy son oportunidades para que el ser Padre, además de ser reconocidos por nuestros seres queridos, sea reconocido y aplaudido POR TI MISMO, y retomar o al menos premiarnos con lo que nos siga ayudando a hacer ese trabajo de la mejor manera posible, sea ropa, una buena comida, un paseo, un recuerdo o una promesa, mientras nos ayude a que papás sanos desarrollen niños sanos

Por todo eso y más todo aquel que porta este título pueda, al menos en días como hoy, recordarse lo importante que es para sus pequeños y la mejor manera es cuidar y cubrir todo aquello que nos ayude a cuidarnos y mantener siempre el temple de seguir con nuestra labor, el privilegio de cuidar, guiar y ser modelo de otro Ser Humano.

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Psic. Gerardo Ramírez

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¿Existe el duelo por infertilidad?

Hoy quiero hacer llegar estas letras a todas aquellas parejas que no han podido convertirse en mamás y papás de manera biológica. Esas parejas que tras intentos naturales y/o asistidos viven la frustración constante de no lograr un embarazo, aquéllos que son cuestionados – “ ¿Y ustedes para cuándo?”- y tienen que contestar con una mezcla de dolor y esperanza: “esperamos que pronto”.

 

El duelo es definido como la reacción normal y adaptativa que le sigue a cualquier tipo de pérdida; pero en este duelo muchas veces, no hay pérdidas, no tiene que ver con la muerte, sino con la dificultad para cumplir un sueño, una expectativa, un ideal: tener un hijo.

Por lo tanto, este es uno de los duelos ocultos, de los cuales también es muy importante hablar, y en bastantes casos, acompañar desde un proceso terapéutico con profunda validación.

 

           

Se ha observado que el duelo en estos casos pasa por varios momentos:

  • Aquí son considerados los intentos en los que el embarazo no llega.
  • Esta es una fase muy compleja, llena de dudas y muchas veces procedimientos dolorosos, invasivos, costosos y que generan múltiples alteraciones biológicas, lo que provoca un agotamiento emocional significativo y suele haber afectaciones en la relación de pareja. Debido al aumento en las tasas de infertilidad a nivel mundial, se han creado equipos multidisciplinarios para el acompañamiento de estos tratamientos. Es de suma importancia que a lo largo de esta fase, la pareja cuente con una red de apoyo sólida, que valide y abra espacio para la serie de emociones y dolencias físicas que puedan manifestarse.
  • Uno de los momentos en donde se manifiestan con más fuerza las emociones derivadas del duelo, es cuando los tratamientos no tienen éxito. La desesperación y tristeza hacen su aparición con mayor intensidad. En esta fase, es recomendable que se viva un acompañamiento para lograr el contacto con las emociones y dar tiempo para un nuevo tratamiento.
  • Si se consigue el embarazo, pero termina en un aborto. El dolor, la frustración, el enojo, la angustia, la culpa, son algunas de las emociones que vive la pareja. Esta vez, me gustaría enfocarme en el duelo del hombre por esta pérdida, que muchas veces es el gran olvidado en estos duelos y procesos, como si sintiera menos porque no engendró “de manera natural” o no gestó una vida en su interior; pero esto no significa que no viva estas emociones, que no caiga en estas desorientación y agotamiento, inclusive más fuertemente por las imposiciones machistas de que tiene que tener hijos si o si; o que no debe llorar o que debe estar fuerte para su pareja.

 

Este duelo es real: Que no se nombre, no quiere decir que no exista. Es necesario que se hable de esto y se busque la ayuda que haga que se sientan cómodos con el camino a recorrer.

No hay que minimizar este dolor o tratar de convencerlos de que “la vida es mejor sin hijos”, estas personas ven frustrados muchos sueños y a su ritmo, vivirán el proceso de intentos y tratamientos, o la aceptación de seguir su vida, sin hijos.

 

 

“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, 

ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder”.

José Saramago

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Mtra. Mónica García

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¿Qué hace un Psicólogo?

El trabajo de un Psicólogo es algo de lo que con frecuencia escuchamos hablar, especialmente en el mes de mayo porque en México celebramos el día del Psicólogo  y me parece importante hablar un poco acerca de lo valiosa y gratificante que puede ser esta profesión.


Como Psicóloga, me dedico a atender adolescentes y adultos, durante este tiempo he tenido la grata experiencia de escuchar cada vez más a consultantes que acuden a terapia que pese a que aún luchan con estigmas por parte de personas que les rodean, le dan mucho valor a SU espacio de terapia. En una ocasión una consultante mencionó “realmente en este momento no sabría decirte de algún problema que tenga en específico, pero creí que sería importante empezar mi proceso, cuido mi salud física y por ende también deseo cuidar mi salud mental, estar bien conmigo misma”. Es ahí donde comprendí que se visibiliza cada vez más la importancia de los Psicólogos en la sociedad.

¿Por qué es tan importante? ¿Qué es lo que hace el psicólogo?

Para mí un psicólogo es un profesional que se ha preparado en la ciencia de la Psicología, y que usa esos conocimientos para acompañar y guiar a las personas en un proceso de cambio, ofreciendo un espacio donde el consultante se sienta seguro, escuchado y validado. Por medio de estrategias con evidencia científica, brinda herramientas para la resolución de problemas, para el desarrollo de habilidades que de manera significativa, brindarán una mayor calidad de vida.

Considero este trabajo un privilegio porque cada consultante nos deposita una parte de su historia, de su confianza, incluso en ocasiones llegamos a ser con quién por primera vez han podido hablar sobre lo que les ha aquejado por meses, incluso años. Es un honor para nosotros ser parte de esto, que sabemos que no ha sido nada fácil.

Entonces, si me preguntan a mí, ¿por qué es tan importante? Respondería que tenemos un gran compromiso, con cada consultante tenemos la oportunidad de acompañar, de brindar nuestros conocimientos para propiciar cambios, de poder ser parte de su desarrollo, siendo esto recíproco también, porque es muy satisfactorio poder ser parte de sus pasos y sus tropiezos.

Con nuestra labor y actitud podemos seguir “rompiendo estigmas”, es deseable que seamos los primeros en apoyar a nuestros familiares y  amigos cuando nos digan que han pensado en ir a terapia, porque tomar la decisión y emprender el camino hacia al cambio no es fácil, es laborioso, pero estar dispuesto y acompañado por un profesional hará que cada paso valga la pena.

Psic. Lorena Ramírez

Psicoterapeuta